A medida que pasen los días, cada vez el mundo estará más consciente que el militarismo y las agresiones estadounidenses se intensificaran bajo la presidencia del discapacitado físico y mental de Joe Biden que hoy asume el mando, quien será manejado como un títere por las fuerzas demoníacas del Deep State, que no espera la hora para ponerlas cuanto antes en practica luego de una pausa de cuatro años - que les pareció eterna - bajo el gobierno saliente de Donald Trump. Quien lo dude, solo recuerde el prolongado e infame papel de Biden primero en el Senado y posteriormente como vicepresidente, donde demostró su leal e incondicional apoyo a las guerras de agresión desatadas en el pasado por los EE.UU. Otro ominoso indicador de ello es haber escogido para su “nuevo” gabinete a prominentes figuras reaccionarias del gobierno del Criminal de Guerra y musulmán encubierto, Barack Hussein Obama, quienes fueron entusiastas promotores del intervencionismo militar en Libia y en Siria. Es por ese motivo, que con Biden los traficantes de la guerra estarán la mar de contentos porque encontraron a un instrumento dispuesto para poner sus planes militaristas en marcha. Como sabéis, durante los debates presidenciales, Biden expresó una inflexible hostilidad hacia China y Rusia, lo cual demuestra su mentalidad totalmente propagandizada y a favor de desatar una guerra en el mas breve plazo posible. Por ello no es de extrañar que continúe con las mismas políticas agresivas en las que EE.UU. se ha embarcado durante generaciones donde quiera que estén sus intereses, es decir, su acceso a los mercados y a los recursos. Es por ello que al ser desafiado por otras naciones - en particular Rusia y China - EE.UU. estará siempre listo para emplear la fuerza pasando por encima del derecho internacional como siempre lo ha hecho en reiteradas oportunidades. Fueron los demócratas quienes se involucraron y llevaron a cabo la Guerra de Vietnam y que bajo el gobierno de Clinton atacaron a Yugoslavia destruyéndola con el propósito de dividirla y crear enclaves de la CIA en su territorio - como Kosovo - en su enloquecido empeño de rodear a Rusia, al que demonizan porque bajo el liderazgo de Vladimir Putin se ha enfrentado firmemente a la hegemonía norteamericana, propiciándoles serias derrotas a sus planes agresivos tanto en Siria como en Ucrania. No hay que olvidar por cierto, que fue Obama quien inició el "pivote hacia el Pacífico" eufemismo que ellos emplean para disfrazar su agresión contra China cuya economía en alza y creciente influencia en los asuntos internacionales no pueden tolerar. Vale recordar ¿quiénes iniciaron la guerra contra Siria (mediante el financiamiento de grupos terroristas como ISIS y Al Qaeda) y asimismo atacaron y destruyeron Libia? Fueron los norteamericanos quienes proclaman hipócritamente que ellos “lo hacen por la libertad” y defendiendo la libre competencia, pero sabemos lo que eso significa cuando esta los coloca en una posición superior y que luego para mantenerse allí, están dispuestos a amenazar y atacar al mundo si es necesario; Paradójicamente, existe una serie de agudos problemas internos en los EE.UU. que de ninguna manera tratara de resolver, ya que no tiene soluciones que ofrecer, excepto la guerra. Cabe destacar que bajo el gobierno de Trump, las relaciones de EE.UU. con China cayeron en picada y esta tendencia se incrementará indudablemente durante Biden, quien esta inclinado por desatar una serie de conflictos en todo el mundo. Si en realidad alguna vez hubiera estado preocupado por la paz habría denunciado las políticas agresivas de Trump hacia Rusia y China; Por el contrario, Biden exigía respuestas mas radicales que ahora podrá poner en practica, rodeándose de los elementos mas execrables y reaccionarios de los años de Obama, todos ellos por cierto, criminales de guerra. Es mas, la retórica de Biden contra China es aún más hostil que la de Trump. Para nadie es un secreto que el Partido Demócrata esta controlado por facciones del complejo corporativo-militar que tratara de reiniciar y expandir la hegemonía norteamericana, detenidas durante Trump, que a diferencia de sus antecesores no propicio una guerra. Por lo tanto, debemos esperar que con Biden se aceleren las provocaciones norteamericanas contra China y como estos lo han advertido ya varias veces durante estos últimos meses, el estallido de una guerra es muy posible - incluso una probabilidad - y Taiwán sería el detonante. Es sabido que las guerras propiciadas por los estadounidenses son precedidas siempre por intensas campañas de propaganda aterradora y de odio que pretenden que sus aliados la asuman y la corroboren. Esta campaña la vemos llevándose a cabo en todas las naciones de la OTAN y especialmente en los denominados países de los Cinco Ojos: EE.UU., Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda. Tal es así que hasta ahora en gran medida ha tenido éxito en manipular a la ciudadanía de aquellos países para que apoyen una guerra sea contra China, Rusia o Irán, a los que acusan sin prueba alguna de todos los males habidos y por haber, para ‘justificar’ así una guerra de agresión. Lo hicieron impunemente contra Irak y Libia, derrocando a sus gobiernos legítimos y colocando a elementos colaboracionistas en su lugar. Quisieron repetirlo en Siria, pero la firme intervención rusa desbarato todos sus planes criminales. Hoy buscan repetir el mismo método. Para tal efecto, los aliados de Washington están siendo alineados con los nuevos planes militaristas de Biden. Por ejemplo, el Reino Unido de Boris Johnson, está comprometiendo desde ya miles de millones de libras esterlinas en armamento. Canadá hace lo mismo del mismo modo. Y vemos el infame papel de Australia, que ha desatado un brutal ataque propagandístico contra China. Entretanto y a modo de engaño, Biden ha mencionado que extenderá el tratado New START con Rusia que limita el armamento nuclear estratégico. A primera vista podría significar que busca un mejoramiento en las relaciones entre Washington y Moscú, pero, sabemos por la historia pasada que los EE.UU. siempre tratará de debilitar las defensas de Rusia al tiempo que fortalece las propias. De tal modo que uno tiene que preguntarse por el cinismo de las declaraciones de Biden a este respecto. Este es un tipo que es jefe de un partido que pasó los últimos cuatro años condenando a Trump acusándolo de ser “un agente ruso” y alegando que Rusia intervino en los EE.UU. “interfiriendo en sus elecciones”. Nada de eso es cierto. Sabemos que no se puede confiar en los norteamericanos, quienes se niegan a cumplir los tratados internacionales firmados por ellos mismos desconociendo sus obligaciones a su antojo, por lo que no son de fiar. Si bien Trump antagonizó con sus aliados de la OTAN, vapuleándolos continuamente por no incrementar el gasto militar, Biden seguirá la misma tendencia ya que es más intervencionista y militarista que su predecesor, y acelerara la planificación militar y los preparativos para una guerra contra Rusia con la cual todos ellos estaban de acuerdo en realizar. Y es que a grosso modo, sus aliados de la OTAN comparten el objetivo estadounidense de destruir a su ancestral adversario, particularmente el Reino Unido y Alemania. La primera sueña restaurar su antiguo imperio y esta última nunca ha abandonado sus pretensiones de dividirla, cosa que Adolph Hitler no pudo conseguir. Es la misma idea retomada por la OTAN cuando derrocaron en Ucrania al gobierno del Presidente constitucional Víctor Yanukovich en el 2014, reemplazándolo por el mafioso de Petro Poroshenko, quien facilitaría el traslado de las tropas de la OTAN a Siberia, un extenso y casi despoblado territorio ruso que va desde los Urales hasta el Pacifico y que es codiciado por Occidente por sus inmensas reservas de gas y petróleo, pero su plan fracaso abrumadoramente gracias a Rusia. A ello se debe que la maquinaria militar de los EE.UU. y la OTAN haya decidido incrementar rápidamente sus fuerzas en Europa Oriental, así como su logística, sus depósitos de armamento y ejercicios militares. Recientemente, los alemanes realizaron un ejercicio conjunto con los estadounidenses simulando un ataque nuclear a Rusia. Este empeño sin duda alguna se acelerará con Biden ni bien asuma el cargo. Quien se pregunte porque la conducción de las relaciones internacionales de los EE.UU. pareciera ser una constante al margen de quién esté en la Casa Blanca como presidente, ello se debe a que está dentro de la naturaleza de ser una nación imperialista y a consecuencia de su sistema económico que requiere el aumento constante de ganancias a toda costa. EE.UU. es el epítome del estado capitalista. En esencia, se trata de un estado corporativo, armado hasta los dientes, que es brutal y desprecia a todo el mundo, al derecho internacional y está dispuesto a destruir a cualquier nación que se le oponga en su camino. Como ellos mismos proclaman: “EE.UU. no tiene amigos, solo intereses”. Además, mantener el relativo buen nivel de vida de los estadounidenses depende de la hegemonía norteamericana - que hoy esta en decadencia - se mantenga y por ese motivo al verse en peligro, su agresividad se incrementará. Si bien es cierto que China y Rusia han estado fortaleciendo una alianza estratégica para el desarrollo económico global y la seguridad, lo cual podría verse como un contrapeso crucial a las ambiciones desestabilizadoras y hegemónicas norteamericanas, esa alianza no ha tomado la forma de una alianza militar, aunque los líderes de ambos países no han descartado eso para mas adelante, lo que ha generado gran preocupación en Washington que de seguro intentara que ello no se materialice, pero lo que no tiene en cuenta es que su política agresiva solo acelerara tal posibilidad. Para cambiar la conducta exterior estadounidense y que se rija según el derecho internacional, se necesitaría ante todo, una revolución en los propios EE.UU., aunque no existe ninguna perspectiva que ello pueda suceder ahora. Y es que en realidad, no existe dentro de los EE.UU. una oposición efectiva para llevar a cabo ese cambio fundamental de su política exterior, que es contrario a su intento de imponer su hegemonía en el mundo por más que ahora el país se encuentre en un rumbo peligroso. Es mas, quienes se atreven a pedir ese cambio son marginados por los grandes medios de comunicación y en consecuencia, no tienen ninguna influencia real entre una población idiotizada por una sofisticada maquinaria propagandística que busca controlar sus mentes, ocasionando que la censura en las redes sociales este siendo incrementadas y las pocas voces críticas que existen vayan siendo silenciadas. Donald Trump - cuyas cuentas han sido bloqueadas - es un claro ejemplo de ello. En suma, se requerirá de una derrota militar de los EE.UU. para que se produzcan las condiciones necesarias para los cambios que se requieren y quizás eso suceda - como China lo ha señalado una y otra vez - si Washington decide tomar el control directo de Taiwán o si son atacados intentando arrebatarles el control del Mar del Sur de China, lo cual desataría la guerra donde los estadounidenses tienen todas las de perder. Pero un conflicto de tal magnitud entre dos potencias nucleares tendría terribles consecuencias para la humanidad y ocasionaría verdaderos realineamientos de poderes no solo en los EE.UU., sino también en el resto del mundo... Claro, si es que sobrevivimos a la guerra :(