Sucedió lo que tenia que pasar y tal como lo advertimos en reiteradas oportunidades, la situación en Turquía se ha vuelto realmente insostenible y eso no puede durar eternamente. Es evidente que su abierto apoyo al terrorismo y su complicidad con ISIS, con los cuales su familia realiza suculentos negocios, le han pasado factura. En efecto, si bien el dictador Recep Tayyip Erdogan (aquel iluminado que en su locura se cree la reencarnación de Soliman El Magnifico) se salvo por poco de ser ajusticiado, el país continua siendo una burbuja a punto de estallar. El develamiento del golpe solo prolonga su agonía. Al respecto, Robert Fisk escribió en The Independent un articulo con el cual coincido plenamente, por lo que he decidido traducirlo y reproducirlo debido a su interés, entrecomillado claro está ¿vale?: “Demasiado tarde se ha dado cuenta Erdogan del costo que tiene que pagar por el infame papel asumido por Turquía - convertirse en un patrocinador del terrorismo internacional, debido a su enfermizo afán de derrocar a su archienemigo sirio Bashar al Assad - cuando ya no puede confiar ni en su propio ejército para sacar adelante sus desquiciados planes ¿Quería una revolución en el país vecino? A que ya lo tiene, pero dentro de sus fronteras. Esta claro que el ejército turco no iba a seguir manteniendo ad infinitum la obediencia a un demente quien tiene la obsesión de restaurar en sus fronteras originales al Imperio Otomano, convirtiendo a sus vecinos (Rusia, Irán y Siria) en sus enemigos y a su país en una caricatura de sí mismo. Por ello sería un grave error para Erdogan creer que la violenta represión ordenada tras el frustrado golpe militar, logrará que el ejército se mantenga fiel a su lado y que los cientos de muertos que ocasionó su desmedida ambición sea visto como algo aislado y que no tenga nada que ver con el colapso de los países de Medio Oriente. Los sangrientos sucesos ocurridos el pasado fin de semana en Constantinopla (Estambul) y Ankara echan por tierra la creencia generalizada de que aquellos países tienen fronteras seguras e instituciones permanentes, algo que la realidad ha demostrado que se trata de una falacia. La inestabilidad en la región es ahora tan contagiosa como la corrupción, especialmente entre esa clase de autócratas como Erdogan, quien desde su llegada al poder ha instaurado una feroz dictadura, reprimiendo brutalmente toda clase de oposición, cambiando la constitución para su propio beneficio y reiniciando una despiadada guerra de exterminio contra los kurdos, quienes desde hace décadas luchan por su independencia y que sufren en carne propia toda clase de abusos y atropellos por parte de los ocupantes turcos. ¿De que “democracia” puede entonces hablar Occidente a la hora de defender a un régimen asesino cuyas monstruosidades cometidas con total impunidad contra los kurdos y otras minorías son lamentablemente “silenciadas” por la prensa occidental “al tratarse de un socio de la OTAN”? Es por ello repugnante la reacción de Washington ante el golpe contra Erdogan, afirmando que los turcos deben apoyar a su "gobierno elegido democráticamente" (?) cuando lo fue mediante el fraude y la persecución a la oposición, cuyos lideres fueron encarcelados acusados de “terroristas”, sus partidos proscritos y con una prensa bajo férrea censura, convertidos en vomitivos instrumentos de propaganda del dictador. Así, con el camino libre y el control total del aparato estatal, cualquiera gana las elecciones. Que diferencia con lo ocurrido en Egipto, cuando el gobierno de Mohamed Morsi (elegido democráticamente en el 2013) fue derrocado en un sangriento golpe de Estado por los militares, EE.UU. salió rápidamente para dar su apoyo a los golpistas, mostrando su abierta complicidad con ellos ¿Y donde quedo su cacareada “defensa” de la democracia? Venga ya, ¿qué se puede esperar de quienes prefieren la “estabilidad” y la impunidad para los criminales que se alinean con ellos, a la libertad y la dignidad? Claro, cuando no están de su lado y constituyen un obstáculo para sus oscuros intereses, ahí si los califican de “tiranos”, “dictadores” y “opresores de su propio pueblo” e invaden sus países para derrocarlos - sea directamente como en Irak o con el uso de mercenarios como sucedió en Libia – y reemplazarlos por títeres colaboracionistas para disponer a su antojo de sus ingentes recursos energéticos, no importándoles en lo absoluto las consecuencias de sus actos, ya se sienten intocables. Pretendieron repetir el libreto en Siria, pero fracasaron miserablemente cuando Rusia salió en su defensa y es por ello que variaron sus planes, financiando grupos terroristas como ISIS (liderado por un conocido agente del Mossad israelí) para que desaten el terror en la región y así “justifiquen” su injerencia. Sin embargo, los eficaces bombardeos por parte de la aviación rusa han pulverizado las posiciones del ilusorio califato sionista, cuyos integrantes huyen desesperadamente de la zona refugiándose en Turquía - con quienes han hecho jugosos negocios revendiendo el petróleo robado de Irak y Siria, cuyas ganancias han ido a parar a los bolsillos de los hijos de Erdogan - para que de ahí, intentar ingresar a Europa como “refugiados” bajo el patrocinio de Ángela Merkel y desatar el terror en el continente. Ahora que David Cameron ha dejado de ser primer ministro y Bashar alAssad ha consolidado su poder en Siria, el régimen de Damasco verá con satisfacción los acontecimientos ocurridos en Turquía. Como sabéis, las potencias vencedoras en la I Guerra Mundial destruyeron al decadente Imperio Otomano (cuyos extensos territorios eran apetecidos tanto por el Reino Unido como por Francia) quienes se lo repartieron entre ellos, creando una serie de “estados” artificiales (como Irak, Líbano, Siria, Arabia Saudita, Palestina, Jordania o Egipto entre otros) quedando estos bajo sus respectivas “áreas de influencia” colocando al frente de ellos a una serie de infames mercenarios, nombrándolos como “reyes” para que los “administren” en su nombre. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, el proyectó fracaso y tras la II Guerra Mundial, muchos de sus agentes fueron derrocados por sectores nacionalistas, quienes implantaron brutales dictaduras hostiles a Occidente .Erdogan y la camarilla que por ahora ha decidido mantenerlo en el poder, encajan en esta misma matriz de Estados fallidos. Las señales de alerta estaban allí presentes para que Erdogan y Occidente recuerden la amarga experiencia de Pakistán, utilizado descaradamente por los estadounidenses para canalizar misiles, armas y dinero en efectivo a los terroristas "muyahidines" que luchaban contra los rusos en Afganistán. Como no podía ser de otra manera, Pakistán (un territorio arrancado por los colonialistas británicos a la India) se convirtió rápidamente en otro Estado fallido, con un corrupto ejercito omnipresente en el gobierno, que no dudo en colaborar con los enemigos de Rusia - incluidos los talibanes - y que luego terminaron siendo infiltrados por estos que a la larga acabarían amenazando al Estado mismo. Lo trágico de todo esto es que posee un arsenal nuclear, creado para responder a la “amenaza” india y que bien podría caer en manos de los terroristas. Cuando Turquía comenzó a jugar el mismo papel que los EE.UU. en Siria, con el envío de armas y suministros a ISIS, cooperando con ellos para combatir al régimen de Damasco, se convirtió en otro Estado fallido. La única diferencia con Pakistán, es que Turquía también relanzó una guerra de exterminio contra los kurdos en el sureste del país, asesinando sin piedad alguna a la población civil y devastando grandes zonas mediante bombardeos indiscriminados y cuyo grado de destrucción no tiene nada que envidiar a lo realizado por los terroristas en Irak y Siria. Demasiado tarde se dio cuenta Erdogan del costo del papel que eligió para su nación. El frustrado golpe militar revela la profunda indignación en el ejército por su creciente autoritarismo e ideas mesiánicas que no tienen nada que ver con los ideales con el que se fundo la Turquía moderna. Los más de 6000 detenidos acusados de participar en la intentona golpista - entre ellos más de 70 generales y almirantes que ya están en manos de la Policía Antiterrorista - sometidos a brutales torturas y a quienes planea aplicar la pena de muerte, nos dan una idea de la seriedad del golpe contra Erdogan. Pero estos deben ser apenas unos cuantos de los miles de oficiales turcos que creen que el tirano está destruyendo su país y que ha llegado la hora de detenerlo, por lo que un nuevo levantamiento a mediano plazo no puede ni debe descartarse. La pregunta real será el grado en que su momentáneo éxito lo alentará para intentar eternizarse en el poder, reprimiendo con mayor dureza a sus adversarios, encarcelando a más periodistas, cerrando más periódicos y estaciones de televisión, continuar asesinando a miles de kurdos y a su vez, seguir negando el genocidio armenio ocurrido en 1915. Precisamente para nosotros los europeos, es difícil entender el grado de miedo y asco casi racista con que en Turquía se refieren a los kurdos, a quienes califican indistintamente como "terroristas" y los ven como un peligro para la existencia misma del Estado; justo como veían a los armenios en la I Guerra Mundial y que por ello fueron asesinados en masa con la complicidad de Occidente. Desde entonces han seguido con la misma práctica en relación a otras minorías, especialmente con la kurda, creyendo así que exterminando a sus enemigos, lograrán “unificar” el país. Craso error. Es por ello que el pasado fin de semana ha ocurrido sucesos más dramáticos de lo que pudieran parecer a simple vista. Desde las fronteras de la Unión Europea, a través de Turquía, Siria, Irak, Egipto, Libia y Túnez, existe ahora un rastro de anarquía y Estados fallidos. Sir Mark Sykes y François Georges-Picot comenzaron el desmembramiento del Imperio Otomano, pero sus trágicas consecuencias persisten hasta nuestros días” puntualiza la nota. En este marco sombrío debemos considerar por ello que el frustrado golpe contra Erdogan fue uno más de los que se vienen en camino, destinados para acabar de una vez por todas con este régimen de terror que nada tiene de “democrático” como quieren hacernos creer en Occidente. Que el genocida vaya preparándose para lo peor, ya que no pasará mucho tiempo antes de que otro tenga éxito. Su destino está marcado :)