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miércoles, 27 de noviembre de 2024

EE.UU.: Una demencia congénita

Como sabéis, las discusiones en Occidente sobre la autorización de ataques con misiles de largo alcance contra Rusia son profundamente deshonestas y engañosas. Las élites políticas y mediáticas presentan argumentos profundamente defectuosos para sustentar la conclusión de que atacar a Rusia con esas armas “no cruza la línea entre una guerra por poderes y una guerra directa”. La OTAN puede tener éxito en su intento de engañarse a sí misma, pero para Moscú no hay duda de que se trata de un acto de guerra. El argumento de que Ucrania “tiene derecho a defenderse” como justificación para que la OTAN autorice ataques de largo alcance contra Rusia es muy manipulador. Se convence al público con una premisa muy razonable, basada en la aceptación universal del derecho a la legítima defensa. Una vez que la gente ha aceptado esto, se presenta como una conclusión inevitable que Ucrania debe recibir misiles de largo alcance para atacar a Rusia. El alcance de la participación de la OTAN en la guerra, como tema principal, se elimina por completo del argumento. Pero el punto de partida de un debate honesto debería ser la pregunta correcta: ¿cuándo se cruza la línea entre una guerra por poderes y una guerra directa? Se trata de misiles estadounidenses de largo alcance, cuyo uso depende totalmente de la inteligencia y la selección de objetivos estadounidenses. Serán operados por soldados estadounidenses y guiados por satélites estadounidenses. Washington no utilizó estas armas contra Rusia durante tres años porque sabía que equivaldría a un ataque directo, pero ahora los medios al servicio del establishment - desesperados por la llegada de Trump a la Casa Blanca - intentan vender la falsa narrativa de que se trata simplemente “de una ayuda militar no controvertida para permitir a Ucrania defenderse”. Es indudable que EE.UU. y sus aliados de la OTAN han decidido atacar directamente a Rusia y deberían ser honestos al respecto. Los intentos de presentarlo como si simplemente estuviera brindando “ayuda militar a Ucrania para defenderse” constituyen un esfuerzo irresponsable para avergonzar a cualquier disidente y evitar un debate serio sobre la posibilidad de atacar a la mayor potencia nuclear del mundo. Es imprescindible ponerse en el lugar del adversario y preguntarse cómo interpretaríamos una situación y qué haríamos si la situación fuera la contraria. Por todos es conocido que los EE.UU. y la OTAN han invadido muchos países a lo largo de los años, por lo que no es necesario ahondar demasiado en nuestra imaginación para plantear un escenario hipotético. ¿Cómo habría reaccionado Washington si Moscú hubiera enviado misiles de largo alcance, dependientes de la inteligencia y la orientación rusas, operados por soldados rusos y guiados por satélites rusos, para atacar a los países de la OTAN con el pretexto de ayudar a Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen u otro país a defenderse? Nos engañamos si pretendemos que esto no habría sido interpretado como un ataque directo y que, a pesar de los grandes riesgos que ello implica, EE.UU. se habría visto obligado a tomar represalias para contrarrestrarlo. Es lo que ha hecho Rusia al lanzar el misil hipersónico Oreshnik sobre Ucrania - despertando todas las alarmas en Occidente, ya que cargada de múltiples ojivas nucleares puede llegar en pocos minutos a toda Europa - para que tomen en serio sus advertencias dadas anteriormente. Entonces ¿Porque la sorpresa? ¿Creían ilusamente que no iba a cumplir su palabra? Como recordareis, en septiembre de este año, el presidente Vladimir Putin advirtió que Rusia interpretaría esto “como un ataque directo y el comienzo de una guerra entre la OTAN y Rusia, por lo que respondería en consecuencia”… Y así ha ocurrido. Como podéis imaginar, las historias inventadas en los medios occidentales sobre “miles de soldados norcoreanos que luchan en Ucrania o Kursk” se utilizan para “legitimar” el ataque a Rusia, no son más que propaganda de guerra de la OTAN, ya que si habría alguna prueba de que miles de soldados norcoreanos estuvieran luchando, hace tiempo lo hubiesen mostrado evidencias de su participación, y ello no ha ocurrido porque no lo tienen. En todo caso, un aparente entrenamiento de los norcoreanos en territorio ruso probablemente tendría como objetivo disuadir a la OTAN en caso de que vaya a la guerra contra Rusia. Sin embargo, incluso si los norcoreanos se involucran en la lucha, eso no hace que la OTAN sea menos participante en la guerra por atacar a los rusos. La renuencia de Moscú en el pasado a tomar represalias suficientes contra las escaladas graduales de la OTAN se había presentado como evidencia de la falsa conclusión de que ahora tampoco se atrevería a responder, pero se equivocaron completamente. El discapacitado físico y mental de Joe Biden sostuvo una vez que el envío de F-16 a Ucrania resultaría en una Tercera Guerra Mundial; pero esas advertencias ahora se denuncian como "propaganda rusa". El hecho de que Rusia no respondiera cuando EE.UU. cruzó esa línea en anteriores oportunidades significó que este pudo argumentar “que no se trataba de un ataque directo”. Pero las reglas de la guerra por delegación han cambiado posteriormente con la nueva doctrina nuclear rusa. El dilema ruso durante los últimos tres años ha sido el de responder a riesgo de desencadenar una Tercera Guerra Mundial o abandonar gradualmente su capacidad de disuasión y ello envalentono a EE.UU. Con cada escalada de la OTAN, Rusia se enfrentaba a un precio cada vez más alto por su moderación y había estado bajo presión para fijar una línea roja final, pero un ataque directo de la OTAN a Rusia - como puede interpretarse la autorización al régimen fascista de Kiev por parte de Washington para lanzar misiles estadounidenses de largo alcance contra su territorio - era simplemente demasiado peligroso como para que haya quedado sin respuesta. Y esta fue con el lanzamiento del Oreshnik, un misil que vuela a una velocidad de Mach 10, o 3 kilómetros por segundo, el cual no puede ser interceptado por las defensas aéreas modernas. “La característica única del sistema de misiles Oreshnik es que, en primer lugar, es un misil de alcance medio (vuela a una distancia de 1.000 a 5.500 km) y, en segundo lugar, es hipersónico, vuela a una velocidad de Mach 10 y que en minutos puede alcanzar objetivos en toda Europa. No existe en el mundo un solo sistema de defensa aérea o de defensa antimisiles capaz de interceptar esos misiles hipersónicos, subrayó el coronel retirado del ejército ruso y analista militar Viktor Litovkin. Es evidente que la guerra patrocinada por los EE.UU. y la OTAN en Ucrania ya está perdida y Washington ya admitió que sus misiles de largo alcance proporcionados a Kiev no cambiaran las cosas. Pero hay dos razones para intensificar el conflicto en este momento: seguir desangrando a Rusia y sabotear el objetivo de Trump de poner fin a los combates. Hay pruebas abrumadoras de que el objetivo primordial de sabotear todos los caminos hacia la paz y librar una guerra por poderes en Ucrania ha sido debilitar a Rusia como rival estratégico, pero fracasaron en sus planes. Incluso el traidor colaboracionista ucraniano Vladimir Zelensky reconoció en marzo del 2022 que algunos estados occidentales utilizan a Ucrania como carne de cañón contra Rusia: “Hay quienes en Occidente no les importa una guerra larga porque significaría agotar a Rusia, incluso si eso significa la desaparición de Ucrania y se produce a costa de vidas ucranianas” afirmo. Pero aun así y sabiendo que su régimen sus vive horas de agonía, insiste en un inútil enfrentamiento. Para nadie es un secreto que el momento elegido por Washington para autorizar sorpresivamente el lanzamiento de misiles estadounidenses por parte de Kiev apunta a sabotear el enorme mandato de Donald Trump de poner fin a la guerra en Ucrania. No es de extrañar que el musulmán encubierto Barack Hussein Obama también afectara las relaciones entre EE.UU. y Rusia a fines del 2016, cuando estaba entregando la Casa Blanca a Trump. Las sanciones antirrusas y la expulsión de diplomáticos rusos tenían como objetivo sabotear la promesa de Trump de llevarse bien con Rusia. Ahora ese viejo senil de Biden está siguiendo la misma estrategia al arriesgarse a desatar una Tercera Guerra Mundial para evitar que se logre la paz en Ucrania. Rencoroso y vengativo, Biden ya tenía demasiados problemas cognitivos como para postularse a la reelección, y en su demencia pretende atacar a Rusia mientras se prepara para dejar la Casa Blanca. El mundo de hoy es más peligroso que en cualquier otro momento de la historia. La decisión de EE.UU. de atacar a la mayor potencia nuclear del mundo es un esfuerzo desesperado por recuperar su primacía global, ya pérdida hace mucho. Lo que hace que esta situación sea aún más peligrosa es el absurdo autoengaño que se comete en Occidente, que los lleva a caminar como sonámbulos hacia una guerra nuclear. Si bien es cierto que a Biden le queda poco tiempo de vida, en su locura querrá llevarse consigo a toda la humanidad… Queda claro que los últimos días de su (des)gobierno en Washington prometen ser riesgosos. (Por cierto, delirantes rumores dados a conocer estas horas indican que EE.UU. proporcionaría armas nucleares a Ucrania, lo que a todas luces sería un suicidio ya que serían borrados de, mapa por Rusia en un instante, porque esas entregas no se hacen de un día para otro y además su instalación seria detectada por los satélites rusos, quienes actuarían en consecuencia ¿no os parece?)
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