No cabe ninguna duda de que Estados Unidos es el mayor violador de los derechos humanos y el principal patrocinador del terrorismo en todo el mundo,
Es conocido su apoyo incondicional a regímenes criminales como el israelí - que practican el genocidio contra el pueblo palestino - o bien financiando a grupos terroristas en diversos países que no son de su agrado con el objetivo de desestabilizarlos y suplantarlos por otros que sean genuflexos a sus ordenes. Es por ello que esta semana nuestra atención vuelve a centrarse en Siria donde las continuas derrotas de sus mercenarios, financiados por los EE UU y entrenados por Israel en territorio turco, a manos de las mejor entrenadas fuerzas gubernamentales del presidente Al Assad, ha hecho sonar todas las alarmas en Washington donde los responsables de esta agresión criminal contra un país soberano -
que resiste firmemente esos ataques - para evitar el colapso de sus infames planes, han decidido no solo acelerar la entrega de armas sofisticadas a esa menuda panda de colaboracionistas, sino que a través de sus lacayos de la OTAN está coordinando una guerra secreta de gran envergadura contra Siria. En efecto, según informa The Guardian el jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, general Martin Dempsey, dio a conocer el pasado lunes cinco opciones que el Pentágono baraja de cara a la guerra civil que desangra Siria para salvar a los grupos terroristas -
por ellos financiados - de su derrota final y castigo merecido. Estas opciones son: ataques aéreos limitados, ampliación de programas de entrenamiento a esa banda de criminales, zona de exclusión aérea sobre Siria, control de “arsenales químicos” y creación de zonas tampón en territorios no controlados por el régimen. Dempsey, nominado para el segundo mandato, esbozó los costes y los riesgos de cada alternativa en una carta de respuesta al jefe del comité de Servicios Armados del Senado, Carl Levin. El incremento de programas de adiestramiento costaría a EEUU unos 500 millones de dólares al año y supondría emplazar entre varios centenares y varios miles de militares en áreas seguras fuera de Siria. Esta opción supondría, sin embargo, el riesgo de ataques transfronterizos por parte del Ejército gubernamental. Una zona de exclusión aérea requeriría un gasto de hasta mil millones de dólares mensuales, además de emplazar centenares de aviones estadounidenses en países adyacentes a Siria o en portaviones. Y la medida no necesariamente contribuiría a reducir la violencia porque las más de las veces el Ejército regular sirio ataca a los criminales colaboracionistas en tierra. La creación de zonas tampón en Siria, en las fronteras con Jordania y Turquía por ejemplo, también implicaría la necesidad de establecer una zona limitada de exclusión aérea y enviar miles de efectivos, con un coste mensual de más de mil millones de dólares. Para neutralizar los “arsenales químicos” de Siria –
que en realidad no los tiene sino que por el contrario son los terroristas quienes lo utilizan ya que han sido equipados para ello por la CIA - sería necesario realizar ataques a objetivos civiles “sospechosos de albergarlos” con aviones y misiles, además de desplegar miles de efectivos de operaciones especiales. Washington podría optar también por ataques desde el aire con aviones y misiles que le permitirían destruir numerosos objetivos militares en Siria, pero necesitaría centenares de aviones, buques y submarinos. Además, Damasco podría “resistir ataques limitados dispersando sus fuerzas”. Cualquiera de las cinco opciones, a juicio de Dempsey, ayudaría a los grupos terroristas que ellos financian y aumentaría la presión sobre el régimen de Bashar Asad, pero EEUU también debería estar preparado para consecuencias imprevistas. Dempsey dio a conocer los planes del Pentágono en respuesta a la solicitud de mayor claridad sobre la estrategia en Siria, que la semana pasada le hizo el senador John McCain, quien ha sido uno de los más firmes defensores de la implicación de EE UU en el conflicto para frenar la sangría provocada por la guerra civil y aplaudió la decisión del renegado musulmán Barack Hussein Obama de enviar ayuda militar a esos grupos criminales a través de la CIA.
Ese programa, que incluye el entrenamiento, el asesoramiento en materia de inteligencia y el uso de armas químicas, así como el envío de armas ligeras y munición a los terroristas, fue aprobado la semana pasada por los comités de Inteligencia de ambas cámaras del Congreso en medio de enormes reticencias por parte de varios legisladores que dudan de la efectividad de este plan. El respaldo del Capitolio es simbólico pero sirve para autorizar el trasvase de fondos de otras partidas presupuestarias para financiar la operación. La CIA ya está sobre el terreno entrenando a los mercenarios junto con la Mossad israelí, y se espera que las nuevas armas lleguen a principios de agosto, de acuerdo con fuentes terroristas citadas por varios medios estadounidenses.
Para Washington es imprescindible derrocar al régimen de Bashir Al Asad y sustituirlo por uno formado por colaboracionistas - como sucede en Irak y Afganistán- para convertir a ese país en una gran base militar para sus tropas en su ansiado ataque a Irán. Una nueva guerra se avecina en el horizonte y hay quienes no lo quieren ver así :(
