Durante las últimas décadas, EE. UU. ha creado una lista de “países enemigos” a los cuales debe enfrentar, atacar, debilitar y derrocar para ‘salvaguardar sus intereses’ lo cual se ha intensificado con la llegada de Donald Trump al poder, tal como lo vemos actualmente en Siria, Ucrania, Irak, Afganistán, Venezuela y Corea del Norte, por citar solo algunos. Esta búsqueda imperial para acabar con aquellos regimenes que no le son afectos, funciona en varios niveles de intensidad, dependiendo de dos consideraciones: el nivel de importancia y el grado de vulnerabilidad para una operación de “un cambio de régimen”. Los criterios para determinar a un país como “enemigo” y su lugar en la lista de objetivos prioritarios en la búsqueda de la preservación del dominio global de los EE.UU., así como su vulnerabilidad a un cambio de régimen “exitoso” - cuanto más sumiso a Washington mejor - depende de su ‘peligrosidad’. Como es obvio suponer, ente los “objetivos de alta prioridad” se encuentra Rusia, debido a su extraordinario poder militar y que es un contrapeso nuclear para la dominación global de los Estados Unidos. Tiene un gran ejército muy bien equipado con presencia en Europa, Asia y el Medio Oriente. Sus ilimitados recursos mundiales de gas y petróleo lo protegen del chantaje económico de Estados Unidos y sus crecientes e importantes alianzas geopolíticas con China e Irán, han limitado seriamente la expansión de los EE.UU; El siguiente de la lista a no dudarlo, es precisamente China debido a su poder económico global y al alcance creciente de sus redes comerciales, de inversión y desarrollo tecnológico. La creciente capacidad militar defensiva de China, particularmente con respecto a la protección de sus intereses en el Mar del Sur de China, sirve para contrarrestar el dominio estadounidense en Asia; A continuación se encuentra Corea del Norte, debido a su capacidad de poseer misiles nucleares y balísticos, su agresiva política antiestadounidense y su estratégica ubicación geopolítica, el cual es visto como una amenaza para las bases militares de EE. UU. en Corea del Sur, Japón y Australia. El hecho que se hayan realizado recientes conversaciones entre Trump y Kim Jong-un, en ningún modo significa que deje de ser considerado un “peligro” para sus intereses, tanto para los EE.UU. como para sus aliados regionales; Inmediatamente lo sigue Irán, debido a sus inmensos recursos petroleros, su independencia política y sus alianzas geopolíticas en el Medio Oriente, que lo han convertido en una potencia regional de gran importancia, lo cual desafía los intereses de EE.UU., Israel y Arabia Saudita, por lo que debe ser combatido con intensidad; No menos importante es Siria, debido a su posición estratégica en Medio Oriente, su partido gobernante nacionalista secular y sus alianzas con Irán, Palestina, Irak y Rusia, convirtiéndose en un eficaz contrapeso a los planes de EE.UU. e Israel de balcanizar el Medio Oriente en estados etno-tribales enfrentados. Es mas, la derrota de ISIS gracias a la intervención de Rusia e Irán (quienes junto al régimen de Damasco aplastaron a los terroristas sionistas financiados por Washington) han fortalecido su posición en la zona; Cierra esta lista de ‘enemigos potenciales’ Venezuela, debido sobretodo a sus recursos petroleros y sus políticas sociopolíticas, que desafían el modelo neoliberal implantado por los EE.UU. en los países de América Latina, y cuya Revolución Bolivariana se encuentra bajo continuo ataque por parte de Washington y sus lacayos de la región, pero que ha sabido resistir toda clase de agresiones. Aparte de ellos, EE.UU. tiene otros adversarios de nivel medio que también representan una “molestia” que es necesario suprimir y entre ellos podemos citar a Cuba, Siria, Líbano y Yemen. La hostilidad de los EE.UU. hacia sus adversarios de “alta prioridad” se expresa a través de la implantación de sanciones económicas, cercos militares, continuas provocaciones e intensas guerras de propaganda por parte de los grandes medios de (des)información mundial que se encuentran bajo control de poderosas corporaciones judías y que solo dan a conocer el punto de vista de la Casa Blanca, deformando groseramente la realidad. Con la excepción de Venezuela, los objetivos de “alta prioridad” de Washington tienen vulnerabilidades estratégicas limitadas. Irán por ejemplo, es mucho menos vulnerable. Se trata de una fuerte potencia militar vinculada a países vecinos y movimientos religioso-nacionalistas similares. A pesar de su dependencia de las exportaciones de petróleo, ha desarrollado mercados alternativos, como China, libre del chantaje estadounidense y está relativamente a salvo de los acreedores iniciados por los EE.UU. o la UE; Con Corea del Norte - a pesar del encuentro circense realizado en Singapur - nada ha cambiado hasta el momento, porque no solo se mantienen las sanciones económicas paralizantes impuestas a su régimen y la población civil, sino que Pyongyang conserva su arsenal nuclear como un elemento disuasivo frente a un ataque militar de los EE. UU. Y es que nada impedirá que Kim Jong-un mantenga sus misiles sino quiere terminar como el libio Moammar Gadhafi quien creyó ilusamente en los “cantos de sirena” de Occidente, pero una vez desnuclearizado, se deshicieron de el de una manera atroz. A diferencia de Venezuela, ni Irán ni Corea del Norte se enfrentan a ataques internos significativos por parte de una oposición interna armada o financiada por los EE.UU. y todos sus intentos han terminado en un rotundo fracaso; En el caso venezolano como citamos líneas arriba, es el país más vulnerable dentro de su lista de enemigos de “alta prioridad” debido a su grave dependencia por los ingresos petroleros de sus principales refinerías ubicadas en los EE. UU. A ello agregamos sus altos niveles de endeudamiento, que rayan en incumplimiento. A ello hay que añadir tanto la existencia de grupos de oposición (cuyos métodos de salvajismo se pueden comparar perfectamente con los de ISIS) todos ellos financiados por Washington con el objetivo de crear el caos y la violencia en sus calles, como el creciente ‘aislamiento’ de Caracas en América Latina debido a la hostilidad orquestada por gobiernos títeres pro-estadounidenses como Argentina, Brasil y Méjico. Entre ellos podemos citar también a Colombia, quien acaba de ‘integrarse’ a la OTAN, mediante el los EE.UU. y sus ‘aliados’ de la alianza trataran de desestabilizar a Venezuela con sus ya anunciadas ‘maniobras militares’ a realizarse en los próximos meses frente a sus costas; En relación a Rusia, la situación es completamente distinta, ya que es una superpotencia nuclear que tiene plena capacidad militar, un poderoso arsenal que equipara - e incluso supera - al de los EE.UU., así como de un formidable y bien entrenado ejercito como para disuadir cualquier amenaza militar directa proveniente de Washington o de sus ‘aliados’. Sin embargo, Moscú es políticamente vulnerable a la propaganda mediática respaldada por los EE.UU., los partidos políticos ‘de oposición’ y las ONG financiadas por Occidente. A ellos podemos agregar a los oligárquicos multimillonarios rusos - todos judíos - vinculados a Londres y Wall Street, quienes ejercen cierta presión contra las iniciativas económicas independientes. En un grado limitado, las sanciones estadounidenses explotaron la dependencia anterior de Rusia de los mercados occidentales, pero desde la imposición de sanciones draconianas por el régimen del musulmán encubierto y ‘califa’ de ISIS, Barack Hussein Obama, Moscú ha contrarrestado eficazmente la ofensiva de Washington diversificando sus mercados en Asia y fortaleciendo la autosuficiencia nacional en su industria agrícola y alta tecnología, por los que las sanciones ya no tienen el mismo efecto que antes; En cuanto a China, tiene una economía de clase mundial y está en camino de convertirse en la superpotencia del siglo XXI. Es por ello que las recientes sanciones comerciales impuestas a China simplemente han expuesto la debilidad de Washington tratando de intimidar a Beijing, pero no lo ha conseguido, ya que China ha respondido a esas provocaciones y las amenazas, mediante la expansión de su poder de mercado económico a nivel global, el aumento de su capacidad militar estratégica y su cada vez menos dependencia del dólar. Es por ese motivo que estos objetivos de “alta prioridad” de Washington - exceptuando Venezuela, es bueno recordarlo - no son vulnerables a un ataque frontal del Imperio, ya que se encuentran preparados para hacer frente a Washington y sus ‘aliados’ en cualquier terreno. A corto plazo, no es ilógico pensar que la Casa Blanca endurecerá las sanciones contra los mas ‘débiles’ de esta lista, como Corea del Norte y Venezuela, con perspectivas dudosas de éxito en la primera y una posible victoria pírrica en el caso de Caracas. En lo que se refiere a Irán, los aliados de EE. UU. en la región como Arabia Saudita e Israel, intentaran desestabilizar a los persas con sus continuas amenazas, pero sus temores de que una guerra contra Irán, al poseer el ejercito mas poderoso de la región pueda vencerlos en el campo de batalla, los obliga a trabajar en conjunto para tratar de contrarrestarlo. Los saudíes y los israelíes pueden bombardear y matar de hambre a las poblaciones de Yemen y Gaza, que carecen de la capacidad de responder a estos criminales ataques, pero Teherán es otro asunto. En tanto, los políticos y propagandistas en Washington no se cansan de seguir inventando truculentas historias acerca de la ‘interferencia’ de Moscú en el corrupto sistema electoral de los EE. UU. , pero no pueden contrarrestar la creciente influencia de Rusia en el Medio Oriente y su comercio en expansión con Asia, especialmente con China, su socio potencial y que juntos conforman el Nuevo Orden Mundial, donde Washington no tiene cabida. Por consiguiente los objetivos “prioritarios de los EE.UU. en relación a aquellos países - que juntos lo superan ampliamente - son inalcanzables a sus amenazas e invulnerables a sus ataques. Por el contrario, Washington puede intervenir y quizás infligir daños severos en aquellos países “de prioridad media y baja”. Sin embargo, hay varios inconvenientes en un ataque a gran escala. Como sabéis, Yemen, Cuba, Líbano, Nicaragua y Siria no son naciones capaces de dar forma a las alineaciones políticas y económicas globales. Lo más que EE.UU. puede hacer en estos países vulnerables son unos cambios de régimen brutales con pérdidas masivas de vidas, destrucción total de su infraestructura y millones de refugiados desesperados, pero a un alto costo político, con inestabilidad prolongada y con graves pérdidas económicas. Lo vemos actualmente en Libia, Afganistán e Irak, convertidos en países fallidos - divididos entre los “señores de la guerra” que se encuentran ferozmente enfrentados entre si - por “obra” de los EE.UU. Como podéis notar, este breve examen de la “lista de enemigos” de Washington revela que sus posibilidades de éxito son limitadas incluso entre los objetivos mas vulnerables. Mientras los aliados de EE. UU. como Arabia Saudita, gastan enormes cantidades de dinero atacando a una nación devastada como Yemen (en una guerra que aun así no pueden ganar), sus poderosos adversarios, ya sea China, Rusia e Irán, no son vulnerables a sus ataques y ofrecen al Pentágono pocas perspectivas de una conquista militar en el futuro previsible. Las listas de “enemigos” son fáciles de redactar, pero las políticas efectivas para enfrentarlos con éxito son difíciles de implementar contra rivales con economías dinámicas y una poderosa preparación militar. Para nadie es un secreto que la decadencia de los EE.UU. es inevitable y ningún demente que por más que se mire en un espejo y en su insania se crea ‘el emperador del mundo’ imponiendo sanciones económicas y comerciales, así como provocando guerras a diestra y siniestra, para intentar mantener un predominio global que se le escapa de las manos, podrá cambiar esta situación :)