Esta semana nuestra atención se concentra en el país del cedro, donde la situación no es de las mejores. En efecto, al estar ubicada en una zona de conflicto - con Siria inmersa en una sangrienta guerra civil, producto de una agresión criminal impulsada por los EE.UU. a través de ISIS, creado precisamente por Washington para “justificar” su injerencia en la región y con la amenaza sionista siempre presente - si bien pudo mantenerse al margen hasta el momento, no consiguió evitar que sea “invadida” por más de un millón de refugiados provenientes de la guerra en Siria, convirtiéndose así en el país con la mayor concentración per capita de refugiados en el mundo, agravando su crisis a tal extremo que la ha conducido a la parálisis gubernativa, lo que a dado inicio a una serie de violentas manifestaciones en rechazo a esta situación, calificada de insostenible.. La del último fin de semana fue la mayor manifestación jamás organizada en el país, donde decenas de miles de libaneses expresaron su rechazo a los políticos catalogados de corruptos e incapaces de ofrecer servicios públicos básicos, en la mayor manifestación jamás organizada por la sociedad civil. "Todavía no podemos calcular el número de manifestantes, pero seguramente fueron más de lo que esperamos", declaró uno de los organizadores, Lucien Bourjeily. Otro responsable, Asad Thebian, había apostado por 50 mil personas. En un ambiente distendido, la Plaza de los Mártires, lugar emblemático en el centro de Beirut, donde durante la guerra civil (1975-1990) pasaba la línea de demarcación que separaba la parte de la capital de mayoría cristiana de la de mayoría musulmana, estaba llena a reventar. "Que caiga el poder de los corruptos, empezando por los diputados", "¡Bye bye, a los corruptos!", gritaba la multitud, expresando su hartazgo hacia los políticos. Algunos manifestantes portaban camisetas blancas con la frase "Apestáis", y otros, banderas libanesas donde se podía leer "Estamos hartos".La movilización se desarrolló en una atmósfera distendida pero, poco después de dispersarse, un grupo de jóvenes enmascarados, se desplazó hacia la plaza Riad al Solh, y atacaron las oficinas del primer ministro. Para evitar que se repitieran los actos violentos ocurridos durante las primeras manifestaciones el fin de semana pasado, imputadas a provocadores de disturbios, los organizadores instauraron un servicio de orden de 500 miembros. La policía, que supervisaba la manifestación, desplegó una pancarta en la que se podía leer: "Estamos entre vosotros por vosotros, para protegerlos"."Es vuestro país, vuestra tierra. Ninguno de nosotros tiene si agua ni electricidad. Tomad la calle, por vuestros hijos, por vuestro país", lanzó Thebian antes de la manifestación. Organizada por el colectivo "Apestan", la campaña comenzó a mediados de julio con la crisis de la recogida de basura por la clausura del más grande vertedero de Líbano, y el amontonamiento de desechos domésticos en las calles de la capital y otras ciudades del país. Pero más allá de la crisis de la basura, esta iniciativa demuestra de manera más general el hartazgo de parte de la población por la corrupción endémica, las disfunciones del Estado y la parálisis de las instituciones políticas. Un cuarto de siglo después del final de la guerra, la electricidad sigue racionada y cada verano el agua escasea por la falta de presas, pese a que Líbano es uno de los países con más precipitaciones de Oriente Medio. Los organizadores detallaron sus exigencias, entre ellos la dimisión del ministro de Medio Ambiente Mohamad Machnuk, y la celebración de elecciones legislativas y presidenciales. Desde los últimos comicios del 2009, el parlamento ha prolongado en dos ocasiones su mandato y los diputados se mostraron incapaces de elegir un presidente de la República, puesto vacante desde mayo de 2014. El último personaje que ocupó dicho cargo - el general Michel Sleiman - llegó a esa posición mediante una violación de la Constitución y en ausencia de su predecesor que no reconoció su nombramiento, fue investido de esa responsabilidad por el emir de Qatar. Pero tampoco hay gobierno, sólo reuniones ocasionales de los ministros, que no hacen otra cosa que reñir sin llegar a ponerse de acuerdo para tomar decisiones. A ello debemos agregar que los partidos políticos libaneses son casi todos de naturaleza confesional. Sus líderes son hereditarios y su financiamiento proviene de diferentes Estados extranjeros por lo que defienden intereses que no precisamente benefician al país. El ejército libanés es la única institución que da lugar a una forma de consenso. Pero no puede actuar más que con el respaldo de los líderes políticos y, por consiguiente, sólo interviene para reprimir el terrorismo dentro del territorio nacional. La defensa nacional del Líbano recae fundamentalmente en el ala militar del Hezbollah, que con sólo un puñado de combatientes voluntarios logró derrotar a los agresores sionistas en el 2006, pero cuya rama política comienza a verse afectada también por la corrupción generalizada en el país. Para agravar la situación, en el marco del cese regional de las hostilidades incluido en el acuerdo logrado durante las negociaciones sobre la cuestión nuclear iraní, las grandes potencias mencionan una nueva repartición del Líbano. Otros proponen la opción de un golpe de Estado por parte de los militares, porque la actual situación les parece carente de ningún otro tipo de salida. Como podéis notar, el Líbano, aquel estado artificial creado por los británicos y los franceses, que era considerado hasta el inicio de la guerra civil de 1975-1990, como “la Suiza del Medio Oriente” hoy se encuentra en peligro de extinción. ¿Podrá evitar su trágico destino? :(