Esta semana nuestra atención se dirige a Libia, donde se cumplió un año del martirio de Muammar Al Gaddafi, tras ser capturado, torturado y brutalmente asesinado
(junto con su hijo y decenas de partidarios, tras el bombardeo por parte de la OTAN de la caravana en los que se trasladaban) por un grupo de terroristas armados y entrenados por los EE UU para desestabilizar el país e instaurar un régimen títere como en Iraq para apoderarse de sus vastos recursos energéticos pero sus infames planes no resultaron como esperaban y un año después del magnicidio, el caos y la anarquía reinan en un país que otrora fue el mas rico del África, con cientos de miles de millones de dólares en reservas producto de sus ventas de petróleo. que hoy se encuentra en la ruina total y canibalizado por aquellos mercenarios que se hicieron con el poder, los cuales envalentonados por la impunidad de sus crímenes cometidos a vista y paciencia de todos, se han repartido el país a su antojo, en el cual cada grupo armado aplica su propia ley, indiferentes ante el drama que se vive en Libia, el cual carece de gobierno, con una industria petrolera completamente paralizada (por no decir inexistente) mientras que la economía y la seguridad están al borde del colapso. El saqueo de los arsenales de Gaddafi propició una proliferación de armamento que se deja sentir en países vecinos como Malí, y también en Bengasi, donde el 11 de septiembre fue ejecutado el embajador estadounidense Christopher Stevens y tres de sus asistentes,
paradójicamente por aquellas milicias de traidores colaboracionistas financiados por Washington para derrocar al gobierno de Gaddafi y que ahora se han vuelto en su contra. Es así como la prometida apertura de la “nueva” Libia a las “libertades democráticas con respeto a los derechos humanos y a la libertad de expresión que traería consigo el fin del régimen anterior”, fue una burda patraña montada por los EE UU a modo de excusa para armar a esta panda de indeseables que una vez logrado su vil objetivo de alcanzar el poder,tienen las manos manchadas de sangre debido a las ejecuciones sumarias de miles de “sospechosos” de simpatizar con el antiguo régimen. La Sharia se ha vuelto omnipresente en la vida cotidiana de los libios y todo aquel que osen criticarlos – sean hombres, mujeres y niños - son asesinados sin piedad alguna, ante el silencio cómplice de los gobiernos occidentales por el genocidio cometido por esta horda de criminales.Para agravar la situación ya de por si insostenible
, los enfrentamientos entre diversos grupos terroristas que luchan ferozmente entre si por hacerse del control del mayor territorio posible, se incrementa cada día más, con un salvajismo nunca antes visto. Si a ello sumamos los cerca de 20 millones de armas que circulan en Libia después de la caída de Gaddafi, no es difícil imaginar el polvorín en que se ha convertido - por culpa de las ambiciones criminales de los EE UU y sus socios de la OTAN - y que por su posición estratégica puede desestabilizar a los países de la zona y sobre todo a Europa. Con una Libia convertida en un santuario de Al Qaeda, podéis imaginar lo peor :(