“En nombre de la libertad y la democracia”, una derecha apátrida mil veces fracasada y digitada por la embajada estadounidense en Caracas intentó impedir este domingo que los venezolanos vayan a votar masivamente en las elecciones a la Asamblea Constituyente - con amenazas de muerte a quienes lo hacían, bloqueando calles y avenidas para evitar el tráfico, llegando incluso a encadenar las cocheras de los edificios y colocar candados en las puertas de casas en barrios enteros encerrándolos dentro de ellas, manteniéndolos virtualmente secuestrados para impedir que cumplieran con su deber cívico - pero su descalabro fue total. De nada les valió la rabiosa campaña mediática montada por los grupos monopólicos del periodismo global y las amenazas de la Casa Blanca contra el gobierno para que no se lleve a cabo, porque originó el efecto contrario. De esta manera, Venezuela se convirtió una vez más en la capital de la disputa continental, en el cual se libró otra batalla clave de gran impacto para el futuro de América Latina y donde la Revolución Bolivariana salio fortalecida con una multitudinaria participación en las elecciones para la Asamblea Constituyente diciendo no al golpismo fascista que intento sabotear los comicios por todos los medios y avanzar por la vía violenta hacia el “asalto final” del poder, del cual fueron literalmente echados a patadas por Hugo Chávez en 1999. Como sabéis, “en nombre de la libertad y la democracia”, grupos de choque de la oposición venezolana linchan y queman vivas a personas sólo por ser simpatizantes del chavismo, incendian hospitales, guarderías, edificios públicos o centros de acopio de alimentos, atacan cuarteles militares, disparan con bazucas, morteros y armas largas, saquean, extorsionan, amenazan, asesinan. Despliegan toda su artillería con sello paramilitar. Siembran el terror para que el caos siga escalando hasta desencadenar una guerra civil propiciada por Washington y sus lacayos de la MUD, ese grupo terrorista que en bestialidad no tiene nada que envidiarle a ISIS (Que ‘casualidad’ que ambos sean financiados por los EE.UU. ¿no os parece?). “En nombre de la libertad y la democracia”, estos asesinos a sueldo festejan sus crímenes en las redes sociales. Y reproducen el odio social y racial que le inocularon para protagonizar una gesta insurreccional 2.0 e intentar suplir su menguada convocatoria callejera con municiones virtuales. Se creen fuertes en ese terreno. Creen que por fin llegó la hora del ocaso de la Revolución que les devuelva sus privilegios de clase. “En nombre de la libertad y la democracia”, la dirigencia de la derecha fascista venezolana desconoce la Constitución y los poderes públicos, legitima el terrorismo callejero, rechaza el diálogo, conforma ‘un gobierno paralelo’ y anhela el arribo de marines (“para llegar a una invasión extranjera tenemos que pasar esta etapa”, admitió por estos días el diputado opositor Juan Requesens). Como a lo interno la correlación de fuerzas no les da - no logran penetrar en los barrios populares ni en las Fuerzas Armadas-, estos traidores apuestan al frente internacional como principal carta. Aprovechan los vientos de cambio en el tablero geopolítico continental: que Brasil y Argentina se sumaron al club de peones de la Casa Blanca encabezado por Colombia, Méjico y Perú, gobernados todos por ladrones de saco y corbata; que el impresentable secretario de la OEA, Luís Almagro, hizo del derrocamiento de Maduro su leitmotiv (hasta el muy infeliz anduvo mendigando apoyo en el Senado estadounidense con ese fin); y que, ahora por orden de la Casa Blanca, pretenden desconocer los resultados del domingo, pero lo que piensen esos miserables ¿a quien importa? “En nombre de la libertad y la democracia”, Donald Trump amenaza a Venezuela con sanciones económicas. El magnate neoyorquino se pone el equipo al hombro y despeja dudas sobre quién maneja los hilos de la “resistencia” venezolana. Un guión de manual: financiamiento de mercenarios, provocación del caos, sensación de ingobernabilidad y conformación de Estado paralelo. La misma estrategia utilizada para derrocar tanto al gobierno constitucional en Ucrania como para invadir Libia y Siria. El plan se cocina en los laboratorios de guerra del Departamento de Estado pero también en las oficinas de la petrolera ExxonMobil, financista de la campaña de Trump y de la que fuera su histórico CEO el actual secretario de Estado Rex Tillerson. EE.UU. se relame por reapropiarse de la primera reserva mundial de petróleo, y cree que ha llegado el momento de hacerlo. “En nombre de la libertad y la democracia”, los grandes consorcios mediáticos articulan en coro la mayor campaña internacional de distorsión informativa de las últimas décadas. No hay escrúpulos en esta guerra de cuarta generación. Todo vale para demonizar a la Revolución Bolivariana y aislar al gobierno de Nicolás Maduro. La puesta en escena del Plan Cóndor mediático oculta la violencia opositora y la disfraza de “movilización pacífica” contra la “dictadura”, invisibiliza la vigencia del chavismo en las calles, manipula, miente abiertamente. Su poderosa fuerza comunicacional les permite instalar matrices, crear realidades inexistentes. Pura estrategia de falsificación de la realidad que ahora se endulcora con el neologismo de “posverdad”. “En nombre de la libertad y la democracia”, los grupos empresariales y financieros arrecian el sabotaje a la economía venezolana, induciendo una inflación descontrolada y provocando la escasez de alimentos y medicinas, que golpea sobre todo a los sectores populares. Con esa estrategia, y la ineficacia del gobierno para revertirla, han logrado multiplicar el descontento, el hastío y la despolitización de buena parte de la población. Y han obligado a las mujeres del barrio -sujeto histórico de la revolución- a resignar espacios de participación comunitaria para resolver el día a día. “En nombre de la libertad y la democracia”, la oposición terrorista combina todas las formas de guerra (callejera, institucional, comunicacional, internacional, psicológica). Pone toda la carne en el asador. Apuesta a todo o nada. “En nombre de la libertad y la democracia”, la derecha intentó impedir este domingo que la gente vaya a votar. Que el pueblo participe de una Asamblea Constituyente, símbolo de una democracia con protagonismo popular. “En nombre de la libertad y la democracia”, buscaron tumbar por las malas, de forma antidemocrática, al proyecto que en este siglo más ha avanzado en la libertad de su pueblo y en construir una democracia más igualitaria. Lo intentaron pero fracasaron. Ocho millones de venezolanos le dijeron este domingo con su voto: Basta a la violencia y si a la paz. Ahora que pasaron las elecciones, ha llegado el momento de encargarse de los terroristas de la MUD. Mano dura con ellos. La Revolución Vive y Vencerá :)