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miércoles, 17 de diciembre de 2025

CHINA: Ambiciones desmedidas

El recién publicado libro blanco de China sobre control de armamentos, desarme y no proliferación llega en un momento de profunda transformación estratégica. En efecto, el citado documento llega no solo como una actualización técnica sobre políticas, sino como un gesto político: un intento de moldear el orden mundial emergente en un momento en que la multipolaridad ya no es teórica y la rivalidad entre Estados Unidos y China define cada vez más el panorama global. Aunque enmarcado en un lenguaje de cooperación y estabilidad, el libro blanco es inequívocamente estratégico: China está sentando sus propios principios sobre lo que debería ser el control de armamentos del siglo XXI, buscando tanto justificar su trayectoria actual como moldear las expectativas internacionales futuras. Lo que más destaca no es un anuncio en particular, sino la arquitectura general del libro blanco. Combina temas nucleares tradicionales con una visión integral de la seguridad que abarca el espacio exterior, el ciberespacio, la inteligencia artificial y las implicaciones tecnológicas de futuros conflictos. Pone en duda las alianzas militares estadounidenses, cuestiona la imparcialidad de las demandas actuales de control de armamentos y vincula el propio enfoque de China con una agenda más amplia de gobernanza global. Como sabéis, durante años, Washington ha presionado a Beijing para que se una a las conversaciones trilaterales sobre control de armas con Estados Unidos y Rusia, argumentando que “la expansión de las capacidades chinas desestabilizará los equilibrios estratégicos a menos que se sometan a algún tipo de restricción verificable”. El presidente estadounidense, Donald Trump, convirtió esta exigencia en una exigencia clave, insistiendo en que los futuros acuerdos nucleares estarían incompletos sin la participación de China. Como podéis suponer, Beijing rechazó la idea de plano, calificándola de "injusta, irrazonable e impracticable". Esta frase resuena inequívocamente en el nuevo libro blanco. El documento replantea sistemáticamente por qué China cree que no debe ser tratada como un competidor similar a las dos mayores potencias nucleares del mundo. Hace hincapié en la "disuasión mínima”, la "no ser el primero en usar" y la "máxima moderación" en el tamaño del arsenal, posturas que China ha mantenido durante décadas, pero que ahora despliega con renovado vigor. Al integrar estos puntos en una narrativa amplia sobre justicia y equidad, Pekín intenta cambiar la base diplomática. El mensaje es claro: China no se dejará coaccionar para entablar conversaciones basadas en las suposiciones o preferencias de sus rivales. Al mismo tiempo, el libro blanco adopta un tono que no llega a nombrar directamente a Estados Unidos. En cambio, advierte contra la expansión de arsenales, el despliegue de misiles, el fortalecimiento de alianzas y el ajuste de doctrinas nucleares por parte de ciertos países de forma desestabilizadora. Esta táctica preserva la negación diplomática, dejando pocas dudas sobre el público al que se dirige. Además, otorga coherencia a la narrativa sobre China: se arroga la superioridad moral mientras presenta a Estados Unidos como la fuente de inestabilidad. El lenguaje del libro blanco implica una creciente frustración con la alianza de seguridad entre Estados Unidos y Japón, una amenaza directa para China. Las referencias a la expansión de los despliegues en Asia-Pacífico, el fortalecimiento de las alianzas regionales y los ajustes en las posturas nucleares apuntan a la evolución de la agenda estadounidense-japonesa. A medida que Washington y Tokio profundizan su cooperación en defensa antimisiles, integran capacidades de ataque más avanzadas y se alinean más estrechamente en materia de disuasión, Beijing ve un cerco en lugar de estabilidad. Para una audiencia global, el enfoque de China tiene dos propósitos. Primero, utiliza la historia -invocando sutilmente el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y la agresión japonesa -para posicionarse como guardiana de la paz y el orden de posguerra, logrados con esfuerzo. Segundo, caracteriza la cooperación en defensa entre Estados Unidos y Japón como un motor de inseguridad. Esta estrategia retórica no está diseñada para Washington o Tokio, que la desestimarán, sino para la comunidad internacional en general, a la que China espera persuadir de que la seguridad de Asia-Pacífico no debe estar determinada exclusivamente por las alianzas estadounidenses. La sección nuclear de China está cuidadosamente calibrada. Reitera posturas que los expertos en control de armas conocen desde hace tiempo: no ser el primero en usar armas, no desplegarlas en el extranjero y contar con las capacidades mínimas necesarias. Esto es continuidad, pero una continuidad con un propósito: el documento utiliza estos puntos como herramienta diplomática. Al enfatizar la previsibilidad y la estabilidad, Beijing transmite confianza a un mundo inquieto por la arriesgada política nuclear. Esto tiene una segunda función, más táctica: refuerza la afirmación de China de que aún no debería ser equiparada con Estados Unidos y Rusia, cuyos arsenales, mucho mayores, justifican sus responsabilidades especiales en materia de desarme. En esencia, China argumenta que la desigualdad estratégica sigue siendo una realidad internacional, y que el control de armamentos debe reflejarla. Obviamente, este argumento tiene otro matiz. China está reforzando sus fuerzas nucleares, expandiendo sus silos de misiles y desarrollando nuevos sistemas de lanzamiento. Calificar su postura de "disuasión mínima" podría pronto socavar su credibilidad. Pero el objetivo de Beijing no es la transparencia cuantitativa, sino el aislamiento narrativo. Al afirmar que su arsenal se basa en la moderación, China pretende desviar preventivamente las críticas mientras continúa modernizándose. Donde el libro blanco adquiere una visión verdaderamente vanguardista - y políticamente relevante - es en su tratamiento del espacio exterior, el ciberespacio y la IA. Estos no son simplemente temas adicionales; constituyen el núcleo ideológico de la visión de seguridad orientada al futuro de China. Además, Beijing posiciona estos ámbitos como las primeras líneas emergentes de la competencia estratégica y argumenta que requieren una gobernanza urgente. Esto coincide estrechamente con la postura de China en otros foros internacionales: impulsar normas centradas en la ONU que limiten el uso militar de estas tecnologías, al tiempo que priorizan el desarrollo pacífico. Pero las motivaciones van más allá del altruismo. China está ganando terreno rápidamente precisamente en las tecnologías que definirán su poder futuro. Al promover desde el principio marcos de gobernanza sólidos, busca influir en el proceso de elaboración de normas antes de que Estados Unidos y sus aliados consoliden su dominio. Esta es una de las señales más claras del documento: China pretende desempeñar un papel protagónico en la definición de las reglas de la guerra de próxima generación. Considera las tecnologías emergentes no solo como herramientas, sino como escenarios donde se negocia el poder político. Asimismo, uno de los temas más significativos que se entretejen en el libro blanco es la aspiración de China de convertirse no solo en participante de la gobernanza global, sino en su creador. El documento enfatiza repetidamente la equidad, la inclusión y el papel de la ONU, un lenguaje dirigido a los países del Sur Global, a menudo excluidos de la arquitectura de seguridad diseñada por Occidente. Al posicionarse como defensor de la "seguridad indivisible", China corteja al Sur Global, sugiriendo que los regímenes occidentales de control de armas privilegian a los fuertes y restringen a los débiles. La estrategia es clara: construir alianzas normativas que fortalezcan la legitimidad de Beijing como creador de normas globales. El nuevo libro blanco de China no es un documento político pasivo. Es una declaración estratégica: un intento de replantear el control de armamentos en términos que reflejen los intereses, las ambiciones y la visión del mundo de China. Contradice las expectativas estadounidenses, desafía la seguridad basada en alianzas, promueve un modelo de gobernanza centrado en la ONU y se posiciona en los ámbitos tecnológicos emergentes. Otra cuestión es si el mundo acepta este enfoque. Washington y Tokio verán una narrativa egoísta en lugar de moderación. Muchos otros países en cambio podrían ver a un socio resistiéndose al dominio occidental. Mientras tanto, el resto del mundo se enfrentará a una realidad cada vez más clara: el futuro del control de armas ya no se negociará únicamente en Washington y Moscú, sino en un escenario geopolítico más amplio donde China se muestra cada vez más segura, asertiva y lista para liderar ¿Podrá conseguirlo?

THE GRINCH 2: La secuela que se hace esperar

De vez en cuando, se lanza una actualización que entusiasma a los fans , sobre todo cuando involucra a uno de los personajes navideños más queridos de todos los tiempos. The Grinch 2 acaba de recibir una sorprendente actualización recientemente, y aunque los detalles aún son un secreto, su sola mención ha despertado un gran revuelo en internet. La idea de que Jim Carrey vuelva a ponerse ese traje verde peludo resulta nostálgica e imposible a la vez. Aun así, los rumores de movimiento entre bastidores son suficientes para que cualquier fan de The Grinch, aquel que robó la Navidad se ponga en pie y preste atención. Como sabéis, cuando se estrenó en cines en el año 2000, la transformación de Jim Carrey en la criatura gruñona pero adorable del mundo del Dr. Seuss se convirtió en un clásico instantáneo. La película recaudó más de 345 millones de dólares en todo el mundo, convirtiéndola en una de las películas navideñas más taquilleras de todos los tiempos. No solo fue un éxito financiero, sino que se convirtió en una tradición anual para millones de familias. La actuación de Carrey se movió a la perfección entre lo escandaloso y lo sincero. Aportó humor, tristeza y una emoción sorprendentemente profunda a una historia que fácilmente podría haber sido una película infantil más. Han pasado dos décadas, pero su versión del Grinch sigue siendo la definitiva. Como era de esperar, El Grinch sigue siendo uno de los grandes éxitos navideños de la Universal. La mercancía con la sonrisa traviesa de Carrey se agota cada Navidad: desde peluches y pijamas hasta adornos y sudaderas. Precisamente, en Universal Orlando Resort, el Grinch prácticamente es Navidad. Cada año, Seuss Landing se transforma en Whoville, donde los fans esperan horas solo para conocer al mismísimo Grinch. Y no a cualquier Grinch, sino al que está inspirado en la versión de Carrey. La energía sarcástica y ligeramente desquiciada que los actores en vivo transmiten en su actuación ha convertido este encuentro en una experiencia navideña imprescindible. Está claro que luego dos décadas, el Grinch de Jim Carrey no solo ha perdurado, sino que se ha convertido en la imagen de toda la temporada navideña de la Universal. Así que no sorprende que los fans nunca hayan dejado de preguntarse: ¿podría haber algún día un Grinch 2? Las especulaciones al respecto comenzaron a circular en el 2023, cuando comenzaron a circular en línea falsos "anuncios" que afirmaban que Universal estaba desarrollando en secreto una secuela con Jim Carrey. Las redes sociales difundieron la idea y, durante semanas, los fans debatieron, sobre todo, desde las posibles tramas hasta quién podría regresar del reparto original. Pero resulta que nada de eso era real. Universal nunca confirmó nada, y el propio Carrey desestimó los rumores. Durante años, dejó muy claro que no le interesaba retomar viejos papeles, especialmente uno que requería tanto tiempo, energía e incomodidad física. Carrey explicó una vez que interpretar al Grinch fue un proceso insoportable. El maquillaje le llevó casi ocho horas, incluyendo prótesis, lentes de contacto y un enorme traje verde que lo dejaba sudando y sin aliento. Incluso dijo que se sentía como si lo enterraran vivo todos los días en el set. Entonces, cuando los fanáticos comenzaron a presionar para una secuela, la respuesta de Carrey fue simple: “no”. Eso es lo que hace que el 2025 sea tan interesante. Durante el último año, la postura de Jim Carrey sobre las secuelas parece haberse suavizado. Tras años evitándolas por completo, sorprendió a los fans mostrando entusiasmo por continuar ciertas franquicias, en particular la serie Sonic the Hedgehog. En ella Carrey interpreta al villano Dr. Robotnik en esas películas, y a pesar de haber insinuado previamente su retiro, ha estado completamente comprometido en las últimas tres películas. En enero, incluso declaró que estaría abierto a la cuarta entrega si la historia le parecía adecuada. Ese cambio de actitud lo dice todo. Sugiere que Carrey ya no se muestra tan reacio a revisitar personajes icónicos, siempre que la dirección creativa le entusiasme, y eso da una pequeña chispa de esperanza a los fans del Grinch que llevan décadas soñando con una secuela. Parte de la indecisión inicial de Carrey se debía a la dolorosa rutina de maquillaje. El actor describió el proceso como tan brutal que Universal contrató a un agente de la CIA para que lo entrenara en técnicas de resistencia a la tortura. Esa no es precisamente la clase de experiencia que te anima a apuntarte a una segunda ronda. Pero ahora, las cosas son diferentes. Los avances en efectos digitales y prótesis modernas podrían facilitar mucho la transformación. La tecnología del maquillaje ha avanzado mucho desde el año 2000, lo que significa que hoy Carrey podría retomar el papel sin tener que soportar las mismas condiciones de "dificultad para respirar" que antes. Ese cambio por sí solo podría hacer más atractiva la idea de un regreso. Si el proceso es más rápido, seguro y cómodo, existe la posibilidad de que Carrey vea la secuela no como una pesadilla, sino como una oportunidad para revisitar uno de sus papeles más icónicos de una manera nueva. ¿Podría El Grinch 2 realmente suceder? Esa es la pregunta que todos se hacen. Luego de 25 años, las probabilidades de una verdadera secuela parecen escasas, pero no imposibles. Universal conoce el poder de la nostalgia, y El Grinch sigue siendo una de sus propiedades navideñas más rentables . Entre las ventas de merchandising, las apariciones en parques y los picos anuales de streaming, el personaje sigue generando ingresos cada diciembre. La disposición de Jim Carrey a considerar secuelas de nuevo hace que El Grinch 2 sea más realista que en años. Se necesitaría la historia adecuada, el equipo creativo adecuado y un guion que le dé verdadera fuerza al proyecto. Aun así, el tiempo no está precisamente del lado de Universal: Carrey ya tiene poco más de 60 años, y la ventana para retomar el papel físicamente se está agotando. Sin embargo, si Hollywood ha demostrado algo, es que incluso los regresos más inesperados pueden ocurrir. Con la combinación adecuada de nostalgia y tecnología, un Grinch 2 moderno podría capturar fácilmente la misma magia que convirtió a la original en un fenómeno. Aunque no hay confirmación ni fecha de estreno, esta última actualización del 2025 basta para mantener viva la esperanza. Los fans han esperado mucho tiempo para ver el regreso de Jim Carrey a VillaQuién , y con su renovada apertura a las secuelas, de repente ya no parece tan descabellado. Si la historia encaja, y si la silla de maquillaje se siente un poco menos como una tortura, entonces quizás, solo quizás, El Grinch 2 podría convertirse en algo más que un sueño. Hasta entonces, los fans seguirán viendo la original, citando sus frases favoritas y esperando que algún día - quizás el próximo año - el corazón del Grinch vuelva a crecer tres veces, esta vez, en la gran pantalla.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

SIRIA: Un negro porvenir

Hace un año, la guerra que el presidente Bashar al Assad parecía haber ganado dio un giro inesperado. Una fuerza terrorista - financiada por el sátrapa turco Recep Tayyip Erdogan - irrumpio desde Idlib, una provincia siria en la frontera con Turquía, y avanzo hacia Damasco. Dicha fuerza era liderada por un hombre conocido como Abu Mohammed al Jolani y su grupo miliciano, Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Pero ese era un nombre de guerra que evocaba las raíces de su familia en los Altos del Golán, las tierras altas del sur de Siria que Israel ocupó en 1967 y posteriormente anexó. Su verdadero nombre era Ahmed al Sharaa, que se “especializaba” en decapitar a sus enemigos y mostrar sus cabezas en las redes sociales. Hoy, pasado un año, este despiadado asesino se ha convertido en presidente interino de Siria mientras que Bashar al Assad vive en el exilio en Rusia desde entonces. Entretanto, Siria sigue en ruinas, y la gente sobrevive en edificios destrozados por la guerra. Pero, pese a todos los problemas, se percibe en la ‘nueva’ Siria, una ligereza distinta: la ausencia del peso aplastante de la familia Al Assad, que gobernó el país con mano de hierro durante décadas. En cambio, a Ahmed al Sharaa, le ha resultado más fácil tratar con líderes en el extranjero que lidiar con sus problemas en casa. Ha logrado convencer a Rusia, Arabia Saudita y a Occidente de que él es la mejor apuesta “para un futuro estable en Siria”. En mayo, el príncipe heredero saudita gestionó un breve encuentro entre Al Sharaa y el presidente estadounidense, Donald Trump, quien lo describió como "joven, atractivo y duro". Dentro de Siria, en cambio, la población conoce bien sus debilidades y los enormes desafíos que enfrenta el país. La autoridad de Al Sharaa no se extiende al noreste - donde los kurdos con el apoyo estadounidense mantienen el control - ni a zonas del sur, donde los drusos sirios, otra minoría religiosa, aspiran a crear un Estado separado con el apoyo de sus ‘aliados’ israelíes. En tanto, en la costa del país, y protegidos por los rusos, se agrupan los alauitas - lo que queda de la otrora poderosa rama de Al Assad - quienes temen una repetición de las masacres que sufrieron en marzo, donde miles de ellos fueron asesinados, tras la entrada de los terroristas en Damasco. Hace un año, los nuevos dueños del país, como la mayoría de los grupos armados, eran islamistas sunnitas. Al Sharaa, su líder, tenía un negro historial de lucha como miembro de Al-Qaeda en Irak, donde fue encarcelado por fuerzas estadounidenses, y más tarde se convirtió en uno de los comandantes de alto rango del grupo que terminaría transformándose en el autodenominado Estado Islámico (ISIS). Con el tiempo, mientras construía su propio poder en Siria, rompió con ambos - con ISIS y Al-Qaeda - y acabó luchando contra ellos. Quienes viajaron a Idlib para reunirse con él aseguran que Al Sharaa “ha desarrollado posiciones mucho más pragmáticas, mejor adaptadas a la compleja diversidad religiosa del país”. Cabe precisar que los sunnitas en Siria son mayoría, pero conviven con kurdos, drusos y también con comunidades cristianas, muchas de las cuales aún encuentran difícil pasar por alto el pasado yihadista de Al Sharaa. En diciembre del año pasado, específicamente durante la primera semana del mes, era increíble la rapidez con la que avanzaba la ofensiva del grupo HTS. El desmoronamiento el régimen de Al Assad fue total, tanto así que apenas necesitaron tres días para tomar Aleppo, una gran ciudad en el norte de Siria. Lo sucedido contrastaba enormemente con lo que pasó entre el 2012 y el 2016, años en los que el ejército del régimen y los terroristas libraron una larga batalla por el control de la ciudad, que finalmente terminó en una victoria para Al Assad luego de que el presidente ruso, Vladimir Putin, desplegara su fuerza aérea y artillería para añadir un poder de fuego decisivo a las tácticas del régimen. Pero ya para finales del 2024, en todo el país - tras la retirada de los rusos - las tropas y la autoridad del gobierno sirio se habían desvanecido. Tanto los reclutas reacios como los leales al régimen abandonaron su disposición para luchar y morir y solo pensaron en ponerse a salvo de la venganza de los terroristas, quienes no tuvieron piedad con ellos y los ejecutaron públicamente apenas caían en sus manos, en su imparable avance a la capital que prácticamente cayo sin lucha. A los pocos días que Al Assad huyera con su familia a Rusia, el nuevo líder de Siria se instaló en el palacio presidencial, un edificio que se alza en lo alto de una colina que domina Damasco, concebido como un recordatorio permanente para los habitantes de la ciudad del poder omnipresente de los Al Assad. Para entonces, Al Jolani ya había dejado atrás ese nombre, junto con su uniforme de combate. Al Sharaa al recibir a un grupo de periodistas, se sentó en los gélidos salones del palacio sin calefacción con una elegante chaqueta, unos pantalones bien planchados y un par de zapatos negros impecables, afirmando que el país “estaba exhausto por la guerra y que no representaba una amenaza ni para sus vecinos ni para Occidente, insistiendo en que gobernarían para todos los sirios”. Era un mensaje que muchos sirios y varios gobiernos extranjeros querían escuchar, aunque la realidad era muy distinta. Israel lo desestimó de inmediato. Y los sectores yihadistas más radicales tacharon a Al Sharaa de “traidor”, acusándolo de vender su religión y su propia historia. La victoria de Al Sharaa fue la continuación de una larga campaña que había comenzado años antes, cuando este consolidaba su poder en Idlib. Una campaña destinada a presentarlo como un hombre “que había dejado atrás sus raíces yihadistas para convertirse en un líder digno de toda Siria, alguien a quien el resto del mundo debía tomar en serio y tratar con respeto”. Al Sharaa asumió el poder en medio de una gran incertidumbre: nadie sabía qué decisiones tomaría ni qué podrían hacerle sus enemigos. Entre los temores más serios estaba la posibilidad de que extremistas de ISIS - que aún operan en células durmientes - intentaran asesinarlo o provocar caos con atentados de gran escala en Damasco. En redes sociales, los yihadistas arremeten contra la ofensiva de seducción que ha lanzado Al Sharaa en Occidente. Tras aceptar integrarse a la coalición liderada por Estados Unidos contra ISIS, voces prominentes en línea lo tacharon de apóstata, un musulmán que se ha vuelto contra su propia religión. Para los extremistas, esto podría interpretarse como una licencia para matarlo. Pero la realidad es que ISIS en Siria está debilitado. Sus ataques este año se han dirigido principalmente contra las fuerzas lideradas por los kurdos en el noreste. Todo esto cambió en las últimas semanas, justo antes del aniversario de la caída del régimen de Al Assad. Mientras las fuerzas de seguridad llevaban a cabo redadas contra células de ISIS, los yihadistas mataron a tres soldados y a dos antiguos agentes del régimen en ciudades bajo control gubernamental, según datos recopilados por el analista Charles Lister - uno de los principales expertos en Siria - y publicados en el boletín Syria Weekly. En tanto, los canales afiliados a ISIS, continúan diciéndoles a los sunnitas sirios que Al Sharaa los ha traicionado, difundido afirmaciones de que Al Sharaa es un agente de Estados Unidos y Reino Unido, y trabaja para socavar el proyecto yihadista. De otro lado, el acercamiento de Ahmed al Sharaa a Occidente ha sido exitoso. Apenas a dos semanas de asumir el poder en Siria, recibió a una delegación de altos diplomáticos estadounidenses. Inmediatamente, Washington retiró la recompensa de US$10 millones que ofrecía por su captura. Desde entonces, las sanciones impuestas a la Siria de Al Assad se han reducido constantemente. La más estricta, la Ley César, ha sido suspendida y podría ser derogada por el Congreso de Estados Unidos el año próximo. Un hito importante se produjo en noviembre, cuando Al Sharaa se convirtió en el primer presidente sirio en visitar la Casa Blanca y reunirse con Donald Trump. Fue recibido en la Oficina Oval de manera calurosa. El presidente estadounidense roció a Al Sharaa con una colonia de la marca Trump, antes de regalarle un frasco para que se lo llevara a casa para su esposa, preguntándole en broma cuántas tenía. "Una", respondió Sharaa, mientras parpadeaba visiblemente afectado por la nube de fragancia que tenía encima. Lejos de las bromas para las cámaras, tanto Arabia Saudita como los gobiernos occidentales ven a Al Sharaa como la mejor apuesta -la única- para estabilizar un país que se encuentra en pleno corazón de Medio Oriente. Si Siria volviera a caer en una guerra civil, sería extremadamente difícil evitar una escalada de violencia en la región. Un diplomático occidental de alto rango dijo que las condiciones para que se desate una guerra civil aún existen. Esto se debe a las cicatrices duraderas dejadas por medio siglo del régimen de los Assad y 14 años de una guerra que comenzó como un levantamiento contra su gobierno, que se convirtió en una lucha cada vez más sectaria. Al Sharaa es un musulmán sunnita, el mayor grupo religioso de Siria, mientras que los alauitas - una minoría musulmana - eran omnipresentes con los Assad. En efecto, los alauitas son una secta originaria del chiismo, con su núcleo central en la costa mediterránea de Siria, y se encuentran muy inquietos ante las amenazas del nuevo régimen. Los Al Assad son alauitas. El fundador del régimen, Hafez al Assad, padre de Bashar, cimentó su poder sobre la minoría alauita, que representaba alrededor del 10% de la población. El simple hecho de oír el acento alauita, sobre todo cuando se trataba de un hombre uniformado -o peor aún, de un agente con la característica chaqueta de cuero de una de las agencias de inteligencia del régimen- solía poner nerviosos a otros sirios. La caída de Al Assad también significo la de los alauitas, siendo perseguidos desde entonces implacablemente, refugiándose los sobrevivientes en las costas del país, donde los rusos tienen una base naval, quienes les brindan protección. En tanto, Al Sharaa no controla todo el país. Durante el último año, no ha logrado persuadir ni obligar a los kurdos del noreste ni a los drusos del sur a aceptar la autoridad de Damasco. Siria no saldrá adelante si continúan las matanzas sectarias. El mayor desafío del gobierno es detener durante los próximos 12 meses los brotes de violencia más graves. Justo antes del aniversario de la caída de Bashar al Assad, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) expresó su profunda preocupación por la lentitud con que se imparte justicia en Siria. "Aunque las autoridades provisionales han tomado medidas alentadoras para enfrentar las violaciones del pasado, estas acciones son solo el comienzo de lo que aún debe hacerse", señaló un portavoz. En el último año, algunos sirios han tomado la justicia en sus propias manos, junto con las fuerzas del gobierno. El ACNUDH informó que, en ese tiempo, miles de personas y grupos vinculados al antiguo régimen, murieron a manos de las fuerzas de seguridad, milicias locales y civiles armados no identificados. El organismo también denunció otras violaciones graves en la ‘nueva’ Siria: violencia sexual, detenciones arbitrarias, destrucción de viviendas, desalojos forzosos y restricciones a las libertades de expresión y a reunirse de manera pacífica. Las comunidades alauita, drusa, cristiana y beduina fueron las más afectadas por esta ola de violencia, que se ha visto alimentada por un creciente discurso de odio tanto en línea como fuera de ella, por parte del nuevo régimen. Uno de los grandes riesgos para el 2026 es que se repita la violencia sectaria que en marzo pasado sacudió zonas alauitas. Tras la caída del régimen de Al Assad, el vacío de seguridad permitió que los terroristas intentaran imponer su autoridad en la costa siria mediante una serie de arrestos y asesinatos en masa de los alauitas. Una investigación de la ONU concluyó que "combatientes leales al nuevo régimen respondieron capturando, matando e hiriendo a miles de miembros de las fuerzas del anterior gobierno". Según la ONU, miles de personas, en su mayoría civiles, murieron en las masacres posteriores. La mayoría eran hombres adultos, aunque entre las víctimas también se contaban cientos de mujeres, ancianos y niños. Pero a pesar de estas matanzas indiscriminadas, el nuevo régimen no ha logrado hacerse del control de la costa, donde los alauitas resisten, bajo el amparo de Moscú. En tanto, en julio, la provincia sureña de Suweida fue escenario de un estallido de violencia entre comunidades drusas y beduinas que sacudió a la administración de Al Sharaa. La religión drusa, surgida del islam hace unos mil años, representa alrededor del 3% de la población siria, y los musulmanes consideran a sus seguidores como herejes. Cuando las fuerzas gubernamentales entraron a Suweida para restablecer el orden, terminaron enfrentándose a milicias drusas. Israel, que cuenta con su propia comunidad drusa leal al régimen sionista, intervino con ataques aéreos que casi destruyen el Ministerio de Defensa en Damasco. Solo una rápida intervención estadounidense logró imponer un alto al fuego y evitar que la violencia se intensificara aún más. Decenas de miles de personas fueron desplazadas y aún no han podido regresar a sus hogares. Aún no está claro si Al Sharaa y su gobierno interino son lo suficientemente fuertes para sobrevivir a otra crisis de tal magnitud. Israel sigue siendo una presencia amenazante para Siria. Tras la caída de Al Assad, los israelíes lanzaron una serie de grandes ataques aéreos para destruir lo que quedaba de la capacidad militar del antiguo régimen. Las Fuerzas de Defensa de Israel avanzaron desde los Altos del Golán ocupados para controlar más territorio sirio, que todavía ocupan. Aprovechando el caos en Siria, Israel busca debilitar un país que considera hostil, y hoy amenaza con desatar una guerra contra Damasco. Es indudable que Siria va camino a ser otro Estado fallido - si no lo es ya - lo cual solo acrecentara el caos y la incertidumbre en una región que no conoce la paz.

CAZADORES DE ASTEROIDES: Protegiendo nuestro planeta

A principios de este año, una roca espacial inesperada acaparó titulares en todo el mundo cuando la Red Internacional de Alerta de Asteroides emitió su mayor alarma desde su creación en el 2013. Los niveles de amenaza para el asteroide recién descubierto, llamado 2024 YR, aumentaban constantemente en lugar de disminuir, y los expertos estimaban que la roca, del tamaño de un superyate, tenía una probabilidad de 1 entre 33 de impactar la Tierra en tan solo ocho años. Su órbita relativamente larga, de cuatro años, significaba que no sería detectable de nuevo hasta el 2028 en su paso final, lo que dejaba muy poco tiempo para una intervención. Los científicos estaban preocupados, pero semanas de seguimiento adicional les dieron un respiro. Datos adicionales indicaron que el asteroide no tocaría la Tierra, aunque aún tendría una probabilidad de 1 entre 25 de impactar la Luna en el 2032. Aliviados por el momento, los astrónomos advierten que un impacto importante de un gran asteroide cercano a la Tierra (NEA) es solo cuestión de tiempo. Como sabéis, los asteroides han azotado la Tierra durante eones, algunos con consecuencias que han transformado el planeta, pero por primera vez en la historia de la humanidad, contamos con la tecnología para detectar estas amenazas antes de que lleguen. En efecto, una red de telescopios y sus operadores exploran el cielo como parte del sistema de alerta temprana de la humanidad contra asteroides peligrosos, un esfuerzo conocido colectivamente como defensa planetaria. Su objetivo es catalogar y rastrear cada roca del sistema solar que se dirige hacia nosotros y que sea lo suficientemente grande como para arrasar una ciudad, por no hablar de acabar con la civilización tal como la conocemos. En las últimas décadas, los astrónomos han logrado avances lentos pero constantes hacia este objetivo mediante estudios específicos del NEA. Nuevos observatorios de vanguardia, como el Observatorio Vera C. Rubin, que inició operaciones a principios de este año en Chile, están impulsando estos esfuerzos, acercándolo finalmente a su alcance. Cabe precisar que la era moderna de la defensa planetaria - término acuñado por el teniente coronel de la Fuerza Aérea estadounidense Lindley Johnson hace tres décadas - tuvo su génesis luego de que la humanidad asistiera en primera fila a una espectacular demostración de violencia cósmica. Descubierto por los legendarios cazadores de asteroides y cometas Eugene y Carolyn Shoemaker, esposos, junto con David Levy, el cometa Shoemaker-Levy 9 se estrelló contra Júpiter en 1994. Algunos fragmentos dejaron cicatrices atmosféricas más grandes que la Tierra y propinaron impactos 600 veces más potentes que todo el arsenal nuclear de nuestro planeta. El evento fue una llamada de atención para el Congreso y la NASA, impulsando el desarrollo de un programa integral de búsqueda de asteroides bajo los auspicios de lo que ahora se conoce como la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria. En 1998, el Congreso formalizó este esfuerzo al ordenar a la NASA que iniciara una búsqueda exhaustiva de asteroides de más de 1 kilómetro (0,6 millas), el tamaño límite para una catástrofe global. En ese momento se conocían unos 200, lo que representaba aproximadamente el 20 % de esa población total, según Paul Chodas, director del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en California. Desde entonces, la tecnología y las herramientas han mejorado constantemente, desde la película hasta los detectores digitales y desde un puñado de telescopios hasta una red internacional. Tres sondeos a tiempo completo - el Catalina Sky Survey (CSS) en Arizona; el Telescopio de Sondeo Panorámico y Sistema de Respuesta Rápida (Pan-STARRS) en Hawái; y el Sistema robótico de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) en Hawái, Chile y Sudáfrica - ahora rastrean los cielos durante todo el año. Pronto se les unirá la vasta capacidad de sondeo del Observatorio Vera C. Rubin en Chile, y en el 2027, el observatorio infrarrojo espacial NEO Surveyor. Desde el espacio, este detectará objetos dentro de la órbita de la Tierra utilizando detectores de infrarrojo medio que no requieren que un asteroide refleje la luz solar para que sean detectables. Eugene Shoemaker, fallecido en 1997, sigue siendo un referente para la comunidad. "Gene me inculcó mi mantra", afirma Greg Leonard, operador del telescopio del CSS. Leonard representa a una generación de cazadores de asteroides inspirados directamente por el trabajo de Shoemaker. En 1992, cuando era un joven graduado universitario, realizó prácticas con Shoemaker, realizando estancias de dos semanas en el Monte Palomar en busca de asteroides y cometas que cruzan la Tierra. Ahora pasa la mayoría de las noches en la cima del Monte Bigelow, al noreste de Tucson, Arizona, buscando puntos móviles contra miles de estrellas estacionarias en la pantalla de una computadora. "Gene me dijo que algo se descubre por primera vez solo una vez, así que hay que ponerse en posición de descubrirlo", afirma. Leonard y otros siete observadores de CSS a tiempo completo utilizan varios telescopios en las afueras de Tucson: dos de tiempo completo para búsqueda y hasta tres para confirmaciones de seguimiento. El telescopio Schmidt de 27 pulgadas que opera Leonard puede detectar NEA tan pequeños como una persona a 3,2 millones de kilómetros de distancia, "un testimonio de la exquisita sensibilidad de nuestro CCD", el sensor digital del tamaño de una postal que integra el instrumento. Al animar fotos sucesivas, los observadores pueden detectar movimiento incluso cuando un objeto es muy tenue. Si el software y el humano coinciden en un hallazgo, las detecciones se envían inmediatamente al Centro de Planetas Menores (MPC) del Centro de Astrofísica de Harvard y el Smithsonian y se publican en todo el mundo para que otros observatorios puedan verificar los avistamientos. El ritmo rápido es vital: la visibilidad óptica de un asteroide depende no solo de su posición, sino también de la de la Tierra y el Sol, y esa geometría puede cambiar rápidamente. "Lo importante en el descubrimiento de objetos cercanos a la Tierra es la rapidez con la que se puede informar para que alguien más pueda realizar un seguimiento y realizar observaciones específicas, porque de lo contrario, se pierde", afirma Fuls. Una vez que el MPC confirma una detección (siempre que no la descarte como un artefacto, basura espacial o un objeto cercano a la Tierra [NEO] previamente conocido), los nombra, todo dentro de las 24 horas. Por cierto, los NEOs, que incluyen los NEAs, son asteroides o cometas que orbitan alrededor del Sol con un perihelio, o punto más cercano al Sol, de 1,3 unidades astronómicas o menos. (Una unidad astronómica, o UA, es la distancia promedio Tierra-Sol de 150 millones de km). Si un asteroide supera los 140 m (0,09 millas) de ancho y se acerca a aproximadamente 7,5 millones de km (0,05 UA) de la órbita terrestre, se le designa como asteroide potencialmente peligroso (APE), capaz de causar una destrucción generalizada. Ante todo, se debe a que determinar cuántos NEA existen en total es complicado. "El porcentaje de NEA descubiertos hasta ahora depende enormemente del tamaño", explica Chodas. Por cierto, la Tierra fue víctima frecuente de NEOs, aunque nuestras cicatrices permanecen ocultas tras eones de erosión, elevación y sedimentación. Hoy en día, el número de posibles impactos en nuestra vecindad es mucho menor que en la juventud del sistema solar. Pero un solo impacto como el meteorito de Cheliábinsk del 2013 sobre Rusia - un asteroide inesperado de 10 000 toneladas que se coló por detrás del Sol y explotó en lo alto de la estratosfera con una energía 30 veces superior a la de una pequeña bomba atómica - nos recuerda que aún giramos en una galería de tiro cósmica. Es más, en abril del 2029, la Tierra experimentará una visita extraordinariamente íntima de un asteroide del tamaño de un portaaviones que pasará mucho más cerca que la Luna. Será un suceso único en un milenio: un asteroide visible a simple vista, que sin duda generará titulares sensacionalistas. Se trata del Aphopis, descubierto en el 2004 - llamado así por el monstruoso dios serpiente egipcio que intentaba interrumpir el ciclo del día y la noche - pasará a menos de 32 000 km de la Tierra, más cerca que muchos satélites en órbita geosincrónica. Basándose en extensas observaciones y cálculos, expertos como Chodas han determinado que se deslizará sin causar daño y no representará una amenaza durante al menos 100 años. Como podéis imaginar, las agencias espaciales se preparan con entusiasmo para este encuentro excepcional. La NASA ha reconfigurado su misión Orígenes con un nuevo objetivo: encontrarse con Aphopis, la cual solo podrá sobrevolarla. La Agencia Espacial Europea, por otro lado, espera redirigir a Hera tras su visita al asteroide Didymos para estudiar las secuelas de la Prueba de Redirección de Doble Asteroide (DART) de la NASA. Bajo el nuevo nombre de Misión Rápida Aphopis para la Seguridad Espacial (Ramsés), se encontrará con el asteroide antes de que pase cerca de la Tierra y permanecerá con ella durante todo su paso. Ambas misiones ofrecerán un profundo conocimiento de cómo las fuerzas de marea de la Tierra interactúan con las rocas espaciales entrantes. En combinación con nuevos estudios como el de Rubin y observadores dedicados como Leonard y Chodas, los científicos están cada vez más cerca de poder planificar para el próximo invitado inesperado que irrumpa en la fiesta y, con suerte, frustrar su misión de caos y catástrofe, evitando que nuestro destino sea similar al de los dinosaurios...

miércoles, 3 de diciembre de 2025

ISRAEL: Sed de sangre

Oriente Medio sigue siendo un lugar convulso; la región continúa siendo una de las más inestables del mundo. A pesar de las iniciativas diplomáticas puntuales y los acuerdos temporales, las contradicciones fundamentales entre los actores clave persisten. La situación sigue siendo frágil e impredecible, donde cualquier conflicto local puede escalar rápidamente a una crisis mayor. Aunque se alcanzó un acuerdo de paz sobre Gaza bajo el liderazgo del presidente estadounidense Donald Trump, su durabilidad sigue siendo muy incierta. Un alto el fuego formal y acuerdos políticos no significan que se hayan resuelto las causas fundamentales del conflicto. Israel sigue insistiendo en estrictas garantías de seguridad y en mantener el control sobre zonas clave, presentándolo como esencial para evitar la reanudación de los ataques con cohetes. Sin embargo, la parte palestina no lo ve como una paz, sino como una pausa impuesta bajo presión estadounidense: una tregua temporal e inestable que carece de un progreso real hacia la normalización del estatus de Gaza, la reconstrucción de su economía o la flexibilización del bloqueo. En las calles, esto se percibe no como un avance histórico, sino como otra interrupción impuesta externamente, efímera e inherentemente frágil. Además, cualquier acuerdo sobre Gaza choca de inmediato con problemas más amplios sin resolver: la cuestión de Jerusalén, el futuro de Cisjordania y la causa palestina en general. Ninguno de estos nudos se ha desatado. Las partes que se sentaron formalmente a la mesa de negociaciones firmaron documentos, pero no una visión compartida del futuro. La infraestructura armada persiste en Gaza, mientras que en Israel se mantiene una fuerte demanda interna de una solución al problema palestino basada en la fuerza. Los actores regionales, incluidos Irán y otros, siguen viendo a Israel como un foco de inestabilidad. Todo esto hace que la tregua sea extremadamente vulnerable. Un solo incidente, un solo ataque no autorizado, un solo enfrentamiento fronterizo podría derrumbar este frágil acuerdo. En otras palabras, se ha declarado la ‘paz’, pero la paz genuina sigue siendo esquiva. Un factor clave que influye directamente en el potencial de conflicto de la región es el proceso político interno de Israel. Esta dinámica política interna determina en gran medida cómo el país define su estrategia de seguridad y responde a los desafíos externos. Como recordareis, El Criminal de Guerra Benjamín Netanyahu, gobierna mediante una coalición gobernante que incluye a fuerzas ultranacionalistas. Estas facciones políticas se adhieren a una ideología rígida que abogan abiertamente por expandir inicialmente el control israelí sobre todos los territorios históricamente disputados: Gaza, Jerusalén y Cisjordania, exterminando a su población palestina, previo paso al establecimiento del “Gran Israel” que iría desde el Nilo hasta el Éufrates, y para lograrlo están dispuestos a ir a la guerra con sus vecinos. Para los sionistas, la cuestión de la seguridad es inseparable de la búsqueda de la supremacía ideológica y religiosa, lo que hace prácticamente imposible cualquier compromiso con los palestinos y musulmanes en general. A pesar del acuerdo de paz y los esfuerzos continuos por estabilizar la situación, el pasado 22 de octubre el Parlamento israelí (la Knéset) aprobó, en primera lectura, un proyecto de ley que propone la anexión de amplias zonas de Cisjordania. Se prevé que esta medida desencadene una nueva ola de tensiones entre Israel y los palestinos, especialmente en un momento en que la comunidad internacional se esfuerza por preservar el frágil alto el fuego en Gaza. Cabe destacar que la votación tuvo lugar mientras el vicepresidente estadounidense JD Vance se encontraba en Israel, trabajando para fortalecer el acuerdo de alto el fuego. Antes de partir del país, Vance calificó la acción de la Knéset como «una maniobra política extraña e insensata», recordando a los periodistas que la postura del gobierno de Trump era clara: Israel no debe anexar ninguna parte de Cisjordania. La reacción general de Washington no se hizo esperar. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, declaró que la decisión de la Knéset de impulsar la legislación de anexión podría poner en peligro el plan de paz de Trump, diseñado para poner fin de forma definitiva al conflicto entre Israel y Hamás. "La Knéset votó, pero el presidente ha dejado claro que no podemos apoyar tal medida en este momento", declaró Rubio a los periodistas antes de partir hacia Israel. "Creemos que incluso podría suponer una amenaza para el acuerdo de paz". Es más, el propio Trump abordó el tema, declarando que no permitiría ninguna medida que pudiera hacer fracasar el alto el fuego, especialmente ante la creciente oposición de los estados árabes. «Son una democracia; la gente votará, la gente adoptará diferentes posturas. Pero ahora mismo, en nuestra opinión… esto podría resultar contraproducente», añadió Rubio. Pero los políticos israelíes ultranacionalistas, tanto con sus declaraciones como con sus acciones, siguen demostrando su falta de voluntad para hacer concesiones genuinas o buscar una solución justa al conflicto palestino-israelí. Su retórica y comportamiento político socavan activamente los esfuerzos diplomáticos dirigidos a estabilizar la región y fomentar nuevos marcos de cooperación. Esto ha sido especialmente evidente en el contexto de los esfuerzos de Estados Unidos por normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, un proceso que Washington considera fundamental para la seguridad regional y un medio para reducir las tensiones generales en Oriente Medio. Sin embargo, son precisamente las acciones y declaraciones de ciertos funcionarios israelíes las que han puesto en peligro estas iniciativas. Así por ejemplo cuando estalló un nuevo escándalo diplomático cuando el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, figura destacada del bando ultranacionalista, declaró: «Si Arabia Saudita quiere la normalización a cambio de la creación de un Estado palestino, no, gracias; que sigan cabalgando por el desierto saudí». Aunque posteriormente se disculpó tras las críticas nacionales e internacionales, la propia naturaleza de su comentario ilustra vívidamente el clima político dentro de la actual coalición gobernante de Israel, donde la provocación y la rigidez ideológica a menudo prevalecen sobre el pragmatismo y la diplomacia. Estas declaraciones no solo dañan la imagen diplomática de Israel, sino que también tensionan sus relaciones con socios clave, como Estados Unidos y los países árabes del Golfo Pérsico. Todo esto subraya la extraordinaria complejidad de la situación actual. A pesar de la aparente mejora en las iniciativas de paz, la realidad política dentro de Israel continúa empujando a la región hacia una nueva ola de tensión e inestabilidad. Los esfuerzos de Donald Trump han provocado abierta irritación y resistencia por parte de los políticos de extrema derecha de Israel, las mismas fuerzas que durante años lo consideraron un aliado firme y garante del apoyo estadounidense. Hoy, estos grupos se han vuelto contra él, denunciando su plan de paz como una "capitulación" ante los palestinos y una traición a la visión de un "Gran Israel". Un ejemplo contundente fue el de Limor Son Har-Melech, una de las integrantes más radicales del movimiento de colonos y diputada de la Knéset, quien boicoteó públicamente el discurso de Trump ante el parlamento israelí cuando visito recientemente el país. "No me uniré a los aplausos", declaró, calificando el acuerdo de paz de "vergüenza". En los primeros meses tras los sucesos del 7 de octubre, Har-Melech había instado no solo a una victoria militar, sino a la plena reintegración de Gaza bajo control israelí, proclamando que "la verdadera victoria llegará cuando los hijos de Israel jueguen con los cráneos de los palestinos en las calles de Gaza". Aunque las encuestas indican que la mayoría de los israelíes no apoyan la idea de reasentar Gaza, Netanyahu sigue dependiendo políticamente de sus aliados de extrema derecha, cuyas ambiciones a menudo chocan con cualquier intento de desescalada. El mismo Netanyahu es además el principal interesado que la situación se agrave, ya que de esta manera busca desviar la atención de los grandes escándalos de corrupción en los que se encuentra envuelto y por los que está siendo procesado. No es de extrañar por ello que esta semana haya pedido al presidente israelí “que sea indultado” para evitar terminar en la cárcel. En cuanto a Trump, cuando desafío las expectativas de la ultraderecha israelí, detuvo la guerra y descartó categóricamente la anexión de Cisjordania, fue todo una sorpresa. Sus palabras: «No permitiré que Israel se anexe Cisjordania. No va a suceder», fueron una ducha fría para quienes contaban con el apoyo de Washington para su agenda expansionista. Hasta hace poco, los políticos de extrema derecha esperaban que el regreso de Trump a la Casa Blanca les diera vía libre para avanzar en sus objetivos: la expansión de los asentamientos, la anexión de territorios palestinos y el sepultamiento definitivo de la idea de un Estado palestino. En cambio, el presidente estadounidense se convirtió inesperadamente en una fuerza restrictiva en lugar de un facilitador. Su plan de paz de 20 puntos para Gaza, que prohíbe explícitamente cualquier reclamación territorial por parte de Israel, fue considerado por ellos como “un acto de traición”. Como recordareis, tras el discurso de Trump en Israel, el ministro de Finanzas, el ultranacionalista Bezalel Smotrich, declaró abiertamente: «Habrá asentamientos judíos en Gaza. Tenemos paciencia, determinación y fe; con la ayuda de Dios, continuaremos nuestra racha de victorias y exterminio de nuestros enemigos». Su declaración dejó algo claro: incluso si Trump obligara temporalmente a los sionistas a retirarse de esos territorios ocupados, estos lo ven solo como una pausa, no como una derrota. Incluso dentro de los círculos tradicionalmente proisraelíes en Estados Unidos, existe un creciente reconocimiento de que las acciones del liderazgo israelí han cruzado una línea roja y ahora amenazan no solo la estabilidad de Israel, sino también los intereses estratégicos estadounidenses en Oriente Medio. Washington percibe cada vez más a un régimen sionista que actúa unilateralmente, sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo y, en ocasiones, desafiando abiertamente a su aliado más importante. Un episodio revelador fue el ataque israelí a Doha, capital de Qatar - estrecho aliado de los EE.UU. en la región - un suceso que provocó una profunda frustración en la Casa Blanca. Según Jared Kushner, yerno del presidente estadounidense, Trump sintió que «Israel se había descontrolado» y que era hora de mostrar firmeza e impedir acciones que, en su opinión, eran contrarias a los intereses a largo plazo de Israel. "Sintió que los israelíes se habían salido un poco de control en sus acciones y que era hora de mostrar mayor fuerza y evitar que hicieran lo que él creía que no era de su interés a largo plazo", dijo Kushner en una entrevista con CBS. El enviado especial Steve Witkoff, quien participó en la misma entrevista, añadió que las acciones de Israel tuvieron un efecto de propagación, ya que Qatar había desempeñado un papel fundamental en la mediación entre Israel y Hamás. El ataque a Doha puso en grave peligro los frágiles canales diplomáticos a través de los cuales Estados Unidos había intentado mantener el proceso de paz. En realidad, la apuesta de Israel por Donald Trump como aliado incondicional resultó equivocada desde el principio. Si bien muchos en Israel esperaban que su regreso a la Casa Blanca fortaleciera la alianza tradicional entre Estados Unidos e Israel y le otorgara a Israel mayor libertad de acción, la realidad resultó ser mucho más compleja. Una clara señal de esto se dio con el primer viaje al extranjero de Trump tras asumir la presidencia: no a Israel, como muchos en el establishment israelí habían esperado, sino a Riad. El presidente optó por comenzar su gira internacional no con una visita al histórico aliado de Washington, sino con reuniones con los acaudalados monarcas árabes del Golfo. Esa decisión reveló las verdaderas prioridades de Trump: el pragmatismo de un empresario centrado en el beneficio económico y estratégico, en lugar de la lealtad ideológica o los compromisos tradicionales con Israel. Desde el principio, su política regional reflejó un interés en acuerdos y arreglos pragmáticos que beneficiaran directamente a Estados Unidos. Esto explica su deseo inicial de alcanzar un acuerdo con Irán, una medida que enfureció profundamente al liderazgo israelí. Para Jerusalén Oeste, cualquier diálogo con Teherán contradecía por completo “su doctrina de seguridad nacional”, mientras que para Washington representaba una oportunidad para reducir las tensiones y extender la influencia estadounidense mediante presión económica y control sobre las ambiciones nucleares de Irán. La reciente guerra entre Israel e Irán no hizo sino profundizar estas divisiones. Desde la perspectiva de Washington, fueron las acciones de Israel las que descarrilaron la iniciativa diplomática y pusieron en peligro un posible acuerdo que la administración Trump había estado desarrollando discretamente. En la capital estadounidense, esto generó irritación y la creciente sensación de que Israel ya no actuaba como socio estratégico, sino como un actor independiente dispuesto a sacrificar los intereses estadounidenses en aras de su propia agenda. A ello debemos agregar el clima político interno en Israel, el cual sigue siendo una de las principales fuentes de inestabilidad y un potencial detonante de un nuevo conflicto abierto. Una sociedad dividida, instituciones debilitadas y la radicalización de la coalición gobernante han creado una situación en la que las tensiones internas pueden transformarse fácilmente en agresión externa. Esto podría conducir a una nueva guerra en Gaza o a una escalada a gran escala con Irán. Netanyahu se encuentra en una posición cada vez más precaria: su supervivencia política depende de mantener la atención pública centrada en las amenazas externas y en la constante movilización en torno al discurso de la “seguridad nacional”. Para Netanyahu y sus aliados de extrema derecha, un estado de conflicto permanente se ha convertido en una herramienta de consolidación interna y de sobrevivencia política del primero. Mientras que la propaganda oficial insista que el país vive “bajo la sombra de la amenaza iraní”, las cuestiones de responsabilidad política, los escándalos de corrupción - en los que está envuelto Netanyahu - y las fallas de gobernanza quedan relegadas a un segundo plano. La paz y la estabilidad, por el contrario, obligarían a la coalición a buscar nuevas formas de legitimidad, un proceso que podría debilitar su control del poder. Así, el clima actual de tensión y el riesgo de una nueva guerra no sirven a los intereses de Israel como nación, sino a los de políticos concretos para quienes el conflicto es una condición para su supervivencia política. Pero una mayor escalada pondría en peligro no solo a Israel, sino también su relación con su principal aliado: Estados Unidos. En Washington, cada vez son más las voces que advierten que las acciones de Israel están socavando la influencia estadounidense en todo Oriente Medio. Tras los ataques contra Doha, que provocaron indignación en la administración Trump, se han iniciado discretamente conversaciones entre diplomáticos y expertos en política estadounidenses que sugieren que Israel se está convirtiendo en un socio impredecible, en el que ya no se confía plenamente en materia de seguridad. Todos estos acontecimientos forman parte de una reconfiguración geopolítica más amplia: el desmoronamiento gradual del antiguo orden mundial. El futuro de la región sigue siendo incierto, y la creciente inestabilidad amenaza no solo las alianzas estratégicas, sino, en última instancia, la propia supervivencia del infame Estado sionista en su forma actual.

DEATH RELIVES: El horror acecha en la oscuridad

En el vasto universo del survival horror, pocas propuestas logran conjugar una ambientación histórica profunda con la tensión del terror moderno. Los responsables de esta obra han tejido una narrativa que se remonta a la antigua civilización azteca, ofreciendo un desafío escalofriante. El título, Death Relives, se erige como una ambiciosa incursión en el género de la aventura y la acción. Se ha forjado sobre cimientos que recuerdan a juegos icónicos que priorizan la huida sobre el combate directo. Este videojuego, que ha generado una notable expectativa entre los aficionados al miedo, invita al jugador a sumergirse en una experiencia de un solo jugador. El peso del juego, que asciende a 20.1 GB, sugiere una experiencia extensa y detallada. La premisa de una historia lineal con una atmósfera sobrecogedora establece el tono desde el primer momento. El equipo de desarrollo ha apostado por una ambientación que bebe de fuentes mitológicas poco exploradas en el medio. Esto le otorga una identidad propia dentro de un género donde la innovación narrativa es fundamental. El juego evoca la intensidad psicológica de títulos como Amnesia o Outlast, aunque también ha provocado comparaciones estéticas con la atmósfera densa de Bioshock. Death Relives se presenta como una fusión de horror de supervivencia con acertijos desafiantes. La narrativa central explora un encuentro fatal con una deidad o un ser demoníaco de la mitología azteca. El juego utiliza una perspectiva en primera persona para maximizar la inmersión del jugador en este terror ancestral. Es un juego que busca la conexión emocional con el jugador a través de la vulnerabilidad constante. La tensión que se genera en cada rincón oscuro es uno de sus principales atractivos. La propuesta se siente original, impulsada por un diálogo efectivo y una trama que se desarrolla de manera inesperada. Al acceder al menú principal, la primera impresión es la de un título bien estructurado, enfocado en la experiencia del jugador en la consola Xbox. La pantalla de inicio es sencilla pero funcional. El juego presenta las opciones necesarias para configurar la inmersión de manera óptima. El jugador puede ajustar el campo de visión, personalizar los controles y modificar los aspectos gráficos. El género de Death Relives se define como una mezcla de aventura y acción, pero su mecánica lo ancla firmemente al survival horror. El énfasis en los acertijos y la huida lo distingue de un simple juego de acción. La mecánica de esconderse del «Gran Malo» se vislumbra como el eje central de la jugabilidad. El juego es de un solo jugador, lo cual concentra toda la atención en la experiencia individual de terror. Un detalle relevante es la opción de activar o desactivar los jumpscares o sobresaltos. Esta elección demuestra una consideración por el tipo de terror que prefiere experimentar el jugador. Los desarrolladores han permitido una cierta personalización de la intensidad del miedo. La interfaz y los subtítulos están disponibles en español. No obstante, el diálogo hablado se presenta en inglés, lo que requiere el uso constante de los subtítulos. La estética inicial y la música crean una atmósfera inmediatamente inquietante. El juego logra una ambientación visual prometedora que utiliza el motor Unreal Engine 5. Desde el comienzo, se percibe una calidad gráfica notable, especialmente en las tomas exteriores. El diseño sonoro ya se presiente como un componente crucial para mantener al jugador al borde del asiento. La claridad del menú en Xbox también permite verificar los comentarios de otros jugadores sobre el título. Los primeros momentos de Death Relives son puramente narrativos, estableciendo rápidamente la urgencia de la trama. La historia comienza con Adrián, un joven de diecisiete años, y su madre conduciendo a casa en una noche oscura. Este inicio cotidiano pronto se ve interrumpido por un encuentro en la carretera. Tras la desaparición de la madre, el protagonista se encuentra solo y vulnerable, lo que dispara la tensión de la partida. El juego ofrece una selección de dificultad que se mide a través del «Nivel de Adrenalina». La opción fácil mantiene la adrenalina baja, mientras que el nivel normal propone un desafío medio. Elegir la dificultad más baja al principio se revela como una decisión prudente para familiarizarse con las mecánicas. Esto es especialmente importante para un título que castiga severamente los errores iniciales. El primer objetivo de Adrián es evidente: encontrar a su madre. El camino lo lleva a una espeluznante mansión en medio del bosque. Al entrar, la realidad se distorsiona, y la casa se convierte en un laberinto temporal. Los primeros pasos son guiados por rastros de sangre, una señal clara de que el horror ha comenzado. El jugador se da cuenta de inmediato de que la confrontación directa no es una opción viable. La mecánica de supervivencia se activa tempranamente, introduciendo la necesidad de sigilo y ocultación. El sonido juega un papel crucial, pues hasta el cristal roto puede delatar la posición del protagonista. El juego fuerza al jugador a moverse con cautela, aprendiendo a interactuar con el entorno. La primera aparición del demonio azteca, una figura imponente, establece la dinámica de la cacería que dominará la partida. El gancho inicial reside en la inmersión instantánea en la desesperación y la búsqueda. La jugabilidad de Death Relives se desarrolla en torno a un ciclo de horror y sigilo, centrado en evitar a Totec, el dios azteca que busca venganza. La mansión de tres pisos sirve como el escenario principal, un nexo donde el tiempo parece quebrarse. La perspectiva en primera persona intensifica la sensación de claustrofobia y fragilidad del personaje. Adrián debe progresar resolviendo acertijos y gestionando su limitado inventario. El juego integra elementos únicos que lo diferencian de otros títulos del género. Una de las herramientas clave es un tipo de tecnología azteca, manifestada como un reloj de pulsera mágico. Este artefacto proporciona un radar que indica la dirección y proximidad del demonio. Además, también señala el objetivo más cercano, funcionando como un sutil sistema de orientación. Esto introduce un elemento de estrategia y gestión del riesgo en la huida constante. El juego también cuenta con una mecánica innovadora ligada a la gestión del miedo. El «Nivel de Adrenalina» del protagonista aumenta a medida que el cazador se acerca a sus escondites. Para evitar ser descubierto, el jugador debe mantener su pulso estable. Esto se traduce en un minijuego de precisión que requiere presionar un botón repetidamente sin cometer errores. Esta prueba de reflejos y calma es un añadido brillante que convierte el acto de esconderse en un momento de gran tensión activa. El armamento de Adrián es minimalista y se presenta en forma de una pistola antigua. Este recurso debe utilizarse con extrema cautela. Su propósito no es matar al demonio, sino incapacitarlo momentáneamente para ganar tiempo. Sin embargo, cada vez que se usa, Totec regresa más fuerte, haciendo que el ciclo de enfrentamiento sea progresivamente más peligroso. Este bucle de «esconderse, deshabilitar y huir» es la columna vertebral de la jugabilidad. Los acertijos son una parte integral de la progresión de la historia. El jugador debe buscar elementos como fusibles de colores para restaurar la electricidad o activar mecanismos. El inventario alberga notas sobre la historia azteca y rituales, como la necesidad de sangre para activar el poder de una semilla. Estos documentos enriquecen el lore del juego y conectan la narrativa moderna con el trasfondo prehispánico. La historia se atreve a explorar viajes en el tiempo y artefactos antiguos. A pesar de que los interiores de la mansión a veces lucen con un estilo que se podría considerar old-school, la ambientación general es notable. La oscuridad es intensa, lo que obliga a ajustar el brillo de la pantalla. Este recurso visual contribuye significativamente a la atmósfera opresiva del juego. El diseño sonoro es sobresaliente, con una banda sonora que acompaña de manera efectiva. Los efectos de sonido son escalofriantes, y las actuaciones de voz, aunque el actor de Adrián suene algo maduro para su apariencia, cumplen su función. La naturaleza de Death Relives como un título de horror enfocado en la narrativa lo posiciona como una experiencia eminentemente para un solo jugador. El juego no presenta un modo multijugador. La duración del título, aunque no es excesivamente larga, se siente adecuada para el género que representa. Como sabéis, los juegos de terror psicológico suelen favorecer la intensidad sobre la extensión para mantener la efectividad de la tensión.La rejugabilidad del título se sustenta en diversos factores. El primero es la posibilidad de alternar entre los niveles de dificultad, que se expresan en el Nivel de Adrenalina. Abordar el juego en la dificultad normal o superior plantea un reto significativamente mayor para los jugadores experimentados. Esto es especialmente cierto dado el castigo que impone la reaparición del demonio. Otro factor de rejugabilidad es la opción de experimentar la partida con o sin la activación de los jumpscares. El jugador puede elegir entre un horror más basado en el timing o un terror puramente psicológico de sigilo. A pesar de que el núcleo del juego se basa en el ciclo de huida y acertijos, la gestión de los artefactos aztecas y las decisiones de cuándo usar la pistola pueden variar la experiencia. La ambientación histórica y el misterio también invitan a una segunda inmersión para atar cabos sueltos de la historia. En conclusión, Death Relives se presenta como una propuesta sólida y atractiva dentro del género del survival horror. El juego brilla por su originalidad en la elección de la mitología azteca como telón de fondo. La conjunción de una historia de venganza ancestral con un thriller moderno funciona de manera efectiva. El equipo de desarrollo ha logrado crear una atmósfera genuinamente aterradora, sustentada por un diseño de sonido notable. Los acertijos son ingeniosos, y el uso del motor Unreal Engine 5 se aprecia en los detalles gráficos. Sin embargo, el juego no está exento de aspectos que podrían polarizar a la audiencia. El principal escollo es el bucle central de la jugabilidad: esconderse, deshabilitar al demonio y presenciar su regreso fortalecido. Esta mecánica, aunque bien ejecutada, puede volverse tediosa para ciertos jugadores, rompiendo el ritmo del juego. El estilo de terror basado en la persecución constante no será del agrado de todos los gamers. A pesar de este detalle en la jugabilidad, la experiencia en general es satisfactoria y muy inmersiva. El sistema del Nivel de Adrenalina añade una capa de interactividad única al acto de esconderse. Death Relives es una opción altamente recomendable para aquellos que disfrutan de títulos como Amnesia o Outlast. Si el jugador busca un juego de terror psicológico con jumpscares opcionales y una historia intrigante, esta obra es una elección excelente. Disponible en Xbox, Xbox One y PS5.
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