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miércoles, 7 de julio de 2021

CANADÁ: El horror del silencio

Mientras Occidente critica a China por el trato bestial que da a su población musulmana en Uiguristán (Xinjiang), permanece silencioso a medida que se encuentran más fosas comunes de niños indígenas en las escuelas católicas de Canadá. La hipocresía es impresionante y descarada. Como sabéis, en los últimos días se han encontrado 1.100 tumbas mas, lo que se suma al creciente escándalo nacional tras el descubrimiento de 215 cuerpos en una escuela hace varias semanas, lo cual ha generado violentas protestas de los indígenas quienes han quemado iglesias católicas a lo largo del país, que ha sido condenado por el Primer Ministro Justin Trudeau quien ha denunciado la ola de incendios provocados y vandalismo en curso contra las iglesias: “Es inaceptable y erróneo que se estén viendo actos de vandalismo e incendios provocados en todo el país, incluso contra iglesias católicas", dijo Trudeau el viernes, a menos de 24 horas de que los manifestantes derribaran las estatuas de la reina Isabel II y la reina Victoria en Winnipeg, sin ninguna interferencia de la policía. Los últimos actos de vandalismo siguieron a una serie de ataques contra iglesias católicas construidas en tierras de las Primeras Naciones. Al menos siete iglesias se han incendiado en las últimas semanas, desde el sombrío descubrimiento de las tumbas sin nombre en sitios donde solían operar las escuelas residenciales dirigidas por católicos y que fueron establecidos a finales del siglo XIX por el gobierno canadiense con el objetivo de borrar la cultura indígena y donde los niños fueron sometidos a aberrantes abusos físicos, psicológicos y sexuales. Se estima que miles de ellos murieron durante su estancia en los internados. Los recientes hallazgos revelan un lado más oscuro de la historia de Canadá, uno del que el mundo ha sabido poco. No cabe duda que durante un largo período de tiempo, este “amable y pacifico país” fue escenario de algunos de los mas abusos espantosos contra los derechos humanos. Sin embargo, todas estas revelaciones desagradables se producen en medio de un renovado impulso de Ottawa, junto con sus socios de Occidente, para acusar a China por sus crímenes cometidos contra su minoría musulmana, cometiendo abusos similares. Es indudable que las monstruosidades que realiza Beijing contra los uigires deben ser firmemente condenados por la comunidad internacional, y de la misma manera deben serlo las atrocidades descubiertas en el Canadá, pero en este caso optan por un silencio cómplice, similar al trato que dan a Turquía (su socio de la OTAN) por las matanzas de millones de armenios y kurdos a manos de Ankara y que hasta el momento han quedado impunes. Para quien está informado de los hechos, es conocido el continuo enfrentamiento entre la ONU y China por el caso de Uiguristán, pero lo irónico es que si estas tumbas se hubieran encontrado en territorio chino con evidencias tan explícitas como las descubiertas, todos los países habrían denunciado universalmente a Beijing de cometer crímenes contra la humanidad o incluso de genocidio. Sin embargo, al tratarse del Canadá prefieren mirar a otro lado, condenando - eso sí - los actos de vandalismo cometidos por los indígenas durante los últimos días. A su turno, el gobierno, obligado por la violencia desbordada, ha accedido a ofrecer disculpas a los indígenas por el sufrimiento de sus ancestros, como si ello fuera suficiente. Por cierto, tratándose de Canadá, una simple ‘disculpa’ parece satisfacer a la comunidad internacional, sin que los perpetradores rindan cuentas de sus crímenes. Sin embargo, los descubrimientos son significativos, ya que redefinen por completo nuestra comprensión de Canadá y su pasado. Y más particularmente, arrojan luz sobre la naturaleza de la 'anglosfera': los países derivados del Imperio británico: Australia, Canadá, Nueva Zelanda y los EE.UU. Unidos, además del Reino Unido. Estos cinco países, están unidos no solo por la herencia común y el legado del imperialismo británico, sino por un celo unificador de excepcionalismo moral absolutista, así como un derecho autoproclamado para vigilar y dictar los asuntos mundiales haciendo cumplir sus valores a nivel mundial. A pesar de que estos países se han construido a sí mismos y su riqueza sobre la opresión y el exterminio de sus poblaciones indígenas, con frecuencia se han descrito a sí mismos “como salvadores del resto del mundo” (?). Canadá es probablemente el ejemplo más sorprendente. Incluso si no es ampliamente reconocido, el mundo es en gran parte consciente hasta cierto punto de que Australia, el Reino Unido y los EE.UU. no tienen antecedentes impecables. Pero pocos se han detenido a considerar el hecho de que, en el fondo, Canadá es un estado colonial que desde la década de 1960 en adelante se destacó como una utopía liberal y ahora se presenta cínicamente como un modelo de gobierno “progresista y benevolente” cuando no tiene nada de ello. A muchos nos criaron con una visión idílica de Canadá, un país que a primera vista era inocente, próspero y deseable en comparación con su belicoso vecino del sur, los EE.UU. quien nunca ha ocultado inclusive su deseo de “anexarlos”. Si bien Canadá es claramente un lugar muy deseable para vivir y pocos cuestionarían la calidad de vida, ¿pero a qué costo? La traumática historia de los internados indígenas forzados donde miles murieron y fueron enterrados en tumbas ocultas, con sus registros destruidos para intentar ocultar las pruebas de sus delitos, es una mancha vergonzosa en su pasado. Existe el argumento de que Canadá ha ‘evolucionado’ desde entonces, pero solo en formas que se pueden describir como superficiales. Como el resto de la anglosfera, todavía está presagiada por un sentido de elitismo moral. El país no se disculpa en gran medida ni está interesado en sus crímenes, y en cambio se centra en otros. Adopta la típica actitud anglófona de que las atrocidades “del pasado” ya no merecen un significado político. Sin embargo, esto no pertenece al “pasado”, ya que la escuela donde se hizo el descubrimiento más reciente todavía funcionaba en 1997 . A su vez, la creencia en la descripción de uno como un estándar absoluto de justicia sirve para suprimir el remordimiento por estos episodios. La historia, como dicen, la escriben los ganadores y podría decirse que es el triunfo político de estos países en el escenario mundial lo que ha relegado a la periferia episodios “tan oscuros” y que los involucran. En las relaciones internacionales, solo hay poder que distingue a los países en cuanto a cómo pueden responsabilizarse mutuamente y, en consecuencia, solo los perdedores terminan pagando el precio. La participación de los cinco países en la victoria de la Segunda Guerra Mundial fue el núcleo de su 'cambio de marca' de ser los mayores explotadores a considerarse las naciones “más heroicas” del mundo. Nada más falso. Esta falacia montada grotescamente permitió a estos países establecer una narrativa simple que sus poblaciones adoptaron en el sentido de que eran fuerzas “para el bien”, que tenían un derecho infinito a vigilar a los otros y que sus propios crímenes cometidos en el pasado “debían ser olvidados”. Actualmente vemos esa actitud aplicada a países “hostiles” de Occidente como China, ya sea por el Tibet, Hong Kong o Uiguristán. Cuando se trata de esos casos, Canadá no duda en acusar a Beijing de genocidio, pero al mismo tiempo, se niega a reconocer su propio genocidio. El actual dominio de la anglosfera es un infame recordatorio de que la justicia internacional no es uniforme y existe en dos niveles. Históricamente, a los mayores y más notorios infractores de los derechos humanos se les concede una exención por sus pecados, pero, no obstante, utilizan esos mismos derechos humanos como argumento para promover sus propias ambiciones hacia otros países, a menudo de manera falsa, buscando condenarlos y convertirlos en parias, buscando desestabilizarlos e incluso amenazándolo con invadirlos sino se someten a sus deseos. Si, por ejemplo, Canadá fuera un país de Oriente Medio, se enfrentaría a una condena mundial y posibles sanciones. Pero no lo es, es un país anglosajón, y solo expresará algunas palabras de falso “remordimiento” y no enfrentará más consecuencias... Lamentablemente, este es el mundo en que vivimos :(
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