La muerte de una joven por llevar mal colocado el velo en Irán ha desatado la mayor protesta en años contra el régimen de los Ayatollahs, quienes como recordareis, se hicieron con el Poder en 1979 tras una sangrienta revolución que derroco al Sha Reza Phalevi, instaurando la República Islámica, sumamente hostil a Occidente y extremadamente conservadora en sus costumbres, especialmente con las mujeres, quienes perdieron prácticamente todos sus derechos, sometiéndolas a una humillación constante en una sociedad donde tienen que desenvolverse bajo las estrictas normas de la “sharía” (que obliga a mujeres y niñas a llevar velo) con el riesgo de enfrentarse incluso a la pena de muerte, ya sea por lapidación o azotadas por el verdugo si los trasgredían, rechazando las advertencias previas que se le hacían. Esta situación acumulada durante tantos años ha llevado al reciente estallido de violentas protestas en todo el país - que se ha dado en llamar por las autoridades como la conspiración del velo - y que hasta el momento ha ocasionado decenas de víctimas, producto de una brutal represión que busca acallarlas. El detonante - reiteramos - fue la muerte de Mahsa Amini, detenida el pasado 13 de septiembre por la Policía de la Moral mientras pasaba unos días con su familia de vacaciones en Teherán “por no llevar bien puesto el velo islámico”. La joven entró en coma tras ser liberada por la comisaría y tres días más tarde se notificó su fallecimiento. Según el régimen, la muerte de Amina se produjo por un paro cardiorrespiratorio “inesperado”. Pero numerosas asociaciones de derechos humanos como Hengaw o Haalvsh aseguran que a Amini se le propinó una brutal paliza por parte de las autoridades iraníes, lo que terminó matando a la joven de 22 años. De hecho, algunos medios han compartido el escáner del cráneo de Amini. En él, se aprecia una fractura ósea, una hemorragia y un edema cerebral: “Los documentos médicos (…) muestran vívidamente una fractura de cráneo en el lado derecho de su cabeza causada por un trauma severo, lo que corrobora relatos anteriores de su familia y médicos sobre golpes propinados varias veces en la cabeza”, indica el medio. “Los médicos dicen que los resultados son compatibles con el síndrome de dificultad respiratoria aguda debido a un traumatismo cerebral”, explico. Desde entonces, se han producido numerosas manifestaciones en señal de protesta en diferentes puntos de Irán, cuyas imágenes han inundado las redes sociales. Ante todo, cabe precisar que son las mujeres jóvenes y las que llevan el pelo corto, el objetivo elegido por las fuerzas policiales de un régimen que ha acentuado en los últimos años su misoginia. “Antes de la revolución era común ver a mujeres sin velo, que por entonces era normal”, cuenta Faridé, de 35 años, cuando se le pregunto qué ha sucedido en el país para llegar a esos extremos. “Hay que tener cuidado al salir a la calle, donde una se expone a que la policía la lleve a la cárcel” afirmó. Muchas jóvenes que deciden vestir de una manera más laxa son asediadas por mujeres religiosas que comparten la idea de la República Islámica de que deben ir cubiertas. Les regañan, les exigen que se cubran y muchas veces las denuncian a la policía. “La religión no dice que las mujeres deben tener miedo en la calle o que deban ser perseguidas por cómo se visten. Eso no es la religión”, cuenta por su parte Pegah, joven de 25 años que estudia contabilidad. Para ella la imposición del velo y la presión para que lo usen es un asunto político y no religioso. La tensión en las calles de las principales ciudades de Irán, pero en especial en Teherán, ha ido in crescendo desde hace meses, especialmente desde la llegada a la presidencia de Ebrahim Raisi, cuando se agudizó la represión para controlar el vestir de las mujeres. Las multas y las detenciones se dispararon. La Policía de la Moral existe desde hace décadas y su presencia es parte del paisaje urbano de Teherán y las grandes ciudades. Pero en los últimos meses ha estado más activa. El número de mujeres detenidas bajo la excusa de que tienen que recibir un curso de reeducación se ha disparado. “La calle es un lugar inseguro para nosotras, especialmente las que usamos transporte público. Ellos siempre están a la salida del metro”, explica a su vez Marzieh, una mujer de 55 años que trabaja cuidando a una mujer mayor. La han detenido tres veces en estos años, pero la última vez lo hicieron pese a llevar bien puesto el velo. Najmeh, una ejecutiva de 40 años, cuenta que la presión ha llegado al aeropuerto. Hace pocas semanas viajaba a Constantinopla, y cuando estaba a punto de pasar los controles de seguridad, un policía la increpó rudamente. Le dijo que tenía que vestir diferente o no la dejaría subir al avión. “Yo iba cubierta con una camisa larga blanca y un velo rosa, todo muy normal”. Al final logró que otra pasajera le prestara una gabardina y pudo viajar. “¿Se imagina mi indignación?” indico. Los tentáculos de la Policía de la Moral se extienden a los vehículos privados. Las cámaras que controlan la velocidad también tienen la tarea de captar la imagen de los pasajeros. El vehículo que transporta a una mujer con el velo caído, recibe un mensaje. El propietario del vehículo tiene que pasar por la comisaría para firmar un papel que garantice que nunca más volverá a pasar. Si recae, el vehículo termina decomisado; recuperarlo tarda días o semanas. Una reconocida abogada de Teherán se quejaba recientemente que su coche estaba dañado cuando lo recibió y la reparación le costó unos centenares de euros. “Nunca se sabe qué va a pasar cuando salimos a la calle, a mí me han detenido varias veces y me han llevado a la comisaría, incluso cuando he tenido la cabeza cubierta con el velo”, explica Faridé, quien asegura que los motivos de las detenciones son arbitrarios. “Cuando quieren arrestarte buscan la excusa”, agrega. Faridé sabe que corre un gran riesgo cada mañana, hay agentes vestidos de paisano por todas partes. Y puede ser arrestada fácilmente. Los ánimos en la calle se han caldeado mucho más de lo que ya estaban desde que se conoció la muerte de Amini. “He sido testigo de cómo pegaban a las mujeres. No cuando eran trasladadas en la furgoneta sino dentro de la misma comisaría. Fui testigo de cómo pegaban a mujeres que solo preguntaban por qué las arrestaban”, confiesa esta joven. Años de arbitrariedades cometidas por algunas fuerzas de seguridad de la República Islámica, incluida la Policía de la Moral, han llevado a que parte de la población no crea en sus versiones. Pegah cuenta que una vez iba caminando cuando agarraron su mano con fuerza. “Y me llevaron”, relata la joven, que explica que lo peor de todo es la humillación. “Es la manera como te miran, como te hablan, como te tocan… Quitarte ese sentimiento de rabia e indignación tarda semanas”, cuenta esta joven que lleva el pelo muy corto, otra señal de rebeldía. Decenas de mujeres se han cortado el pelo en señal de protesta. La violencia contra las mujeres en las calles es una constante desde hace años. En el 2014, Marzieh Ebrahimi fue atacada con ácido cuando conducía en Isfahan. Otras mujeres corrieron el mismo destino. Muchos testigos señalan como responsables a los integrantes de las fuerzas simpatizantes del régimen, pero nunca se han producido detenciones de los agresores. En las redes sociales es bastante frecuente ver vídeos en los que se ve como los integrantes de la policía de la moral responden con gran violencia durante las detenciones. “Es una tortura”, sentencia Fariba, de 18 años. Ella viene de una familia tradicional, nunca se ha dejado caer el velo, pero hace poco la arrestaron. Su padre tuvo que ir a recogerla a la comisaría y llevarle una gabardina para que la dejaran libre. “Es horrible, te tratan como a una criminal. Te fotografían, te piden el documento de identidad; te hacen firmar un documento prometiendo que no lo volverás a hacer”. Y añade que lo más grave es que ese expediente puede tener consecuencias negativas para el futuro. Ya sea para estudiar o conseguir un trabajo. “Cada vez que salgo de casa tengo miedo. Pero también lo tienen mis padres, que no saben qué me puede pasar”. El sueño de Fariba es vivir sin miedo, como de muchas mujeres iraníes que sufren lo indecible, por lo que cansadas de esta situación, el eco de las protestas (impulsado por las redes sociales) ha adquirido esta vez una dimensión global. “En nombre de la religión, el régimen quiere decidir por los ciudadanos cómo han de vivir y qué ropa deben llevar. Sucede como en Europa hace 500 años, cuando la Iglesia tenía mucho poder. Esto tiene que cambiar y no se debe seguir tolerando” aseveró. “Es la generación joven la que protesta, pero poco a poco sus padres, sobre todo las madres, se han ido sumando. Me parece fascinante porque así cada vez hay menos gente apoyando la república islámica solo por el miedo. Irán se está rebelando contra esta imposición, pero costará mucho tiempo que las cosas cambien o quizás nunca suceda, porque es un medio muy importante para controlar a la sociedad iraní” puntualizo. Por cierto, si bien es condenable que ello suceda en los países musulmanes - ojo, no solo ocurre en Irán - debido a una religión que quedo anclada en el pasado, llama la atención que en Occidente únicamente se dé cobertura a lo que sucede en ese país, silenciando los atropellos que por similares circunstancias sufren las mujeres en Arabia Saudita y demás corruptas petromonarquías del Golfo - todos, “coincidentemente” estrechos aliados de los EE.UU. - por ejemplo. Vamos, la hipocresía en su máxima expresión. (Hablando de mujeres, el espectacular triunfo de Giorgia Meloni en Italia es un giro saludable en la política europea - y especialmente en la italiana - que vuelve a sus raíces de la cual había sido separada en 1945. Nuestros gobiernos deben comprender que el enemigo no es Rusia, que de “comunista” no tiene nada , sino EE.UU. y los sionistas, a los cuales hay que combatir indesmayablemente... Forza Italia) :)