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miércoles, 23 de mayo de 2018

EE.UU.: El Ocaso del Imperio

Como muchos analistas se han percatado, EE.UU. esta atravesando un irreversible proceso de declive estratégico en todo sentido. Es por ese motivo que para evitar el deterioro de su poder político y económico, así como el de tratar de mantener su influencia a nivel global, solo les queda recurrir al militarismo y la agresión para trata de detener lo inevitable. Para que ello funcione, es necesaria una política de aumento de las provocaciones contra otras naciones. Porque el militarismo y la agresión necesitan un pretexto para iniciar un conflicto. Y si es mediante un operativo de ‘falsa bandera’ en las cuales son especialistas (como sucedió en el 11-S que fue organizado por la CIA) mucho mejor. Esta es la conclusión inevitable de varias interfaces internacionales. EE.UU. está recurriendo a esta ‘estrategia’ como un medio para afirmar su poder frente a sus potenciales rivales globales y apuntalar a su vez a su decrépita economía capitalista agobiada por la deuda. Entre esos rivales identificados explícitamente por Washington como una ‘amenaza’ para sus intereses, citan en primer lugar a Rusia y China, así como en menor medida a Irán, Siria, Corea del Norte y Venezuela. Todos estos países son vistos como impedimentos para tratar de reinstaurar su hegemonía global. El genocidio que se lleva a cabo estas semanas en Gaza por parte de los criminales sionistas puede verse en el contexto de una política más amplia en Washington de provocación, quienes apoyan por cierto esa masacre e impiden a su vez que la ONU o cualquier organización condene esos abominables crímenes e impide que se inicie cualquier investigación sobre ello. Los asesinatos de más de 60 palestinos desarmados en un solo día por francotiradores israelíes y la mutilación de miles de personas, incluidas mujeres y niños, son vistas por los observadores como un intento deliberado por parte de Washington de incitar a una mayor violencia en todo el Medio Oriente y ‘justificar’ así su intervencionismo en tan estratégica zona. No es por ello ninguna coincidencia que las atrocidades que se han llevado a cabo el mismo día en que EE.UU. abrió ilegalmente su embajada en Jerusalén es parte de esa ‘estrategia’ a pesar de la amplia condena internacional contra esa medida ya que es una flagrante violación de los derechos palestinos en una ciudad que les pertenece por derecho y por historia, pero que encuentra ocupada militarmente por los sionistas. Como sabéis, el Criminal de Guerra Donald Trump ha estrechado sus vínculos con Benjamin Netanyahu para articular una visión partidista extrema del conflicto palestino-israelí en el que los derechos palestinos son inexistentes. Es por ese motivo que el uso indiscriminado de la fuerza contra los palestinos - mientras los criminales se reunían a poca distancia en Jerusalén para ‘celebrar’ este nuevo atropello - ha sido otro intento calculado para provocar una reacción violenta. Si EE. UU. y los sionistas incitaron a la respuesta armada de Hezbolá o Irán, quienes han denunciado durante largo tiempo al imperialismo estadounidense en el Medio Oriente, entonces el caos subsiguiente juega bien para Washington. Les daría una excusa para intensificar la fuerza militar contra estos rivales. Eso podría tomar la forma de más ataques aéreos israelíes respaldados por EE.UU. contra las bases iraníes y de Hezbolá en Siria, a pesar de que esas bases están legalmente presentes combatiendo a ISIS, aquellos viles mercenarios creados y armados por Washington y que hoy están virtualmente liquidados. Para los EE. UU., el objetivo principal de estos ataques deliberados es provocar una mayor inestabilidad en la región, tratando de menoscabar la influencia y el prestigio de Rusia como una gran potencia internacional en el Medio Oriente, debido a su exitosa intervención militar en Siria para exterminar a ISIS, a tal punto que estos criminales sionistas son hoy solo una sombra de lo que fueron y los que sobreviven se hacen pasar como ‘refugiados’ para intentar entrar en Europa y escapar a su justo castigo por sus aborrecibles crímenes cometidos, mientras que otros están ‘protegidos’ por los estadounidenses en el extremo oriental de Siria, ocupada aun por Washington y de la que tarde o temprano tendrán que salir. Y es que la intervención de Rusia en Siria ordenada por el presidente Putin ha servido para acelerar el declive estratégico de los EE. UU. Es mas, su política de cambio de régimen en el Medio Oriente como se vio en Afganistán, Irak, Libia y en otros lugares fue abruptamente detenida por el despliegue militar de Rusia en Siria que mediante quirúrgicos bombardeos aéreos, aplasto bajo toneladas de bombas el ilusorio ‘califato’ de ISIS y envió a su cabecilla Abu Bakr Al-Baghdadi - un conocido agente del Mossad israelí - de vuelta al infierno, del cual nunca debió haber salido. A ello agregamos la crucial participación del ejercito iraní y de Hezbolá solicitados por el gobierno de Damasco para defender al Estado sirio, haciendo fracasar los planes estadounidenses de un cambio de régimen. La derrota de ISIS y otros grupos terroristas en Siria como Al Nusra y Al Qaeda (también financiados por Washington) fue un gran revés para EE.UU. y la OTAN, así como para sus aliados en la región como Israel y Arabia Saudita que se confabularon en un ataque encubierto contra Siria. Pero Rusia salio al frente y para rabia de ellos, desbarato todos y cada uno de sus planes agresivos. Es por ello que para salvarse de esta trascendental derrota y, en términos más generales, que se acentué su declive estratégico, EE.UU. se ha embarcado desesperadamente en una política de provocación con el apoyo de sus aliados, intentando evitar lo inevitable, su colapso final. La forma agresiva en que Trump sacó a los EE.UU. del acuerdo nuclear internacional con Irán sorprendió a muchos observadores y aliados europeos por su estilo duro y obstinado. Todos sabían que despreciaba el tratado firmado en el 2015 por el musulmán encubierto Barack Hussein Obama, y que en estrecha coordinación con los sionistas buscaba el momento oportuno para abandonarlo. Aun así, pocos esperaban que Trump violara el Acuerdo con amenazas tan belicosas como intensificar las sanciones económicas en Teherán, así como a los estados europeos que hagan negocios con Irán. El desacuerdo por la actitud tomada abruptamente por Trump ha abierto una brecha con sus ‘aliados’ europeos, contrarios a dicha decisión, ya que ellos están concientes que los iraníes han respetado el tratado escrupulosamente y no había motivo alguno para dejarlo de lado. Así, vilipendiando a Irán como un Estado ‘terrorista’ y despotricando contra Teherán por la supuesta construcción secreta de armas nucleares, Trump adoptó ostentosamente la posición israelí de demonizar a Irán, cuando los verdaderos terroristas son los sionistas, quienes poseen un gran arsenal nuclear de lo que no dan cuenta a nadie, no permitiendo que ningún organismo internacional visite sus instalaciones ¿Qué? ¿Para ellos no hay sanciones? Las advertencias de Trump a Europa, en el sentido de que sus bancos y compañías serían penalizados por continuar haciendo negocios con Irán, como es su derecho, son una provocación calculada para romper el acuerdo e incitar a Irán a reanudar sus actividades nucleares pasadas y seria el pretexto buscado para un ataque militar. Pero hasta el momento, sus provocaciones han fallado, ya que Irán y los otros signatarios como Rusia, China y la Unión Europea, acordaron continuar implementando el Acuerdo. A pesar de este fracaso, se espera que los EE. UU. y sus aliados regionales intenten aumentar las provocaciones. Los ataques aéreos israelíes contra bases iraníes en Siria un día después de que Trump anunciara que la retirada de Washington del Acuerdo parece ha sido otro intento deliberado de enemistarse aún más con Irán. A su turno, Arabia Saudita afirmó que un ataque con misiles contra Riad desde Yemen fue "un acto de guerra de Irán" debido a su supuesto apoyo a los rebeldes Houthi que luchan contra la invasión saudita y quienes por cierto, les han propinado duros golpes a pesar del multimillonario suministro de armas de los EE.UU., demostrando con ello que es una guerra pérdida y si no pueden con los yemeníes, mucho menos podrán con los iraníes. De allí el interés de los sauditas de demonizar a Teherán. No cabe duda alguna que la renovada beligerancia de los EE. UU., Israel y Arabia Saudita en el Medio Oriente es parte de un esfuerzo sistemático para avivar el conflicto en la región, que están perdiendo a pesar de todos sus esfuerzos. Es por ello que Siria, Irán y Líbano, así como Iraq y Yemen, están en su línea de fuego con el claro objetivo de involucrar a la región en un caos mayor y sacar alguna partida de ello. En última instancia, sin embargo, los objetivos más grandes para la inestabilidad inducida por EE.UU. son Rusia y China, que Washington considera como sus "grandes competidores de poder". El suministro estadounidense de armas letales a Ucrania a principios de este mes, el primero de esos suministros luego de años de ayuda militar no letal para el régimen colaboracionista de Kiev, ha irritado a Rusia. El despliegue de asesores militares de EE.UU. para supervisar el uso de los misiles antitanques, es una medida que probablemente intensificará la violencia en el este de Ucrania contra la minoría rusófila en su afán de exterminarlos, algo que Moscú no lo tolerará. Y, por supuesto, la actual acumulación de fuerzas ofensivas de la OTAN desde los Balcanes hasta el Mar Negro a lo largo del flanco occidental de Rusia es una muestra de mayor provocación. En ese contexto, el relanzamiento de la Segunda Flota estadounidense en el Atlántico luego de varios años de haber sido desmantelado es evidentemente parte de una movilización agresiva de la OTAN. Por otra parte, el aumento del despliegue estadounidense de buques de guerra en el Mar del Sur de China con el pretexto de defender la “libertad de navegación” cerca de las aguas territoriales chinas, es otra manifestación de la política exterior de provocación de Washington. De otro lado, el aparente compromiso diplomático de Trump con Corea del Norte de ‘garantizar’ la supervivencia del régimen comunista, demuestra que no es tal, tras las recientes amenazas vertidas a Pyongyang conminándolos a ceder unilateralmente su arsenal nuclear en un plazo perentorio lo que pone de manifiesto que en el programado encuentro en Singapur se obligara a Kim Jong-un  a aceptar sus condiciones ‘o terminar como Gadhafi’ (vilmente asesinado en el 2001 por mercenarios estadounidenses con ayuda de la OTAN), lo que a no dudarlo ocasionará el fracaso de dichas conversaciones y la vuelta a la retórica militar por parte de Washington. Al aplicar esta política exterior de provocación sistemática, podemos esperar que la reciente ‘distensión’ con Corea del Norte será rápidamente abandonada, demostrando que Trump busca una ‘solución’ militar a la cuestión norcoreana, como siempre ha sido su deseo. No nos debe sorprender por ello si al final dicho encuentro termine por ser cancelado. Por lo visto, la arrogancia, soberbia y prepotencia de los EE.UU. será su perdición, ya que terminará por enfrentase a Rusia y China en un conflicto que no podrá ganar. Y es que aunque se niegue a reconocerlo, su decadencia es prácticamente inevitable. La ‘Pax Americana’ es cosa del pasado :)
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