Los cambios en el panorama político exigen nuevas alianzas. Solo así se podría comprender la posición de Washington -
desesperado por el imparable avance del monstruo que el mismo creo – quien ahora dirige sus ojos tanto a Siria como a Irán, con el objetivo “de luchar juntos contra el enemigo común”, cuando hasta hace muy poco tiempo eran a quienes habría que destruir a toda costa. En efecto, Irán, satanizado por décadas por los EE.UU. luego de la Revolución Islámica que derroco en 1979 al corrupto régimen del Sha y la posterior humillación que les infringió la toma de la embajada estadounidense en Teherán, siendo catalogado desde entonces por la Casa Blanca como “un estado terrorista” y que en el 2002, el despreciable Criminal de Guerra George W. Bush lo incluyó en el llamado eje del mal, ahora es visto “como alguien en quien se podría confiar”. Esto debido a la sangrienta irrupción en escena del llamado Ejercito Islámico
(ISIS, por sus siglas en inglés) en Irak, amenazando a todos los países de la región, poniendo en riesgo a los inmensos yacimientos de gas y petróleo ubicados en el Kurdistan iraquí que se encuentran en manos estadounidenses luego de la invasión de Irak en el 2003, por lo que no le ha quedado otra alternativa al renegado musulmán Barack Hussein Obama que tratarlo de unirlo a su causa. En efecto, la actual condición de guerra que se desarrolla dentro de Irak, está dejando al descubierto la compleja herencia de la invasión estadounidense en ese país, que dejó como resultado un Estado caótico e inestable, que amenaza con dividirse, e incluso ha hecho posible el surgimiento de un Estado kurdo, algo que para Turquía es inaceptable porque sería una amenaza a su integridad territorial y estabilidad política, debido a la gran población kurda que posee, los cuales desde hace décadas y mediante acciones violentas también exigen su independencia. La situación es de por sí explosiva, porque, además, se enmarca en la agresión criminal que sacude a Siria desde mediados del 2011, por parte de grupos terroristas como el llamado Ejercito Libre Sirio
(al igual que ISIS, creados y financiados por los EE.UU. y entrenados por la CIA y la Mossad israeli en Jordania y Turquía), en donde el apoyo político, diplomático y militar del régimen iraní al presidente Bashar al Assad para combatirlos es vital para este, en una guerra que se ha ido desbordando lentamente hacia el Líbano y ha tocado igualmente las fronteras turcas. Como sabéis, las milicias de ISIS han superado las capacidades militares del ejército iraquí a tal punto que a pesar de los bombardeos estadounidenses continúan con su imparable avance para establecer un “califato islámico”. En este contexto, una posible “alianza” entre EE. UU. e Irán, tendría como objetivo intervenir en Irak, de mutuo acuerdo, estabilizar su gobierno, evitar la caída del Estado y, por consiguiente, introducir un factor estabilizador en la región.
Esta “alianza” reconocería de facto el papel de Teherán como potencia regional, dejando de lado la preeminencia de Arabia Saudita para la política exterior norteamericana, demostrando asimismo el rotundo fracaso de su política exterior estadounidense de reemplazar a gobiernos “hostiles” de la región, por otros genuflexos a sus intereses - como sucedió en Afganistán, Libia e Irak – pero a su vez extremadamente débiles, ya que no representan el sentir de la mayorías, quienes los ven como traidores, lo que dio como resultado el surgimiento de movimientos integristas, los cuales hacen uso de una violencia indiscriminada y métodos sanguinarios para conseguir sus demenciales fines, que es tomar el poder. Es por ello que una posible “alianza” entre Washington y Teherán para combatirlos seria posible gracias a los avances de las conversaciones entre EE. UU. con Irán sobre su programa nuclear, algo que se ha facilitado desde que el moderado Hasán Ruhaní asumió la presidencia de ese país. De esta forma, Washington puede obtener un “aliado” inesperado para actuar en una región en la que no quiere verse comprometido militarmente de nuevo, y tratar de establecer unas relaciones “cordiales” con Teherán. Uno de los puntos claves para que esta insólita “alianza” funcione, tal como han declarado funcionarios iraníes, es que Washington se abstenga de enviar tropas a la región, dejando la iniciativa a Irán para liquidar a ISIS.
Pero este acuerdo plantea serias interrogantes a futuro ya que si bien implicaría dejar a Siria definitivamente bajo la iniciativa de Teherán y la influencia de Moscú, esta el problema de Israel - estrecho aliado de los EE.UU. – el cual es una potencial amenaza para Irán, por lo que esta “alianza” seria de corta vida y una vez pasado el peligro que representa ISIS, volverían a ser enemigos irreconciliables por lo que seria muy difícil por no decir imposible, establecer una paz duradera en esta convulsionada región del planeta ;(