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miércoles, 2 de octubre de 2019

EE.UU.: La Guerra por el Ártico

Como si no fueran suficientes los conflictos en el Golfo Pérsico, Siria, Ucrania, Corea del Norte, Afganistán, el Mar Negro o el Mar del Sur de China donde Washington se encuentra involucrado en su lucha de poderes con Moscú y Beijing, EE.UU. ha dirigido su codiciosa mirada al Océano Ártico, que es su obsesión desde hace siglos. Precisamente, hace poco dimos cuenta de los demenciales intentos de Donald Trump de querer comprar Groenlandia a Dinamarca, dentro de su ‘estrategia’ de rodear a Rusia, fracasando en ello. Como sabéis, como producto del calentamiento global, el Ártico esta dejando de ser el lugar inaccesible que era ya que de una forma preocupante, su capa de hielo se está derritiendo a gran velocidad, lo que presenta a su vez nuevas oportunidades económicas para los estados del Ártico, al tiempo que hace que la competencia entre ellos sea más dura y despiadada. ¿Pero pueden estos intereses opuestos conducir a una guerra a gran escala en la región? La lucha por la región rica en recursos ahora involucra no solo a los países del Océano Ártico - Rusia, EE.UU., Canadá, Noruega y Dinamarca - sino también a países de otras regiones, como, por ejemplo, China. La investigación polar ya no es un esfuerzo puramente científico, el enfoque ahora se ha desplazado hacia los aspectos económicos, lo que a su vez ha llevado a un serio debate político entre los estados del Ártico. En la "salvaje década de 1990 ", tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética, Rusia quedo muy debilitada y como consecuencia de ello, casi todas sus unidades militares estacionadas en el Ártico fueron reducidas. Básicamente no hubo presencia del ejército a lo largo de la costa, desde Murmansk hasta Chukotka. En esencia, Rusia por aquellos años perdió el control sobre la vasta región. Sin embargo, la llegada al poder de Vladimir Putin ha restaurado el status de Gran Potencia de Rusia y como es obvio, ha regresado al Ártico utilizando tecnología de punta para reimplantar su dominio. Para tal efecto, las Fuerzas Armadas rusas están aumentando rápidamente su potencial militar y su presencia en la región. Moscú tiene la flota de rompehielos más grande del mundo, está construyendo bases militares y navales, así como campos de aviación a todo lo largo de la zona. También está mejorando sus sistemas de apoyo aéreo y protección antiaérea, y está actualizando sus radares para hacerlos mas eficaces. Sin embargo, los otros estados del Ártico están haciendo lo mismo. Esto plantea la pregunta de si los intereses en conflicto en la región podrían conducir a una guerra a gran escala. De hecho, hay todo tipo de desacuerdos y discordias entre los estados del Ártico en este momento. Y algunos de ellos son potencialmente peligrosos. Primero, las fronteras entre zonas económicas exclusivas en el Océano Ártico no están definidas debido a una cierta ambigüedad en el derecho internacional, lo que lleva a diferentes interpretaciones y desacuerdos. Por ejemplo, no se supone que el ancho de una zona económica exclusiva supere las 200 millas náuticas (370,4 km) de la llamada línea de base. Pero si un país puede probar que alguna sección del fondo del océano es parte de su plataforma continental, entonces la zona económica exclusiva de este país podría expandirse. Esto tiene importantes implicaciones prácticas, porque el país tendría derecho a explorar el fondo del océano y desarrollar sus recursos naturales, crear y utilizar islas artificiales y construir diferentes instalaciones. Esto podría convertirse en un esfuerzo muy lucrativo, ya que la región del Ártico podría contener hasta una cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo y gas. El segundo problema importante en el Ártico es el debate sobre las autoridades de los estados sobre el Pasaje del Nordeste (NEP). La ruta de envío es cada vez más accesible para los buques comerciales debido al derretimiento del hielo. Últimamente, los EE. UU. se han pronunciado sobre restringir la presencia de Rusia y promover la absurda idea de convertir la NEP (llamada Ruta del Mar del Norte en Rusia), “en una ruta internacional”, desconociendo el derecho que tiene Moscú en estos vastos territorios, que empiezan en la península de Kola, cerca de la frontera con Noruega, atraviesa el Polo Norte y termina en el estrecho de Bering, cerca del límite marítimo con EE.UU., porque pertenecen a la plataforma continental de Eurasia. Aparte de ello, Washington - que considera al Ártico como posible campo de batalla por ser la ruta mas corta entre Rusia y América - también busca aumentar su actividad en la zona. Una de las estrategias utilizadas por los estadounidenses es desplegar un número significativo de unidades de la Guardia Costera en el Ártico. Los ‘expertos’ occidentales afirman erradamente que la posición de Rusia en la NEP / Ruta del Mar del Norte “no siempre es convincente”, ya que - afirman sin fundamento alguno - “viola el derecho marítimo internacional hasta cierto punto y va en contra del principio del uso pacífico de los mares y océanos”. Moscú argumenta con sólidas razones que Rusia tiene total autoridad sobre la NEP que pasa a través de su zona económica exclusiva y cualquier embarcación dispuesta a utilizar esta ruta debe solicitar su permiso. Esta diferencia podría causar incidentes graves. Imaginemos un escenario en el que, por ejemplo, los buques de la Marina de los EE. UU. atraviesan ilegalmente la NEP alegando sin razón alguna que están utilizando “la ruta basada en el principio de la libertad de los mares”. Esta doctrina permite el paso libre a través de aguas territoriales si esta sección es parte de una ruta de comercio marítimo internacional, que no lo es porque pertenece a Rusia. Si los estadounidenses en su prepotencia pretenden desconocer esos derechos, seria causa de graves conflictos. A mediados de la década de 1990, Rusia desarrolló el concepto del ‘Bastión Estratégico del Norte’, que definía medidas especiales para mantener la supervivencia en combate de los submarinos de misiles estratégicos. La idea era crear zonas seguras alrededor de submarinos armados con misiles balísticos, con apoyo aéreo y marítimo, así como sistemas de iluminación subacuática estacionaria. Si esa doctrina se hubiera implementado, los EE.UU. la habrían cuestionado y se habría esperado una gran presión de ellos. Por cierto, los submarinos nucleares portadores de misiles balísticos generalmente se despliegan en aguas neutrales. Esto habría sido motivo de gran preocupación en Washington. Pero este factor no es tan significativo como los dos anteriores. Estos problemas siempre han existido, en el Ártico y en todas partes. Los estadounidenses están en una situación similar. Tienen zonas relativamente pequeñas donde se despliegan submarinos de misiles balísticos nucleares y protegen estas áreas utilizando todos los medios y recursos disponibles. Pero esto es algo continúo. Para analizar una posible guerra a gran escala en el Ártico, debemos tener en cuenta un factor importante: cualquier conflicto entre los jugadores existentes en la región plantea el riesgo de convertirse en una guerra nuclear. La OTAN está claramente interesada en el Ártico, en el sentido más amplio. Entonces, en un lado de la escala tenemos los EE. UU., Noruega, Canadá, Groenlandia y Dinamarca. Por otro lado, está Rusia. China ahora también se une al club, ya que recientemente se ha abierto camino activamente en la región del Ártico. Beijing está buscando establecerse en la zona, para que algún día pueda usar las rutas del norte para sus envíos comerciales, si el clima lo permite. Básicamente, cada país desarrollado tiene sus intereses en el Ártico; es solo que no todos lo admiten abiertamente. Tan pronto como el pastel ártico esté sobre la mesa, todos reclamarán su pieza, aunque muchos no tengan derecho a ello. En este punto, el transporte comercial por el Océano Ártico no es de momento, económicamente conveniente. Desafortunadamente, los indicadores objetivo para los bienes que se enviarán desde Rusia a través de la Ruta del Mar del Norte no se han cumplido hasta ahora. Hoy, esta ruta sigue siendo demasiado arriesgada, y estos riesgos superan las ventajas de utilizar la Ruta del Mar del Norte / NEP y ahorrar tiempo. Por el contrario, el transporte marítimo de contenedores entre China, el sudeste asiático y Europa que atraviesa el Canal de Suez o alrededor de África se estableció y perfeccionó durante mucho tiempo. Estas rutas ven barcos de tamaños increíbles, y la cantidad de contenedores enviados también es asombrosa, mientras que el precio del envío es relativamente bajo. Todo funciona como un reloj. Hablando en sentido figurado, puede comprar un boleto, abordar su barco y saber que llegará a su destino a tiempo. Con la NEP en cambio, puede comprar un boleto, pero antes de zarpar, puede recibir un mensaje: " Lo siento, en el Estrecho de Vilkitsky, una tormenta de viento ha llevado el hielo a 4 metros de espesor demasiado cerca de la orilla”. Todos quieren asegurarse de que su viaje vaya según lo programado, y este horario debe establecerse en los próximos años. Sin embargo, la situación en el Océano Ártico puede cambiar drásticamente si el hielo continúa derritiéndose al ritmo actual. El Pasaje del Noroeste puede quedar completamente libre de hielo en los próximos 40-50 años. Esta ruta cruza el Océano Ártico a lo largo de las costas del norte de América del Norte y el Archipiélago Ártico canadiense. Será el camino más corto desde Shanghai a Nueva York. Si eso sucede, dará lugar al mismo tipo de problemas que existen hoy alrededor de la NEP. Es muy probable que EE.UU. reclame ‘autoridad’ sobre la ruta, mientras que China seguramente dirá que tales reclamos violan la ley marítima y van en contra del principio de libertad de navegación. En el sentido geopolítico, cualquier tipo de situación que pueda desarrollarse en el Océano Ártico será, en general, similar a lo que vemos hoy en el Golfo Pérsico o alrededor de las disputadas Islas Spratly en el Mar del Sur de China. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que todos los jugadores de la región del Ártico son potencias nucleares con grandes capacidades militares o son miembros de alianzas militares, lo que significa que entraría en juego toda la gama de mecanismos de disuasión, en caso de que ocurriera algo. Es muy poco probable que las potencias nucleares utilicen sus arsenales en sus ataques; probablemente utilizarían algún otro mecanismo para resolver el problema. Y tales mecanismos evitarían que la situación degenere en una guerra a gran escala, ya que este tipo de conflicto puede convertirse en nuclear en la fase dos. Rusia, por ejemplo, solo tendría una opción si ocurriera un incidente grave provocado por Washington: el uso de sus armas nucleares. El hecho de que el tamaño de la flota rusa no se acerque al de la Marina de los EE.UU. no es impedimento para enfrentarlos ya que tecnológicamente es superior a la estadounidense. No hay duda de que Washington entiende muy bien a que se enfrentaría. En otras palabras, ¿correría el riesgo de convertirse en blanco de un ataque nuclear, con solo un poco de bacalao y petróleo en juego? Si en el peor de los casos, finalmente estalla la guerra, inevitablemente se extenderá a los territorios de los estados del Ártico. En otras palabras, cualquier guerra que involucre a Rusia se extenderá más allá del Ártico. Esta será la lógica detrás de las irracionales acciones por parte de Washington en su loco afán de querer controlarlo todo, incluso lo que no es suyo y nunca lo será. Sin embargo, no hay razón para creer en este momento que la situación en general será diferente de las actuales disputas que suceden en el Mar del Sur de China, el Golfo Pérsico, o de los desacuerdos sobre el petróleo y el gas en el Mediterráneo oriental, donde las tensiones tienden a escalar todo el tiempo. En general, no hay una diferencia importante entre el Ártico y las otras regiones citadas que se encuentran bajo tensión. Por supuesto, hay todo tipo de escenarios terribles que podrían suceder en el Ártico por culpa de Trump y su camarilla enloquecida enquistada en la Casa Blanca debido a su enfermiza rusofobia por lo que son capaces de cualquier cosa. No podemos descartar por ello la opción de un Apocalipsis nuclear, pero no es nada nuevo: hemos estado viviendo en esta situación durante bastante tiempo :)
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