El genocidio que sufre el pueblo palestino a manos de los criminales sionistas parece haber monopolizado en las últimas semanas la preocupación del mundo. Eso, pese a que el resto del Medio Oriente sigue siendo un foco de inestabilidad y las guerras civiles propiciadas por los EE.UU. y los grupos terroristas por ellos financiados
(como es el caso del denominado “Ejercito Islámico de Irak”, que siembra el terror en el norte de ese país y el este de Siria, el cual fue formado y entrenado por la CIA y la Mossad israelí), han dejado más muertos que los producidos en las últimas semanas en la pequeña franja de Gaza de 360 km2. Ese es el caso de los combates en Siria, donde los muertos suman por miles desde el inicio de la agresión por parte de grupos de mercenarios provenientes de Turquía, en su afán de derrocar al régimen de Damasco y reemplazarlo por un gobierno títere que siga los dictados de Washington.
Algo similar ocurre en Libia, con centenares de cadáveres que se comienzan a acumular en las calles de Trípoli, en la descarnada lucha entre milicias extremistas, por el control del aeropuerto de la ciudad, en un país sumido en el caos más absoluto desde el derrocamiento de Muammar Gadafi debido a una agresión criminal por parte de los Estados Unidos, Reino Unido y Francia en marzo de 2011 con el objetivo de apoderarse de sus riquezas petroleras, e instaurar “una democracia al estilo occidental” y que por el contrario, sumo a Libia en una ola de violencia generalizada que les fue imposible controlar y los obligó a una precipitada retirada, dejando al país abandonado a su suerte, en manos de los “señores de la guerra” que se repartieron los despojos a su antojo. Una clara señal de la violencia, la inseguridad y el desgobierno que se extiende por Libia es la salida frenética de las misiones diplomáticas extranjeras y la evacuación de sus ciudadanos, ante el temor de que se produzca el colapso total de las instituciones. En un bando están las milicias islamistas y sus aliados de Misrata. En el otro, las fuerzas mercenarias del exgeneral Jalifa Haftar, un hombre de la CIA, que lucha junto a las milicias de Zintan para hacerse con el control del país y ponerlo al servicio de Washington (como Al Sisi en Egipto), Las milicias de Misrata y Zintan lucharon juntas contra Gadafi, pero hoy combaten por el territorio, el petróleo y el poder político, ¿Cómo se explica el caos en que se halla sumido el país? La anarquía y la violencia política en Libia tienen su raíz en la inexistencia de instituciones de ningún género. Tras la caída del régimen de Gadafi que gobernó el país con mano firme durante más de 40 años, este quedo dividido por tensiones ideológicas, con un islamismo integrista, que antes no existía, un proceso secesionista abierto en el este (Cirenaica), y por intereses económicos que buscan el control del petróleo.
Hasta el derrocamiento de Gadafi, Libia contaba con la mayor esperanza de vida de todo el continente africano y con la renta per cápita más alta gracias al petróleo. Hoy se encuentra en la ruina total y el único comercio floreciente es el de las armas del que viven en gran medida docenas de grupos armados que luchan ferozmente entre si para apoderarse de la mayor cantidad de territorio y obtener el control de los pozos petroleros, mientras miles de desplazados huyen desesperadamente por la frontera hacia Túnez para salvar sus vidas. Si bien este lunes pudo por fin reunirse en Tobruk – una ciudad en la frontera con Egipto a 1.200 kilómetros de distancia de Trípoli y a unos 450 de la Bengasi, ciudades donde las milicias combaten encarnizadamente - el nuevo parlamento surgido en los comicios del 21 de junio, se legitimidad es nula al haber sido “elegido” con solo el 10% de los votos. El país se fragmenta irreversiblemente y a nadie parece interesarle.
Entretanto, los verdaderos culpables de esta tragedia - EE UU y sus aliados de la OTAN - se lavan las manos y dirigen su codiciosa mirada a Siberia y para ello pretenden utilizar a Ucrania como carne de cañón para sus perversos fines :(