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miércoles, 11 de diciembre de 2019

KÖNIGSBERG: Huellas del pasado

Capital de Prusia Oriental hasta 1945 y desde entonces convertido en un enclave ruso con el nombre de Kaliningrado, por su privilegiada situación al estar ubicada estratégicamente entre Polonia y los países bálticos, es muy apetecida por la OTAN quienes en reiteradas ocasiones no han ocultado su deseo de apoderarse de ella. En efecto, el territorio más occidental de Rusia siempre ha sido uno de los puntos focales de tensiones entre Moscú y la alianza atlántica, saliendo el tema nuevamente a la luz hace unos días durante la reunión por el 70 aniversario de la organización llevada a cabo en Londres. Como sabéis, cuando los países del Báltico se unieron a la OTAN, Königsberg se convirtió en un territorio enemigo ubicado en el mismo centro de la alianza occidental. Esto la hizo sumamente vulnerable, pero a la vez potencialmente peligroso desde el punto de vista militar. Hace una semana, un bombardero estadounidense B-52 con capacidad nuclear simuló un bombardeo cerca del enclave ruso. Asimismo, Richard Hooker, un ‘experto’ de la Fundación Jamestown (conocida por su inclinación antirrusa) reveló en un reciente artículo de cómo podría terminar un hipotético conflicto militar entre Rusia y la Alianza del Atlántico Norte en la región del Báltico. El documento, titulado Cómo proteger los países del Báltico, revela la posible estrategia militar de la OTAN en el caso de que Rusia intente llevar a cabo una incursión en Lituania, Letonia y Estonia. El autoproclamado ‘experto’ está convencido de que, en este caso, Moscú optará por aislar a los Estados del Báltico y proteger a San Petersburgo, por lo que “recomienda” un ataque fulminante a Königsberg para neutralizarlos. “Como cabeza de la OTAN, Washington debería ver la protección del Báltico como una prioridad crítica”, reza el texto del artículo. Hooker explica que Rusia podría iniciar la ofensiva militar a través del territorio de Lituania, ya que - a diferencia de Polonia - este país europeo no cuenta con un gran número de vehículos blindados. Pese a que, en lo que respecta a las fuerzas terrestres las de Rusia son compatibles con las de la OTAN, “Moscú es inferior en cuanto a su aviación militar” anota. No obstante, los poderosos sistemas de defensa antimisiles Iskander, S-300 y S-400, desplegados en la región de Königsberg permitirían a Moscú proteger el enclave al inicio del conflicto. “Sin embargo, Rusia terminaría por perder el control de la región debido al incremento de las fuerzas terrestres de EE.UU. y Polonia en la zona” afirma. Hooker sugiere que los militares europeos tardarían unas dos semanas en romper la defensa antimisiles rusa y unas dos semanas más para reforzar las posiciones. El ‘analista’ estadounidense agrega que si bien la flota de la OTAN en el Báltico es más numerosa que la rusa, al mismo tiempo admite que las fuerzas navales de la Alianza en la región tienen graves problemas de mantenimiento, de modo que en el caso de un conflicto se vería obligado a hacer frente a los misiles y minas navales rusas. El ‘experto’ subrayó que los países del Báltico - Lituania, Letonia y Estonia - carecen de un sistema de interacción entre sus tropas y tampoco cuentan con una cantidad de armas suficiente para participar plenamente en el conflicto, “por lo que necesitarían el apoyo de los aliados mas ricos como Alemania, que tiene cuentas pendientes con los rusos” señaló. Ello significa que para ganar la guerra, apoderarse en primer lugar de Königsberg es imprescindible”, aclarando que tomar la región era clave si la alianza quiere privar a Rusia de su superioridad terrestre y aérea, así como del puerto de origen de la flota rusa del Báltico. “Las fuerzas terrestres rusas allí son sustanciales, pero los líderes rusos deben entender claramente que ‘una agresión no provocada contra la OTAN’ tendrá un alto precio, como seria perder Königsberg, un foco constante de tensión en tiempos de paz y un punto de apoyo estratégico crucial, para ambas partes, en tiempos de guerra”, escribe el citado ‘analista’. Hooker señala además que “las tropas polacas, que se encuentran en la frontera, son las indicadas para llevar a cabo esta misión a todas luces suicida, Y como ‘premio de consolación’ por su sacrificio ya que muchos de sus soldados perecerían en el conflicto con los rusos, se quedarían con la región”. ¿Qué llevaría a Rusia a comenzar una guerra con la OTAN? Según Hooker, “la Madre Rusia tiene planes tortuosos para la región del Báltico, incluido un supuesto deseo de anexar los Estados Bálticos y atacar a Polonia para fracturar la Alianza y transformar el entorno de seguridad europeo de una manera profunda”. Al darse cuenta del peligro de la política que está proponiendo, Hooker enfatiza que la OTAN debe tener “nervios fuertes” para invadir Königsberg, así los líderes rusos amenacen con represalias nucleares. “Moscú no puede esperar que la OTAN trate a Königsberg con guantes de niño en caso de guerra, y ‘sugiere’ que una toma anticipada del enclave ruso puede muy bien determinar el éxito o el fracaso de la campaña” puntualizó. Al comentar sobre las disparatadas ‘recomendaciones’ de Hooker, el gobernador de la región de Königsberg, Anton Alikhanov, calificó el informe como una “fantasía sensacionalista” y dijo que estaba enfermo y cansado de tener que comentar sobre ‘las estupideces estadounidenses’ que continuamente aparecen en la prensa: “Tengo la sensación de que no se trata de ningún experto quien haya escrito el citado informe, sino un propagandista dedicado a la ficción. “Es claro que Hooker ignoró el hecho de que la doctrina militar rusa prevé únicamente la defensa contra la agresión militar externa y no contempla la posibilidad de un ataque contra otros estados como quiere darlo a entender, a diferencia de los EE.UU. cuya política injerencista en los asuntos de otros Estados es por todos conocida. Un ejemplo evidente son sus guerras de agresión libradas en las últimas dos décadas, trayendo desolación de distintas regiones del mundo, como Libia, Irak y Afganistán” aseveró. Además, este informe fue publicado en el contexto de las recientes declaraciones del senador estadounidense Lindsey Graham sobre las fuerzas estadounidenses que fueron enviadas a Siria para tomar ‘el control’ de sus yacimientos de petróleo. Así, el político destacó que EE.UU. podría vender el petróleo robado en estos yacimientos para financiar su presencia en el país levantino, en el cual por cierto, no tiene ningún derecho a estar allí. Las afirmaciones de Hooker siguieron al Ministerio de Defensa de Rusia, destacando en un comunicado en septiembre que “la capacidad de la defensa aérea en la región de Königsberg para detectar, escoltar y, si es necesario, garantizar la neutralización de cualquier objetivo en el aire en su zona de cobertura, es bien conocida por todos los pilotos de la OTAN que alguna vez se han acercado a las fronteras de Rusia en los países bálticos”. Para el momento, la densidad de despliegue de los sistemas antiaéreo y antimisiles en Königsberg es la más alta entre todos los distritos militares de Rusia. La defensa de la región es abastecida por tres regimientos de S-300 y uno de S-400 Triumf, además del radar de alerta anticipada Voronezh-DM. Este último tiene una distancia de localización efectiva de 6.000 kilómetros, lo que le permite a Rusia escanear todo el espacio aéreo del continente Europeo, incluyendo Reino Unido. El sistema antiaéreo S-400, a su vez, es capaz de acertar en blancos a una distancia de hasta 400 kilómetros, es decir, de ser necesario se podría establecer una zona de exclusión aérea sobre los países de la OTAN vecinos: toda Lituania y la mayor parte de Polonia y Letonia. Aparte de ello, Rusia ha organizado en Königsberg una defensa integrada. Es decir, además de los Iskander, S-300 y S-400, la región cuenta con sistemas de defensa antiaérea de corta y mediana distancia como los Buk, Tor y Pantsir. Contra ellos, la OTAN nada puede hacer. Cabe destacar que no es la primera vez que ‘expertos’ estadounidenses hayan propuesto como primera medida “neutralizar” Königsberg en caso de estallar un conflicto con Rusia, pero sus deseos se estrellan contra la dura realidad. A inicios de año, el general Jeffrey Lee Harrigian, comandante de las fuerzas aéreas de Estados Unidos en Europa y África, dijo que el Pentágono había diseñado un plan para destruir el sistema de defensa aérea de la región de Königsberg en caso de una “agresión” rusa. “Entrenamos para eso. Pensamos en esos planes todo el tiempo, y… si eso llegara a concretarse, estaríamos listos para ejecutarlo”. Recientemente, el centro de investigaciones estadounidense RAND publico un informe en el que ‘exhortaron’ al Departamento de Defensa de EEUU a evaluar la eficacia de la OTAN contra las defensas antiaéreas rusas en la región del Báltico. El preámbulo del documento proporciona un análisis detallado de las posibles razones por las que sería necesario romper la defensa de Königsberg como primer e indispensable paso contra “la potencial amenaza existencial” que esta constituye para la Alianza Atlántica. RAND Corporation (del inglés 'Research and Development') es una de las organizaciones que quedaron como legado de la Guerra Fría. A pesar de que se posiciona hipócritamente como “una organización no gubernamental”, es financiada por el Gobierno estadounidense y se dedica a modelar potenciales conflictos y estrategias en las que la OTAN se sobreponga sobre sus enemigos … al menos en la imaginación. Ante tales amenazas, la respuesta rusa ha sido clara al respecto. El presidente ruso, Vladimir Putin, y su ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, han desestimado en repetidas ocasiones las afirmaciones de tener cualquier intención agresiva contra los vecinos occidentales de Rusia, calificando como infundadas y absurdas las versiones que afirman lo contrario. En el 2016, el presidente Putin dijo que “todos aquellos quienes realmente están involucrados en política en Occidente entienden que la idea de ‘una amenaza rusa’ hacia los países bálticos es una locura total. Pero un ataque de la OTAN contra Rusia lo cambia todo ya que seriamos los agredidos y ello nos conduciría inevitablemente a un Apocalipsis nuclear, que afectaría incluso a aquellos países que no estarían involucrados en ese hipotético conflicto” indicó a modo de advertencia. Sin duda alguna, Rusia se apresuraría a demostrar su determinación al usar armas nucleares. Y en este tipo de guerra, Moscú actuaría con decisión, con gran precisión y exactitud. En otras palabras, tan pronto como se disparen los primeros disparos en la región de Königsberg, Moscú comenzará a usar todas sus armas de destrucción masiva, en primer lugar, las armas nucleares estratégicas. Sin embargo, está claro que cualquier uso de armas de destrucción masiva tendría ramificaciones desastrosas para los combatientes y otros estados. Los primeros ataques nucleares traerían tremendas bajas que solo se multiplicarían debido a los efectos perjudiciales de los factores posteriores al ataque. Sería imposible continuar cualquier tipo de lucha convencional regular luego de un intercambio nuclear. Hay quienes afirman que si la OTAN y Rusia fueran a la guerra, el bloque podría apoderarse de la región rusa ‘en cuestión de dos días’, pero la operación no llevaría tanto tiempo, y el resultado sería muy diferente. A Rusia le tomaría no más de 40-45 minutos lanzar un devastador ataque nuclear sobre EE.UU. y sus aliados, pero luego de eso solo podríamos hacer una cosa: discutir los aspectos peculiares del Apocalipsis nuclear moderno. En resumen, la batalla por Königsberg en ningún caso seguirá siendo un conflicto militar aislado. Se convertiría en un episodio de una guerra nuclear global. E incluso los países no involucrados en este conflicto sufrirían terriblemente las consecuencias. Desafortunadamente, estos son los efectos del uso de armas nucleares estratégicas. Y todos los ‘expertos’ y ‘planificadores’ que elaboran escenarios de una guerra limitada a una región rusa específica deben tener en cuenta este importante factor :)
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