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miércoles, 22 de enero de 2025

WOLFMAN (2025): Una historia de supervivencia

Se trata de una escalofriante nueva película de Blumhouse que ofrece al público una historia de terror clásica combinada con drama psicológico. En efecto, el director Leigh Whannell - conocido por su trabajo en el thriller de culto The Invisible Man - vuelve a crear una atmósfera tensa en su nueva película, donde cada paso que dan los personajes aumenta la ansiedad del público. Como sabéis, desde la versión de George Waggner para la Universal, la licantropía siempre ha dado buen juego en el cine, con traslaciones en todos los estilos (siempre con el terror de por medio, pero a veces incluso con comedia, véase la ochentera Teen Wolf), y luchando de un modo diverso, de la mano de los mejores efectos especiales de cada época, con la casi obligada representación gráfica del momento de la transformación del ser humano en animal. Quizá consciente de que, en este último sentido, y a pesar del paso del tiempo, es difícil mejorar el impacto que produjeron en su día las metamorfosis de la maravillosamente refrescante Un hombre lobo americano en Londres (1981), de John Landis, y de la fabuladora En compañía de lobos (1984), de Neil Jordan, Whannell ha optado por no intentar competir en esa materia, y centrar su atención en su principal subtexto: el educativo entre padres e hijos, con la ayuda de una prodigiosa intérprete infantil en la crisis de pareja, y en una visión de la familia mucho más actual e igualitaria, según las circunstancias, en la que se intercambian roles con un padre más pendiente de la casa, y una madre agobiada por el trabajo que no se siente lo suficientemente buena y cariñosa progenitora. La historia sigue a Blake Lovell (Christopher Abbott), un hombre de San Francisco que hereda una casa en el campo de Oregón luego de que su padre desaparezca misteriosamente. Cuando decide pasar allí unas vacaciones con su esposa Charlotte (Julia Garner) y su hija Ginger (Matilda Firth), se encuentra con fenómenos de otro mundo. En efecto, en lugar de la paz que desean, la familia se ve obligada a luchar contra una criatura aterradora e impredecible que les ataca. El colofón es la transformación gradual de Blake en una peligrosa criatura, que obliga a su familia a tomar una decisión moralmente difícil: salvar a su marido y padre o huir de él. Aunque la trama contiene algunos elementos interesantes, su línea principal parece demasiado banal para el género de terror. La historia de una casa apartada en la que los personajes se encuentran con algo desconocido y terrorífico es un cliché del cine desde hace mucho tiempo. El desarrollo de los acontecimientos es bastante previsible, y algunos giros argumentales no añaden mucha profundidad ni novedad. Las acciones de los personajes son previsibles, y el final de la película lo es aún más. Christopher Abbott como Blake Lovell ofrece una interpretación convincente, transmitiendo magistralmente el conflicto interior del personaje, incluida la lucha con su propia naturaleza. Julia Garner, como siempre, hace un trabajo brillante en su papel, encarnando la imagen de una esposa que se balancea entre el amor y el miedo a su marido. Su química en pantalla añade credibilidad emocional a la historia. Sin embargo, ni siquiera una buena interpretación puede compensar plenamente las carencias del guión, que limita las posibilidades de un desarrollo más profundo de los personajes. Si en The Invisible Man el director consiguió combinar un thriller de acción con un subtexto social, Wolfman es mucho más simple y menos ambicioso en sus temas. Trata de asustar, y en sus intentos de evocar emociones en el espectador, la película sigue a menudo caminos conocidos, utilizando técnicas que hace tiempo que se han convertido en clichés. A pesar de los defectos del guión, la atmósfera de la película está impecablemente creada. Leigh Whannell, trabajando con maestría la tensión, utiliza con acierto las localizaciones: los remotos bosques de Oregón, con sus valles neblinosos y sus noches sombrías, se convierten en un personaje de pleno derecho en la historia. La constante sensación de aislamiento y peligro se ve reforzada por el juego de luces y sombras, que acentúa la amenaza oculta. La banda sonora y el diseño de sonido complementan con éxito la película, creando una sensación de inquietud incluso en las escenas más tranquilas. Las transformaciones visuales del protagonista son sorprendentes por su realismo y detalle, lo que aumenta la inmersión en el mundo de la película.
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