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miércoles, 22 de noviembre de 2023

GAZA: Guerra de exterminio

La destrucción total, un páramo arrasado por las bombas y sin rastros de vida. Ese es el objetivo que busca el Criminal de Guerra Benjamín Netanyahu en Gaza. Y no lo disimula. En efecto, en el cuadragésimo quinto día de la guerra desencadenada por la bestia sionista so pretexto de la audaz incursión de combatientes del grupo Hamas en territorio ocupado y que dejo en ridículo a Israel desbaratando su cacareada ‘invencibilidad’, la observación es implacable: los palestinos de Gaza no cuentan. Ante todo, a los ojos de los milicianos, que lanzaron su ataque y su toma de rehenes sin ninguna consideración por las consecuencias. Luego a los del ejército israelí, lanzados con un objetivo, la erradicación de toda la población palestina, apiñada en esa estrecha franja - estimado en más de 2 millones de civiles, por frágiles e indigentes que sean- sin posibilidad alguna de escapar, ante los ojos de los aliados occidentales de los sionistas, que cierran los ojos ante este genocidio perpetrado por esas bestias. Desde que estos criminales tomasen el control de la mitad norte de Gaza, las víctimas civiles de esta masacre superan los 15 mil, número que crece con el paso de los días. A ello debemos sumar la destrucción de barrios enteros de la mayor ciudad palestina, a pesar de las puertas cerradas impuestas por Israel. El caso de la ciudad de Gaza no es único. En todas partes, en la parte asignada al ejército israelí, el ataque contra los civiles y sus infraestructuras se saldó con miles de muertos, con el 90% de edificios arrasados o gravemente dañados… la devastación es general. Redes de agua y electricidad, carreteras, escuelas, hospitales, nada escapó a los ataques de los sionistas que culminaron con la captura del hospital Al-Shifa, calificado desde entonces como “zona de muerte” por la Organización Mundial de la Salud, convertido en una inmensa fosa común con los miles de cadáveres de mujeres y niños refugiados allí y que los sionistas asesinaron en masa. El motivo de la presencia sospechada de milicianos o túneles sirve como “justificación” para la matanza de inocentes y la destrucción de infraestructuras sanitarias cruciales en tiempos de guerra. Sin embargo, ¿de qué otra manera describir el trabajo metódico que significa que prácticamente todos los edificios en Gaza, cuya densidad de población es una de las más altas del mundo, están ahora destruidos o dañados, según estimaciones consistentes? El drama de los palestinos no terminado con esta devastación, si hemos de creer a los sionistas, que anunciaron, el 19 de noviembre, una nueva fase de su “operación”. Ahora su objetivo es la gran ciudad de Khan Younès, en el sur. El ejército israelí pretende perseguir a los dirigentes de Hamás que claramente no se encontraban en lo que ha quedado reducido a campos de escombros y donde miles de personas han quedado atrapadas. Civiles privados de todo, abandonados a su propia suerte y trágicos vagabundeos, campamentos improvisados, indigencia extrema, así es ahora la vida cotidiana en Gaza. Hace que sus habitantes revivan el trauma de la Nakba, la catástrofe que supuso su desplazamiento forzado durante la primera guerra árabe-israelí (1948-1949). El actual golpea una estrecha franja de tierra estructuralmente al borde del abismo debido a un bloqueo despiadado, tanto terrestre como marítimo, impuesto por Israel desde hace dieciséis años, con la ayuda del Egipto de Abdel Fattah Al-Sissi. Año tras año, las asombrosas estadísticas socioeconómicas del Banco Mundial atestiguaban el desastre, pero los palestinos de Gaza ya no contaban, y desde entonces, nada ha cambiado. Abandonados por todos - incluso por los países árabes, que aparte de derramar algunas lágrimas de cocodrilo por ellos, no hacen nada para ir en su ayuda - que les queda a los palestinos, sino resistir con lar armas al enemigo, ya que consideran que si ya están condenados a muerte, que sea luchando, llevándose algunas ratas sionistas consigo Por cierto, el odio que tienen estos asesinos a los palestinos es enfermizo ¿Recuerdan las palabras de un integrante del gabinete de Netanyahu exigiendo que e realice un ataque nuclear a Gaza y nadie se escandalizó? O aquel otro, del ministro de Defensa Yoav Gallant, quien dio la orden de asedio total a Gaza, señalando que “no habrá electricidad, ni comida, ni combustible, todo está cerrado”. Y agrego que esto lo hacía porque “estamos luchando contra animales y actuaremos en consecuencia”. Lo peor del caso es que esta declaración ha sido reproducida por los medios de comunicación del mundo sin ningún distanciamiento crítico. Por el contrario, se le aplaude como expresión de la “determinación de Israel” de acabar con los palestinos y esa apología del crimen se difunde como si fueran sabias palabras y no la expresión de un odio exasperado y del desprecio hacia los asediados habitantes de Gaza, torturados y bombardeados en la prisión más grande del mundo. Cabe precisar que estas declaraciones no son, ni mucho menos aisladas o producto de un momento de desesperación. Son la norma cotidiana de considerar a los palestinos en Israel, como subhumanos que no merecen vivir. Así, no es raro escuchar afirmaciones que bestializan y deshumanizan a los palestinos para ‘justificar’ su genocidio, como las del alcalde de Sderot, Alon Dávidi quien dijo el 7 de octubre sin eufemismos que los líderes de Hamás son “animales” a los que debe “matar” y esto lo justifico con un tono de benefactor, asegurando que “Israel proporciona comida, agua, electricidad á la Franja de Gaza y permite que sus habitantes trabajen, pero los de Hamás aprovechan esa magnanimidad por lo que son cómplices de esos asesinos y merecen por ello ser enterrados juntos bajo tierra". ¿Cuándo se detendrá esta bestialidad que Occidente aplaude de forma demoniaca? (El hecho que se haya aprobado un alto al fuego de cuatro días para permitir el intercambio de prisioneros, es solo eso, una pausa. Luego la masacre de palestinos continuará…)
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