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miércoles, 6 de mayo de 2020

DONALD TRUMP: Fuego y Furia

Atrás quedaron sus deseos de establecer una cordial relación con el “emperador” chino Xi Jinping - a quien incluso invito a su residencia de Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida en el 2017 - pero ahora con el pretexto de la plaga del Coronavirus (denominada oficialmente como COVID-19 por la OMS) que esta dejando miles de muertos a su paso por el mundo, y con la mirada puesta en noviembre donde se presentara a la reelección para quedarse en la Casa Blanca por otros cuatro años mas, Donald Trump podría terminar comenzando una guerra, ya sea una civil en casa o una internacional con China. Tal es la habilidad demagógica de este Criminal de Guerra para evadir la responsabilidad de los problemas: Culpar a los demás de sus fracasos y al infierno con las consecuencias. Comencemos por la premisa de que la sombría experiencia de los EE.UU. de la pandemia COVID-19 tiene su nombre escrito por todas partes. Trump ha pasado de "que no es un problema" a pretender ser el líder mundial de las víctimas de la enfermedad. El abismal fracaso para enfrentar adecuadamente la crisis pertenece enteramente a la administración Trump. Es cierto que las fallas de las administraciones anteriores (especialmente la del musulmán encubierto y califa de ISIS, Barack Hussein Obama) para construir defensas contra el riesgo de pandemia, a pesar de las reiteradas advertencias que se les hicieron, también son un factor a tomar en cuenta. Pero el dinero destinado a combatirlo se detiene con Trump. Es comprensible que en un EE.UU. capitalista, donde millones de trabajadores que normalmente subsisten del cheque de pago están sufriendo por el cierre forzado de la sociedad y la economía. La frustración de no poder ganarse la vida, en un país con los derechos mínimos de los trabajadores y la seguridad social, es comprensible. Muchos trabajadores necesitan volver a trabajar para sobrevivir. Pero Trump está jugando hábilmente con esa angustia recurriendo a un lenguaje demagógico disfrazado de “patriotismo”, elogiando las protestas - como la reciente irrupción de un grupo de hombres armados al Capitolio de Michigan - contra los bloqueos para "liberar" a sus estados. Pero da la “casualidad” de quienes participan en esas marchas son partidarios suyos, demostrado con ello que están siendo dirigidos desde las sombras con fines electorales, sin importarles en lo mas mínimo del grave peligro a que se exponen intentado desconocer las leyes. Sin embargo, y para frustración de sus organizadores, las encuestas muestran que la mayoría de los ciudadanos estadounidenses no apoyan las recientes manifestaciones contra el bloqueo impulsadas por Trump, quienes parecen estar de acuerdo en que para derrotar efectivamente al Coronavirus, se requiere de un cierre programado de negocios y empresas, aunque sea doloroso y estresante, hasta que se pueda acabar con esta epidemia. Trump, por otro lado, está dando oxígeno a las protestas conservadoras contra el bloqueo en desafío a la recomendación de su propio gobierno federal de aplicar el distanciamiento social. La asistencia de manifestantes fuertemente armados a las marchas contra las órdenes de quedarse en casa habla de una situación en la que se podría estar generar violentos disturbios civiles. Trump llama a esta clase de manifestantes que apoyan su política como "grandes personas" a pesar de que algunos de ellos estaban haciendo alarde de insignias y banderas confederadas así como del Ku Klux Klan, expresando además una intolerancia extrema. Así por ejemplo, en una manifestación en Colorado, sus seguidores vilipendiaron al personal de enfermería que sostenía una contrademanda en apoyo del distanciamiento público, gritando furiosamente a los médicos: "Váyanse a su casa en China". Eso demuestra que en lugar de reducir las tensiones sociales, la administración Trump hace todo lo posible por extender las protestas, sobretodo por encontrarse en plena campaña electoral y estas disparatadas acusaciones sin pruebas “contra un enemigo externo” en referencia a China, puede fortalecer su posición de cara a las elecciones de noviembre, donde se enfrentara al demócrata Joe Biden, acusado de abuso sexual. Al mismo tiempo, Washington no tiene problemas en ofrecer a Wall Street y el complejo militar-industrial billones de dólares para mantenerlos contentos y que no pierdan por esta crisis. Otra es la situación de los trabajadores estadounidenses durante la emergencia, que se quedaron sin paga alguna y que ahora buscan desesperadamente volver al trabajo para ganarse la vida. Y es que Trump fiel a su retórica populista, como parte de la oligarquía, utilizando frases demagógicas quiere obligar a los trabajadores para que vuelvan a obtener ganancias para la clase corporativa lo antes posible, así sean victimas del Coronavirus. “Alguien siempre tiene que morir en estas circunstancias” enfatizando que la economía de EE.UU. tiene que reabrirse igualmente, demostrando su desprecio por la vida, menos cuando se trate de el o alguno de los suyos. Bajo el pretexto de proclamar la libertad patriótica y alentar a los estados a "liberarse" del encierro, Trump está alimentando frustraciones y creando un ambiente para una posible guerra civil. El lado internacional de esta moneda demagógica es convertir a China en el chivo expiatorio por las fallas sociales y económicas de los EE.UU. que el Coronavirus ha expuesto en toda su magnitud. Al respecto, Trump afirma que su administración está investigando “si China es responsable de la pandemia global” a pesar de que la mayoría de los científicos han coincidido en que el Coronavirus fue un brote natural, sus ‘asesores’ como el impresentable Steve Bannon - escapado sin duda alguna de un hospital psiquiátrico - ya tienen a quien culpar de todo. Bannon le dijo a Fox News que el Partido Comunista Chino tiene "sangre en sus manos" por la muerte de estadounidenses y el daño a su economía "por lo cual debería pagar" repitiendo al pie de la letra las palabras pronunciadas por Trump, quien amenazo con represalias a China. Una de las más conocidas teorías de conspiración impulsada por ese nefasto personaje, afirma que el virus escapó de un laboratorio ubicado en Wuhan, una afirmación que muchos científicos han calificado como falsa. "China mintió, la gente murió" es el eslogan de los nacionalistas estadounidenses aliados de Trump, quienes alegan que las autoridades chinas "engañaron a los EE.UU. para que no actuaran a tiempo". Hay continuos llamados de sus aliados conservadores, como del Instituto Hudson que piensa que “China debe pagar billones de dólares en compensación por todo lo que hizo”, siguiendo la misma línea impulsada por la Casa Blanca. Sin embargo, las experiencias pasadas han demostrado que los EE. UU. se valen del engaño a través de intensas campañas mediáticas en la prensa occidental sometida al control de los judíos, para intentar lograr sus oscuros fines: Mintió reiteradamente acerca de la existencia de “armas de destrucción masiva” en Irak que nunca existieron, pero que fue el pretexto esgrimido por el Criminal de Guerra George W. Bush para invadir el país y derrocar a su gobierno con el único objetivo de apoderarse de sus inmensas reservas de gas y petróleo que pasaron a control de compañías estadounidenses, donde el y sus secuaces eran los principales “accionistas”; Es el mismo motivo que hoy lo lleva a atacar continuamente tanto a Venezuela como a Irán exigiendo un cambio de gobierno en aquellos países para reemplazarlos por regimenes títeres y colaboracionistas, mientras se hace con el control de sus recursos energéticos; Otro claro ejemplo al respecto es el escándalo denominado "Russiagate", fabricado por el establishment tratando de involucrar a Moscú en la elección de Trump, pero que a pesar de sus esfuerzos, al final se demostró su falsedad en todo sentido. Todo sugiere ahora que la tendencia se repite para culpar a China del desastre del COVID-19 y sacarla de carrera, ya que como sabéis, según todos los analistas e indicadores apuntan a que debido a su poderío económico y militar, Beijing esta camino a convertirse en la superpotencia del siglo XXI, algo que preocupa sobremanera a Washington, que busca de esta forma impedir que se concreten sus planes de dominación mundial. El hecho de que el Pentágono haya atacado a China en los últimos años por disputas territoriales en el Mar del Sur de China - entrometiéndose además en sus asuntos internos, ya sea en Taiwán o Hong Kong - hacen que la confrontación por el Coronavirus sea aún más peligrosa como una posible causa de guerra. El chivo expiatorio (en este caso China) es adecuado para los planes de Trump, al intentar culparlo de todo, pero quien a su vez nunca se ha hecho responsable de ningún problema, a pesar de que la crisis del Coronavirus en los EE.UU. que ha causado hasta el momento 70.000 muertos y mas de un millón de infectados, es de su entera responsabilidad. Solo hay que mirar las alarmantes cifras sobre las bajas estadounidenses debido a su inoperancia y las dificultades sociales que ha acarreado su negativa a enfrentar al virus desde el primer momento. Si eso no sugiere algo inherentemente malo con el sistema estadounidense, entonces nada lo hará. Pero al hacer de chivos expiatorios a otros buscando con ello ser reelegido en noviembre, Trump está colocando a los EE.UU. en un camino peligroso, tanto en casa como en el extranjero. Una guerra impulsada por este demente, es lo último que necesita el mundo :(
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