Tal como estaba previsto - a pesar de las intensas presiones mediáticas a que estuvieron sometidos los integrantes del Colegio Electoral tanto por los poderosos grupos de interés privado, el complejo militar y de seguridad, Wall Street, los grandes bancos y el lobby judío, así como por la Casa Blanca, para que cambiaran el sentido de su voto y traicionaran a sus electores – el multimillonario Donald Trump fue ratificado abrumadoramente este lunes como nuevo Presidente de los EE.UU., el cual tomará posesión de su cargo el próximo 20 de enero. El número de los votos ha superado los 270 necesarios para que el magnate sea declarado oficialmente presidente electo por el Colegio Electoral. Para ello, Trump ha logrado el apoyo de 304 miembros de los 306 que debían votar por él, según el resultado de la votación popular del pasado 8 de noviembre. Como sabéis, cuando acudieron a las urnas ese día, los estadounidenses no eligieron al próximo presidente, sino a los 538 grandes electores que integran el Colegio Electoral, los cuales fueron los encargados de votar al próximo mandatario. Si bien los resultados serán certificados el 6 de enero en el Congreso, se trata de una mera formalidad ya que el magnate sobrepaso los necesarios para ocupar la Casa Blanca. Tras conocerse los resultados, el presidente electo escribió en su cuenta de Twitter: "¡Lo logramos! Gracias a todos vosotros, mis grandes seguidores, oficialmente hemos ganado la elección a pesar de todos los medios de comunicación distorsionados y poco rigurosos!" manifestó. De nada valió que grupos de activistas – parásitos sin oficio ni beneficio financiados por George Soros – organizasen campañas en varias partes del país en un ridículo intento por persuadir a los miembros del Colegio Electoral a hacer algo que no se ha hecho nunca en la historia de Estados Unidos: Negar la presidencia al claro ganador de las elecciones, pero fracasaron en su intento. Sin embargo, no estuvieron solos en esa demencial campaña, ya que el Criminal de Guerra y musulmán encubierto Barack Hussein Obama así como el establishment hicieron todo lo posible para evitar que Donald Trump sea nominado. Y es que las interesadas denuncias sobre el hackeo de mails comprometedores de Hillary Clinton y el ridículo argumento de que detrás de esa operación “estarían los hackers rusos y el propio Vladimir Putin para que ganara el magnate” tal como lo publico The Washington Post, resulto un boomerang para Hillary Clinton (considerada acertadamente como la Gran Ramera del Apocalipsis). La ecuación, advirtió el canadiense Michel Chossudovsky – un académico creador del Centro de Investigación sobre la Globalización (CRG) y del sitio globalresearch – es fácil de entender si se analiza a quiénes responden Trump y Clinton. "Hillary es la candidata del complejo industrial militar de EE. UU. y su agenda de política exterior no responde directamente a los intereses de un gran segmento de la América corporativa, incluyendo un sector importante de la industria petrolera", detalla. La designación de Rex Tillerson como secretario de Estado, en cambio, es una muestra del grupo al que representa Trump. Porque Tillerson es CEO de ExxonMobil y como representante de la industria petrolera tejió una sólida amistad con el Presidente ruso Vladimir Putin al cabo de múltiples negociaciones en asociación con la rusa Rosneft para explotaciones en el Mar Negro, en Siberia y en el Ártico.
Ponerlo en el lugar que hasta 2013 ocupó Hillary es toda una señal de los nuevos tiempos que quiere imponer Trump, que fustigó en la campaña la política exterior de los demócratas y especialmente el tono belicista de la gestión de Obama. No se trata de que el futuro mandatario sea de por sí un pacifista, sino de que en el establishment estadounidense hay una pelea de fondo entre dos grupos contrapuestos que pelean por la hegemonía.
Para ello se inicio en mayo una operación mediático-política con las primeras denuncias de un posible hackeo que hicieron voceros del gobierno de Obama. Gran parte de esa información se conoció, avanzada la campaña electoral, a través del sitio WikiLeaks, que publicó cientos de mails que comprometían a la candidata demócrata. Clinton salió desesperadamente con encendida furia a hacerse eco de absurdas investigaciones de la CIA sobre una imaginaria incursión cibernética rusa, para tratar de victimizarse. Lo patético de esa interesada denuncia es que ninguno de los grandes medios de comunicación ni funcionarios dijeron cuál era la fuente de esa investigación y soltaron la delirante “noticia” creada por la CIA, únicamente para tratar de detener el avance de Trump. Creyendo que asociándolo con el señor Putin - demonizado por esa misma prensa de alquiler que hoy 'celebra' el asesinato del embajador ruso en Ankara - perjudicarían su campaña presentándolo como “un agente ruso”. Si existiera algo de verdad en esas denuncias, no se entiende por qué Obama no llamó por lo menos al embajador ruso para pedirle explicaciones, algo usual en la diplomacia en casos como este. Por otro lado, la agencia que hurga en las redes cibernéticas no es la CIA sino la NSA, según reveló Edward Snowden. Y en ese organismo nadie abrió la boca hasta ahora, demostrando que todo este montaje había sido preparado.
Finalmente, existen dos testimonios que desnudan que las ediciones de estos días de diarios como The Washington Post difundieron adrede información falsa. Uno es de Craig Murray, un bloguero británico que fue por casi dos años embajador de Londres en Uzbekistán. Murray declaró que los mails que según Clinton habría perjudicado su candidatura no fueron hackeados por los rusos – como repiten hasta el hartazgo los medios occidentales - sino que fueron divulgados mediante una filtración de los propios servicios de inteligencia estadounidense, de alguien como Snowden que quería que el público conociera lo que ocurre puertas adentro del poder en los EE UU. Y dijo más, que conocía al whistlerblower (soplón) pero no iba a divulgar su nombre. La otra fuente es el fundador de WikiLeaks, hoy día asilado en la embajada ecuatoriana en Londres. Julian Assange quien declaró que los famosos cables no provenían de espías rusos sino de alguien de la CIA al que iban a proteger por seguridad. Ante los primeros ataques, Trump tildó a las denuncias de ridículas y luego fue directo al grano. "Ellos (la CIA) son los mismos que dijeron que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva y ello era falso." El miedo por la llegada del magnate a la Caa Blanca se debe a que la alianza entre la diplomacia estadounidense, los organismos de inteligencia y el régimen saudita será la primera víctima del acercamiento de Trump a Rusia. Y la industria bélica va a perder muchísimo dinero. "Bajo el liderazgo de Clinton –revela Chossudovsky– el Departamento de Estado aprobó $ 165 mil millones en ventas de armas comerciales a 20 naciones cuyos gobiernos han dado dinero a la Fundación Clinton(…) 151 mil millones de dólares de acuerdos separados por el Pentágono para 16 de los países que donaron a la Fundación Clinton, lo que resultó en un aumento del 143% en las ventas realizadas a esas naciones durante el mismo período durante la administración Bush." Mucho dinero como para rendirse sin al menos hacer un escándalo. El sistema electoral de EE UU es el mismo que crearon los "padres fundadores". Y al presidente lo elige un colegio electoral que surge de los comicios. Muy pocas veces ocurrió que el candidato con más votos electorales no haya sido el más votado en las urnas. Pero nunca se había dado que la diferencia fuera tan abismal. Hillary Clinton obtuvo el 8N más de 2,6 millones de votos que Trump, aunque solamente obtuvo 232 electores contra 302 del republicano. Si los "malditos" mails perjudicaron a Clinton, no se notó en las urnas, más bien se reflejó en que los republicanos armaron una ingeniería electoral que les permitió tener más votos en distritos clave que les preemitieron sumar más electores. Un detalle: salvo en dos estados, en el resto el que gana la elección, así sea por un voto, se lleva todos los electores. Así se entiende mejor el objetivo de la burda operación como la que se armó en torno al supuesto hackeo ruso. Para los medios occidentales vendidos al establishment, el señor Putin es “el ogro de la película” desde hace algunos años. Si además se le vinculaba de alguna forma al señor Trump, se podría lograr que algunos de los electores diesen vuelta su mandato partidario y nombren a Hillary, pero ello no ocurrió. La estrategia montada para ese fin fue un fracaso en toda regla. De esta manera, todos los desesperados intentos de los demócratas y los medios de comunicación para tratar de deslegitimar la victoria de Donald Trump se han estrellado contra un sólido muro. Que han perdido - y de que manera - lo acepta todo el mundo, salvo ellos mismos. Solo nos queda esperar el 20 de enero para ser testigos de la ceremonia de su coronación en las gradas del Capitolio. Que la CIA este preparando un golpe de Estado en su contra e inclusive trate de asesinarlo, es algo que ya se sabe, por lo que hay que tomar medidas para neutralizarlos. Nos vemos en Washington :)