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miércoles, 19 de noviembre de 2014

ABDEL FATTAH AL SISI: Un dictador con las manos llenas de sangre

En esta ocasión nuestra mirada se dirige a Egipto, donde desde el incruento Golpe de Estado protagonizado hace 16 meses por el general Abdel Fattah al Sisi - derrocando por ordenes de la Casa Blanca al gobierno democrático de Mohamed Morsi - y estableciendo una sangrienta dictadura que desde el primer momento se ha mostrado servil a los intereses de los EE.UU. e Israel, la situación  se ha deteriorado paulatinamente, mientras el régimen se ha empleado a fondo para reprimir con violencia inusitada cualquier asomo de oposición, lo cual ha desencadenado una contundente respuesta liderada por grupos extremistas que combaten con las armas al tirano con el objetivo de establecer un Estado islámico. Todavía no se sabe cuándo tendrán lugar las elecciones legislativas y los analistas más cualificados indican que serán en febrero o poco después, pero de momento no hay fecha y Al Sisi no parece tener ninguna prisa en hacerlo. Varias organizaciones no gubernamentales egipcias e internacionales han denunciado que la situación es inadmisible. "Estamos profundamente preocupados con los pasos que ha dado Egipto y que han significado violaciones de los derechos de expresión, de asociación y asamblea pacíficas, y que han privado a millares de egipcios de garantías justas al ser juzgados", ha dicho con un cinismo digno de mejor causa, el embajador estadounidense Keith Harper, cuando su gobierno apoya incondicionalmente al régimen golpista (que trato de “legitimarse” con unas elecciones fraudulentas, en la cual Al Sisi fue el único candidato) y fomenta la represión a gran escala, en particular contra los Hermanos Musulmanes (una organización islamista que apoyo al derrocado y hoy encarcelado presidente Morsi, puesto fuera de la ley luego del golpe y cuyos principales dirigentes fueron condenados a muerte en una parodia de juicio, donde las sentencias se conocían de antemano y no tuvieron oportunidad alguna de defenderse). Para muchos, el clima de violencia es ahora mayor que el que había bajo el Genocida Hosni Mubarak, que fue echado del poder en el 2011. Tras una breve transición - que incluyo la elección de un presidente civil por primera vez en la historia de Egipto - la primavera acabo en un Golpe de Estado, dando paso a un régimen criminal que se ha propuesto retornar a Egipto a ese oprobioso pasado de corrupción e impunidad que campeaba durante Mubarak, al precio que sea, y su coste está siendo muy elevado. Así, la situación es tan grave que se acerca a pasos acelerados a la de otros países de la región. Egipto es un país de referencia en el mundo árabe y son numerosos los líderes árabes, principalmente de las corruptas y decadentes petromonarquías de la península arábiga – cómplices de EE.UU. e Israel en el genocidio del pueblo palestino a manos de los sionistas, como en la agresión a Siria por parte de grupos de mercenarios armados por los EE.UU. y entrenados por la CIA y la Mossad israelí en Turquía y Jordania - que tratan de que la situación no se les vaya de las manos. Desde el golpe de Al Sisi han sido asesinados miles de civiles en una salvaje represión y en respuesta, los rebeldes lo hicieron con centenares de policías y soldados, especialmente en la península del Sinaí, donde los incidentes se producen a diario y las fuerzas represivas llevan a cabo continuamente brutales campañas contra los grupos islamistas que operan en la zona. En el último incidente grave del 24 de octubre, la masacre de Karam al Qawadis, fueron ejecutados 31 soldados en el ataque de las milicias Ansar Bayt al Maqdis. Fue la jornada más sangrienta para las fuerzas represivas desde hace nueve años. El Sinaí se encuentra en estado de sitio prácticamente y la vida se ha convertido en un infierno para quienes residen allí. Tras este incidente la militarización se ha extendido y un decreto de Al Sisi del 27 de octubre estipula que los civiles pueden ser entregados a tribunales militares para ser juzgados sumariamente y poder ser condenados a muerte, lo que en indica un claro agravamiento de la situación. Otra decisión del dictador ha sido la de destruir cientos de casas de egipcios que viven cerca de la Franja de Gaza - sometida a un sistemático genocidio por parte de Israel, contando para ello con la complicidad de Al Sisi - así como la de crear en esta zona fronteriza un cinturón que esté al cuidado de los militares egipcios en estrecha cooperación con los sionistas y donde no residan civiles. El gobierno argumenta como excusa de que hay casas cerca de la frontera con Gaza que se utilizan “para facilitar la infiltración de islamistas desde la otra parte”, donde gobierna la organización Hamás. Como era de esperar, el incidente de Karam al Qawadis también ha llevado a un endurecimiento general de la actitud en relación a Hamás. Desde el primer día del golpe de Estado, Al Sisi ha tratado de complicar la vida a la organización palestina de todas las maneras posibles. En lo que va de año Egipto ha mantenido cerrado durante al menos 190 días el paso de Rafah, que es prácticamente el único lugar por donde pueden salir al exterior los palestinos de Gaza, ya que Israel mantiene casi completamente cerrados los pasos de su frontera con Gaza, y los dos países lo hacen con una diabólica coordinación, que ha convertido a la franja en una inmensa cárcel de la que nadie puede salir. Al Sisi acusa cínicamente de ello a Hamás por apoyar a los Hermanos Musulmanes (quienes lideran la lucha armada contra su régimen). Sin embargo, dentro de Egipto hay numerosos grupos que acusan al tirano de conducir esa política criminal siguiendo el dictado de Israel. De hecho, la primera acción de Al Sisi tras el golpe de Estado fue destruir cientos de túneles que los palestinos utilizaban para burlar el bloqueo israelí. Hamás controlaba esos túneles y - según el golpista - los utilizaba para “exportar el terrorismo” a Egipto, aunque no existe prueba alguna de ello. Tras la invasión israelí de la Franja de Gaza el verano pasado, (donde se produjo un genocidio del pueblo palestino a manos de los sionistas, ante el silencio cómplice del mundo que no hizo nada para detener a los criminales) las cosas no han mejorado. Al Sisi continúa con la misma política con respecto a Hamás y la última prueba de ello es la orden de destruir cientos de casas en la frontera. Las leyes de emergencia que ha dictado Al Sisi en los últimos días confirman que el camino elegido es el aplastamiento de los islamistas, pero también la sangrienta represión de las divergencias en el seno de la sociedad. El decreto dictatorial señala en su primer artículo que el ejército estará presente en todos los lugares que las autoridades consideren necesarios, y se menciona explícitamente lugares civiles y públicos que hasta ahora estaban en manos de la policía. Este proceso de militarización sin duda tendrá otras consecuencias puesto que el ejército hasta ahora se ha mostrado incapaz de hacer frente a los rebeldes, especialmente en el Sinaí, de manera que es muy posible que al decreto mencionado le sigan otros que profundicen en la misma línea - como Israel y los EE.UU. - que desean convertir el área en una zona militar exclusiva ¿Hasta donde llegará su traición? (Al momento de publicar esta nota, la situación se deteriora rápidamente en Jerusalén, donde el Criminal de Guerra Benjamin Netanyahu amenaza a los palestinos con un nuevo baño de sangre similar a lo ocurrido en Gaza. Otro asesino que hace lo que le da la gana con total impunidad) :(
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