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miércoles, 20 de septiembre de 2017

HILLARY CLINTON: Sin honor ni dignidad

Hace unos días se dio a conocer las memorias de Hillary Clinton, una especie de testamento político y también de ajuste de cuentas, donde da rienda suelta a sus odios y complejos, arremetiendo contra todos los que considera ‘responsables’ de su fracaso: el director de la CIA James Comey, su rival demócrata Bernie Sanders, el líder ruso Vladimir Putin, su contrincante republicano Donald Trump … para culparles de ello no dejando títere con cabeza, cuando la única responsable de su descalabro es ella misma. Por lo visto, aun no puede asimilar su contundente derrota electoral a pesar de los meses transcurridos y no ha encontrado mejor manera que ‘vengarse’ de sus enemigos, publicando un libro repleto de mentiras y calumnias del más grueso calibre. No cabe duda que el papel lo aguanta todo, más aun, proviniendo de quien viene. Como sabéis, cuando Donald Trump anunció su candidatura a la Casa Blanca, en el verano del 2015, se propagó una teoría conspirativa según la cual el empresario neoyorquino estaba en contubernio con el matrimonio Clinton para revirar la campaña republicana y favorecer la llegada de Hillary a la presidencia. Así de extravagante y absurda parecía esa idea, más aun cuando el establishment a través de sus poderosos medios de comunicación, habían iniciado un ataque feroz al magnate, todo para defender a ‘su’ candidata, quien con semejante apoyo mediático se creía segura de la victoria, pero a la hora de la verdad cayo de bruces despertando bruscamente de su sueño, y por eso mismo la derrota demócrata resultó ser de lo mas sonada. ¿Qué pasó? Desde la noche electoral del 8 de noviembre, se han escrito miles de páginas tratando de explicar su fracaso, pero como si ello no hubiese sido suficiente, la semana pasada ha salido a la venta las 512 escritas por la vencida, y en ellas - como es obvio - no duda en descargar su bilis contra el exdirector del FBI James Comey, su contrincante progresista, Bernie Sanders, pasando por el Gobierno ruso y el magnate republicano: "Yo llevé a cabo una campaña tradicional, con políticas muy pensadas, mientras Trump hacía un reality show que azuzaba el resentimiento de los estadounidenses de una forma implacable”, afirma cínicamente Clinton en What Happened (Qué pasó), donde habla de una “tormenta perfecta” que acabó por arruinar las que parecían las elecciones perfectas para ella, luego de haber caído en la primera intentona, ocho años atrás, al perder ante el musulmán encubierto Barack Hussein Obama la candidatura demócrata. Pero no os equivoquéis, ‘What happened’ no es el tradicional libro de confesiones de un político retirado, esos plagados de pecados ya prescritos que se publican al cabo de los años. Está escrito en caliente y lleno de falsedades que salio a la calle 10 meses después de su debacle electoral. Sí desprende, sin embargo, aroma a testamento de quien ya nunca más saldrá a pedir el voto. Ella misma lo confirmó el pasado fin de semana en una entrevista en la cadena CBS: “No volveré a ser candidata”, dijo, porque el desenlace de su última campaña “sigue doliendo mucho” agregó. “Tuve que aceptar que millones y millones de personas no me querían. Imaginen lo que se siente”. Cuenta que luego de la derrota se refugió llorosa en su casa de Chappaqua, un precioso pueblo del norte del estado de Nueva York, y se dedicó a arreglar armarios, pasear por el bosque y beber Chardonnay hasta perder el sentido. Pero luego, por lo que parece, se puso a escribir, en algunos momentos, casi a rugir al calor de una botella. A rugir, por ejemplo, contra James Comey, cuya investigación sobre el caso de los correos - el escandaloso uso que Clinton hizo de su servidor privado mientras era secretaria de Estado - fue reabierta y publicitada en los días previos a las elecciones. “Sin la intervención del director del FBI, pese a todo, habríamos ganado la Casa Blanca”, dice entre lamentos, y se ‘arrepiente’ de no haberse defendido con dureza de esas graves acusaciones, a pesar de tener a su disposición a todos los grandes medios de comunicación que estaban con ella y apoyaban militantemente su campaña. En ese libro lleno de falsedades también arremete a las continuas insinuaciones del izquierdista Bernie Sanders, quien compitió con ella por la candidatura demócrata y, durante las primarias, la atizó constantemente, desenmascarándola por su hipocresía debido a su cercanía al poder económico y sembró dudas sobre su ‘honradez’. “Sus ataques complicaron la unión de los demócratas y abonaron el terreno para la campaña de Trump de ‘Hillary la corrupta [expresión que el hoy presidente repetía constantemente]”, escribe. Para nadie es un secreto que los multimillonarios ingresos de la fundación ‘benéfica’ que tiene con su marido, el expresidente Bill Clinton, o los discursos pronunciados hace años en Wall Street y - según afirma - ‘pagados a precio de oro’ (?) la han convertido en una sospechosa permanente, porque en realidad estos serian de origen ilícito, perteneciente a grandes corporaciones judías, a quien se debe en cuerpo y alma. Como no podía ser de otra manera, la fundadora de ISIS y Al Qaeda aborda ampliamente la ‘injerencia rusa’, una supuesta campaña de ciberataques y desprestigio que la susodicha y los servicios de inteligencia estadounidenses (especialistas en crear embustes, como las “armas de destrucción masiva de Irak” que fue el pretexto utilizado para invadir, destruir y saquear ese país) ‘atribuyen’ al Kremlin y que solo caben en su retorcida imaginación, ya que no existe prueba alguna de ello y cuestiona además que Hussein Obama, no se hubiese pronunciado públicamente. "Me pregunto que hubiera pasado si en otoño del 2016 el hubiese dado un discurso televisado a la nación advirtiendo de que estaban atacando nuestra democracia. Quizá más americanos hubieran despertado. Nunca lo sabremos", escribe. Admite, entre líneas y a regañadientes, algunos pecados propios. Afirma que cometió graves errores al descuidar estados que al final resultaron claves en los comicios, como Wisconsin, y que se comunicó fatal con el votante del cinturón industrial, que fue decisivo para el triunfo de Trump. “Vamos a parar la actividad de un montón de mineros y empresas del carbón”, llegó a decir en un mitin en Ohio, unas palabras que, insiste, ‘se sacaron de contexto’. Añade, además, que Obama había alimentado previamente ese relato de hostilidad demócrata contra las minas de carbón al anunciar un plan de reducción estado por estado. La fracasada candidata presidencial también concluye que ser mujer no le ha ayudado en esta carrera por gobernar el país más poderoso del mundo. “¿Qué me hace ser semejante pararrayos de la furia? Lo pregunto de veras, estoy perdida”, clama antes de apuntar al género como unos de sus fantasmas. “No solo me enfrente a Trump”, apunta en otro momento, “sino también al FBI, a Rusia y al complejo sistema electoral” haciéndose la victima. “He repasado todos los errores que cometimos. Asumo la responsabilidad de todos ellos. Puedes culpar a los datos, al mensaje y todo lo que quieras, pero la candidata era yo, era mi campaña, eran mis decisiones”, recalca, la que fuera candidata del establishment, quien a pesar de todo el apoyo recibido por las grandes corporaciones mediáticas - los cuales no dudaron en desatar una histérica campaña de agravios, insultos y difamaciones contra Donald Trump, como nunca antes había sucedido contra un candidato presidencial alguno en la historia de los EE.UU. - fue derrotada de manera lapidaria. Por cierto, el libro no aborda ninguna posible explicación convincente de su estrepitoso fracaso que los analistas no hayan apuntado en los últimos meses, y asimismo deja sin responder una cuestión de fondo: su responsabilidad por el incremento del terrorismo en el mundo, al ser responsable directa de la creación de grupos como ISIS y Al Qaeda, con el objetivo de desatar el caos y la violencia en el Medio Oriente, para ‘justificar’ con ello el intervencionismo estadounidense en la estratégica región: “Nosotros creamos a ISIS, Al Qaeda , Al Nusra y otras organizaciones para que trabajen en nuestro beneficio” indico en una entrevista al medio digital The Atlantic, el 10 de diciembre del 2014. De esta manera, los EE.UU. y Arabia Saudita financiaron a aquellos grupos criminales conformados por mercenarios, que fueron entrenados en Jordania y Turquía por agentes de la CIA y el Mossad israelí para combatir a los gobiernos considerados ‘enemigos’ de Washington, proporcionándoles ingente cantidad de armas y municiones, sin importarle en lo mas mínimo el dolor y el sufrimiento que causaron a millones de personas tanto en Siria como Irak, donde esos criminales desataron el infierno bajo el patrocinio de Washington. Hillary Clinton - quien con su histeria antirrusa y el apoyo de los banqueros judíos de Wall Street estaba determinada a iniciar la III Guerra Mundial de haber llegado a la Casa Blanca - sabía de la masacre que esos grupos iban a ocasionar y no le importó en lo absoluto. Derrotados en el campo de batalla por los bombardeos de la aviación rusa que arrasó su ilusorio ‘califato’, estos mercenarios huyeron de la región haciéndose pasar como ‘refugiados’ llegando a Europa para cometer sangrientos atentados en tierra de los ‘cruzados’. Todo ello es posible ‘gracias’ a Hillary Clinton quien los apoyó con entusiasmo. A no dudarlo que todo esto se trata de un Crimen de Guerra y merece por ello ser castigada ejemplarmente ¿A que están esperando para juzgarla y condenarla por sus abominables delitos? :(
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