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miércoles, 20 de diciembre de 2023

OTAN: El crepúsculo de la bestia

Para todos está claro que la derrota de Ucrania ante Rusia es la derrota de la OTAN - su gran patrocinador - y por eso busca hacer lo todo lo posible para ello no suceda, pero será en vano, ya que la debacle del régimen colaboracionista de Kiev es inevitable, por lo que alargar inútilmente el conflicto solo agravara aún más el sufrimiento de su población. Es más, el fracaso de su publicitada “contraofensiva” y los miles de soldados ucranianos muertos en los campos de batalla así lo confirman.Según dan cuenta últimas informaciones, desde el inicio del conflicto con Rusia, las bajas ucranianas entre muertos y heridos suman 383.000 efectivos. De este número, más de 159.000 se produjeron en la fracasada “contraofensiva” lanzada a principios de junio. Pero ello a Washington y sus ‘aliados’ es lo de menos. No les importa en lo absoluto si Ucrania se convierte en un inmenso cementerio si con ello logran desatar la III Guerra Mundial que buscan con ansias. Si su objetivo final es la despoblación masiva, entonces el desangramiento de Ucrania “es el camino a seguir”. Como sabéis, los conflictos militares no son el resultado de una casualidad. Se trata de una planificación deliberada. Es instructivo observar lo que sucedió en ese país en el 2014, tras el golpe apoyado por EE.UU. y sus ‘aliados’ occidentales. Con la victoria de Viktor Yanukovich en las elecciones presidenciales del 2010, la Rada (parlamento ucraniano) votó a favor de eliminar las aspiraciones de membresía en la OTAN de la estrategia de seguridad nacional. Ello propicio a que Yanukovich fuera derrocado inconstitucionalmente, siendo reemplazado por un títere colaboracionista. Entretanto, al ver el caos del Maidan organizado por la CIA y temiendo las consecuencias, Moscú tomó medidas para reincorporar Crimea en marzo del 2014, con el fin de asegurar sus activos militares allí y proteger a la población de etnia rusa de la ira de Kiev. Se celebró un referéndum y los lugareños votaron abrumadoramente a favor de unirse a la Federación Rusa. Precisamente, el experto en política exterior estadounidense Dominick Sansone comentó: “La entrada en Crimea fue una respuesta para asegurar los intereses navales clave de Rusia en el puerto de aguas cálidas de Sebastopol. Los levantamientos coincidentes en el Donbass fueron además una respuesta a la situación en Kiev... La posición oficial del Kremlin ha sido posteriormente que estos ciudadanos étnicamente rusos no deberían ser obligados a vivir bajo el régimen golpista que llegó ilegalmente al poder tras derrocar a un gobierno debidamente elegido” aseveró. “Con respecto a Ucrania”, escribió por su parte John Mearsheimer de la Universidad de Chicago, un destacado politólogo y estudioso de las relaciones internacionales estadounidense: “Es muy importante entender que, hasta el 2014, no previmos la expansión de la OTAN ni la de la UE. La expansión como política destinada a contener a Rusia. Nadie pensó seriamente que Rusia fuera una amenaza antes del 22 de febrero del 2014. Lo que sucedió es que estalló esta gran crisis y tuvimos que buscar culpables y, obviamente, nunca íbamos a culparnos a nosotros mismos a pesar de que lo somos. Íbamos entonces a culpar a los rusos, así que inventamos toda esta historia de que Rusia estaba empeñada en agredir en Europa del Este” apunto. La razón esgrimida para la creación de la OTAN fue que “sería una alianza defensiva para impedir que la Unión Soviética invadiera Europa Occidental”. Sin embargo, cuando esta colapsó en 1991, esta organización debería haber sido desmantelada por lo que su aparente propósito pero ello no ocurrió. En cambio, desde mediados de los años noventa, las sucesivas administraciones estadounidenses han impulsado periódicamente la expansión de la OTAN en Europa del Este. La República Checa, Hungría y Polonia se unieron al bloque en marzo de 1999. Posteriormente, también se unieron Bulgaria, Rumania, Letonia, Lituania y Estonia. Luego, durante una cumbre celebrada en abril del 2008 en Bucarest, la OTAN consideró admitir a Georgia y Ucrania, lo cual para los rusos representaría una amenaza directa a su seguridad nacional. Está claro que Moscú vio esto como una traición a la promesa hecha por EE.UU. tras el colapso del comunismo, de que la OTAN nunca avanzaría “una pulgada hacia el este”. En este contexto, la actual crisis en Ucrania es principalmente el resultado de un intento de Washington de atraer decisivamente a otro país de Europa del Este a su órbita y estructura de defensa, a través de la OTAN, sea a través membresía/asociación o un acuerdo de asociación con la UE y que sea explícitamente anti-Moscú. Ucrania es ahora un “socio cercano” de la OTAN, al cual proporciona “un apoyo militar sin precedentes”. Hasta la fecha, los Estados miembros de la OTAN han proporcionado al régimen golpista de Kiev equipos militares por valor de miles de millones de dólares y euros. Están enviando armas, municiones y muchos tipos de equipo militar ligero y pesado, incluidos sistemas antitanques y antiaéreos, obuses y drones desde el 2014, preparándolo para su guerra de agresión contra Rusia. Al respecto, el sitio web oficial de la OTAN afirma: “La alianza atlántica ha ayudado a reformar las fuerzas armadas y las instituciones de defensa de Ucrania, incluso con equipos y apoyo financiero. Los aliados también han proporcionado entrenamiento a decenas de miles de tropas ucranianas que han desarrollado sus capacidades participando en ejercicios y operaciones de la OTAN”... Pero no les ha dado resultados. A su vez, durante el régimen del títere colaboracionista Vladimir Zelensky, Kiev ha promulgado una serie de leyes destinadas a la “desrusificación” del país. Como consecuencia, los libros rusos e incluso la música rusa han sido prohibidos, y sólo los libros en ucraniano, o “en lenguas de la Unión Europea”, pueden publicarse. Zelensky es además un acólito del Foro Económico Mundial (FEM) de Klaus Schwab, la organización detrás del “Gran Reinicio”. Según Leon Kushner, un escritor ucraniano: “Desde el 2014, los oligarcas que actúan al estilo de la mafia eligieron al entonces cómico callejero Zelensky como ‘presidente’ al cual manejan a su conveniencia. No es de extrañar por ello que Schwab se jacte de haber ayudado a elegir tanto a ese payaso como a su equivalente canadiense, Trudeau, otro tal por cual. Desde entonces, casi todos los ricos y famosos han estado en Ucrania. Y regresaron con aún más dinero. Desde Bill Gates a Joe Biden, de George Soros a los Clinton…. todos saben que Ucrania está ‘abierta’ a los negocios” señalo. A su vez, la administración del discapacitado físico y mental de Joe Biden ha enviado cientos de miles de millones de dólares “en asistencia militar a Ucrania” cuya mayor parte ha terminado en los bolsillos de Zelensky y sus secuaces. La corrupción en Ucrania es algo nunca visto. Si, como algunos especulan, existe un plan oligárquico de despoblación humana masiva, entonces las guerras diseñadas son una manera ideal de lograrlo. Ha sucedido antes. En la Primera Guerra Mundial murieron 21,5 millones, de los cuales 13 millones eran civiles. Las muertes fueron causadas en gran medida por el hambre, las enfermedades, los encuentros militares y las masacres. En la Segunda Guerra Mundial murieron entre 40 y 50 millones de personas, la mayor cantidad de cualquier guerra. Actualmente, estamos viendo las etapas avanzadas de esto, ya que EE.UU. y sus ‘aliados’ de la OTAN han estado maniobrando durante muchos años para desatar una guerra mundial contra Rusia. Gritan que es para proteger “la libertad y la democracia” mientras extorsionan para hacerse con las riquezas de Ucrania, al cual - aseguran hipócritamente - “buscan defender” (?) mientras la saquean bárbaramente, enviando a sus jóvenes soldados - reclutados a la fuerza - a una muerte segura, en una guerra que ya la tienen perdida. Necesitamos por ello despertar ante estas tácticas apocalípticas de esos demoniacos oligarcas y resistir todos sus esfuerzos por tratar de imponernos sus demenciales objetivos... A que no lo lograran.
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