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miércoles, 6 de junio de 2018

YEMEN: La guerra invisible

La tragedia que vive este empobrecido y remoto país ubicado en el extremo sur de la península arábiga, apenas sale en los medios, con mayor razón cuando el agresor es un estrecho ‘aliado’ de Occidente y por ese motivo al igual que en el caso de Turquía, cubren con un vergonzoso manto de silencio sus abominables crímenes. Nos referimos a Yemen, arrasado desde hace mas de tres años por parte de Arabia Saudita y que ha dejado hasta el momento unos 10.000 muertos, 3 millones de desplazados y una epidemia de cólera y difteria que se ceba entre los sobrevivientes de la masacre, pero que aun así, han podido resistir fieramente al enemigo saudita, quien a pesar de los intensos bombardeos a que los somete, es incapaz de ganar esta guerra. Como sabéis, en la madrugada del jueves 26 de marzo del 2015, los habitantes de Saná, la capital del país, se despertaron sobresaltados por los bombardeos. A través de la radio y la televisión, supieron que se trataba de la aviación de Arabia Saudita. Riad - que cuenta con el apoyo de EE.UU., Israel y varios aliados regionales, en especial los Emiratos Árabes Unidos (EAU)- declaró hipócritamente que su propósito era frenar a las “fuerzas aliadas de Irán”. Se refería a los rebeldes huthies que, apoyados por tropas leales al expresidente Ali Abdalá Saleh, se habían hecho con el control del país en apenas seis meses y obligado a huir al dictador Abdrabbo Mansur Hadi, títere de los sauditas. Tres años después, la intervención militar para reponer en el cargo al colaboracionista ha fracasado en toda regla, ya que no han logrado derrotar la resistencia de los huthies (que tiene como aliados a Rusia e Irán), pero como consecuencia de la criminal agresión, Yemen se encuentra destruido. “Está claro que Arabia Saudita no ha conseguido ninguno de sus objetivos”, resume Mustapha Noman, analista y exviceministro de Exteriores yemení. “Es verdad que, desde 2015 hasta ahora, los huthies han perdido la mayoría del territorio que controlaban, pero en esa parte apenas vive el 30% de la población en medio del desierto. El invasor saudita se ufana en anunciar que el 85% de Yemen está bajo potestad de las fuerzas de su títere Hadi. Pero en realidad, se encuentra bajo el control directo de [distintas] fuerzas locales, principalmente apoyadas y entrenadas por los EAU y que son rivales entre si. Hadi ni siquiera puede regresar a algún lugar de ese 85% que dicen haber ‘liberado’ porque ellos no reconocen su autoridad. Esta agresión es producto de la infame alianza entre EE.UU., Arabia Saudita e Israel, basada en múltiples intereses económicos y geopolíticos que tiene que ver también con la hostilidad compartida hacia Irán, contra el cual cierran filas y a quien pretenden derrotar en la arena yemení” explicó. En las amplias zonas del sur del país a donde no puede llegar el ejército invasor, ha dado paso a la proliferación de grupos terroristas financiados por Riad, ampliado el espacio de las ramas locales de Al Qaeda y e ISIS, y reavivando las aspiraciones secesionistas. A ello debemos agregar que el enemigo tampoco ha logrado, a pesar de contar con un sofisticado y moderno armamento así como del respaldo técnico y asesoramiento de EE.UU., Israel y Reino Unido, frenar el continuo lanzamiento de misiles balísticos por parte de los huthies contra la capital saudita, ni las frecuentes incursiones de estos en territorio enemigo, quienes han pasado así a la ofensiva en varias regiones dejando en ridículo al ‘poderoso’ ejercito saudita. “Luego de casi tres años de conflicto, Yemen, como Estado, casi ha desaparecido. En vez de un único Estado, hay mini Estados que luchan entre sí, y ninguno de ellos tiene el apoyo político o la fuerza militar para volver a unir el país o alcanzar la victoria en el campo de batalla”, concluía el informe que un equipo de expertos independientes presentó ante Consejo de Seguridad de la ONU el pasado enero. La campaña militar ha provocado además una catástrofe humana sin precedentes. Hoy el 80% de los 27 millones de yemeníes necesitan ayuda internacional para subsistir, un tercio está al borde de la hambruna, y a los no menos de diez mil que han muerto por los combates, hay que sumar varios miles de fallecidos por las graves epidemias de cólera y difteria, así como la quiebra del sistema sanitario. Los daños van a prolongarse en una generación que está creciendo malnutrida y sin escuela, ya que pocas familias pueden pagar 2.000 ríales (6,5 euros) mensuales por niño para el transporte de los maestros que llevan 10 meses sin cobrar sueldo. “La situación social es más grave que la guerra. Estamos muertos en vida”, declara un ingeniero con cuatro hijos que a duras penas logra sacar adelante a su familia haciendo chapuzas. “Los bombardeos, al menos en Saná, se han reducido; aunque siguen llegando muertos de los frentes, ahora el principal problema es el bloqueo económico al que nos somete el enemigo saudita. Buscan agotarnos y que nos levantemos contra los huthies, pero no lo conseguirán porque ellos luchan por la independencia de nuestro país”, explica por teléfono. Al inhumano bloqueo al que encuentran sometidos, se suma también el aumento de las tasas que los huthies imponen a los comerciantes para financiar el esfuerzo de guerra. Cuenta que los precios se han disparado. La bombona de gas que antes del conflicto costaba 1.500 ríales, ahora, si se encuentra, supera los 10.000. “La gente quema ramas, plásticos, lo que encuentra, para poder cocinar”, afirma, desencantado por el ‘olvido’ internacional que no condena el genocidio practicado por Arabia Saudita contra Yemen. “El desastre humano, innegable y terrible, está eclipsando el desastre de seguridad que se avecina”, advierte la embajadora de la UE para Yemen, Antonia Calvo. Su temor es que en esta salvaje guerra de agresión de la cual son victimas, el enemigo saudita trate de interrumpir el tráfico marítimo que transita frente a las costas de Hodeida, el único puerto bajo el control de los huthies. Por el cercano estrecho de Bab el Mandeb, la vía más rápida entre el océano Índico y el Mediterráneo, pasan al año mercancías por valor de 700.000 millones de dólares, incluido un 4% del petróleo que se comercializa en el mundo, la mayoría con destino a Europa. “La vía militar nunca pondrá fin a esta guerra y solo traerá más miseria”, subraya Noman, quien pide “el acceso a los puertos y la apertura del aeropuerto de Saná para salvar a la población del hambre”. En su opinión, la única salida es “alcanzar un alto el fuego que de una nueva oportunidad para negociaciones serias entre los huthies y los invasores liderados por Arabia Saudita, quienes deben reconocer su fracaso y abandonar el país” expresó. En esa misma línea, el nuevo enviado especial de la ONU, el diplomático británico Martin Griffiths opina que esta situación no puede continuar. “Para que cualquier plan de paz tenga éxito es imprescindible que Arabia Saudíta y los miembros de la coalición abandonen el territorio yemení y se sienten a dialogar con los huthies y sus aliados, Rusia e Irán para lograr el cese de fuego inmediato y la creación de un nuevo gobierno que preserve la unidad del país. No hacerlo solo va a traer mas desgracias para la región” aseveró. Para Noman se trata de encontrar “un acuerdo que permita salvar la cara a todas las partes en conflicto”. El problema es que, sobre el terreno, Arabia Saudita, EE.UU. y los sionistas no tienen interés alguno en poner fin a este conflicto porque tratan de impedir que la influencia iraní se consolide en la estratégica región y porque además, esta proporcionando pingües beneficios económicos a las empresas armamentísticas estadounidenses a costa de la vida de miles de inocentes que sufren en carne propia la bestialidad de una guerra que no la provocaron :(
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