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miércoles, 11 de noviembre de 2020

ETIOPIA: Las sombras de la guerra

Etiopía vive actualmente la escalada de un conflicto, que se está desarrollando desde hace meses, pero que desde que la semana pasada se ha convertido en una abierta confrontación militar entre las autoridades de Addis Abeba y los líderes de la región separatista de Tigray, en el norte de la nación. Ya se habla de una guerra, que han dejado víctimas mortales, mientras crecen las preocupaciones de que el conflicto se extienda no solo al resto del país, sino también a los Estados que se ubican el Cuerno del África, amenazando la estabilidad de una de las regiones más estratégicas del mundo y la fractura de uno de los países más poderosos y poblados del continente. Como sabéis, la crisis en Etiopía se estuvo agravando a lo largo del tiempo. "Muchos etíopes en todos los lados esperaban que [la situación] nunca llegara a esto, aunque esto fue como observar un accidente ferroviario a cámara lenta. En cada paso del camino, fue posible para cada lado desescalar [el conflicto], pero todos eligieron seguir adelante con las posiciones de línea dura", declaró el director adjunto del Programa de África en la ONG Grupo de Crisis internacional. Las tensiones entre el primer ministro del país, Abiy Ahmed Ali, y el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) empezaron pronto, luego de que Abiy asumiera el cargo en el 2018. El partido TPLF no solo formaba parte de la coalición gubernamental desde 1991, sino también era dominante en ella. Al mismo tiempo, ha gobernado la región de Tigray, en el norte del país, y sigue haciéndolo. Tras su elección para el puesto de primer ministro, Abiy realizó reformas dentro del país y contribuyó a la normalización de las relaciones con Eritrea, luego de una guerra entre ambas naciones desde 1998 al 2000. Por sus acciones, Abiy ganó el Premio Nobel de la Paz en el 2019. El Frente de Liberación Popular de Tigray, que según estimaciones del Grupo de Crisis tiene aproximadamente 250.000 militares, participó directamente en dicha guerra, ya que la región bajo su liderazgo se ubica en la frontera con Eritrea. Durante sus reformas, el primer ministro expulsó del Gobierno a algunas personas clave del partido de Tigray, como el exjefe de Inteligencia, Getachew Asefa, luego de acusar a varios funcionarios del gobierno anterior de corrupción y violaciones de los derechos humanos. Asimismo, estableció una nueva coalición nacional, denominada 'Partido de la Prosperidad', a la que el Frente de Liberación Popular de Tigray se negó a unirse, convirtiéndose desde entonces en su más tenaz adversario. La confrontación se agudizó luego de que las autoridades decidieran posponer en agosto las elecciones de este año, que debían celebrarse a nivel nacional. El mismo mes, el TPLF había amenazado con la secesión, citando una disposición en la Constitución que permite "el derecho incondicional de autodeterminación, incluido el derecho de secesión". "Nunca retrocederemos por alguien que tiene la intención de suprimir nuestro derecho ganado con esfuerzo a la autodeterminación y el autogobierno", afirmó al respecto Debretsion Gebremichael, líder separatista de Tigray. A pesar de que las autoridades federales afirmaron que los comicios podían contribuir a un aumento de los casos de Coronavirus, los líderes en Tigray ignoraron la prohibición y celebraron las elecciones en septiembre, calificadas por las autoridades de Addis Abeba como un proceso ilegal, tachando al gobierno regional de Tigray como ilegítimo e inconstitucional. Tras las elecciones, el Gobierno federal desvió los fondos, destinados a los líderes separatistas del TPLF, directamente a los gobiernos locales, lo que también jugó un papel en la escalada del conflicto. Para agravar la situación, el primer ministro del país denunció que el Frente de Liberación Popular de Tigray realizó un ataque contra una base militar en la ciudad de Mekele, capital de Tigray. Se desconocen detalles del ataque, pero Abiy afirmó que este dejó "muchos mártires, heridos y daños a la propiedad por parte de los terroristas" y se reportó que ambas partes sufrieron pérdidas. En ese contexto, el primer ministro ordenó enviar tropas a la región separatista y se declaró el estado de emergencia por 6 meses, lo que les otorgó a los líderes del país mayores poderes. Al mismo tiempo, se reporto que las telecomunicaciones fueron cortadas y el acceso a Internet bloqueado. "La situación alcanzó un nivel donde no puede ser prevenido y controlado por medio del mecanismo regular de la aplicación de la ley", indicaron desde la oficina de Abiy. El último viernes, el primer ministro anunció que las autoridades llevaron a cabo ataques aéreos en varias localidades contra el TPLF, que destruyeron completamente misiles y otras armas pesadas de los facciosos. Y al mismo tiempo se precisó que se trata solo de la primera fase de la operación para aplastar a los terroristas, a quienes acusa de estar “al servicio de intereses extranjeros que quieren desmembrar el país”. Al día siguiente, el Parlamento de Etiopía aprobó la creación de un gobierno interino en Tigray. "La decisión fue adoptada para eliminar el órgano ejecutivo y el consejo actuales de la región que controlaban los separatistas", comunicaron desde la Cámara de la Federación, Cámara Alta de la Asamblea Parlamentaria Federal de Etiopía. Por su parte, el jefe adjunto del Ejército de Etiopía, Berhanu Jula, declaró parte que el Gobierno de Addis Abeba se encuentra en guerra contra los líderes de la región separatista de Tigray. "Nuestro país entró en un conflicto que no anticipó. Esta guerra es vergonzosa y no tiene sentido, pero estamos obligados a hacerlo para evitar que los terroristas nos dividan", agregando que "están trabajando para garantizar que la guerra no llegue al centro del país y termine allí mismo con su derrota total", afirmó. En el contexto de las acciones militares, la oficina del primer ministro afirmó que "la línea roja ha sido cruzada" aseveró. Como era de esperar, la otra parte en conflicto también califico la situación actual como una guerra. "Lo que se inició contra nosotros es claramente una guerra, una invasión", afirmó Gebremichael, en referencia a las acciones militares, admitiendo que su grupo alzado en armas esta librando este conflicto armado "para preservar nuestra existencia" señalo a modo de excusa. "Esta guerra es el peor resultado posible de unas tensiones que estaban en crecimiento", declaró por su parte, William Davison, analista senior para Etiopía de la ONG Grupo de Crisis internacional, citado por The Times. "Dada la posición de seguridad relativamente fuerte de Tigray, el conflicto bien puede ser prolongado y desastroso", precisó. Sin embargo, el conflicto entre el centro del país y Tigray plantea el riesgo de extenderse por otras zonas, así como a otros Estados. En cuanto a la posibilidad de propagación del conflicto, la situación en Etiopía amenaza a la estabilidad de una de las regiones más estratégicas del mundo, el Cuerno de África, y la fractura de uno de los países más poderosos y poblados del continente. En ese contexto, algunos analistas temen que el enfrentamiento puede extenderse hacia Somalia, Sudán y Eritrea, así como por otros Estados que se ubican cerca de Djibouti, el puesto militar más estratégico en África en el que se concentran bases militares de varios países, como los EE.UU. y China. Además, Yemen - que sufre una sangrienta guerra de agresión por parte de Arabia Saudita - y la península arábiga se encuentran próximos al Cuerno de África, donde está el foco del conflicto. Respecto a Eritrea, cabe agregar que, en el contexto del ataque a una base militar, las autoridades federales etíopes acusaron a los separatistas de la confección de un uniforme militar que se asemeja al de las Fuerzas Nacionales de Defensa eritreas, para luego inculpar falsamente a ese país y culparlo de una "agresión contra la gente de Tigray". Al respecto, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, llamó a adoptar "medidas inmediatas para desescalar las tensiones y garantizar una resolución pacífica de la disputa", señaló su portavoz, Stéphane Dujarric. Al mismo tiempo, Guterres hizo hincapié en "la importancia de la estabilidad de Etiopía para la región del Cuerno de África". Cabe destacar que Etiopía fue un imperio cristiano que durante siglos resistió a la amenaza musulmana y que ahora fomenta - desde su refundación tras el derrocamiento de la dictadura comunista en 1991 - una política de federalismo, donde todas las etnias tienen igual valor y representación. Desde entonces el TPLF lideraba la coalición étnica que conformaba el gobernante EPRDF hasta el nombramiento en el 2018 de Abiy, quien decidió acabar con todo ello impulsando el nacionalismo, extirpando el etnicismo de la política para mantener unido al país y evitar mas divisiones, como el caso de Eritrea, que se separo en 1993: “Necesitamos una filosofía soberana que surja del carácter básico etíope que pueda resolver nuestros problemas, que pueda conectarnos a todos”, aseguro Abiy en su libro Medemer, una palabra en idioma amhara que se puede traducir como “unidad” y que da nombre a un compendio de ideas que pretende ser la hoja de ruta del primer ministro, tanto para la construcción de una nueva Etiopía como para afrontar los grandes desafíos globales del siglo XXI. Pero si los problemas internos no fueran suficientes, Etiopía ahora se encuentra en un abierto enfrentamiento con Egipto por la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope, que según El Cairo, reducirá el caudal del rio Nilo perjudicando gravemente su economía, por lo que ha amenazado con destruirla si el proyecto sigue adelante, lo cual conduciría indudablemente a una guerra entre los dos países, detrás de la cual estarían EE.UU. y China, con grandes intereses en la región. Así, mientras Washington apoyaría a Egipto, Beijing lo haría con Etiopia, su más importante socio estratégico para la inversión china en África. Visto así las cosas, Abiy - cuya deriva autoritaria no puede negarse - debe andar con cuidado ya que no solo esta en juego la unidad de su país, sino también la frágil estabilidad en la región :(
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