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miércoles, 13 de abril de 2022

PAKISTÁN: Sembrando discordias

Como recordareis, a raíz de un comentario improvisado del discapacitado físico y mental de Joe Biden sobre el presidente ruso Vladimir Putin ( "¡Por el amor de Dios, este hombre no puede permanecer en el poder!" ), que muchos creían que articulaba una política de cambio de régimen, el secretario de Estado Antony Blinken se vio obligado a emitir una aclaración pública. “Nosotros”, dijo cinicamete a los periodistas , “no tenemos una estrategia de cambio de régimen en Rusia ni en ningún otro lugar” lo que a todas luces es falso y los recientes sucesos en Pakistán lo confirman. En efecto, dígaselo a los partidarios del ex primer ministro de Pakistán, Imran Khan, quien el fin de semana pasado fue destituido del poder luego de una moción de censura en el parlamento paquistaní orquestada por los EE.UU., que se había vuelto cada vez más hostil con el ex primer ministro por su creciente acercamiento a Rusia y China, algo que Washington decidió detener de inmediato, buscando crear discordia entre ellos. Venga ya ¿eso es o no injerencia? Y de la más grosera podemos añadir. La crisis que derribó a Imran Khan dará forma a cómo Pakistán encajará en este nuevo orden mundial que está surgiendo como consecuencia de la incursión de Rusia en Ucrania. A ello debemos agregar que el corazón de la crisis paquistaní está el empeoramiento de las relaciones de ese país con los EE.UU. Esta relación siempre había tenido un elemento de tensión que se había encubierto mediante el mantenimiento de una alianza de conveniencia que surgió luego del operativo de bandera falsa en Nueva York 11 de septiembre, donde tanto Pakistán como EE. UU. “encontraron causa común” en la derrota del fundamentalismo islámico radical en los países vecinos, como Afganistán. Pero la incapacidad de la coalición liderada por EE.UU. para derrotar a los talibanes en Afganistán generó una creciente amargura dentro de Pakistán, creando las condiciones para el ascenso al poder de Imran Khan en el 2018. Khan fue apoyado por el ejército y los servicios de inteligencia paquistaníes para quienes como Khan, “la guerra eterna” en Afganistán, había desangrado el suelo paquistaní, provocando decenas de miles de muertes y disturbios internos. El agrio estado de las relaciones entre EE.UU. y Pakistán se manifestó plenamente luego de la vergonzosa huida de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN de Afganistán con la posterior victoria de los talibanes. Su punto más agudo fue cuando, en la víspera de la incursión rusa en Ucrania, Khan visitó Moscú para una reunión de alto perfil con el presidente ruso Vladimir Putin, un encuentro que había sido planeado meses antes de la decisión rusa de llevar a cabo su operación militar en Ucrania. Según una declaración hecha al Parlamento paquistaní en la víspera de su voto de censura, el Ministro de Relaciones Exteriores saliente, Shah Mahmood Qureshi, un aliado político cercano de Khan que se desempeña como vicepresidente del partido Pakistan Tehreek-e-Insaf de Khan ,“El asesor de seguridad nacional de los los EE.UU. [Jake Sullivan] se ha atrevido a llamara nuestro asesor de seguridad nacional [Moeed Yusuf] y le ordenó categóricamente que no siguiéramos con la gira por Rusia”. Desde el punto de vista pakistaní, el propósito de la delegación a Moscú era promover el diálogo y la diplomacia, siendo Pakistán una parte neutral en el conflicto entre Rusia y Ucrania, por lo que la ‘advertencia’ estadounidense fue rechazada: "¿En qué parte del mundo algún estado soberano recibe instrucciones de otros países y qué país independiente acepta tales instrucciones?" declaró Qureshi. Precisamente en el corazón del impulso de Khan para evitar un voto de censura en el Parlamento estaba su afirmación de que EE.UU. amenazó con “graves consecuencias” para Pakistán si Khan no era destituido de su cargo mediante una censura en la Asamblea. Según Khan, Donald Lu, subsecretario de Estado de la Oficina de Asuntos de Asia Meridional y Central, emitió esta advertencia al embajador de Pakistán en EE. UU., Asad Majeed Khan, el 7 de marzo del 2022. Imran Khan y sus aliados políticos utilizaron las acusaciones de interferencia estadounidense para justificar la desestimación de un voto de censura en la Asamblea Nacional, la cámara baja del parlamento pakistaní, donde, debido a las recientes deserciones, el partido oficialista había perdido el control mayoritario. El presidente de Pakistán, Arif Alvi, un estrecho aliado político de Khan, disolvió la Asamblea y convocó a nuevas elecciones en 90 días. Los opositores políticos cuestionaron la constitucionalidad de estas acciones y, posteriormente, el Tribunal Supremo de Pakistán escuchó el caso. Las teorías de conspiración de Khan con respecto a la interferencia de EE. UU. fueron discutidas por el presidente del Tribunal Supremo de Pakistán, Jamal Khan Mandokhail, quien cuestionó si Khan tenía derecho o no a discutir el motivo detrás del voto de censura, y señaló sospechosamente que la decisión de tener tal voto “se derivó únicamente del hecho que el partido de Khan había perdido su mayoría parlamentaria” lo cual no se ajusta a la verdad, porque Washington había estado sobornando a los legisladores para que votasen a favor de la censura. Como era de esperar, la Corte Suprema - en manos de sus enemigos políticos - finalmente falló en contra de Khan, allanando el camino para la moción de censura. Incluso con este contratiempo, Khan aún no había terminado con su intento de querer mantenerse en el poder. Al reconocer la realidad de que cualquier impugnación del fallo de la politizada Corte Suprema estaba condenada al fracaso, Khan buscó poner de su lado al poderoso ejército paquistaní y los servicios de inteligencia. Khan emitió órdenes para reemplazar al actual Jefe del Estado Mayor del Ejército, el General Qamar Javed Bajwa, con el exjefe de Inter-Services Intelligence (ISI), el Teniente General Faiz Hameed, quien había sido designado Comandante del Cuerpo de Peshawar en octubre del 2021. Khan había llegado al poder en 2018 gracias a una candidatura de un tercero que contaba con el apoyo del Ejército. Sin embargo, desde entonces, las relaciones entre él y su ejército se habían deteriorado, llegando a un punto culminante cuando, el año pasado, Khan se opuso al nombramiento del teniente general Nadeem Anjum, un acólito del general Bajwa, como nuevo jefe del ISI. Khan finalmente cedió, pero no sin antes provocar la ira de Bajwa, quien comenzó a hacer pronunciamientos públicos en los que criticaba las políticas de Khan hacia India y Afganistán. La animosidad entre Khan y Bajwa llegó a un punto crítico cuando, a fines de marzo del 2022, Bajwa le informó a Khan que el Ejército estaba adoptando una postura neutral sobre el tema del voto de censura y que el Ejército no estaba de acuerdo con la evaluación de Khan con respecto a los EE. UU. de injerencia en los asuntos de Pakistán. El último intento de Khan de reemplazar a Bajwa con su aliado Hameed fracasó , y Khan no tuvo más remedio que respetar las instrucciones de la Corte Suprema y permitir que procediera el voto de censura, lo que llevó a su destitución del cargo. La política pakistaní es un deporte rudo y violento que ha dejado a muchos de sus participantes encarcelados o muertos. El tumultuoso mandato de Khan como primer ministro no fue una excepción a esta regla. Muchos de los problemas de Khan se derivaron de su fracaso como político, lo que provocó dificultades económicas en Pakistán que socavaron su popularidad. Entonces, Khan optó por explotar su enfoque populista de gobernar utilizando el humillante colapso estadounidense en Afganistán para promulgar políticas que buscaban romper con la historia de Pakistán de inclinarse hacia Occidente y acercarlo a China. Estas políticas sin embargo, lo pusieron en desacuerdo con el Ejército y su oposición política, creando las condiciones ideales para la implementación de las tácticas clásicas de "un golpe de Estado blando" practicadas por los EE. UU. y que se basan en el uso de la presión económica por parte de Washington para lograr un resultado político interno favorable a sus intereses, por lo que afirmar que EE. UU. fue el único responsable de la caída de Imran Khan no está alejado de la realidad. Ignorar que EE. UU. no buscó explotar la agitación interna de Pakistán para sacar a Khan del poder - conociendo el negro historial de Washington en otros casos similares - es algo completamente absurdo. Utilizando el mecanismo del “golpe de Estado blando” trata de no ser obvio: está diseñado para explotar las fragilidades y debilidades políticas internas para producir un resultado que proteja a los EE.UU. sin que este aparezca ante la opinión pública como quien lo hizo. Atrás quedaron los días de abiertamente a los militares para lograr un cambio de régimen. Hoy en día se ejecuta utilizando la cínica herramienta de la "defensa de la democracia", respaldando las denominadas "revoluciones de colores" organizadas por la CIA para destituir a los gobiernos que han entrado en conflicto con los objetivos geopolíticos estadounidenses y atraerlos a su redil, tal como hicieron en el este de Europa tras el colapso de la Unión Soviética y el derrocamiento de las dictaduras comunistas en los países satélites de Moscú, quienes fueron “integrados” automáticamente a la OTAN, mientras que los rusos dada su extrema debilidad en esos momentos - ya que la propia integridad del país estaba en riesgo - no pudieron impedirlo. Si bien la moción de censura que destituyó a Imram Khan del poder en Pakistán no ha sido designada formalmente como una “revolución de colores”, logró el mismo resultado deseado por Washington para intentar alejarlo de la órbita china. Sin embargo, este acto no puede sembrar la discordia que espera entre Beijing e Islamabad, cuyas relaciones desde antaño han sido muy solidas, debido a que tienen un enemigo en común: India, que al igual que sus vecinos, es también una potencia nuclear. A ello debemos agregar que en los últimos años, EE. UU. ha comenzado a sentirse amenazado debido al ascenso mundial de China como una gran potencia mundial, así como su estrecha cooperación económica con varios países, incluido en aquellos que Washington considera como “su área de influencia natural”, lo que no ha caído nada bien en la Casa Blanca, por lo que está haciendo todos los esfuerzos posibles para obstaculizar los compromisos con China de todas las formas posibles. Y al igual que trata de “cercar” a Rusia en Europa, intenta hacer lo mismo con China en el Asia, buscando crearle problemas el Mar Meridional, enemistarlo con Australia y Japón, incentivando asimismo los afanes independentistas de Taiwán y buscando desestabilizarlo en el continente, en especial en asuntos relativos a Hong Kong, Tibet e Uiguristán, buscando promover “revoluciones democráticas” en aquellas regiones, pero la situación en China es muy distinta y así quisieran ponerlo en práctica, es imposible que tengan algún éxito. En el caso de Pakistán existe una situación no resuelta con la India y es Cachemira, por la cual se han ido a la guerra en reiteradas ocasiones y que los ha convertido en encarnizados enemigos. Y si los EE.UU. suponen que ahora va a tener ambos países como fieles “aliados” en su lucha contra China está completamente equivocado. Por lo visto, no conocen la historia. De momento ya han estallado violentas protestas en el país por el golpe y podría convertirse en un nuevo foco de inestabilidad en la ya de por si explosiva región :(
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