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miércoles, 18 de diciembre de 2019

ESCOCIA: En punto de colisión

El arrollador triunfo de los conservadores en las elecciones realizadas el Reino Unido - y por ende, del Brexit - así como el hundimiento total de los laboristas, era algo que ya se daba por descontado. Pero lo que los analistas no advirtieron es que a su vez los nacionalistas arrasaron en Escocia, quienes envalentonados piden ya un nuevo referéndum de independencia. “Boris Johnson puede tener un mandato para sacar a Inglaterra de la Unión Europea pero ese mandato no se extiende a Escocia", ha señalado exultante la Primera Ministra Nicola Sturgeon al conocer los resultados. "Tenemos el mandato de dar a la gente de Escocia el poder de decisión sobre nuestro propio futuro", declaró a Sky News. "Existe un claro respaldo a la idea de que Escocia no debe ser arrastrada por un gobierno de Boris Johnson y expulsada de la Unión Europea contra nuestra propia voluntad" expresó. Cuando se han escrutado 613 de los 650 asientos, los "tories" obtienen la mayoría absoluta, con 337 escaños, seguidos de los laboristas de Jeremy Corbyn con 200 diputados, mientras que el Partido Nacionalista Escocés (SNP) obtiene 46, el Partido Liberal Demócrata saca ocho, y el resto corresponde a otras formaciones políticas. A ello debemos agregar que los partidos nacionalistas católicos de Irlanda del Norte - que abogan por la reunificación con la República de Irlanda abandonando el Reino Unido - han logrado, por primera vez, más asientos que los unionistas protestantes y ya se avizora otro agudo problema para Londres. La situación, por tanto, es compleja. Y en el caso de Edimburgo se precisa actuar con celeridad porque la ministra principal escocesa ya ha avanzado que tan pronto como la próxima semana su Gobierno publicará "una propuesta detallada y democrática" para solicitar al Ejecutivo central la transferencia de poderes que permita a Holyrood convocar un plebiscito que cumpla con la legalidad. "Ha llegado el momento de que la gente de Escocia pueda decidir su futuro" reiteró. No cabe duda que el choque de trenes entre Londres y Edimburgo está garantizado para esta legislatura. "Tenemos a dos gobiernos elegidos democráticamente con mandatos completamente opuestos. Esto plantea un problema y no queremos terminar con la misma situación que se vive en otros países como Bélgica, Francia, España o Italia con regiones independentistas”, explica Patrick Dunleary, profesor de Políticas de la 'London School of Economics'. Mientras que Jeremy Corbyn sí estaba abierto a negociar una nueva consulta soberanista con Escocia para la segunda mitad de un hipotético Ejecutivo laborista, Johnson la rechaza por completo. Es más, el manifiesto 'tory' recalca que el plebiscito que celebraron los escoceses en el 2014 -donde ganó la unión por el 55,3% frente al 44,7% - "fue único en una generación y que no se volverá a repetir". Por cierto, la participación fue récord, superando el 84%."La clave va a estar en las elecciones escocesas del 2021. Si el SNP consigue de nuevo buenos resultados será muy importante y la independencia será una realidad", recalca el académico. "A día de hoy no descarto ningún escenario", recalca. Como recordareis, en las generales del 2015, celebradas tan solo a un año de la consulta soberanista, el SNP llegó a cosechar hasta 56 de los 59 escaños asignados para Escocia (que junto con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte conforman el Reino Unido). Por lo tanto, los 48 ganados en estos últimos comicios son destacables, sin duda alguna, pero no históricos. Los expertos destacan además que este resultado no implica que todo el electorado que ha respaldado esta vez a las filas de Sturgeon también esté dispuesto a optar por la independencia. Muchos podrían haber recurrido al voto útil para evitar una mayoría conservadora en una región en la que la permanencia en la UE ganó con el 62% de los votos. En el 2017, la entonces líder de los 'tories' escoceses, Ruth Davidson, consiguió para los suyos unos resultados nunca vistos. Pero dimitió tras desavenencias con Johnson y ahora los conservadores escoceses solo cuentan con apenas seis escaños. Sturgeon se ha apresurado a precisar que sabe que todos los votantes ganados puede que "no respalden necesariamente la independencia", pero sí lanzan "un claro apoyo" al hecho de que Escocia "debe poder decidir su futuro". "Acepto, lamentablemente, que (Johnson) tiene un mandato para el (ejecutar) Brexit en Inglaterra, pero no tiene ningún mandato para sacar a Escocia de la Unión Europea", recalco una vez mas. Las encuestas más recientes revelan un aumento del apoyo a la secesión que podría alcanzar hasta el 50%, una cifra que incluso podría subir una vez se materialice la salida del bloque. En febrero del 2016, Escocia vivió un momento histórico tras alcanzar un acuerdo financiero con el gobierno central, por el que se transfirieron nuevos poderes a Holyrood. El Parlamento de Edimburgo, entre otros, puede ahora controlar el impuesto sobre la renta en lo que supone la mayor transferencia de competencias en la historia del Reino Unido. Algunos críticos lo calificaron como una secesión 'light' y advirtieron que esto tan solo era el primer paso hacia un modelo federal. Primero, porque la centralización del sistema tributario en Londres había sido, hasta entonces, uno de los pilares fundamentales de Westminster. Segundo, porque los temores a que Irlanda del Norte y Gales pidan también más poderes se intensifican. En cualquier caso, al Gobierno central no le quedaba más remedio que hacerlo, ya que fue la promesa a la que se comprometió días antes de la consulta del 2014. Aunque el SNP se comprometió entonces a no presionar por un nuevo plebiscito, ahora consideran que el Brexit ha cambiado las reglas del juego. En el caso de Irlanda del Norte, sin embargo, bajo los acuerdos de paz del Viernes Santo de 1998 el Gobierno central está obligado a permitir la consulta de reunificación con la República de Irlanda si hay indicios de un cambio de sentimiento en la comunidad. Esta fue una de las concesiones que se hicieron en 1998 para desbloquear el proceso de paz en el Ulster tras más de tres décadas de sangriento conflicto entre católicos y protestantes. Y, poco a poco, estos indicios se van haciendo notar. Los partidos nacionalistas (católicos, republicanos, pro-UE) han logrado, por primera vez, más escaños en Westminster que las fuerzas unionistas (protestantes, monárquicos, pro-Brexit). El DUP, mayoritario entre la comunidad protestante norirlandesa, perdió dos de los diez diputados que tenía, incluidos el del propio portavoz en Westminster, Nigel Dodds, cuando el partido se convirtió en el sustento del Gobierno de May tras perder la mayoría absoluta en el 2017. Por su parte, el Sinn Féin, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano (IRA) y principal formación entre los católicos, mantuvo sus siete asientos, si bien no los ocupa porque se niega a jurar lealtad a la corona británica. Los otros tres escaños en juego en Irlanda del Norte fueron a parar al Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP, nacionalista moderado) y al multiconfesional Partido Alianza. Como sabéis, en Irlanda del Norte, el 55,8% de los votantes se opusieron al Brexit. Y la ruptura con el bloque no ha hecho otra cosa que incrementar la tensión entre las comunidades. Evitar la frontera dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda para no poner en peligro la paz en el Ulster siempre ha sido el principal escollo en las negociaciones del divorcio con Bruselas. El nuevo Acuerdo de Retirada que Johnson ha cerrado con Bruselas saca a todo el Reino Unido de la unión aduanera para cerrar acuerdos comerciales con terceros, pero deja a Irlanda del Norte alineada con normativa comunitaria. El 'tory' defiende que “no habrá ahora” controles en el mar de Irlanda, pero documentos gubernamentales señalan lo contrario. Ya antes del referéndum del Brexit, las cosas entre católicos y protestantes no andaban demasiado bien. Los norirlandeses llevan sin Gobierno autonómico desde enero del 2017 ante la incapacidad de los protestantes del DUP y los católicos del Sinn Fein de formar un gobierno de coalición. Las divisiones entre las dos principales formaciones norirlandesas van desde la protección de la lengua gaélica al tratamiento de la memoria histórica, donde tienen puntos de vista completamente divergentes. Por ello, un acuerdo entre ambas formaciones no es nada sencillo. En los comicios anticipados de marzo del 2017 para la Asamblea de Belfast, se puso fin a la mayoría unionista, por primera vez, al recortarse de diez a uno el número de escaños de ventaja que tenía hasta entonces el DUP sobre el Sinn Féin. Estos últimos ya han solicitado referéndum para la reunificación de la isla. De momento, dicen los analistas, no es una amenaza tan cercana como el desafío escocés. Pero es un claro síntoma de lo que supone el Brexit ahora para la propia integridad del Reino Unido, el cual nadie ahora puede asegurar :)
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