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miércoles, 23 de agosto de 2023

SUPERVOLCANES: Monstruos que pueden acabar con nuestra existencia

Los científicos llevan tiempo alertando sobre el riesgo de que un supervolcán explote en un futuro cercano, provocando una catástrofe de imprevisibles consecuencias. De hecho, la probabilidad de una erupción con una magnitud 7 o mayor en este siglo es de 1 entre 6. De producirse, causaría un efecto en cascada en todo el tejido económico y social del planeta. Como sabéis, las erupciones volcánicas siempre nos han causado temor, tanto cuando las vemos en películas o series de televisión como cuando suceden de verdad: aunque son acontecimientos muy poco frecuentes, ocurren de vez en cuando. Un ejemplo muy reciente se produjo en noviembre del año pasado, cuando el Mauna Loa, el mayor volcán del mundo por volumen situado en la isla de Hawái, entró en erupción tras 40 años de silencio. Afortunadamente, no se registraron daños importantes, y el flujo de lava se limitó a descender por la ladera oriental del volcán. Sin embargo, no todos estos gigantes son tan "benévolos": entre los más peligrosos del mundo se encuentra la caldera de Yellowstone, una zona más conocida por ser el parque nacional más antiguo del mundo y que oculta una gigantesca porción de material lávico bajo la superficie terrestre. La caldera se encuentra precisamente en la zona noreste de Wyoming, donde se sitúa gran parte del parque natural. En realidad, este supervolcán no está formado por una única caldera, sino por varias muy próximas entre sí. Hagamos una precisión muy importante desde el principio: aunque a menudo se hace referencia a esta zona como un supervolcán, es importante subrayar que este término se refiere en realidad a la potencia de la erupción, no a la naturaleza del volcán en sí. Sin embargo, las dimensiones de la caldera de Yellowstone son sorprendentes, y hasta hace una década no se descubrió que son mucho más impresionantes de lo que se creía: en concreto, las medidas de la zona considerada volcánica son de 55 x 72 km de tamaño. Los estudiosos coinciden en que la zona de Yellowstone se encuentra sobre un punto caliente: en la jerga, estas zonas donde tiende a salir la roca fundida que normalmente permanece bajo la corteza terrestre se denominan puntos calientes. A lo largo de sus 17 millones de años de vida, la caldera ha entrado en erupción varias veces y con intensidad variable, y ha alterado sustancialmente el paisaje circundante: por ejemplo, el cañón situado entre Wyoming, Idaho, Oregón y Nevada conocido como la planicie del río Snake es obra suya, o al menos lo es su parte oriental. Hasta doce de estas erupciones son consideradas por los expertos supererupciones, es decir, acontecimientos tan poderosos que acabaron con la vida en unos pocos miles de kilómetros y sepultaron en cenizas la superficie de un continente. La primera de las tres mayores se produjo en esta zona hace 2,1 millones de años, la siguiente 1,3 millones y la última hace 640.000. A partir de estos catastróficos acontecimientos se formaron las calderas de Island Park, Henry's Fork y Yellowstone, respectivamente. Una erupción de la caldera de Yellowstone sería un acontecimiento sencillamente catastrófico. Los científicos han pronosticado un escenario de terremotos de intensidad creciente al que seguiría una erupción capaz de sepultar zonas de Colorado, Wyoming y Utah bajo un metro de ceniza volcánica, y tal vez incluso toda la región del Medio Oeste podría verse afectada. Todo lo que se cultiva en esta zona, desde los cultivos hasta los pastos, quedaría totalmente destruido o contaminado y las líneas eléctricas quedarían inutilizables. Y eso si nos limitamos a EE.UU. los gases emitidos podrían incluso extenderse a escala mundial, bloqueando los rayos del sol y haciendo que las temperaturas cayeran en picado durante varios años, provocando, entre otras cosas, una disminución de las precipitaciones y la muerte de los bosques tropicales. Obviamente, también habría víctimas: se prevé que unos 750 millones de personas, es decir, el 10% de la población mundial, se verían afectadas. El escenario es sin duda aterrador, pero también hay que subrayar que es extremadamente improbable. Un acontecimiento así es muy raro, hasta el punto de que, según los estudiosos, la erupción de un supervolcán podría producirse una vez cada 700.000 años aproximadamente. Determinar una fecha exacta es, por ello, imposible, entre otras cosas porque los volcanes no siguen ciclos precisos y, sobre todo, no se comportan con regularidad. La propia caldera de Yellowstone, por ejemplo, ha registrado varias erupciones de intensidad muy variable y situadas en puntos irregulares de la línea temporal durante los últimos 8 millones de años. Por tanto, muchas generaciones a partir de ahora deberían poder respirar aliviadas. Al menos eso esperamos… A no estar confiados.
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