“Europa esta en peligro, si no detenemos el flujo a nuestras fronteras de esos millones de ‘refugiados’ y que en realidad son terroristas en potencia, los cuales huyen del justo castigo a sus abominables crímenes cometidos tanto en Siria como en Irak bajo el ‘patrocinio’ de los EE.UU., Arabia Saudita e Israel, en pocos años todo el continente será musulmán. Hay que evitarlo a toda costa” clamaron a una sola voz decenas de miles de manifestantes que marcharon por las calles de Varsovia y otras ciudades de Polonia, donde hicieron hincapié de la amenaza que representan para nuestra civilización cristiana y occidental, ajena a sus costumbres barbáricas y oscurantistas que quieren imponernos a sangre y fuego, mientras hipócritamente exigen a su vez ‘tolerancia’ y ‘respeto a sus derechos’ cuando ellos no lo practican en sus tierras de origen, donde las minorías cristianas son encarnizadamente perseguidas y el querer convertirse en uno de ellos se castiga con la muerte. Entonces ¿Porque tenemos que ser condescendientes con esa clase de gente y recibirlos con los brazos abiertos, cuando nos matarían a la primera ocasión que se les presente? Como sabéis, el pasado 11 de noviembre, cientos de miles de polacos marcharon en todo el país para conmemorar el Día de la Independencia. El eslogan oficial de la marcha era "Queremos a Dios", donde un servicio religioso precedió al evento. Junto a padres e hijos alborozados que agitaban banderas nacionales, líderes ultranacionalistas europeos portaban pancartas que decían “Muerte a los enemigos de la patria”, “Fuera musulmanes de Europa” y “No los queremos”. Entre los invitados extranjeros estuvieron Roberto Fiore, un líder fascista del partido Fuerza Nueva de Italia, el diputado eslovaco Milan Mazurek, del Partido Popular Nuestra Eslovaquia y varios miembros del partido nacionalista húngaro Jobbik. Como sabéis, los organizadores de la multitudinaria marcha, Juventud Polaca y Campamento Nacional Radical, defienden una ideología fundamentalista católica, afirmando que Europa debe defender los valores cristianos, frente a la amenaza que representan los musulmanes. Como podéis imaginaros, esta abierta y contundente manifestación nacionalista - paseo de antorchas incluidas - como no se veía desde hace décadas, provocó hipócritamente la ‘alarma’ en ciertos países de Occidente (gobernados por quienes permiten precisamente que los terroristas ingresen libremente al continente) los cuales arbitrariamente votaron a favor en el Parlamento Europeo para suspender el derecho a voto de Polonia en la toma de decisiones de la UE. Pero Varsovia no se dejara amedrentar y seguirá tomando sus propias decisiones sin consultar a Bruselas, afirmo un vocero del gobernante partido nacionalista Ley y Justicia (conocido como PiS) quien por cierto, saludó dicha marcha calificándola como patriótica. Por su parte, el ministro del Interior Mariusz Blaszczak, un aliado cercano del líder de PiS, Jaroslaw Kaczynski - quien de hecho gobierna el país desde las sombras - calificó el evento como una hermosa visión en defensa de nuestros valores tradicionales. Para los observadores extranjeros, esta marcha refleja lo que piensa la gran mayoría de la sociedad polaca, los cuales rechazan abrumadoramente la llegada al país de ‘refugiados’ como lo exige la UE, ya que son vistos - y con toda razón - como un gran peligro para su propia existencia. Esta tendencia se pone de manifiesto en las elecciones generales, donde votan por partidos y movimientos nacionalistas, porque saben que ellos si defenderán sus intereses. A raíz de esta multitudinaria marcha realizada en Varsovia , muchos analistas se preguntan a que se debe su extraordinario auge, ya que este fenómeno no solo se limita a Polonia, sino también se extiende a Austria, Holanda, Alemania, Francia, Italia, Croacia, Eslovaquia, Suecia, Grecia, Hungría y la República Checa, donde el crecimiento de estos partidos ha sido espectacular. Se estima que son dos los factores relacionados con el resurgimiento del nacionalismo en Europa: el descontento económico y la incesante afluencia de ‘refugiados’. Si bien la economía de Polonia ha sido calificada entre los de crecimiento más rápido en Europa, sus beneficios se han distribuido de manera desigual beneficiando a unos pocos, mientras los salarios en Polonia están por detrás de los del resto del continente. Es por ese motivo que muchos polacos de bajos ingresos ahora se sienten ciudadanos de segunda clase, no solo en la UE, sino también en su propio país. En una encuesta realizada recientemente, solo el 22 por ciento de los encuestados creen que todos los polacos tienen las mismas oportunidades, independientemente de las circunstancias materiales, pero el 86 por ciento se quejaba de que la brecha existente entre ricos y pobres era demasiado grande, debido a las inhumanas políticas impuestas por Bruselas que no los benefician en nada. Para agravar las cosas, esta el problema de los ‘refugiados’ con los que la UE presiona a Varsovia para recibirlos, y debido a las reiteradas negativas del gobierno, han sido sometidos a una serie de amenazas y sanciones para obligarlos a aceptarlos, pero hasta ahora afortunadamente sin resultados. Y es que los polacos no quieren que se repitan las traumáticas experiencias que se viven en aquellos países, en los cuales al poco tiempo de su llegada, en ‘retribución’ por haberlos aceptado, organizaron atentados terroristas. De ello pueden dar fe, Francia, Bélgica, Alemania o España donde los implicados en esos actos sangrientos ‘coincidentemente’ habían llegado como ‘refugiados’. Es por ello que en Polonia no quieren saber nada de ellos. Es más, si en una encuesta nacional realizada en abril del 2017, el 74 por ciento de los encuestados se opuso terminantemente a su llegada, exigiendo al gobierno medidas mas duras para evitar que ello suceda, como el levantamiento de vallas en las fronteras, en otra consulta realizada en diciembre, la cifra aumento al 85 por ciento. Pero no solo el descontento económico y la amenaza que representan los ‘refugiados’ explican el auge del nacionalismo en Polonia, ya que esta tiene profundas raíces históricas en el país. La idea de que “solo los católicos son buenos polacos” se remonta a Roman Dmowski, un político conservador que ejerció una gran influencia en el período de entreguerras, aunque ocupó brevemente el cargo de ministro de Asuntos Exteriores durante siete semanas en 1923. Hoy, la admiración por Dmowski, que defendió la independencia de Polonia, pero que a su vez sentía gran atracción por el fascismo italiano, une a los polacos de todo el espectro político. El vínculo entre el catolicismo y Polonia se solidificó aún más en la década de 1980 gracias al papel central desempeñado por la Iglesia Católica en Solidaridad, el movimiento obrero anticomunista (cuyo líder Lech Walesa, era un agente de la CIA, según se dio a conocer mas adelante) que aparentemente ‘luchaba’ por los derechos de los trabajadores y las reformas democráticas, pero que tras el derrocamiento de la dictadura comunista, integro rápidamente a Polonia en la OTAN. Desde entonces, la fusión resultante del conservadurismo religioso y el nacionalismo polaco ha sido explotada por los movimientos nacionalistas. Así, las propuestas para prohibir el aborto, el matrimonio homosexual, la despenalización del consumo de drogas y la eutanasia unieron al PiS con El Vaticano. Pero la llegada al trono de San Pedro de alguien tan cuestionado como Francisco I con sus ideas comunistoides y quien ha pedido solidaridad con los ‘refugiados’, ha originado un distanciamiento, ya que estas peticiones han sido rechazadas por las élites católicas polacas, abiertamente críticas con la agenda reformista del Papa y reacias a aceptar a esos indeseables dentro de sus fronteras. De otro lado, la tensa historia vivida por Polonia a lo largo de su historia, repetidamente interrumpida por guerras y ocupación, proporciona a los sectores nacionalistas el material necesario para apoyar una visión de que Polonia está rodeada de enemigos potenciales, en referencia tanto a Alemania como a Rusia, quienes en el pasado se repartieron el país en diversas ocasiones, la última de las cuales al inicio de la II Guerra Mundial. El odio que tienen especialmente a los rusos, es infinito. No llama la atención por tanto que los movimientos radicales contemporáneos hayan adoptado nombres y tradiciones del período de entreguerras y la hayan unido a acontecimientos históricos específicos. Tomemos la glorificación de aquellos movimientos de resistencia anticomunistas clandestinos, activos luego de la Segunda Guerra Mundial y que hoy son considerados héroes de la Patria porque lucharon contra la barbarie soviética que se apoderó del país en 1945, instaurando una sangrienta dictadura comunista que al igual que las restantes existentes en Europa del Este, eran satélites de Moscú. Según uno de los líderes del Movimiento Nacional, “aquellos héroes lucharon contra la brutal ocupación soviética por una Polonia grande, independiente y católica”. Tales referencias sirven para vincular al nacionalismo con su oposición histórica al comunismo y ello resuena en los votantes al momento de los comicios. Estas organizaciones incluso han ido más allá para explotar los sentimientos populares existentes e inculcan nuevas formas de nacionalismo, especialmente en los escolares. La Juventud Polaca ha tratado de crear una nueva generación de patriotas a través de programas dirigidos a estudiantes de secundaria y universitarios que incluyen competencias deportivas, conferencias sobre cuestiones históricas, sociopolíticas y peregrinaciones. Tales actividades permiten al grupo difundir su pensamiento nacionalista y plantear referencias históricas y culturales específicas en las mentes de futuros votantes, ganándolos para su causa. No es de extrañar por ello el aumento de la influencia de los movimientos nacionalistas y ello se manifiesta en las elecciones, donde un partido como el PiS, sea hoy gobierno y que comparte claramente sus convicciones, muchas de las cuales ya han puesto en practica. Hoy esta organización es más popular que nunca y no tiene rival que pueda hacerle frente. Por ejemplo, el sitio web para la Marcha del Día de la Independencia del 2018 ya se encuentra listo. En el se enumera a diversas figuras históricas que los organizadores consideran como las más importantes para el avance de la independencia polaca. Obviamente y en primer lugar se encuentra Lech Kaczynski, hermano gemelo del líder del PiS y presidente del país entre el 2005 y el 2010, quien murió en un accidente de aviación en Smolensk (Rusia) adonde se dirigía para participar en un homenaje en memoria de las víctimas de la Masacre de Katyn. Las circunstancias de su muerte y la intensa propaganda surgida alrededor de ello, lo convirtieron en un ‘mártir’ para los nacionalistas. Demás esta decir que los esfuerzos de la Juventud Polaca y organizaciones similares para educar y reunir a una nueva generación de patriotas han dado sus frutos. Los jóvenes polacos son cada vez más conservadores a la hora de votar en los comicios electorales. PiS es el partido nacional por antonomasia y su influencia, así como de otros movimientos nacionalistas seguirá creciendo en la sociedad polaca. Convertidos en un ejemplo a seguir para el resto del continente, el nacionalismo es el cambio que Europa necesita para salvarla de los oscuros nubarrones que se asoman en el horizonte :)