Desesperado para ser admitido cuanto antes como “socio” de la OTAN, Ucrania, liderada por Volodymyr Zelensky - un cómico callejero que se ganaba de esa forma la vida antes de ser inexplicablemente elegido presidente - ha acusado sin prueba alguna a Rusia “de prepararse para invadir el país”, desencadenando una crisis internacional que obligo a Joe Biden y Vladimir Putin a tener un encuentro virtual este martes en un esfuerzo para evitar un conflicto nuclear de imprevisibles consecuencias para la humanidad. Previamente, el canciller ruso Sergey Lavrov se había reunido con su homólogo estadounidense, el secretario de Estado Antony Blinken en Estocolmo, durante la reciente cumbre de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, para discutir la creciente crisis que rodea a Ucrania, pero no llegaron a algún acuerdo y Blinken se limito a señalar en una conferencia de prensa que el discapacitado físico y mental de Joe Biden y el presidente ruso Vladimir Putin “tendrían la oportunidad de hablar directamente sobre el asunto”. Hasta ese momento - señaló irresponsablemente Blinken - la responsabilidad recaía en Rusia “para calmar la situación” con respecto a Ucrania: “Ahora le toca a Rusia reducir las tensiones actuales, revirtiendo la reciente acumulación de tropas, devolviendo las fuerzas a las posiciones normales en tiempos de paz y absteniéndose de más intimidación e intentos de desestabilizar Ucrania”. Si bien los comentarios de Blinken parecerían subrayar la gravedad de la situación, la realidad es que falto groseramente a la verdad ya que el embrollo actual sobre las acusaciones de movimientos de tropas rusas a lo largo de su frontera con Ucrania es poco más que una tempestad en un vaso de agua, una guerra de palabras impulsada por Washington y los medios de prensa en manos de poderosas corporaciones judías especializadas en realizar campañas mediáticas con el objetivo de falsificar la historia. Como sabéis, la crisis actual comenzó precisamente con esos informes fabricados por medios estadounidenses que afirmaban que la Casa Blanca había advertido a sus socios europeos que “Rusia podría estar planeando una invasión de Ucrania”. Se intensificó aún más el 20 de noviembre, cuando el general de brigada Kirill Budanov, jefe de la agencia de inteligencia de defensa ucraniana, informó a la prensa que “Rusia había acumulado más de 92.000 soldados a lo largo de su frontera y se estaba preparando para invadir entre finales de enero y principios de febrero”. Pero cuando se le presionó para obtener detalles sobre esta acumulación, se limito a señalar que Moscú mantenía unos 90.000 soldados “no lejos” de la frontera entre Rusia y Ucrania tras la finalización de los ejercicios de entrenamiento realizados en el otoño. En particular, aseguró que el Ministerio de Defensa de Ucrania, “observo unidades del 41 ° Ejército de Armas Combinadas de Rusia en una guarnición cerca de la ciudad de Yelnya, a unas 160 millas (257 km) al norte de la frontera”. Los funcionarios ucranianos también acusaron a Rusia de haber desplegado más de 2.000 soldados en la región de Donbass en apoyo de las milicias prorrusas. Desconcertado por los hechos, el gobierno de Biden expresó su preocupación por lo que denominó “la acumulación militar grande e inusual” de tropas rusas a lo largo de su frontera con Ucrania, y señaló que este tema encabezaría la agenda de Blinken durante sus reuniones en una cumbre de ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN en Riga, Letonia, entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre. Según el funcionario de más alto rango del Departamento de Estado de EE. UU. con respecto a este tema, la subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Karen Donfried, “ todas las opciones están sobre la mesa y hay un conjunto de herramientas que incluye una amplia gama de opciones” . Donfried dijo a los periodistas que Blinken discutiría estas opciones con sus homólogos de la OTAN mientras se encuentre en Riga. Luego de estas reuniones, Blinken habló con los medios de prensa allí reunido y continuo con su perorata preparada de antemano: “Nosotros [la OTAN] no sabemos si el presidente Putin ha tomado la decisión de invadir [Ucrania].Sabemos que está poniendo en marcha la capacidad para hacerlo en poco tiempo, si así lo decide. Entonces, a pesar de la incertidumbre sobre la intención y el momento, debemos prepararnos para todas las contingencias, mientras trabajamos para asegurarnos de que Rusia cambie de rumbo”. Normalmente, cuando un secretario de Estado habla de “todas las contingencias”, se acepta como código para la posibilidad, incluso la probabilidad, de una acción militar. Blinken explicó rápidamente, sin embargo, que no estaba insinuando tal cosa. “Le hemos dejado claro al Kremlin que responderemos con decisión, incluso con una serie de medidas económicas de alto impacto que nos hemos abstenido de utilizar en el pasado” dijo, lo que generó especulaciones de que EE. UU. Estaba considerando colocar a Rusia fuera del sistema SWIFT de transferencias internacionales. Pero esto se ha propuesto como una posible sanción desde el 2014 por el supuesto papel de Moscú en el conflicto de Donbass. Desde entonces, Rusia ha desarrollado una alternativa a SWIFT llamada SPFS, así como su propio sistema de pago con tarjeta , Mir. “No voy a explicar hoy los detalles”, dijo Blinken. “Probablemente, con el tiempo, compartiremos eso con Moscú, para que puedan comprender plenamente qué está en riesgo, cuáles serían las consecuencias si cometen más agresiones contra Ucrania… Trabajaremos en todos los detalles con nuestros socios y aliados”. Refiriéndose a la OTAN, Blinken dijo sin sonrojarse: “La idea de que Ucrania representa una amenaza para Rusia o, de hecho, que la OTAN representa una amenaza para Rusia, es profundamente errónea y equivocada” produciendo la carcajada de los propios periodistas que no se tragaron el cuento, porque saben muy bien quienes están realmente quienes están acumulando tropas en las fronteras de Rusia. Sobre la base de esa falacia expresada por Blinken, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, respondiendo a una pregunta sobre si las opciones militares estarían sobre la mesa si Rusia invadiera Ucrania, señaló: “Ucrania no es miembro de la OTAN y, por lo tanto, no tiene las mismas garantías de seguridad que miembros de la alianza, que tienen el compromiso de defenderse mutuamente si un miembro es atacado”. Sin embargo, dijo, Ucrania podría convertirse en miembro de la OTAN “cuando los 30 aliados acuerden que Ucrania cumple con los estándares de la OTAN” y agregó que este era un tema “para que lo decidan los 30 aliados, no Rusia”. Por su parte, Lavrov, hablando antes de su reunión con Blinken, declaró: “Nosotros [Rusia] nos hemos enfrentado a acusaciones sobre los simulacros de las fuerzas armadas rusas, que Rusia tiene en su propio territorio soberano, por países que están moviendo grandes cantidades de tropas y equipos militares desde el otro lado del océano hacia nuestras fronteras. El canciller agregó que Rusia, lejos de buscar provocar una crisis, había abogado por negociaciones con los EE.UU., la OTAN y Ucrania que se centraran en acuerdos y soluciones basadas en el consenso, pero no hallo eco de quienes buscan la guerra. El presidente Putin, hablando por separado, subrayó su intención de obtener garantías de que la OTAN no buscará expandirse hacia el este en Ucrania o desplegar armamento cerca de las fronteras de Rusia. Tales acciones, señaló, sería cruzar las "líneas rojas" lo cual no sería tolerado bajo ningún concepto, y por lo cual respondido inmediatamente. Pero cuando se le preguntó a Blinken sobre los comentarios del líder ruso, el judío respondió que podrían ser considerados “una broma de mal gusto, si las cosas no fueran tan serias”. Pero la verdadera broma está en Blinken, Stoltenberg y los halcones de la OTAN que buscan desencadenar una guerra. Para resumir la situación hasta la fecha: los medios estadounidenses acusaron falsamente a Rusia de planear una invasión, citando como “evidencia” la existencia de una guarnición ubicada a 160 millas al norte de la frontera, y Kiev se alineó inmediatamente a esa farsa. Como podéis imaginar, EE.UU. y la OTAN no tardaron en expresar serias preocupaciones sobre esta “acumulación de tropas” y señalaron que Rusia podría invadir Ucrania “en poco tiempo”. Asimismo, Washington amenazó con que “todas las opciones estaban sobre la mesa”, antes de aclarar que solo se estaban considerando sanciones económicas. El jefe de la OTAN, tras hacerse eco de las preocupaciones de los EE.UU. “por la postura militar agresiva de Rusia”, subrayó la realidad de que, debido a que Ucrania no es miembro de la alianza, el bloque militar no saldría en su defensa si era invadida. En resumen, la OTAN no se atreverá defender a Ucrania de “una invasión rusa” que por cierto, solo existe en la imaginación. Algún día en el futuro - si es que aun existimos - los analistas se preguntarán qué pasaba por las desquiciadas mentes de aquellos dementes, responsables de la crisis actual, si es que finalmente se desatase una conflagración nuclear. En cualquier otra circunstancia, este tipo de narrativa sería parte de una comedia negra. Sin embargo, los miedos irracionales y las reacciones instintivas involucradas son demasiado reales y, como tales, representan una situación que Rusia simplemente no puede ignorar :(