A medida que Biden se rodea de elementos abiertamente hostiles a Moscú antes de su asunción al cargo el 20 de enero, no parece probable que la fría relación existente actualmente entre EE.UU. y Rusia se deshiele pronto. Como anticipo a ello, Moscú ya está adoptando una política de disuasión para contenerlo. En efecto, en una entrevista realizada la víspera de Navidad, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Ryabkov, criticó duramente la política estadounidense hacia su país. Al discutir la ronda más reciente de sanciones económicas impuestas por Washington contra Moscú, Ryabkov acusó a los EE. UU. De "satisfacer las necesidades internas de aquellos interesados en generar una escalada ininterrumpida de tensiones en las relaciones con Rusia, y hacerles saber que Washington no tiene la mínima intención de frenar su campaña anti-rusa”. Al señalar que "el próximo presidente de EE.UU. recibirá un legado muy difícil", Ryabkov declaró que "no estoy seguro de que aquellos que entraran a la Casa Blanca el 20 de enero [cuando Joe Biden preste juramento] estén dispuestos seriamente a mejorar sus relaciones con Rusia, y por el contrario, se están moviendo de mal en peor”. Cabe resaltar que los comentarios de Ryabkov no pueden verse de forma aislada, sino que deben examinarse en el contexto de las últimas dos décadas, durante las cuales EE.UU. ha estado atacando airadamente al presidente ruso Vladimir Putin por el "delito" de haber restaurado la grandeza imperial de Rusia y que hoy sea una superpotencia en el mundo, a diferencia de la época tormentosa que se vivía tras la desaparición de la Unión Soviética y los años de desgobierno por parte de Boris Yeltsin. Desde la perspectiva egoista de EE. UU. Yeltsin fue un activo obediente que buscó la estabilidad rusa a través de la implementación de una reforma de mercado defectuosa que sacrificó la democracia, permitiendo que la "liberalización económica" se transformara en una versión rusa del capitalismo estadounidense del siglo XIX. Luego de años de ver a EE.UU. pisotear a una Rusia postrada, fraguar elecciones y humillar a Yeltsin en llamadas telefónicas en las que le rogaba a su homólogo estadounidense, Bill Clinton, que le diera a Rusia un mínimo de respeto, Vladimir Putin tomó las riendas del poder sucediendo a Yeltsin. Y allí todo cambio para el mundo. Como sabéis, Putin ganó las elecciones presidenciales del año 2000 y nunca ha vacilado en su visión de restaurar a Rusia en su posición legítima de ser una de las grandes potencias del mundo. Esto ha sido una irritación constante para Washington - que pretendía mantener a Rusia como un estado servil luego de la Guerra Fría donde termino como una nación "derrotada" tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética - y cuyas ambiciones eran que Moscú debía estar permanentemente subordinada a la alianza "victoriosa" entre EE.UU. y la OTAN, pero fracaso miserablemente en su intento. Mientras Biden se rodea de un elenco de elementos rusofóbicos cuyo único enfoque es la mejor manera de intentar socavar la legitimidad del presidente ruso, se debe prestar atención a las palabras y evaluaciones ofrecidas por Ryabkov. “El futuro no será aquel donde EE.UU. dicte las opciones políticas a una Rusia que espere entre bastidores para acatar sus órdenes como en tiempos de un debilitado Yeltsin. Rusia ya no se quedará de brazos cruzados esperando a que EE.UU. haga lo que le de la gana, sino que lo tratará en lo que se ha convertido: un actor maligno que debe ser disuadido firmemente. Es EE.UU., no Rusia, quien hoy puede catalogarse como el 'Imperio del Mal'. Las declaraciones de Ryabkov no son una amenaza; de hecho, dejó muy claro que Moscú está listo y dispuesto a trabajar con Washington para mejorar las relaciones pero en igualdad de condiciones sin imposiciones de ninguna especie. "Si en cualquier etapa del desarrollo del proceso de su pensamiento sobre Rusia, Washington demuestra que está dispuesto a tratar de despejar el camino en al menos algunas áreas, no los haremos esperar", señaló Ryabkov. “Estamos listos para eso. Pero no les vamos a rogar que lo hagan. Necesitamos tener buenas relaciones con EE.UU. tanto como ellos deben tenerlos con nosotros. Deben ser plenamente conscientes de eso” expresó. El vicecanciller declaró asimismo que “depende de los estadounidenses elegir cómo, cuándo y qué se debe hacer con nuestras relaciones bilaterales. No estamos iniciando ningún contacto con el equipo de transición de Biden y no lo haremos .Si están interesados en hacerlo, serán bienvenidos, conocen todas las direcciones”. Pero Ryabkov no se mostró optimista ante ningún cambio proveniente de la nueva administración, y señaló que "[sería] extraño esperar algo bueno de las personas, muchas de las cuales han construido sus carreras sobre la rusofobia y arrojar barro a mi país. Rusia estaría considerando un enfoque de dos vías hacia las relaciones con los EE. UU. uno que fue impulsado por la realidad de que " la política estadounidense sobre Rusia es profundamente hostil y contraviene nuestros intereses fundamentales. Como tal, Moscú estaría buscando una disuasión total de Washington en todas las áreas. La segunda vía sería un ‘diálogo selectivo’ que involucraría solo aquellas áreas que son interesantes para nosotros, no las que les interesan solo a ellos" aseveró. Ryabkov recogió el uso por parte de Biden del término "adversario" al describir a Rusia. “Si son adversarios” dijo, “deberían estar en su trinchera, mientras nosotros haremos todo lo posible para empeorar las cosas y hacerles más difíciles. Esta es la esencia de la política de EE.UU. sobre Rusia, eso está muy claro. De esto es de lo que deberíamos proceder y no nos hacemos ilusiones sobre con quién estamos tratando en el otro lado. La situación persistirá por completo bajo la nueva administración" señaló. Rusia fue paciente con Trump, operando bajo la creencia errónea de que el actual titular buscaba mejores relaciones. Pero no más. Como señaló Ryabkov, "sé con certeza que no había interés alguno en querer normalizar las relaciones con Rusia cuando Trump estaba en el cargo, ya que con sus actitudes solo las empeoro. Sin embargo, la puerta que conduce al mejoramiento de las relaciones permanecerá abierta, si EE.UU. decide que quiere entrar. Pero ya no permanecerá abierto, con Rusia esperando como una chica para ser plantada en la noche de graduación. Esos días se acabaron para no volver jamás. Esta es la nueva realidad con la que Biden y su camarilla de asesores rusófobos van a tener que lidiar en el futuro, una realidad pragmática que ya no busca ni desea una base de amistad sobre la cual conducir las relaciones” puntualizó. En cuanto a SolarWinds - atribuido groseramente a Rusia - ha llevado a declaraciones sobre la necesidad de que el Biden responda a lo que se ha llegado a comparar con "un acto de guerra". Pero debe proceder con cautela, no sea que la retórica se convierta en realidad. Y es que a raíz de las revelaciones sobre el impresionante ciberataque que ha expuesto las redes informáticas de múltiples departamentos y agencias gubernamentales de EE. UU., junto con las que pertenecen a más de 17.000 clientes corporativos civiles, la retórica antirrusa ha alcanzado nuevas alturas en Washington. Si bien aún no se ha hecho una atribución formal al pirateo, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) ha culpado sin prueba alguna que lo sustente a "hackers patrocinados por el estado ruso", y el senador Richard Blumenthal, luego de una sesión informativa clasificada sobre el asunto, tuiteó irresponsablemente que la sesión informativa trataba sobre "El ciberataque de Rusia". Otros senadores han llevado la retórica a otro nivel. “Se trata prácticamente una declaración de guerra por parte de Rusia a los EE.UU.” dijo Dick Durban, quien agregó que “se debe tomar en serio.” Otro senador,Chris Coons, señaló que "es bastante difícil distinguir esto de un acto de agresión que se eleva al nivel de un ataque que puede calificarse como un acto de guerra".A su turno, Marco Rubio declaró que "EE.UU. debe tomar represalias, y no solo con sanciones". Como podéis notar, estas desaforadas declaraciones, que vienen de ambos lados del espectro político, prevén una confrontación inminente entre el discapacitado físico y mental Joe Biden - que está programado para tomar posesión el 20 de enero - y el presidente ruso Vladimir Putin. “Me he enfrentado cara a cara con Putin”, declaró Biden durante el primer debate entre él y el presidente Donald Trump, en septiembre del 2020, “y le dejé claro: no vamos a aceptar nada de esto.. "Biden luego llamó a Trump "el cachorro de Putin", lo que implica que el titular era blando con Rusia. Un artículo publicado por NBC News llegó a declarar que Biden pondría a Moscú "una correa más estricta". En sus comentarios iniciales tras las revelaciones sobre el SolarWinds, Biden señaló que "no había evidencia de que esté bajo control", y agregó que "la cuestión del daño causado aún está por determinar". Asimismo declaró que abordar el tema de la seguridad cibernética sería un "enfoque abrumador para mi administración", y agregó que los piratas informáticos "pueden estar seguros de que responderemos de la misma manera". Si bien se muestra reticente a revelar detalladamente cuales serian sus planes de represalia, fuentes cercanas a Biden dicen que está considerando nuevas sanciones financieras, así como ciberataques encubiertos contra la infraestructura rusa. Esto está en consonancia con las amenazas proferidas por Biden, detalladas por primera vez en julio del 2020, cuando dijo que “cualquier interferencia electoral por parte de Rusia tendría sus consecuencias”, señalando como opciones la imposición de sanciones, congelación de activos y el despliegue de armas cibernéticas, “en caso de que se detecte tal actividad”. Pero la realidad no es tan sencilla. "Rusia es mucho más poderosa hoy que hace 20 años, y es mucho más poderosa hoy que hace cuatro años", señaló Michael McFaul, ex embajador de EE.UU. en Rusia durante la administración Obama, citado por NBC News . Las sanciones económicas, impuestas tanto por la Unión Europea como por EE.UU., no han logrado alterar la política rusa hacia Ucrania y Crimea (parte integral e indisoluble de Rusia). Además, las sanciones en general han alcanzado su límite de eficacia sin llegar a apuntar al sector energético crítico ruso. Dado el importante papel desempeñado por Moscú en términos de seguridad energética global, cualquier sanción que apunte a la producción y exportación de petróleo y gas de Rusia tendría un impacto perjudicial en la economía global y podría provocar una confrontación militar de insospechadas consecuencias para el mundo. Biden también haría bien en tener en cuenta que nada ocurre en el vacío. En junio del 2019, el New York Times informó que EE. UU. Había lanzado un ciberataque sin precedentes dirigido a la red eléctrica de Rusia, en el que se insertó de manera encubierta malware que permitiría a Washington cortar la energía a voluntad en tiempos de crisis. El anuncio del ataque estaba destinado a ser una advertencia para el presidente Putin. Visto así, se puede alegar que el ataque de SolarWinds que se atribuyó a Rusia es su respuesta, una clara señal de que Moscú puede penetrar las ciberdefensas estadounidenses a voluntad. Rusia podría haber advertido de esa manera a Biden de que cualquier continuación de los ciberataques de EE.UU. contra Rusia se resolverá de la misma manera. Ya sea que estas acusaciones sean ciertas o no, una cosa está clara: cualquier esfuerzo por intentar colocarle una correa a los rusos puede resultar en que la mano estadounidense reciba una grave mordida. Si guerra quieren, la van a tener :)