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miércoles, 20 de diciembre de 2017

ARABIA SAUDITA: La implosión inevitable

Medio Oriente se encuentra en una transición geopolítica de gran inestabilidad. Los conflictos que tradicionalmente han marcado esa región se han incrementado y diversificado. Pero en el futuro cercano el foco de tensión más amenazador es el proceso irreversible de desintegración que hoy afecta al reino de Arabia Saudita. Las fuerzas que impulsan este proceso son de distinta índole. Primero están las de naturaleza económica. Arabia Saudita ocupa el segundo lugar del mundo en reservas probadas de petróleo con 266 mil millones de barriles de crudo. Uno puede pensar que ese país tiene un amplio margen de maniobra en el terreno económico. Pero aún a los gigantes se les acaba la vida. La variable clave no son las reservas, sino la capacidad de exportación una vez que se toma en cuenta el consumo doméstico. Hoy el reino Saudita consume 25% de su producción total de crudo. El 50% de su electricidad es generada en plantas termoeléctricas y el consumo de energía crece a una tasa anual superior a 8%. Por eso un estudio de Brown y Foucher (publicado en el Journal of Petroleum Science and Engineering, septiembre 2015) concluye que si se considera el crecimiento del consumo doméstico en Arabia Saudita el pico de sus exportaciones de petróleo se alcanzará en 2028. Es decir, dentro de sólo 11 años esas exportaciones comenzarían a declinar. El actual príncipe heredero, Mohammed bin Salman - traidor al Islam y con graves alteraciones mentales - promueve el llamado plan Visión 2030, cuyo objetivo es reducir el consumo doméstico de petróleo, incluso con la introducción de plantas nucleares. Pero el costo de esas plantas sigue siendo prohibitivo y el problema del refrigerante se amplifica por las altas temperaturas imperantes (aún en las zonas costeras). Muy pocos creen que las inversiones en energía solar y nuclear podrán aliviar el dilema al que se enfrenta Arabia Saudita. No sorprende que un reciente informe de Citigroup sostenga que para 2030 el reino saudita podría enfrentar una crisis por no tener suficiente petróleo para exportar. En la década 2030-2040 Arabia Saudita podría estar exportando solamente 2 millones de barriles diarios. Para un país que obtiene 80 por ciento de sus ingresos de las exportaciones de petróleo eso entraña una emergencia grave. Al deprimir los precios internacionales de petróleo en los últimos siete años Riad buscó castigar a Rusia por su apoyo a Bashar al-Assad en la guerra en Siria (patrocinada tanto por Arabia Saudita como por los EE.UU. al crear y financiar a grupos terroristas como ISIS para desatar el terror y la violencia extrema en la región y ‘justificar’ así la injerencia estadounidense) y frenar la creciente influencia de Irán en la región. Pero ese plan ha fracasado en todo nivel no solo con la derrota de ISIS y el fin de su ilusorio ‘califato’ bajo toneladas de bombas rusas, sino también porque trajo aparejados pérdidas en el ingreso por exportaciones y un deterioro de las reservas de crudo. El reino saudita también pretendía mantener su rol dominante en el mercado mundial al perturbar la extracción de petróleo basada en la controvertida tecnología de fractura hidráulica (fracking) en Estados Unidos. Pero los analistas en Washington hicieron sus cálculos y observaron que el daño era soportable para la industria del fracking en el corto plazo. Hoy con el ligero repunte en los precios internacionales la rentabilidad de la industria de fractura hidráulica ha regresado a la escena. Y los últimos acuerdos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo muestran que Arabia Saudita ha perdido su capacidad de determinar el precio internacional de crudo. Al final del juego, los ganadores de este proceso son Rusia, Irán y, desde luego, la industria del fracking en Estados Unidos. El resultado es catastrófico para los saudíes, cuya influencia decae obstensiblemente. La economía de Arabia Saudita sigue deteriorándose. La austeridad fiscal ha reducido el déficit en las finanzas públicas, pero el descontento social crece. Si a esto se agrega el malestar por la política represiva que sigue alterando el delicado equilibrio tribal en el reino, así como la reciente maniobra del rey Salman de detener a 11 príncipes y varios magnates por corrupción (posibles rivales del príncipe heredero Mohammed bin Salman), emerge un escenario en el que a corto plazo se podría desencadenar una guerra civil. Como sabéis, Arabia Saudita ha financiado grupos terroristas en Siria e Irak con el objetivo de derrocar a Al Assad y frenar la influencia de Irán. También ha reprimido brutalmente los enclaves chiítas dentro del reino (como Awamiya). Su fanatismo en contra de esta minoría le ha llevado a promover la terrible guerra en Yemen (en abierta complicidad con Estados Unidos y el Reino Unido, quienes le venden armas por el valor de cientos de miles de millones de dólares) donde se lleva a cabo un genocidio de la población que resiste a la invasión y que le ha propinado durísimos golpes. Su ejercito, a pesar de todo lo invertido en armamento, se ha mostrado incapaz de vencer a los aguerridos yemeníes y muchos analistas se preguntan que ello demuestra que a pesar de las altisonantes declaraciones de sus dirigentes contra la república islámica, no son rival alguno para Irán. De otro lado, Washington confía en lograr su independencia energética (a través del fracking) y su estrategia descansa más en promover una mayor balcanización de la región basada en divisiones sectarias y étnicas. El tradicional vínculo que Arabia Saudita ha mantenido con Estados Unidos de intercambiar petróleo por seguridad podría estar llegando a su fin. Represión interna, luchas intestinas por el Poder, guerras de agresión, errores de cálculo y el financiamiento del terrorismo tienen su propia dinámica y podrían revertirse contra Riad. El desenlace podría presentarse en un escenario de lenta disolución o más violentamente en un marco de guerra civil. Su acercamiento a los sionistas – traicionando a los palestinos, quienes sufren la brutal ocupación de sus territorios a manos de esas bestias sedientas de sangre - así como la creación de una especie de OTAN árabe dirigida contra Irán no lo salvara de su inexorable destino. De cualquier manera la implosión de este corrupto reino es inevitable :)
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