Mientras se urde el plan en la OEA para dar la puntilla al orden constitucional en Venezuela, se han hecho públicas las conversaciones mantenidas entre el almirante Kurt Tidd, a la sazón comandante en jefe del U.S. Southern Command, con sede en Miami, y el actual secretario general de la OEA, en enero del 2016, Luís Almagro. El objetivo era coordinar la acción de los organismos regionales con un fin: dinamitar el poder legítimo del gobierno encabezado por Nicolás Maduro. Servicios de inteligencia, organizaciones no gubernamentales, corporaciones privadas de comunicación, prensa radio, televisión y redes sociales deben entrar en sincronía y asestar el golpe definitivo a la Revolución. ¿Cuál? Inaugurar un ‘Estado paralelo’, encabezado por la Asamblea Nacional en manos de una oposición de derecha, mil veces fracasada. La labor inmediata: sentar las bases para hacerlo viable. La estrategia: tensionar el Poder Judicial, desacreditar sus resoluciones, obligar al gobierno a tomar medidas de excepción y, de esa manera, justificar la intervención militar estadounidense para salvaguardar, curiosamente, ‘el orden constitucional’. El centro de maniobras golpistas es la embajada de Estados Unidos en Caracas. Allí se han reunido, infinidad de veces, los partidos de la MUD. Sus salones son un hervidero de reuniones. Militantes, empresarios y banqueros acuden a recibir instrucciones. Agentes con destino en América Latina viajan expresamente a vigilar su desarrollo. El contacto es Tenny Smith, militar de alto grado, perteneciente a la agencia de inteligencia para la Defensa, y Rita Buck Rico, adscrita a la sección de asuntos políticos de los servicios exteriores. El tiempo corre, se busca dar un golpe de efecto a escala global. Durante 2016 y los meses transcurridos del 2017 se acelera la campaña internacional de las esposas y dirigentes del MUD pidiendo la libertad del agente de la CIA Leopoldo López y otros, condenados a 14 años de prisión por sedición y ser los responsables políticos del asesinato de 43 venezolanos durante las acciones conocidas como La salida. Los viajes financiados por demócratacristianos, liberales y conservadores, entre otros, dan visibilidad a sus pretensiones. Las delegaciones han sido recibidas por alcaldes, parlamentarios e instituciones en Europa y América Latina. Ex presidentes de gobierno se suman a la trama. José María Aznar, Felipe González, César Gaviria, Álvaro Uribe, Ricardo Lagos. Es la excusa para que tomen la palabra gobernantes en activo, como el peruano Pedro Pablo Kuczynski, conocido lobbysta al servicio de los intereses de los EE.UU. Iniciada la cruzada, le siguen Michel Temer, en Brasil; Mauricio Macri, en Argentina, y Enrique Peña Nieto, en Méjico. Ladrones de saco y corbata que no tienen ninguna autoridad moral para intervenir en los asuntos internos de un país que no es el suyo. Así se crea una atmósfera putrefacta, para intentar retrotraer a Venezuela a un pasado donde la derecha gobernaba a sus anchas hasta que fueron echados a patadas por Hugo Chávez. Mientras tanto se prepara desde la embajada estadounidense una campaña interna, cuyo eje es la Asamblea Nacional, que solicita abiertamente la ‘intervención’ extranjera - léase invasión militar estadounidense - negándose a cumplir su función legislativa, que es: promulgar y desarrollar leyes. La maniobra tiene como finalidad transformar la Asamblea Nacional en Poder Ejecutivo, demostrando con ello quienes son los verdaderos golpistas. Luis Almagro, a la sazón secretario general de la OEA - aquel infame traidor vendido por un puñado de dólares para dar credibilidad al plan golpista - ha recibido la orden del Departamento de Estado estadounidense de transformar dicha acción en un objetivo ‘democrático’. La fecha acordada fue en marzo de 2017 durante la reunión de la OEA. En ella se pidió aplicar la Carta Democrática, suspendiendo a Venezuela como país miembro, recordando un acto similar al acontecido con Cuba en 1962. Almagro, fiel corre, ve y dile del gobierno de Estados Unidos, desplegó toda su fuerza, junto con el representante de Méjico, Luis Alfonso de Alba Góngora, a quien se atribuye el liderazgo del llamado grupo de los 15 países injerencistas. El objetivo: la firma de un documento que incluyera las tres demandas planteadas por la MUD, en complicidad con la OEA y el Comando Sur, para hacer caer el gobierno constitucional de Nicolás Maduro, como adelantar el calendario electoral, liberar a los asesinos golpistas como Leopoldo López y ‘respetar’ las decisiones de la Asamblea Nacional. Sin embargo, dicha solicitud de condena, desaprobación y aplicación de sanciones, entre ellos bloqueo, aplicación de la Carta Democrática y suspensión, bajo el pretexto de evitar una crisis humanitaria, fracasó estrepitosamente. Las presiones de Estados Unidos y Almagro no dieron resultado. La declaración final supuso en realidad un reconocimiento al diálogo emprendido por el gobierno legítimo de Nicolás Maduro. Este traspié aceleró entonces el tiempo de la sedición. Ahora se pasa directamente a desconocer el orden constitucional, negándose, la Asamblea Nacional, en manos de la oposición, a cumplir con las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia y, de paso, bloquear las decisiones que competen al Poder Ejecutivo. Ese es el fondo de la controversia. No hay ‘golpe de Estado’, hay desacato de la Asamblea Nacional, quien con su obstruccionismo se ha puesto al margen de la ley. Autoinhabilitada para cumplir su función legislativa, el Poder Ejecutivo se ve obligado a tomar sus funciones, un mecanismo democrático establecido en la Constitución Bolivariana. El resto es teatro mediático, escenificación y llamado a la desestabilización democrática por los diputados que han traicionado a su país pidiendo la intervención extranjera. Los golpistas se han quitado la careta. Esta semana han conseguido que la OEA declare al margen de la legalidad ‘una grave alteración inconstitucional’ en Venezuela, cuando no han tenido reparos en apartar arbitrariamente del cargo al país que tenia la presidencia del Consejo Permanente, para colocar a otro servil a sus intereses. Pero si ahora creen que conseguirán su objetivo están completamente equivocados: El gobierno venezolano no esta sólo en su lucha contra el imperialismo ya que tiene amigos poderosos. La Revolución Vive y Vencerá :)