Venga, a que ya es domingo y toca comentar lo acontecido esta semana. Nuestra atención continúa enfocada en el Medio Oriente y esta vez Egipto es el elegido para hablar del incierto futuro que le espera a raíz de los resultados de la primera vuelta electoral - celebrados entre el 23 y 24 de mayo - donde el candidato integrista de Los Hermanos Musulmanes, el radical Mohamed Morsi, deberá enfrentarse en el balotage con el ex primer ministro Ahmed Shafik (mas conocido como el verdugo de Tahrir, agente de la CIA y mano derecha del Genocida Hosni Mubarak, para quien la fiscalía pide en su juicio la pena de muerte), en lo que ha dado a llamarse una elección entre el antiguo régimen y el islamismo .El ganador de las primeras elecciones libres de la historia de Egipto liderará la complicada transición que mantiene al país paralizado y sumido en una profunda crisis económica. Para agravar el asunto, el modelo de Estado que tiene cada uno de los dos candidatos tiene en la cabeza no podría diferir más el uno del otro. El de Morsi es un Estado cimentado en la sharía, la ley islámica, y que no quiere tener nada que ver con un pasado que condenó a la Hermandad a la ilegalidad. El de Shafik, antiguo jefe de las Fuerzas Armadas, representa la continuidad del antiguo régimen, con el que comulgó ocupando distintos cargos, y cuyo programa no se aproxima a los sueños y aspiraciones de los revolucionarios de la plaza Tahrir, los que derrocaron a su jefe Mubarak hace 15 meses.Tal vez por eso, algunos observadores analizan con preocupación la polarización que muestran estos resultados iniciales. Temen que una posible victoria de Shafik saque de nuevo a la gente a la calle exigiendo su cabeza y vuelva a correr la sangre. Además de ser el único candidato militar de la docena que se presentaron, no ha ocultado su desprecio por los jóvenes revolucionarios, quienes por su parte, confían en la victoria de Morsi que si bien supondría una notable concentración de poder - ya que los islamistas controlan con holgura el Parlamento desde principios de año – podrían ver realizados sus sueños por los que tanto lucharon. Como era de esperar,los sectores acomodados de la sociedad y la minoría cristiana (10% de la población del país) que apoyaron la corrupción generalizada del régimen de Mubarak asisten con preocupación al ascenso islamista en el Egipto posrevolucionario, por que saben que les va a llegar la hora de rendir cuentas por su pasado criminal y solo les va a quedar el camino del exilio. Los resultados también demuestran que la maquinaria de la Hermandad Musulmana no falla. Morsi, un hombre de escaso carisma no fue el inicialmente elegido para liderar el partido. Tan solo la descalificación por parte de la Junta electoral del número uno acabó por encumbrarlo de rebote. Su inminente triunfo en la segunda vuelta a celebrase a mediados de junio - al contrario que en el caso de Shafik - ilustrará una vez más la importancia de la organización frente al individuo. Una vez que lo consiga, la magnitud del traspaso de poder así como las funciones del nuevo presidente las marcaría un texto constitucional pos-Mubarak pendiente de redacción por falta de acuerdo entre las fuerzas políticas, pero con los integristas en el Poder y con el control del Parlamento, podrán hacer lo que les venga en gana y solo el aun todopoderoso ejercito podrá hacerles frente, lo que abre la posibilidad de una guerra civil con insospechadas consecuencias por la estratégica posición geográfica del país.La situación es de por si delicada y vaya uno a saber en que acabará todo.Y es que en junio, Egipto se juega su futuro :(
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domingo, 27 de mayo de 2012
EGIPTO: ¿A las puertas del integrismo islámico?
Venga, a que ya es domingo y toca comentar lo acontecido esta semana. Nuestra atención continúa enfocada en el Medio Oriente y esta vez Egipto es el elegido para hablar del incierto futuro que le espera a raíz de los resultados de la primera vuelta electoral - celebrados entre el 23 y 24 de mayo - donde el candidato integrista de Los Hermanos Musulmanes, el radical Mohamed Morsi, deberá enfrentarse en el balotage con el ex primer ministro Ahmed Shafik (mas conocido como el verdugo de Tahrir, agente de la CIA y mano derecha del Genocida Hosni Mubarak, para quien la fiscalía pide en su juicio la pena de muerte), en lo que ha dado a llamarse una elección entre el antiguo régimen y el islamismo .El ganador de las primeras elecciones libres de la historia de Egipto liderará la complicada transición que mantiene al país paralizado y sumido en una profunda crisis económica. Para agravar el asunto, el modelo de Estado que tiene cada uno de los dos candidatos tiene en la cabeza no podría diferir más el uno del otro. El de Morsi es un Estado cimentado en la sharía, la ley islámica, y que no quiere tener nada que ver con un pasado que condenó a la Hermandad a la ilegalidad. El de Shafik, antiguo jefe de las Fuerzas Armadas, representa la continuidad del antiguo régimen, con el que comulgó ocupando distintos cargos, y cuyo programa no se aproxima a los sueños y aspiraciones de los revolucionarios de la plaza Tahrir, los que derrocaron a su jefe Mubarak hace 15 meses.Tal vez por eso, algunos observadores analizan con preocupación la polarización que muestran estos resultados iniciales. Temen que una posible victoria de Shafik saque de nuevo a la gente a la calle exigiendo su cabeza y vuelva a correr la sangre. Además de ser el único candidato militar de la docena que se presentaron, no ha ocultado su desprecio por los jóvenes revolucionarios, quienes por su parte, confían en la victoria de Morsi que si bien supondría una notable concentración de poder - ya que los islamistas controlan con holgura el Parlamento desde principios de año – podrían ver realizados sus sueños por los que tanto lucharon. Como era de esperar,los sectores acomodados de la sociedad y la minoría cristiana (10% de la población del país) que apoyaron la corrupción generalizada del régimen de Mubarak asisten con preocupación al ascenso islamista en el Egipto posrevolucionario, por que saben que les va a llegar la hora de rendir cuentas por su pasado criminal y solo les va a quedar el camino del exilio. Los resultados también demuestran que la maquinaria de la Hermandad Musulmana no falla. Morsi, un hombre de escaso carisma no fue el inicialmente elegido para liderar el partido. Tan solo la descalificación por parte de la Junta electoral del número uno acabó por encumbrarlo de rebote. Su inminente triunfo en la segunda vuelta a celebrase a mediados de junio - al contrario que en el caso de Shafik - ilustrará una vez más la importancia de la organización frente al individuo. Una vez que lo consiga, la magnitud del traspaso de poder así como las funciones del nuevo presidente las marcaría un texto constitucional pos-Mubarak pendiente de redacción por falta de acuerdo entre las fuerzas políticas, pero con los integristas en el Poder y con el control del Parlamento, podrán hacer lo que les venga en gana y solo el aun todopoderoso ejercito podrá hacerles frente, lo que abre la posibilidad de una guerra civil con insospechadas consecuencias por la estratégica posición geográfica del país.La situación es de por si delicada y vaya uno a saber en que acabará todo.Y es que en junio, Egipto se juega su futuro :(