Con la liberación de Ucrania por el ejército ruso que avanza según lo programado y con el régimen golpista instaurado por la CIA en el 2014 que vive sus horas de agonía, pareciera que ese judío cobarde de Volodymir Zelensky vive en un mundo paralelo y desde su cómodo refugio en la embajada estadounidense en Polonia nos cuenta una ridícula historia similar a las que narraba cuando era un cómico callejero que hacía reír a la gente por unos centavos para llevarse un pan a la boca, con la diferencia de que ahora no es una comedia la que está viviendo el país por culpa suya, sino una tragedia, con el agravante que exige a los ucranianos que se ofrezcan como ‘escudos humanos’, mientras el muy miserable fue el primero en escapar. Venga ya, ¿Qué se podía esperar de una rata sionista? Lo cierto es que el líder ruso Vladimir Putin no tenía más remedio que reconocer a las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk ante el inminente ataque con armas bacteriológicas que estaba preparando el régimen golpista de Kiev con el apoyo e Washington. Al hacerlo, Moscú estaba brindando a dichos territorios rusófonos una garantía de seguridad crítica que los salvo de ser víctimas de un nuevo genocidio respaldado por EE.UU. y la OTAN, el cual se iba a iniciar a principios de marzo con la entrada de las tropas de la alianza desde Polonia si Moscú protestaba, pero Rusia se les adelantó e ingresaron primero, dejándolos descolocados y fuera de sí porque la presa se les había escapado de sus manos, negándose cobardemente a intervenir para no enfrentarse a los rusos que les habían ganado la partida, dejando abandonado al cómico “presidente” a su suerte tal como hicieron con el dictador Mijaíl Saakashvili en Georgia en el 2008, donde como recordareis, EE.UU. lo incentivo para provocar de forma suicida a los rusos, quienes como podéis imaginar, aplastaron a los georgianos sin contemplaciones y dividieron el país, mientras los estadounidenses no movieron un dedo por sus “aliados” ya que dejaron de serles útiles para sus planes. Hoy por lo visto, se repite la historia. Como sabéis, el operativo militar especial montado por Rusia en Ucrania se hizo necesario debido a la creciente ofensiva proveniente del régimen de Kiev respaldado por la OTAN. Desde semanas atrás, miles de morteros y proyectiles disparadas por los fascistas han golpeado las autoproclamadas repúblicas de Donbáss. Muchas de estas fuerzas son partidarias abiertas de las creencias que ven a los rusos étnicos en Donbáss como Untermenschen (subhumanos) y que merecen ser exterminados. Si aún no lo sabe, ha estado leyendo demasiada desinformación de los medios occidentales. Moscú se había apegado a un proceso político durante casi siete años para darle una oportunidad a la paz en Ucrania. Pero el llamado Acuerdo de Minsk nunca fue implementado por el régimen de Kiev a pesar de ser signatario de un acuerdo internacional legalmente vinculante. Las regiones disidentes de Donetsk y Lugansk no recibieron la autonomía que exigía el acuerdo de Minsk del 2015. En cambio, las poblaciones de esas regiones han estado bajo un ataque implacable durante todos estos años por parte de los golpistas ucranianos. La negación de derechos políticos y humanos a Donbáss, como el uso autorizado del idioma ruso, por parte de Kiev y su continua hostilidad militar, así como el asesinato en masa de los rusoparlantes que terminaron en fosas comunes ante el silencio cómplice de Occidente, fue a no dudarlo una campaña sistemática de genocidio. Envalentonado por la avalancha de armamento proporcionado por los EE.UU. y la OTAN, así como por la ceguera europea ante las multiples violaciones de los acuerdos de Minsk , el régimen de Kiev creyéndose impune por sus monstruosos crímenes, había repudiado abiertamente cualquier proceso de paz y seguía adelante con su campaña de “limpieza étnica” tanto por parte del ejercito ucraniano como de grupos paramilitares ultranacionalistas como el Batallón Azov y Právy Sektor, culpables de las mas espantosas matanzas. Pero a pesar de estos terribles sufrimientos, los separatistas pudieron imponerse expulsando a los criminales y declarando la independencia de sus territorios, solicitando de inmediato la ayuda rusa, que no tardo en llegar, cambiando la situación para ellos. Era evidente que la escalada de violencia en Donbáss condujo a un baño de sangre desde el 2014. Sin embargo los asesinos se reorganizaron y se prepararon para atacar con mayor contundencia “amparados” por la OTAN. Ante el inminente peligro, hasta 50.000 civiles huyeron de la región a través de la frontera rusa. Se declaró asimismo un estado de emergencia en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk debido a la extrema hostilidad y coacción del poder cortado por actos de terrorismo auspiciados por los EE.UU. y el apoyo de la OTAN. A todo ello, el vergonzoso silencio de los medios occidentales ante esa masacre organizada por Kiev durante todos estos años demostró abiertamente su complicidad de esos crímenes. Es fácil a uno ser cínico sobre la base de la desinformación y la ignorancia. No es de sorprender por ello que ahora los gobiernos y esos medios de desinformación ataquen sin cesar al presidente de Rusia por reconocer la independencia de las repúblicas de Donbáss y haber ordenado un operativo militar especial en Ucrania para salvar a los rusoparlantes de una muerte segura, desmilitarizar el país y castigar severamente a los responsables de ese genocidio. Desde entonces, Moscú fue acusado falazmente de utilizar dicho reconocimiento y enviar tropas rusas de mantenimiento de la paz “como una puerta trasera para una invasión”. En efecto y durante meses, EE.UU. y sus aliados han estado alegando hasta el paroxismo que Rusia planeaba “invadir de forma inminentemente” Ucrania. Moscú siempre había refutado las afirmaciones como acusaciones sin sentido. Ahora con la entrada de las tropas rusas en la región, al parecer Occidente puede afirmar que sus afirmaciones sobre los planes de invasión “eran ciertas”, aunque bajo el pretexto de que Moscú reconoce lo que antes era territorio ucraniano como repúblicas independientes. Esa visión distorsionada fue posible ya que prefirieron ignorar la realidad del conflicto en Ucrania y las terribles condiciones humanitarias en Donbáss, cubriendo los crímenes cometidos por Kiev con un manto de silencio. Los medios occidentales nunca informaron sobre la terrible situación que allí se vivía con objetividad o preocupación justa. Jamás hubo una portada ni mucho menos les dedicaron un minuto en sus telediarios al inenarrable sufrimiento que padecían las minorías rusófonas a manos de los golpistas. Simplemente los ignoraron de una manera perversa. Habían mantenido continuamente la narrativa propagandística distorsionada de que Rusia estaba “apoyando una rebelión sangrienta” en Donbáss como una guerra indirecta contra Ucrania. La verdad es que el régimen fascista de Kiev llegó al poder a través de un golpe de estado en el 2014 organizado por la CIA - apoyado entusiastamente por la OTAN - derrocando al presidente legitimo Viktor Yanukóvich y colocando a un títere en su lugar. Desde entonces, el régimen colaboracionista ha estado dominado por facciones ultranacionalistas que inmediatamente recurrieron a una agresión criminal contra las minorías rusófonas de Crimea y Donbáss, buscando exterminarlas completamente de la forma más rápida posible. Pero afortunadamente la rebelión de esas provincias con el apoyo ruso a sus combatientes impidió que lograsen sus viles propósitos, estallando una larga y sangrienta guerra. Afortunadamente, Crimea pudo escapar de ese trágico destino, a través de un referéndum en el 2014 y reunificarse voluntariamente con Rusia, de la cual había sido parte hasta 1954 cuando el dictador comunista soviético de origen ucraniano, Nikita Jruschov lo “regalo” a Ucrania. Es por ese motivo que el presidente ruso Vladimir Putin ante el golpe fascista ocurrido en Kiev, declaro nulo y sin valor legal esa cesión, posibilitando que regrese a la Madre Patria para algarabía de sus habitantes, quienes lo apoyaron unánimemente en la consulta. Pero en los medios occidentales eso se presento falsamente como 'una anexión ilegal' cuando en realidad para quien sabe de historia, nunca ha sido así. Pero desafortunadamente, el Donbáss tuvo que soportar casi ocho años de una brutal agresión y el asesinato en masa de gran parte de sus habitantes a manos de Kiev, que se negaba a cumplir los Acuerdos de Minsk, que lo obligaba a proteger a las minorías rusófonas del este del país. Los que pudieron resistir a ese genocidio durante todos estos años, estaban conscientes de lo que se venía y se prepararon para una nueva y devastadora ofensiva que iba a ser lanzada por los ucranianos en los próximos días, en el cual iban a ser utilizadas armas químicas contra ellos y ante esa terrible amenaza, Rusia no tuvo más remedio que intervenir para salvarlos de su desaparición. Esto fue distorsionado y vilipendiado por los medios occidentales como “una invasión rusa que estaba socavando la soberanía e integridad territorial de Ucrania”. Pero tal ridículo argumento es claramente indefendible debido a la ignorancia o indiferencia de los medios occidentales sobre la realidad de lo que ha estado sucediendo en Ucrania durante los últimos ocho años y en particular en el Donbáss. Para nadie es un secreto que los gobiernos y medios occidentales han estado apoyando a un régimen genocida cuyas fuerzas están armadas y entrenadas por los EE.UU. y la OTAN para llevar a cabo una guerra de exterminio. Había que detener ese ultraje. La valiente decisión del presidente ruso de reconocer las repúblicas de Donbáss fue una necesidad para desbaratar sus planes criminales. Ahora que las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk cuentan con el apoyo total de Rusia y sus fuerzas armadas, el régimen colaboracionista de Kiev y sus patrocinadores de la OTAN ahora no saben qué hacer. No tendría que ser así si los EE.UU. y sus lacayos europeos no hubieran interferido en Ucrania y envalentonado a un maldito judío - quien ahora es presentado grotescamente como una “víctima” - para desatar una sangrienta guerra civil. Pero dado que eso había sucedido, lo mejor que podía hacer el señor Putin era actuar inmediatamente para proteger a quienes verdaderamente lo merecen y castigar ejemplarmente a los criminales por todo el sufrimiento que han causado. No habrá piedad para esos miserables y terminaran bañados en su propia sangre. Si al final, una vez que termine todo esto, los ucranianos deciden voluntariamente volver a ser parte de Rusia como lo fueron durante siglos, nada ni nadie podrá impedirlo. Allá aquellos, cuyos aullidos de condena escuchamos en Occidente pero que no atreven a enfrentarse militarmente a los rusos - limitándose a unas ridículas sanciones y al bloqueo de sus medios de comunicación como RT y Sputnik - demostrando de esa manera su impotencia y su fracaso... Larga vida a la Santa Rusia :)