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miércoles, 8 de mayo de 2019

EGIPTO: La maldición de los faraones

Tan solo cinco días después de que Gamal Abdel Nasser se convirtiese en el presidente de Egipto en 1954, en los callejones de Gamaleya, un laberíntico barrio de clases populares situado en el corazón de El Cairo, llego como una maldición al mundo quien hasta la fecha es la figura más siniestra que ha vivido allí: Abdelfatah Al Sisi. Hijo de Soad y Said, Al Sisi es el segundo de ocho hermanos y creció en el seno de una familia musulmana conservadora procedente de la gobernación egipcia de Monufia, en el norte del país. Aunque Al Sisi y su entorno han sido recelosos a la hora de revelar detalles sobre su infancia, se sabe que acudió a una escuela de secundaria local controlada por el Ejército, y fue allí donde empezó a forjar dos corrientes que acabaron marcando su vida: por un lado, con las Fuerzas Armadas como institución, y por el otro, su desmedida ambición por el poder absoluto, tal como lo practicaban en el Antiguo Egipto. La familia de Al Sisi vivió en Gamaleya hasta que éste dio el salto a la prestigiosa Academia Militar de Egipto, y actualmente solo unos pocos miembros de su familia viven aún en el lugar. Tras abandonar la academia en 1977, Al Sisi arrancó una carrera militar que le catapultó a diversas posiciones de mando en el Ejército, y siguió estudiando en instituciones de renombre como la Escuela Militar de Guerra de Carlisle, en Pensilvania, hasta que, en el 2010, fue nombrado director de la poderosa Inteligencia Militar. Al estallar la ‘revolución’ del 2011 en Egipto - en medio de la llamada ‘Primavera Árabe’ articulada en la región por la CIA para derrocar a regimenes hostiles a Washington y reemplazarlos por gobiernos sumisos a sus intereses - Al Sisi se convirtió en el miembro más joven del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) que asumió el poder en el país tras la caída del dictador Hosni Mubarak. Su salto a la primera línea política, sin embargo, llegó en agosto del 2012, cuando Mohamed Morsi, el primer presidente civil de la historia de Egipto y uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes, fulminó a la cúpula castrense y nombró a Al Sisi jefe del Ejército y ministro de Defensa. La oportunidad de este ambicioso sin escrúpulos por fin había llegado. Aunque resulta imposible conocer los entresijos de la relación de intereses que mantuvieron Al Sisi y Morsi, la historia acabó convirtiendo al primero en el gran enemigo de los islamistas. Así, con el pretexto que el líder de los Hermanos Musulmanes iba acumulando más poder al frente del país - que dio origen a una serie de protestas en las calles - los militares aprovecharon la oportunidad para deshacerse de quien ya lo les era útil y ejecutaron un golpe de Estado en verano del 2013 que colocó a Al Sisi en la cúspide del poder. Desde el primer momento, no le tembló la mano a la hora de exhibir su puño de hierro, y ya en agosto de ese mismo año dirigió el desalojo de dos acampadas pro-Morsi que habían ocupado durante días dos céntricas plazas de El Cairo, un episodio que se saldó con miles de muertos y que marcaría el siniestro camino lleno de cadáveres de lo que vendría a partir de ahora en adelante, donde cada protesta seria ahogada en un mar de sangre. De esta manera, Al Sisi ha articulado un régimen asesino que muchos califican de más brutal que el del propio Mubarak, a quien por cierto ha superado con creces en el numero de sus crímenes cometidos. Y durante su sangriento mandato, que ya se estira un lustro, el tirano ha intentado aniquilar cualquier atisbo de oposición, encarcelando a decenas de miles de presos políticos, muchos de los cuales han ‘desaparecido’ tras ser brutalmente torturados en las mazmorras por sus fuerzas de seguridad, batiendo récords en vulneración de derechos humanos y libertades nunca antes visto en Egipto, mientras Washington y sus aliados de Occidente guardan un silencio cómplice de sus atrocidades. Al mismo tiempo que ocurre este baño de sangre, la inestabilidad reina en amplias zonas del país - con los terroristas que han convertido la península del Sinaí en su ‘santuario’ - a lo que debemos agregar sus proyectos megalómanos, como la expansión del Canal de Suez o la construcción de una nueva capital a su medida, tal como lo hacían los antiguos faraones a los que tanto admira, obras que suponen un gasto multimillonario en un país virtualmente en quiebra, los cuales como podéis imaginar, han sido duramente criticados por no reportar ningún beneficio para los egipcios. “En su insania, los militares creen que saben ‘lo que es mejor’ para el país, y que el pueblo tiene que obedecer por las buenas o por las malas, ya que lo que les sobra son balas para acallarlos”, comento Mohamed Anwar El Sadat, sobrino del asesinado ex presidente Sadat y actual líder del opositor Partido de la Reforma y el Desarrollo. “Pero tienen que ver lo que está sucediendo a nuestro alrededor, en países como Argelia, Libia o Sudán ya que podemos terminar de la misma manera. Sin embargo, la sangrienta represión practicada por el régimen con la total anuencia de los EE.UU. que ‘justifica’ sus crímenes por tratarse de un aliado ‘estratégico’ para sus intereses, nos conduce a ello” explicó. Receloso de ceder cualquier parcela de poder, Al Sisi renovó su mandato en unas elecciones plagadas de irregularidades en marzo del 2018, con el 98% de los votos con el como único candidato, en un proceso calificado de farsa por la oposición. Y certificando que no piensa abandonar el poder por ningún motivo como todo dictador que se precie, ordeno al remedo de parlamento egipcio - ampliamente dominado por sus secuaces nombrados a dedo - que aprobara una serie de enmiendas ‘constitucionales’ que le permitan aferrarse al cargo hasta el 2030, el cual como era de esperar, lo aprobó en un tiempo express y sin debate alguno, el cual por cierto, fue ratificado a los pocos días por un cuestionado referéndum, obteniendo el 88% de los votos ‘a favor’.Venga ya, un fraude en toda regla. Con el poder total en sus manos, no deberá sorprendernos que Al Sisi realizara antes de lo que uno se imagina otra ‘reforma’ a la Carta Magna, permitiendo su reelección indefinida. “A partir de ahora, tanto los partidos políticos como la sociedad civil verán recrudecer los feroces métodos de represión en su contra, donde todos los canales de expresión estén cerrados para ellos”, apuntó Hassan Nafaa, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de El Cairo, quien alerto: “Si con Mubarak había una dictadura, con Al Sisi vivimos un régimen criminal de una forma cruel y despiadada, por lo que la única posibilidad de cambio en el país será a través de métodos violentos” puntualizó. No cabe duda que una larga y oscura noche de horror infinito ha caído sobre Egipto :(
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