Venga ya, me preguntan en mi Facebook si voy a opinar esta semana sobre el escandaloso espionaje realizado por los EE.UU a su propios “socios” europeos -
según una grave denuncia publicada por The Guardian el pasado fin de semana en base a nuevas revelaciones de Edward Snowden - que ha desatado una ola de indignación en Europa y ha puesto en entredicho la tradicional alianza atlántica. Sin embargo, como ese tema ya lo trate ampliamente el último domingo en el “Explor@dor”, en esta ocasión nuestra atención se dirige al Golfo Pérsico, donde existe un desértico país petrolero de costumbres medievales, gobernado con mano de hierro por una corrupta familia que traiciona al Islam a cada instante, al pactar con el enemigo sionista para agredir criminalmente a Siria
(suministrando armas químicas a los terroristas para atacar a la población civil y culpar de ello al régimen de Damasco), así como conspirar repetidamente contra Irán
(su gran rival en la región y temible adversario religioso). Se trata de una sociedad en la cual la democracia no existe. Pero venga, por ser “estratégico” para los intereses de los EE.UU, para ellos no hay bombardeos ni amenazas de invadirlos “para instaurar la libertad” tal como les gusta pregonar hipócritamente a la Casa Blanca cuando de sus enemigos se trata. Nos referimos obviamente a Arabia Saudita, que durante muchos años fue un aliado fiel de Washington - participando activamente en la guerra contra Irak - el cual sin embargo, ha decidido esta semana cambiar radicalmente su política exterior, enfurecida por la decisión estadounidense de no atacar Siria. Empeñado en derrocar a como de lugar al régimen de Bashir Al Assad, se embarcó en una absurda campaña agresiva contra Damasco .suministrando armas químicas, así como cientos de millones de dólares para financiar a grupos terroristas sirios –
entrenados en Turquía y Jordania por la CIA y la Mossad israelí - para derribar al régimen y reemplazarlo por traidores colaboracionistas, para pasar al siguiente plan de ataque y verdadero objetivo,Irán.
Sin embargo, la enérgica advertencia de Rusia de que dicha agresión criminal no quedaría impune y propiciaría el estallido de la III Guerra Mundial, origino el retroceso de los EE.UU. y sus aliados europeos en sus planes iniciales, dejando un sabor amargo en Arabia Saudita, que no sólo rechazó el acuerdo ruso-estadounidense sino que incluso insiste en continuar la guerra contra Siria por si sola, no descartando además de tomar represalias para "castigar" a Washington por su traición. Esta absurda obstinación equivaldría a un suicidio colectivo de la familia gobernante, según opinión de diversos analistas que consideran lo riesgoso que puede ser asumir esa postura para la propia integridad del reino, ya que existen muchos intereses alrededor. Y es que parecen haber olvidado que la supervivencia de Arabia Saudita está en juego desde que John O. Brennan fue nombrado director de la CIA, en marzo del 2013. Brennan, es un resuelto adversario del dispositivo que sus predecesores montaron en el pasado con Riad: el yihadismo internacional. Brennan estima que si bien esos elementos hicieron un “buen trabajo” en su momento – en Afganistán, Yugoslavia y Chechenia–, hoy se han hecho demasiado numerosos e incontrolables. Lo que empezó siendo una banda de extremistas enviados a combatir contra el Ejército Rojo se ha convertido con el tiempo en una constelación de grupos terroristas, presentes desde Marruecos hasta China, que hoy luchan más con la perspectiva de imponer su modelo de sociedad que vencer a los adversarios de Estados Unidos.
Ya en el 2001, Washington había planeado liquidar Al-Qaeda atribuyéndole los atentados del 11 de septiembre. Pero, con “el asesinato oficial” del imaginario Osama ben Laden en mayo del 2011, Washington prefirió rehabilitar esa red y la utilizó profusamente en Libia y en Siria. Según la visión de Brennan, es necesario reducir a estos extremistas a su mínima expresión “y conservarlo únicamente para su uso como fuerza de apoyo de la CIA en ciertas circunstancias”.El yihadismo no sólo es la única fuerza efectiva de Arabia Saudita, cuyo ejército se divide en dos unidades que obedecen cada una a uno de los clanes de la familia gobernante, sino que además se ha convertido en la única razón de ser del reino en la medida en que Washington ya no necesita a Arabia Saudita para que le garantice el petróleo ni tampoco para que predique la causa de la paz con Israel. Lo anterior explica el regreso del Pentágono al viejo plan de los neoconservadores: "Expulsar de Arabia a los Saud", según el título de un PowerPoint proyectado en julio de 2002 a los miembros del Consejo Político del Departamento de Defensa. Ese proyecto prevé el desmantelamiento de Arabia Saudita en 5 zonas, 3 de las cuales estarían llamadas a convertirse en “Estados independientes entre sí", mientras que las otras 2 pasarían a formar parte de otros países. Al optar por probar la fuerza con los Estados Unidos, Arabia Saudi no deja otra opción a los estadounidenses.
Es poco probable que Washington permita que unos cuantos beduinos adinerados e ignorantes le digan lo que tiene que hacer, lo cual hace muy previsible que decida meterlos en cintura. Como sabéis, ya en 1975, Washington no vaciló en ordenar el asesinato del rey Faisal. Esta vez, es muy probable que actúe de forma aún más radical. Si le llega la hora a Arabia Saudita, nadie soltará una lágrima por su destino :)