Esta semana nuestra atención se dirige a Europa, concretamente a Kosovo - aquel enclave artificial creado en territorio serbio en el 2008 - considerado por Belgrado como la cuna de la nación y de la fe cristiana ortodoxa, a quienes les fue arrebatado por la infame alianza atlántica para entregárselo a un grupo de bandidos albaneses que la han convertido en un paraíso de las mafias y del mercado negro. Sin embargo, la grave crisis económica en el cual está inmerso actualmente este enclave de casi dos millones de musulmanes, está provocando su éxodo masivo hacia Europa occidental, por lo que muchos siguen dudando de su viabilidad económica y política. Es así como la falta de oportunidades, la inestabilidad política y las tensiones étnicas persistentes desdibujan las alegrías de una “independencia”, prometida que nunca lo tuvo. Como sabéis, la llamada guerra de Kosovo formó parte de una campaña orquestada por EE.UU. con el objetivo de aumentar su control en los Balcanes, debilitar a Serbia (tradicional aliado de Rusia), derribar el régimen de Milošević y lograr establecer bases militares en un territorio relativamente cercano a Rusia, como Kosovo, convertida desde entonces en su “protectorado”. Aproximadamente el 65% de la población de Kosovo tiene menos de 30 años y su Producto Interior Bruto es similar al de las economías más pobres del planeta. El 38% de sus habitantes están sin empleo y las organizaciones criminales siguen muy presentes en el enclave haciendo de las suyas, ya que cuentan con todo el apoyo de la OTAN para el fortalecimiento de su ilícitos “negocios”. Con el auge del terrorismo islámico en Medio Oriente, el peligro se acrecienta ya que al ser musulmanes, muchos de ellos simpatizan con los abominables crímenes cometidos por ISIS y Al Qaeda (dos organizaciones terroristas creadas por la CIA tal como lo reconoció la misma Hillary Clinton) y esperan ir a combatir en Siria e Irak para luego a su regreso, con la “experiencia” adquirida, repetir esas viles acciones en suelo europeo. Si la mala situación económica y la falta de oportunidades explican una parte del problema, la corrupción y la inestabilidad política completan el panorama. El año pasado, tras las elecciones de junio y por un periodo de seis meses, las instituciones kosovares quedaron bloqueadas al formarse una coalición para impedir que el PDK de Hashim Thaci, el partido con mayor número de votos, llegase al Gobierno. Este partido, a la cabeza de Kosovo desde su “independencia” en el 2008, es el resultado de la evolución política del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), un grupo terrorista armado por la CIA y que lideró la lucha contra Serbia durante los años noventa hasta la intervención de la OTAN en 1999. El PDK está asociado a numerosos casos de corrupción y sobre varios de sus líderes culpables de crímenes de guerra que pronto juzgará un Tribunal Especial en la Haya. Tras seis meses de bloqueo institucional un acuerdo, in extremis, fue alcanzado entre este grupo político y el principal grupo de la oposición, el LDK liderado por Isa Mustafá , debido a una ”sugerencia” de la Embajada de Estados Unidos en Pristina. Sin embargo, los kosovares perciben este acuerdo como una aberración política ya que el LDK y su fundador, Ibrahim Rugova, fueron símbolos de la lucha “pacífica” contra Serbia. Este acuerdo es considerado como una traición del LDK a sus principios y una muestra del servilismo ante los EE.UU. quien ejerce de hecho el “protectorado”.Lo cierto es que los escándalos de corrupción en los que esta envuelto toda la clase política kosovar - con profundos lazos con la mafia - así como la grosera injerencia de Washington en los asuntos de gobierno, hacen que estos últimos sean percibidos como ocupantes y cómplices de un anacrónico sistema con una grave deficiencia en materia democrática. Según algunas interpretaciones, este desalentador panorama político habría impulsado a muchos a emigrar. Frente a ello, el movimiento extremista islámico Vetevendosje (autodeterminación), tercera fuerza política, se presenta como única alternativa a un sistema corrupto y sirve de acicate para la movilización ciudadana. De hecho, Vetevendosje se encuentra detrás de las manifestaciones que han tenido lugar durante los últimos tiempos con las cuales consiguieron que el Gobierno expulsara al ministro serbio-kosovar para las Comunidades y los Repatriados Aleksandar Joblanovic, tratando de culpar de sus desgracias a los serbios que no abandonaron sus territorios tras la “independencia” del enclave. Hostilizados hasta el extremo, asesinados a la menor oportunidad, con sus pueblos arrasados y sus iglesias ortodoxas destruidas a cañonazos, los serbios- kosovares (como así se les llama) son el último remanente de una floreciente comunidad que se resiste a desaparecer de sus tierras ancestrales. Pero la irrupción de Vetevendosje, con su virulento discurso nacionalista antiserbio, según el cual Kosovo debería celebrar un referéndum para unirse a Albania, así como su oposición a un diálogo con Belgrado y su apoyo militante a grupos islámicos radicales que simpatizan abiertamente con ISIS, la han convertido en la “bestia negra” de la comunidad internacional que ve con alarma que si la actual coalición de gobierno fracasa, dé alas a este movimiento radical con consecuencias impredecibles. En efecto, una de las principales preocupaciones de un posible empeoramiento de la situación política y económica es su repercusión sobre las relaciones entre los principales grupos étnicos: serbios y albaneses, ya que la situación de la comunidad serbokosovar sigue siendo bastante precaria, sobre todo al norte de Kosovo, donde fueron victimas de una “limpieza étnica” promovida por Pristina, lo cual ha degenerado sus ya tirantes relaciones con Belgrado. Esto genera un clima de desconfianza mutua en el que la integración de ambas comunidades en el terreno dista de ser un objetivo alcanzable a medio plazo. En este contexto y particularmente ahora que el diálogo entre Serbia y Kosovo está atravesando una fase difícil, hacer de la comunidad serbokosovar la cabeza de turco de los problemas que atraviesa el enclave es un gran peligro. De hecho, el Centro Europeo para la cuestión de las Minorías (ECMI) manifestó públicamente su preocupación por unas declaraciones del ministro para la Diáspora, Valon Murati, durante una conferencia en una universidad privada el pasado 26 de febrero, en las cuales Murati relacionaba la reciente ola de inmigración con los “privilegios” de las minorías serbias. A ello debemos agregar que la grave situación que se vive en Ucrania - tras el derrocamiento por parte de la OTAN del legítimo presidente Víctor Yanukóvich y su reemplazo por un títere colaboracionista, que desencadenó la reunificación de Crimea con Rusia y la guerra civil que vive en el este de ese país debido a los asesinatos en masa cometidos por las hordas fascistas de Kiev tratando de exterminar a las minorías de origen ruso - han dado al traste con una solución pacifica en Kosovo. Es más, una hipotética entrada al gobierno de los extremistas islámicos de Vetevendosje – partidarios de “integrarse” a Albania a la brevedad posible - solo desencadenaría la guerra con Serbia, que precipitaría la inmediata intervención tanto de la OTAN como de Rusia para defender sus intereses. Y es que los Balcanes una vez más, son un polvorín a punto de estallar…..