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miércoles, 1 de noviembre de 2017

CHINA: ¿Camino hacia el dominio global?

Hace unos días se celebró en China el Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, donde - como se esperaba - se consolidó el poder absoluto del actual presidente Xi Jinping, quien proclamo el inicio de una nueva era, que llevara a China a ser una superpotencia en el 2050 y que desde entonces “regirá los destinos del mundo”. Para ello, ha logrado que se aprobara por unanimidad la inclusión del denominado 'pensamiento Xi' en la Constitución del PCCh, al mismo nivel que el mismísimo Mao Zedong (fallecido en 1976). En efecto, el oficialmente denominado Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era pasará a estudiarse en las escuelas y formar parte de las “guías de acción” que debe seguir todo buen comunista chino. O todo aquel que quiera llegar a algo en la nueva gran potencia. Un 'pensamiento' que se resume en “el gran sueño chino de rejuvenecimiento de la nación”: la vuelta de China al papel de líder mundial, sea en el terreno económico, político o militar. Hasta ahora, únicamente los dos grandes líderes de la República Popular de China, Mao Zedong y Deng Xiaoping, fallecido en 1997, habían recibido el honor de que su nombre figurara en el documento. Pero solo Mao lo disfrutó en vida. Y solo Mao veía reconocida su filosofía como 'pensamiento', mientras las ideas de Deng únicamente eran catalogadas como “teoría”. Ahora, Xi ha igualado al Gran Timonel. Además de su propio nombre, Xi ha conseguido que se incluyan en el documento base del partido su campaña contra la corrupción y su Nueva Ruta de la Seda, el plan de conexión de China con Europa a través de redes de infraestructuras. Los analistas dan por seguro que, con todo su poder consolidado definitivamente, el jefe de Estado, de 64 años, continuará al frente del país más allá del 2022, cuando según las normas tácitas o explícitas del régimen debería retirarse por edad. Pero, una vez equiparado a Mao, es irrelevante el hecho de que conserve sus títulos o no: sea quien sea quien ocupe el puesto, siempre será él, con el estatus de emperador, quien tendrá la última palabra. Ya ocurrió con Deng, el gran poder en la sombra hasta su muerte, aunque su único título oficial para entonces fuera el de ‘presidente honorario’ de la Federación china de Bridge. Al respecto, la directora de Estudios Asiáticos en el Consejo de Relaciones Exteriores, con sede en Nueva York, Elizabeth Economy, explicó a Bloomberg que la consolidación de la ideología de Xi Jinping en el documento significa que ahora el político es percibido como uno de los principales transformadores del país, junto con Mao y Deng. Se trata de la consolidación del poder en torno a Xi, “algo que le permitirá influir en las políticas de China durante décadas” aseveró. Para nadie es un secreto que Xi Jinping personifica la ascendencia del PCCh, y bien puede permanecer en el poder indefinidamente. El congreso ha consagrado su reinado al poner su "pensamiento socialista" en la constitución del partido, colocándolo junto a Mao Zedong y Deng Xiaoping en el panteón de los líderes revolucionarios. Xi, sin embargo, no es parte del pasado como sus predecesores. Es la verdadera estrella de un congreso donde ha consolidado su posición como líder indiscutible de una “nueva China”. Una vez buscó un perfil bajo, tanto en casa como en el extranjero. En la década de 1980, Deng dictó que China debería “esperar su momento y ser prudente” en la política exterior, mientras su país ganaba fuerza. Un credo similar prevaleció con el Partido Comunista. Hoy todo ha quedado de lado para Xi y su discurso en el congreso lo dice todo: “Para el 2050, dos siglos después de las guerras del opio - que sumieron a nuestro país en un período de dolor y vergüenza, sometido a los dictados de las potencias occidentales en sus nada disimuladas intenciones de querer repartírselo - China recuperará su poder y volverá a la cima del mundo. Aunque ello nos tomará un inmenso trabajo, la decisión esta tomada. China se convertirá en la economía más grande del planeta y sus ingresos serán altos con un sistema de bienestar social efectivo, un gobierno receptivo y servicial, una política que garantice los derechos de las personas y un país amado por sus ciudadanos” según indicó la agencia oficial de noticias Xinhua. Estas declaraciones han llamado la atención en Occidente, ya que durante mucho tiempo Xi ha tratado de mantener un perfil bajo. Siempre ensalzó el valor de su sistema, pero nunca sugirió explícitamente - como ahora lo hace - que fuera algo que pudiera exportarse en todo el mundo. Tal confianza podría interpretarse fácilmente como arrogancia y bien podría ser así, pero hay una serie de razones por las cuales China es más poderosa y más segura de lo que ha sido durante dos siglos. El primero es que el liderazgo, al menos en público, cree que ha estabilizado la economía luego de una breve crisis hace dos años, y ha devuelto al país a un crecimiento saludable. Así, al lograr superar la crisis financiera mundial hace 10 años, la autoconfianza es enorme. El segundo es la inestabilidad que se vive en el oeste, especialmente en los Estados Unidos, pero también en el Reino Unido y Europa, mientras que China, por el contrario, se está disparando a toda máquina, tanto política como económicamente. En Xi, el país tiene el líder más disciplinado y poderoso en una generación. Trump, por el contrario, es el más indisciplinado y, a juzgar por su historial en el Congreso, será el presidente estadounidense más ineficaz por generaciones. Es duro, especialmente para aquellos que creen ‘en la superioridad de la democracia’, aceptar tal contraste. Obviamente, hay muchas advertencias para tomar en cuenta respecto a Xi Jinping. Su destino y su capacidad para mantener la legitimidad en el país y proyectar el poder en el exterior, en última instancia, dependen de la salud continua de la economía. Por el momento, el crecimiento sigue siendo demasiado dependiente de la deuda, y no hay signos de ningún cambio fundamental en este frente. Lejos de instituir más reformas de mercado, Xi está intensificando los esfuerzos para afianzar el modelo híbrido de China, en el que la política y la economía se fusionarán en un solo campo. Por el momento, China, como muchos otros países, tiene cierto margen de maniobra para presionar al cambio debido a la flotabilidad general de la economía global. Pero dada la deuda de China, podría cambiar rápidamente. El camino de un fuerte crecimiento basado en el aumento de la deuda implica inevitablemente una crisis financiera de algún tipo. Por todas esas calificaciones, el triunfalismo total y abrumador que se vive en Beijing debería ser una llamada de atención a quienes en Occidente durante mucho tiempo creyeron erróneamente que China fracasaría. Es mas, muchos estaban convencidos de que como estado autoritario, debía fracasar. Pero ello no es así. China está teniendo éxito en el campo económico… demasiado dirían algunos. Pero también en lo militar, al estrechar su alianza con Rusia, convirtiéndose en un formidable contrapeso a la amenaza que representan los EE.UU. y sus ‘socios’ de la OTAN. Si continúa en ese camino, el mundo tal como lo conocemos, nunca volverá a ser el mismo (Por cierto ¿no os parece anacrónico y fuera de lugar que los chinos continúen conservando símbolos de la época comunista como la hoz y el martillo, la bandera roja o la momia de Mao, cuando es el mayor país capitalista del mundo? Y lo aplican de la forma mas extrema posible, que ya quisieran hacerlo en Occidente …..) :)
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