Inquietantes noticias provenientes de Arabia Saudita indican que al parecer su gobernante de facto, el príncipe heredero Mohammed Bin Salman - quien padece de graves alteraciones mentales - tiene la misión de destruir al gigante petrolero mundial, con decisiones económicas mal concebidas. En efecto, mientras ordena desesperadamente nuevos recortes en los precios del petróleo, su economía está implosionando por todos lados, afectando severamente incluso al tradicional sector petrolero, la fuente del 87% del presupuesto del Reino. Para nadie es un secreto que el declive económico de Arabia Saudita tendrá enormes consecuencias geopolíticas más allá de Oriente Medio. Como si no hubiera aprendido nada de su guerra de precios del petróleo del 2014, y luego apuntando a la creciente industria de esquisto bituminoso de EE. UU., Bin Salman ordenó una nueva guerra de precios del petróleo en marzo. Eso ocurrió luego de que Rusia, que no es un miembro oficial de la OPEP, se negó a aceptar un recorte adicional de 300.000 barriles por día en su producción. El argumento ruso era que hacerlo en un mercado mundial del petróleo muy incierto sería contraproducente. Y tenían razón. Los saudíes inundaron los mercados mundiales con 3 millones de barriles diarios adicionales a principios de abril. Sin embargo, ese fue justo el momento en que el pánico global en torno a la propagación del Coronavirus llevó a un cierre de facto de la demanda mundial de combustible de las aerolíneas, automóviles, camiones y barcos. Bin Salman se olvidó de tener eso en cuenta y los precios del petróleo se desplomaron. Con él, los ingresos petroleros sauditas al presupuesto estatal se derrumbaron estrepitosamente.En las dos semanas posteriores a la guerra petrolera saudita de marzo, los precios mundiales del petróleo se habían desplomado de cerca de 60 dólares el barril a menos de 30 dólares. Una catástrofe, por decirlo suavemente. Arabia Saudita necesitaba desesperadamente vender su petróleo a $ 90 el barril para equilibrar su presupuesto estatal según Fitch Ratings, pero no lo logro. En abril, cuando los bloqueos debido al Coronavirus estaban en plena vigencia en todo el mundo, los ingresos por exportación de petróleo saudita se redujeron en un 65% desde abril del 2019. Para poner esto en perspectiva, en el 2012, los ingresos por exportación de petróleo saudita fueron de unos 350.000 millones de dólares. Pero para el 2020, las ganancias estimadas apenas podrán alcanzar los $ 150 mil millones. Un desastre en todo sentido. A principios de abril, la demanda mundial de petróleo se había desplomado en un inaudito 30% debido al Coronavirus, afectando seriamente a la economía mundial. Solo debido a un recorte temporal sin precedentes de la OPEP en la producción de petróleo de 10 millones de barriles diarios, liderado por Arabia Saudita, y esta vez acompañado por Rusia, los precios mundiales aumentaron lentamente desde mínimos de casi $ 20 a alrededor de $ 40 por barril, todavía muy lejos de la recuperación. Sin embargo, los precios han vuelto a bajar a mediados de septiembre, ya que la economía mundial, incluidos China y EE. UU., están lejos de recuperarse en la demanda de petróleo. Esta situación es un desastre para el proyecto de mediano plazo de Bin Salman para liberar a Arabia Saudita de su total dependencia del petróleo, de cara a su proyectada - y cada vez más lejana e imposible de realizar - Revolución Industrial. Par ello, Bin Salman tomó un informe preparado para él por los controvertidos consultores de McKinsey y lo llamó Visión 2030. Llamarlo de esa manera es una quimera poco realista por decirlo con suavidad. El plan, presentado a fines del 2017, exigía convertir a Arabia Saudita en una nación de alta tecnología avanzada antes de llegar al 2030. Lamentablemente para sus intereses, es poco más que una serie de propuestas neoliberales que harán poco en el entorno actual para convertirse en realidad. Por el contrario, probablemente destruirá la estabilidad económica basada en el petróleo y agravará en gran medida las disparidades de ingresos dentro de Arabia Saudita, donde se estima que el 20% vive en la pobreza a pesar de décadas de riqueza petrolera que se concentra en pocas manos. Los objetivos explícitos a partir del 2016 incluían tres pilares principales para crear una "sociedad vibrante, una economía próspera y una nación ambiciosa", sea lo que sea que eso signifique. De los 33 epígrafes de la Visión 2030, 14 tratan de la economía, 11 de cuestiones sociales y ocho de la administración. Otros objetivos incluyen aumentar los ahorros personales y tener tres ciudades entre las 100 mejores clasificadas a nivel mundial. Luego, el plan establece metas elevadas - imposibles de alcanzar e la actual situación - como aumentar el PIB no petrolero del 16 al 50 por ciento del PIB; reducir el desempleo del 12 al 7 por ciento; atraer $ 1 billón en inversión extranjera. Entonces, increíblemente, la visión tiene como objetivo atraer a 1,2 millones de turistas (no religiosos) y 30 millones de peregrinos al año y "elevar los activos del Fondo de Inversión Pública a 2 billones de dólares ". Cabe resaltar que en el 2018, Arabia Saudita solo atrajo a 200.000 turistas además de las peregrinaciones religiosas. El año pasado, unos 2,6 millones de peregrinos realizaron el Hajj, y el turismo religioso generó $ 12 mil millones. Pero este año debido al Coronavirus se cancelaron todas las peregrinaciones. El llamado PIF (Fondo de Inversión Pública) del reino tiene actualmente unos 320.000 millones de dólares. El objetivo es acumular $ 2 billones, lo cual significaría en pocas palabras, que Visión 2030 debería sacar a Arabia Saudita de la era del petróleo para dar un salto a la era de la alta tecnología, planeando además, abrir el país - uno de los más conservadores desde el punto de vista religioso del mundo - privatizando empresas pertenecientes al valioso sector estatal, recortando los subsidios del petróleo (perjudicando de facto a la población que menos puede pagarlo), y de alguna manera atraer inversionistas extranjeros. Eso fue en el 2018… y nada de ello ocurrió. El sitio web oficialmente no se ha actualizado desde entonces. Cabe destacar además que el corazón de la "visión" de Bin Salman es la creación de una ciudad completamente nueva - Neom - que significa "nuevo futuro" en árabe, aproximadamente del tamaño de Bélgica. El sitio web oficial describe el ambicioso plan: “Neom incluirá pueblos y ciudades, puertos y zonas empresariales, centros de investigación, lugares deportivos y de entretenimiento y destinos turísticos. Será el hogar y el lugar de trabajo de más de un millón de ciudadanos de todo el mundo” como dijo un eufórico Bin Salman a Bloomberg en una entrevista del 2017. La ubicación planificada para Neom se encuentra en un sector del árido desierto cercano al Mar Rojo en las inmediaciones de su frontera con Israel, Egipto y Jordania. La ciudad saudita más cercana es Tabuk. Como señala la descripción oficial, el millón de residentes planeados probablemente no serán saudíes nativos Deberán importar talento de alta tecnología procedentes de otros países. El Neom futurista - estimado en 500 mil millones de dólares - es el proyecto favorito de Bin Salman dentro de su Visión 2030. Será financiado por el PIF Saudita esperando que origine el "gran salto adelante" de Arabia Saudita. Incluso se incluyó un plan para incorporar a la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikj como parte de la zona turística y económica de lujo de Neom. ¿Cómo lograran todo aquello? Aquí esta el problema. En el 2016, las reservas de divisas de Arabia Saudita ascendían a 700.000 millones de dólares. Este mes de abril, cuando los precios del petróleo colapsaron, se ubicaron en 448 mil millones de dólares. Para hacer frente a los crecientes déficits presupuestarios del Estado, el gobierno ha triplicado los impuestos al consumidor del IVA y ha duplicado el precio de la gasolina, sin apenas obtener apoyo público. El IVA pasó así del 5% en el 2018 al 15% este año. Para agravar la situación, al Fondo de Inversión Pública encabezado por Bin Salman tampoco le ha ido demasiado bien. La fuente tan publicitada que se esperaba que recaudara otros $ 100 mil millones para el PIF fue la privatización de la enorme compañía petrolera estatal ARAMCO. En el actual entorno petrolero, fracasó. En lugar de recaudar más de $ 100 mil millones, fue vendido por $ 26.5 mil millones a petroleros saudíes, ya que los inversores extranjeros no se mostraron interesados en adquirirla. Ahora, con su última guerra petrolera, la confianza extranjera en ARAMCO como inversión se ha ido. “Han perdido la confianza de todos, incluidos los que invirtieron en su adquisición, ya que no obtuvieron las ganancias esperadas”, dijo Hugh Miles, editor de Arab Digest, en El Cairo. Las ventas futuras de acciones de Aramco estaban destinadas a transformar PIF en un fondo de $ 3 billones. Es imposible que ello ocurra en la actualidad. Otra esperanza de Bin Salman para aumentar los activos de su fondo PIF era invertir miles de millones en el SoftBank de Japón. Eso también ha salido mal. En mayo, SoftBank anunció que durante el año fiscal 2019-2020, el Vision Fund, en el que el PIF de Arabia Saudita invirtió $ 45 mil millones, incurrió en una pérdida calculada en $ 17,7 mil millones. Según los informes, el PIF de Arabia Saudita también canceló los planes para unirse a SoftBank en una granja solar de $ 200 mil millones. Más recientemente, el banco central saudita, SAMA, prestó otros $ 40 mil millones al PIF para aprovechar lo que espera sean compras de gangas en medio de los bloqueos originados por el Coronavirus. Están apostando por una futura recuperación de la economía global, incluida la del atribulado Boeing, que parece cada vez más dudoso. Con las esperanzas de transformar la economía saudita ligadas al gigante petrolero estatal ARAMCO, las perspectivas en medio del avance del Coronavirus y la caída de los precios del petróleo son sombrías. Para empeorar las cosas, ARAMCO debe pagar un dividendo de $ 75 mil millones como prometió cuando cotizó el 5 por ciento de sus acciones en diciembre del 2019. La compañía tiene que mantener estos pagos anuales durante los próximos cinco años. En este sentido, no solo Neom está muerto antes de nacer, sino que también con él toda la Visión 2030 se ha convertido en un desastre. En cuanto a sus implicaciones geopolíticas, ahora que sus vecinos aliados - los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein - han acordado formalmente reconocer a la entidad artificial sionista, Bin Salman está bajo una presión significativa para unirse a la ‘iniciativa’ negociada por los EE.UU. Todo indica que la demanda mundial de petróleo, especialmente en los países de la UE y América del Norte, disminuirá a medida que aumente políticamente la presión por una agenda verde. Eso ya ha creado un exceso de petróleo mundial grave que Arabia Saudita puede hacer poco para cambiar. Es mas, la reciente asociación estratégica Irán-China de 25 años, que aparentemente incluye un componente militar significativo, aumenta la presión sobre Bin Salman y los saudíes para diseñar una nueva estrategia geopolítica más allá de la serie de su fracasada guerra en Yemen y en otros lugares que han sido un descalabro significativo para el gobierno. Las vergonzosas derrotas de su ejército, impotentes para hacer frente a los rebeldes huttíes respaldados por Irán, ha posibilitado que pasen a la ofensiva y lanzar regularmente misiles contra Riad y otros objetivos saudíes. Cuando los Emiratos Árabes Unidos intervinieron en Yemen hace unos meses para dividir efectivamente el país a lo largo de las antiguas líneas de la Guerra Fría, puso fin de manera efectiva a la guerra infructuosa y destructiva en contra de los deseos saudíes, lo que es visto como una clara humillación de Bin Salman. Hace tres años este declaró un embargo económico contra el Emirato de Qatar basado en los estrechos vínculos de este último con la Hermandad Musulmana, ahora prohibida en Arabia Saudita, Egipto y otras monarquías del Golfo. Pero ahora, mientras se presiona a Bin Salman para que se una abiertamente a los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin en reconocer a los sionistas - algo que ya está en marcha entre bastidores - Washington ‘instó’ a Arabia Saudita a que restablezca cuanto antes sus relaciones con Qatar para aumentar la presión sobre Irán. Si ello sucediera, con Arabia Saudita en una posición económica mucho más débil, podría surgir una nueva estrategia para tratar con Teherán. Cuál sería entonces el futuro de la Iniciativa de la Ruta de la Seda de China que alguna vez previó extenderse a Turquía e Israel, no está del todo claro en medio de las fuertes presiones de Washington. En este punto, mientras todo el Medio Oriente está cambiando, la otrora poderosa monarquía saudita parece un gigante con pies de barro mientras ve el ocaso de su poder sobre el petróleo mundial :)