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miércoles, 25 de agosto de 2021

EE.UU: El epitome de un fracaso

Luego de 20 años y miles de millones de dólares dilapidados en armas para sostener a un régimen colaboracionista impuesto tras la invasión del 2001, la humillante derrota estadounidense en Afganistán a manos de los talibanes ha sido peor que la aventura soviética de 1979 ¿cómo se ha podido llegar a eso? ¿Existe un culpable para tamaña vergüenza? ¿Quién es el responsable? Todos lo conocen y se encuentra en la Casa Blanca: su nombre es Joe Biden. Como sabéis, este discapacitado físico y mental manejado desde las sombras por The Deep State, a modo de excusa dio un lamentable discurso en la Casa blanca, donde culpo a todos - menos a si mismo obviamente - por la debacle en curso en el país centroasiático. Escuchar sus argumentos deleznables para evitar su responsabilidad fue algo despreciable e insultante ya que sus mentiras y distorsiones sobre la construcción de una nación y el contraterrorismo eran un cumulo de falsedades del mayor calibre. Fue un discurso elaborado por quienes realmente manejan el poder en los EE.UU. que tenía la intención de distorsionar la realidad, ocultando groseramente la verdad: "Siempre le prometí al pueblo estadounidense que sería sincero contigo" dijo de la forma más cínica posible para empezar. El hecho de que Biden pronunciase esa frase sin vergüenza alguna subraya la naturaleza decrépita de la política estadounidense actual, porque además de reconocer que la situación sobre el terreno en Afganistán se desarrolló "más rápido de lo que habíamos anticipado", nada de lo que dijo podría interpretarse como algo sincero. “Fuimos a Afganistán hace casi 20 años con objetivos claros, atrapar a los que nos atacaron el 11 de septiembre del 2001 y asegurarnos de que al-Qaeda no pudiera usar Afganistán como base desde la cual atacarnos nuevamente. Hicimos eso. Degradamos severamente a al-Qaeda en Afganistán. Nunca abandonamos la búsqueda de Osama Bin Laden y lo atrapamos. Eso fue hace una década" asevero... Venga ya, tantas mentiras en tan pocas palabras. Lo que Joe Biden no dijo es que EE.UU. desde el principio, fusionó a Al Qaeda con los talibanes y, como tal, la guerra tenía otros objetivos bien definidos que no tenían nada que ver con un imaginario Osama Bin Laden, creado por la CIA para culpar a alguien del operativo de falsa bandera montado en New York para “justificar” su intervencionismo en el Medio Oriente buscando apoderarse de sus inmensos recursos de gas y petróleo, colocándolos bajo control de compañías estadounidenses, como sucedió en Irak. Basta con leer los relatos de la fase inicial de la invasión militar estadounidense en Afganistán, el 8 de octubre del 2001, para darse cuenta de que la guerra desatada estaba dirigida a los talibanes que a la fantasmal Al Qaeda. Además, al no haber “matado” a Bin Laden - en Tora Bora en diciembre del 2001, ni haber destruido a Al Qaeda durante la Operación Anaconda , en marzo del 2002, EE.UU. se desatendio de Afganistán , para comenzar los preparativos para la invasión y ocupación de Irak, que era desde el comienzo su verdadero objetivo. Si bien es cierto que posteriormente EE. UU. hizo un paripé anunciando la “localización” y posterior “muerte” de Osama Bin Laden en mayo del 2011 (venga ya, ¿cómo se puede “matar” a alguien que nunca existió?), el hecho de que las Fuerzas de Operaciones Especiales de EE. UU. y los grupos paramilitares de la CIA continuaron librando una campaña “antiterrorista" difícil y cada vez más sangrienta luego de esa farsa preparada, subraya la realidad de que nada había cambiado y que su presencia en Afganistán no garantizaba que el régimen títere podría seguir manteniéndose en el poder, ya que con el paso de los años, los talibanes crearon todas las condiciones para recuperar lo perdido. Y vaya que lo lograron. “Nunca se suponía que nuestra misión en Afganistán hubiera sido la construcción de una nación. Nunca se suponía que iba a crear una democracia centralizada unificada" agrego Biden en su discurso, cuando lo cierto es que en el 2001 dijeron todo lo contrario cuando invadieron y ocuparon el país. Cuando una nación invade y ocupa a otra, en el proceso de eliminar a un gobierno considerado hostil y reemplazarlo por otro servil a sus intereses, está, por definición, comprometida en la construcción de la nación. Dejando a un lado la semántica, el hecho es que el corazón y el alma de la misión del ejército estadounidense en Afganistán se definieron por el trabajo de los denominados Equipos Provisionales de Reconstrucción. Sus tareas fueron levantar todo lo que ellos destruyeron que podía serles útil, desbaratando el mundo de fantasía revisionista que Biden y sus asesores han construido para “justificar” su contundente derrota. Biden puede haber estado personalmente en contra de embarcarse en esfuerzos de construcción de la nación cuando era vicepresidente, pero el hecho es que la construcción de la nación era la misión principal de EE.UU. en Afganistán, una verdad que el inquilino de la Casa Blanca ahora no puede borrar simplemente declarando “que nunca lo fue”. Vaya mentira. “Llevamos a cabo misiones antiterroristas efectivas contra grupos terroristas en varios países donde no tenemos presencia militar permanente. Si era necesario, hicimos lo mismo en Afganistán. Hemos desarrollado la capacidad de lucha contra el terrorismo que nos permitió mantener la vista fija en las amenazas directas a los EE.UU. en la región y actuar con rapidez y decisión si es necesario" agrego al borde del delirio. Cualquiera que afirme ello no sabe nada sobre la lucha contra el terrorismo. Al final del día, la verdadera lucha contra el terrorismo es un esfuerzo intensivo en humanos , que requiere la capacidad de entremezclarse con la masa de la humanidad en la que operan los elementos objetivo, y de explotar esta humanidad para obtener inteligencia que no solo lleve a la neutralización de un objetivo determinado, pero, lo que es más importante, la degradación de la capacidad de los afiliados al objetivo para operar y reconstituir la capacidad perdida representada por la neutralización en cuestión. Esto no sucede simplemente volando un drone repleto de dispositivos electrónicos y cámaras sobre un área objetivo y disparando una munición guiada de precisión en un punto específico del suelo. Biden ha pasado gran parte de su carrera política reciente defendiendo una estrategia antiterrorista que no tiene base alguna en la realidad. Cualquier veterano agente contraterrorista de la CIA con experiencia en el terreno en Afganistán sabe que ello no es cierto. Además, que Biden insiste en proclamar que los EE.UU. “hace esto en otros lugares”, sin reconocer el papel desempeñado por los activos de inteligencia estadounidenses en el terreno, demuestra que es un ignorante. Qassem Soleimani, el general iraní responsable de las operaciones de guerra no convencionales de Irán, fue asesinado por un misil disparado por un drone estadounidense según confesión de del propio Trump. Pero todos los demás aspectos de ese asesinato selectivo de quien acabo con ISIS (organización terrorista creada por la CIA como lo fue Al Qaeda) estaban relacionados con la inteligencia humana, incluida la presencia de equipos militares encubiertos de EE.UU. en el terreno para completar esa misión en caso de que los misiles hubieran fallado. Hay un viejo refrán que dice algo como esto: "no se puede resolver un problema a menos que primero se defina con precisión". Pero al exponer el desafío que enfrenta EE.UU. en Irak, Joe Biden mintió deliberadamente a la hora de definir la desastrosa experiencia estadounidense en Afganistán. Por malos que fueran sus engaños sobre la construcción de una nación y la lucha contra el terrorismo, guardó su mayor insulto para las fuerzas militares y de seguridad afganas, a la que armo hasta los dientes, pero que a la hora final se negaron a combatir a los talibanes, huyendo precipitadamente y dejando en su fuga abandonados a su suerte miles de millones de dólares en sofisticado armamento proporcionado por Washington. "Las tropas estadounidenses no pueden ni deben luchar en una guerra y morir en ella mientras las fuerzas afganas no están dispuestas a luchar por sí mismas" expresó. Es indudable que la eficacia de la misión “de entrenamiento” de los EE.UU. en Afganistán será objeto de un intenso debate durante los próximos años, y muchos pensaron que estaba destinado al fracaso desde el principio. Puede que esto sea cierto. Pero la realidad es que el ejército afgano luchó y murió durante 20 años luchando contra los talibanes. Casi 60.000 soldados y policías afganos perdieron la vida en combate durante la guerra que EE.UU. desarrollo allí. Cientos de miles más resultaron heridos. Estas cifras no incluyen las bajas sufridas en la última ronda de combates. Sí, EE.UU. entrenó una fuerza permanente de unos 300.000 afganos aparentemente organizados y equipados para librar la guerra contra los talibanes, sin embargo, la realidad es que la gran mayoría de estas tropas estaban mal entrenadas, mal equipadas y mal dirigidas. Habrían sido vitales de seguir estando respaldados por las fuerzas especiales de élite estadounidenses o de la OTAN para enfrentarlos, pero tras la apresurada retirada de esas tropas y quedarse solos en el campo de batalla, se desvanecieron a la primera señal de adversidad. No es de sorprender por ello el meteórico avance de los talibanes que tomaron Kabul y el resto del país sin combatir, cuando inicialmente se preveía que al menos la guerra se prolongaría por otros tres meses. Pero todo acabó en cuestión de días. EE.UU. entrenó a decenas de miles de comandos de élite, organizados como fuerzas militares (dependientes del Ministerio de Defensa) o paramilitares (dependientes del servicio de inteligencia afgano). Estas unidades participaron en combates extremadamente intensos contra los talibanes y, como resultado, sufrieron un gran número de bajas. Reemplazar a un soldado afgano conscripto no es difícil; reemplazar un comando afgano endurecido por el combate es virtualmente imposible. Cuando EE.UU. inicio su fuga de Afganistán, dejaron a estas fuerzas de élite solas para luchar contra los talibanes. Al carecer del apoyo logístico estadounidense, estas fuerzas se vieron aisladas, sin comida, agua y municiones, por lo que desertaron en masa. Lo mismo sucedió con el ejército regular afgano que se desvaneció sin luchar y ahora con sus familias buscan desesperadamente abandonar el país ya que saben que la venganza de los talibanes será terrible. Últimas informaciones dan cuenta que una vez que tomaron Kabul, los terroristas se han dado a la tarea de buscar casa por casa a los colaboracionistas que no han podido escapar, intimándolos a entregarse pacíficamente o sus familias “sufrirían las consecuencias” pero lo cierto es que tantos ellos como sus seres queridos están desapareciendo al estar todos incluidos en una lista negra. El terror se ha desatado sobre Afganistán. Es por ello que Joe Biden no siga engañando a los estadounidenses y reconozca que su papel en la debacle estadounidense es más que despreciable. Seguir mintiendo por ello es literalmente, una conducta impropia de un comandante en jefe, pero si de un cobarde :(
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