Se trata de un país artificial creado por las grandes potencias al final de la I Guerra mundial con los despojos del Imperio Otomano. Ubicado estratégicamente entre Siria, Irak, Palestina y Arabia Saudita, con agentes de la CIA puestos en el trono hashemita y escudándose en una falsa “neutralidad”, ha adoptado una política de colaboración tanto con los EE.UU. como con los sionistas que ocupan Palestina, convirtiéndose en cómplice del genocidio del pueblo palestino y permitiendo que en su territorio se ubique cientos de campamentos donde grupos de terroristas de ISIS -
financiados por Washington y entrenados por la CIA y la Mossad israeli - desaten el terror en Siria e Irak. Su culpabilidad es tan evidente que en los últimos acontecimientos ocurridos en Jerusalén
(donde teóricamente es custodio de los Santos Lugares musulmanes ubicados en la Explanada de las Mezquitas) ha mantenido un silencio cómplice ante la locura sionista de querer destruirlos para reconstruir en el lugar el Templo de Herodes, arrasado por los romanos en justo castigo a su traición, el año 70 d.C. Si, bien la monarquía jordana, fue una creación directa del colonialismo europeo, por su ubicación y composición demográfica, su historia ha estado íntimamente relacionada con la de Palestina, cuya causa y movimiento de resistencia han sido objeto, por parte de la dinastía hashemí, de manipulaciones y traiciones públicas y secretas. Resulta imposible por ello entender la historia y el comportamiento de la monarquía jordana sin volver sobre la historia de Oriente Medio hasta las primeras décadas del siglo XX, marcadas por la debilidad del Imperio Otomano y la creciente codicia de las potencias colonialistas por su territorio.
Como sabéis, el nacionalismo árabe surgido contra la ocupación otomana, fue explotado, exacerbado y utilizado por Gran Bretaña y Francia para acelerar la descomposición interna del llamado “enfermo de Europa”. Ya iniciada la Primera Guerra Mundial, en 1916, Husein, Sharif de La Meca perteneciente a la familia hashemita – en coordinación con Gran Bretaña - se alzó contra el sultán otomano, y un ejercito mercenario, formada en parte por beduinos de Arabia occidental, lucharon junto a las fuerzas aliadas en la ocupación de Palestina y Siria, logrando su “independencia”. Si bien los anhelos nacionalistas se vieron rápidamente frustrados por los acuerdos Sykes – Picot, Gran Bretaña supo recompensar a los traidores de la dinastía hashemí por los “servicios” prestados. Bajo supervisión británica, dos hijos de Husein fueron establecidos en Irak y el recientemente creado principado de Transjordania con el fin de garantizar el funcionamiento institucional del aparato colonial. Así, en 1921, Feisal se convirtió en rey de Irak y Abdullah en príncipe de Transjordania. Es lógico, entonces, que la dinastía hashemí encuentre en los aliados de Gran Bretaña a los suyos propios, y no es de extrañar que las relaciones entre esta casa reinante y los sionistas se remonten a los años inmediatamente posteriores a 1946, cuando terminó oficialmente el mandato británico sobre este territorio.
Esto explica la sospechosamente débil acción militar que llevaron a acabo los líderes árabes de ese momento frente a la creación del estado sionista y que fuera recordada por la resistencia palestina como un verdadero acto de traición, ya que Husein actuó en connivencia con los sionistas desde el primer momento. Así, su llegada al trono hashemita significo un afianzamiento de sus relaciones con Israel, país que elaboró, durante la década del cincuenta, un proyecto de alianzas estratégicas con los gobiernos más corruptos de la región a fin de contener todo posible movimiento revolucionario.
Husein se reunía en secreto con los líderes israelíes desde 1963. Al principio habían aspirado a un tratado de paz, pero finalmente se habían declarado satisfechos con una paz sólida, aunque de facto. Quizás los israelíes desconocían que Husein figuraba en la nómina de salarios de la CIA desde 1957 como un ‘efectivo’ en el Medio Oriente, recibiendo 350 millones de dólares anuales, a cambio de los cuales proporcionaba información y permitía a los organismos internacionales de inteligencia que trabajaran libremente en Jordania. En tanto, la situación política interna fue, para la monarquía jordana, siempre compleja. Oriunda de la península arábiga, tuvo que establecer toda una serie de alianzas con las tribus beduinas locales para consolidar su poder y para neutralizar a la población palestina, cuyo número era importantísimo en los grandes centros urbanos.
La resistencia palestina fue, desde siempre, un problema a superar para los monarcas jordanos, no sólo por las buenas relaciones que tenían con Israel sino por el potencial desestabilizador que tenían las reivindicaciones palestinas. Tras el desastre militar de 1967, en el que Jordania no pudo sustraerse al liderazgo de Nasser por cuestiones de política interna, los vecinos de ambas riberas del río Jordán retomaron sus históricas y estratégicas relaciones.
En 1970 Husein desataría por orden de Washington, a través de sus fuerzas beduinas, una de las peores masacres sobre la población palestina: el tristemente conocido Septiembre Negro. Su infame colaboración con el enemigo se ve reflejada en las constantes visitas que realiza a los sionistas a través de los años, en los cuales se ponían de acuerdo para debilitar la causa palestina. Su muerte y asunción al trono de su hijo Abdallah II -
otro que está en la nomina de la CIA - en febrero de 1999, no significo ninguna modificación al entramado de relaciones que vinculan a Jordania con su vecino sionista. Por el contrario en los últimos años, el reino Hashemí ha acompañado las criminales agresiones estadounidenses en la región, situándose nuevamente junto a los intereses israelíes, en detrimento siempre del movimiento de resistencia llevado a cabo por la población palestina.
Su sometimiento a Washington ha llegado a tal punto que permite que en su país se instalen campos de entrenamiento de grupos terroristas para atacar a Siria e Irak y cierra los ojos ante el genocidio del pueblo palestino a manos de los sionistas, como el ocurrido recientemente en Gaza. De estallar la guerra en la región - debido a las ambiciones de los EE.UU. y sus secuaces de la OTAN - Jordania no va a escapar al castigo que le espera por su traición :)