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miércoles, 15 de febrero de 2023

UCRANIA: El cisma de la Fe

Una de las consecuencias de la inexorable derrota militar del régimen fascista de Kiev, ya que ni los tanques, ni misiles ni aviones proporcionados por la OTAN alteraran el resultado final de su premeditada agresión contra Moscú, es la persecución por parte de los colaboracionistas a la que está sometida la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú - de amplia presencia e influencia en Ucrania desde hace siglos - cuyos monasterios e iglesias han sido confiscados y en otros casos atacados, saqueados, clausurados y en muchos casos incendiados, mientras sus sacerdotes y fieles al ser acusados de “espías y traidores”, son perseguidos, encarcelados e incluso asesinados en plena demencial fobia antirrusa que busca borrar su herencia a toda costa. Asimismo, todo el que tenga un nombre ruso o hable ese idioma es un enemigo en potencia al que hay que eliminar en el más breve plazo. En efecto, tras intentar falsear su historia, censurar la lengua rusa e imponer el adoctrinamiento fascista en las escuelas - donde un feroz asesino como Stephan Bandera ha sido elevado a la categoría de “héroe nacional” - el Estado títere ucraniano ha redoblado sus ataques a la libertad religiosa. Para Kiev, quien no esté dispuesto a romper con la Iglesia de Moscú es culpable “de un crimen contra el estado”, sin importar lo que su fe y su conciencia le dicten. Como recordareis, el pasado mes de diciembre, con el objetivo de alcanzar lo que llamó "independencia espiritual", el cómico callejero reconvertido en “presidente” de Ucrania, Volodymir Zelenski, aprobó la decisión del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa del país de prohibir las actividades de "organizaciones religiosas afiliadas a los centros de influencia de la Federación de Rusia". "Aseguraremos completa independencia para nuestro Estado. En particular, independencia espiritual. Nunca permitiremos a nadie construir un imperio dentro del alma ucraniana", abundó el títere colaboracionista en un mensaje grabado y divulgado en su canal oficial de Telegram. Asimismo, también anunció que el Servicio Estatal de Etnopolíticas y Libertad de Conciencia fue comisionado para examinar el estatuto administrativo de la Iglesia ortodoxa, debido a su vinculación histórica con el Patriarcado de Moscú. Zelenski indicó que, además, la estrategia contempla que los cuerpos de seguridad ucranianos intensifiquen sus medidas para identificar y contrarrestar actividades de los servicios especiales rusos en el ambiente religioso de su país, “con la intención de implementar sanciones”. "Con estas y otras decisiones, garantizamos la independencia espiritual de Ucrania", aseveró. Luego del anuncio, la presidencia ucraniana anunció la aplicación de sanciones contra siete sacerdotes de la Iglesia ortodoxa ligados al Patriarcado de Moscú. La prensa rusa denunció que los seguidores de la Iglesia ortodoxa, así como sus integrantes, han sufrido persecución en Ucrania durante los últimos años, además de que durante las últimas semanas han padecido allanamientos en sus propiedades. Independientemente del conflicto actual entre Rusia y Ucrania los vínculos culturales, y en este caso religiosos, entre ambos países son profundos y llevan una historia conjunta de más de 10 siglos. Frente a estos ataques, medios occidentales recién comenzaron a poner atención en el fenómeno, aunque los amedrentamientos ucranianos contra los integrantes de la Iglesia ortodoxa rusa llevan años ocurriendo. La decisión de Zelenski fue criticada por diferentes medios europeos y estadounidenses, a pesar de que en el contexto del conflicto ruso-ucraniano los países occidentales han determinado brindar su apoyo a Ucrania, siguiendo la línea antirrusa que desde varios años define sus líneas editoriales y el discurso a nivel gubernamental. Así, el editor jefe de Newsweek, Jonathan Tobin, publicó en el medio un artículo de opinión donde, calificó a Ucrania como un país "profundamente corrupto", diferenciado del parangón de democracia que Occidente quiere extraer de él: "Usando la guerra que va perdiendo como una excusa, Zelenski ha prohibido a su oposición política y echado abajo todos los medios que no son controlados por su régimen", denunció el periodista. "El intento de Zelenski de prohibir las Iglesias ortodoxas, que responden a la Iglesia ortodoxa rusa, debe dispersar cualquier noción de que los estadounidenses están respaldando los valores occidentales de libertad en esta guerra" evaluó además Tobin. La maniobra del colaboracionista ucraniano contra este cuerpo religioso, consideró el periodista estadounidense, contradice a los entusiastas que pintan el conflicto como un choque entre un opresor autoritario y un demócrata indefenso “Ahora sabemos quién es realmente el primero - en referencia a Zelenski-, al pretender controlar las conciencias” escribió. "Muchos rusos étnicos y hablantes de ruso que viven en el país no se identifican con el nacionalismo ucraniano. A pesar de esto, las Iglesias, que no están tomando parte en el conflicto, son vistas por Zelenski y sus compañeros como enemigos", añadió. Junto a Tobin, la medida de Zelenski contra la organización religiosa motivó reservas expresadas en otros medios como The Guardian, Fox News o The Independent. Un obispo oriental consultado por Fox News, por ejemplo, condenó la decisión de Zelenski y llamó a distinguir que la Iglesia ortodoxa es una organización religiosa con intereses ucranianos, no controlada por el Gobierno de Putin. "Así que, de nuevo, no hay justificación alguna para destruir y prohibir esta Iglesia. E incluso muchas ‘celebridades’ que respaldan a Zelenski en Occidente no han dicho nada al respecto, y deberían haberlo hecho", recriminó con dureza. Por su parte, el reverendo Mykolay Danylevich, citado por The Independent, consideró la orden presidencial ucraniana como un atentado intestino contra los propios habitantes del país europeo, que incluso calificó de "suicido nacional" y un intento por prohibir expresar su fe a su propio pueblo. Cabe precisar que la Iglesia ortodoxa de los pueblos eslavos comenzó su desarrollo en Kiev, hoy la capital de Ucrania, cuando comenzó la evangelización de los pueblos eslavos desde Bizancio. La transición para que se convirtieran al cristianismo fue en Kiev, luego la sede se pasó a Rusia, donde el patriarca de Moscú adquirió mucha importancia, al grado de que se denominaban la Tercera Roma, en referencia a la capital del cristianismo originada en la Roma vaticana, luego su traslado a Constantinopla y con un tercer momento en la capital rusa tras la caída del Imperio Bizantino en manos de los turcos en 1453. En ese sentido, Kiev quedó desde entonces dependiente del Patriarcado de Moscú. Sin embargo, tras la independencia de Ucrania - como consecuencia del derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la URSS - la Iglesia ucraniana buscó subrayar su autonomía ante la influencia moscovita. En el 2016 se presentaron al Parlamento de Ucrania varios proyectos de ley sobre modificaciones a la legislación de Ucrania en términos de libertad de conciencia y el estatuto de las organizaciones religiosas, que buscaban restringir o prohibir las actividades de la Iglesia ortodoxa rusa y trasladar sus templos a otra jurisdicción. El 18 de mayo del 2017, bajo presión pública, el Parlamento pospuso la discusión de estos proyectos de ley. Sin embargo, el 20 de diciembre del 2018, su consideración fue nuevamente incluida en su agenda. Al mismo tiempo, el 15 de diciembre de ese año, a iniciativa del entonces presidente ucraniano, Petró Poroshenko, y patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I, en Kiev se celebró un llamado concilio de unificación, al que asistieron en su mayoría representantes de organizaciones eclesiásticas no canónicas, el cual eligió a Epifani como primado de la nueva y no canónica “Iglesia ortodoxa de Ucrania”. A principios de enero del 2019, Bartolomé I le hizo entrega del tomos, documento por el que otorgó la autocefalia a la congregación. La Iglesia ortodoxa rusa calificó el día de la firma del tomos como una fecha trágica para la ortodoxia mundial y rompió relaciones con Constantinopla y los jerarcas de otras Iglesias que reconocieron el cisma ucraniano. Tras el inicio de la operación militar especial rusa en Ucrania en el 2022 para salvar del genocidio a las minorías rusoparlantes de las hordas fascistas de KIev, los ataques a los templos de la Iglesia ortodoxa rusa por parte de nacionalistas ucranianos y representantes de la autonombrada “Iglesia ortodoxa de Ucrania” se hicieron más frecuentes. Las autoridades locales de varios niveles comenzaron a dictar órdenes para prohibir las actividades de la canónica Iglesia ortodoxa fiel al Patriarcado de Moscú, así como para trasladar sus Iglesias ortodoxas al control de la “Iglesia ortodoxa de Ucrania”. No cabe duda que la prohibición de Zelenski contra las organizaciones religiosas "afiladas a los centros de influencia" en Rusia puede fortalecer sus intereses de separación de las culturas rusa y ucraniana por la vía del fortalecimiento del nacionalismo de este segundo país, que en el contexto del conflicto, propicia ánimos exacerbados. "Se está dando un nacionalismo muy fuerte en Ucrania. Se está haciendo un daño muy fuerte a la relación entre Ucrania y Rusia, que son pueblos hermanos, Ucrania era la pequeña Rusia, se le llamaba así en el imperio ruso. El exacerbado nacionalismo que hay en Ucrania se ha trasladado a lo religioso para reconocer que tienen su propia Iglesia, su propio patriarca y que nada los une con Rusia, intentando alterar groseramente la historia", apuntó Danylevich “Con la dificultad que implican los conflictos, fomentando las hostilidades y odios expresados en el ámbito religioso está conduciendo a atentados y otras expresiones de violencia muy sensibles, que merecen ser denunciados y condenados. Occidente ya no puede seguir cerrando los ojos ante este atropello” puntualizó.
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