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miércoles, 8 de julio de 2020

RUSIA: Gloria al Zar

Convertido en el mayor símbolo de su país y reconocido en el mundo entero por su firme defensa de los valores cristianos y familiares frente al decadente y pervertido Occidente, el Presidente ruso Vladimir Putin se anoto otra aplastante victoria en la Consulta Constitucional llevada a cabo la semana pasada, que le permitirán presentarse a las elecciones generales dos veces más, por lo que bien podría quedarse en el Kremlin hasta el 2036 y dada su elevada popularidad debido a haber restaurado a Rusia a su rango de Gran Potencia - tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética en 1991 - no le va a ser difícil conseguirlo. En efecto, la reforma ha recibido el apoyo de más del 77% de los votantes, quienes se desplazaron masivamente a los lugares de votación para darle el ‘si’, lo cual puede considerarse como un gran espaldarazo a su gestión de gobierno, que no ha dudado en enfrentarse a los EE.UU. y la OTAN en el mundo, desbaratando todos sus planes agresivos. Cabe destacar por cierto que este abrumador apoyo recibido por el líder ruso es un serio llamado de atención a Occidente, cuyos negros presagios no se han cumplido, para lamento tanto de sus corruptos gobiernos sumisos a Washington, como de su vomitiva prensa, especialista en crear fake news tratando de desestabilizar a Rusia con sus reiteradas mentiras y calumnias. No lo han conseguido. La conclusión principal de todo ello es que la mayoría de los rusos quieren que el país siga su propio destino, independientemente de lo que piensen los demás. Al final, el margen con el que fue aprobado fue enorme. Tanto así, que hasta incluso los organizadores políticos ‘liberales’ en Moscú (que de ‘liberales’ no tienen nada ya que trabajan para los estadounidenses) tuvieron que admitir de mala gana que sus propias encuestas a la salida de los centros de votación mostraron un apoyo contundente y multitudinario en la capital a las propuestas de Vladimir Putin. Además, esos recuentos revelaron que la mayoría de los votantes en numerosos distritos de Moscú, generalmente favorables a la oposición, habían respaldado ampliamente al lado ganador, desoyendo los llamados de los traidores colaboracionistas para boicotearlo. Algo que se ha pasado por alto en casi todas las especulaciones occidentales sobre el proceso (erróneamente calificado como 'referéndum' por algunos expertos de EE. UU. y el Reino Unido) fue que no era estrictamente necesario hacerlo. El respaldo que el señor Putin obtuvo en primavera de la Duma (parlamento), el Tribunal Constitucional y los organismos federales eran técnicamente suficientes para ponerlo en práctica inmediatamente, sin necesidad de consulta previa. Sin embargo, el presidente decidió organizar un "plebiscito confirmatorio" para obtener una amplia legitimidad pública. Por lo tanto, la votación en sí misma se centró principalmente en determinar si el líder ruso tenía todavía un mandato popular para mantener su dominio de la política rusa. Pero luego de realizado el escrutinio que le resulto ampliamente favorable, vaya que lo sigue teniendo. Cabe destacar que ha sido una curiosa "campaña", con los líderes opositores más prominentes relativamente callados, sabiendo que iban a ser derrotados abrumadoramente, tal como efectivamente sucedió. Solo el veterano comunista Gennady Ziuganov fue un caso atípico por ser más directo de lo habitual, y pidió enfáticamente un voto de "no", pero fracaso ruidosamente. A su vez, el conocido agente de la CIA Alexei Navalny, quien calificó en enero la Constitución actualmente vigente como "desagradable”, afirmando irresponsablemente que contenía "los mecanismos utilizados para usurpar el poder" llamando por ello a sus partidarios para “que no la defiendan”, más no fue oído y quedo en el más completo ridículo. El documento en cuestión data de 1993, cuando el entonces debilitado presidente pro occidental Boris Yeltsin lo presentó con el respaldo de Occidente, creando un sistema "hiperpresidencial” luego de que el parlamento controlado por los comunistas intentara destituirlo, por lo que este tuvo que recurrir a la fuerza militar para mantenerse en el poder, lo que provocó la muerte de 187 personas y 437 heridos. De otro lado, en vísperas de la votación de la consulta, un pequeño grupo de marginales, vagos y drogadictos - que la prensa occidental en su fobia antirrusa denomina ‘disidentes’ - intentaron reunirse en la Plaza Roja para mostrar su disconformidad con el proceso, pero al no estar autorizados fueron detenidos y luego liberados rápidamente. En verdad, el Kremlin había dejado a la oposición con una ingrata tarea. Si bien estos se opusieron al plan para anular los límites de mandato del señor Putin, muchas de las medidas populares incluidas eran difíciles de ser rechazadas, sin ofender a la gran mayoría de votantes: por ejemplo, la prohibición de que los funcionarios públicos posean cuentas bancarias en el extranjero; considerar como una Traición a la Patria entregar territorio ruso a terceros países (en clara referencia a Crimea, Königsberg, Sajalin y las islas Kuriles); garantizar que el salario mínimo no será inferior al costo básico de vida; prohibir el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo; no permitir la difusión de la ideología de género que busca homosexualizar a los niños; reconocer a los rusos étnicos como los únicos fundadores del Estado. Otro cambio fue la disposición que reconoce a Rusia como sucesora de la URSS y preserva su legado como vencedor en la Segunda Guerra Mundial debido a que en Occidente tratan de minimizar su participación, reescribiendo la historia. El paquete de reformas incluye del mismo modo el concepto de Dios en la Carta Magna. "Si en el himno se puede decir 'patria querida y protegida por Dios', ¿por qué no se puede decir en la Constitución?", se preguntaba el patriarca Cirilo I de Moscú, cabeza de la Iglesia Ortodoxa rusa y promotor de esta enmienda. Además, la Constitución rusa se establece a sí misma por encima del derecho internacional. También vale la pena reconocer que las encuestas han demostrado que la inmensa mayoría de los rusos desean con vehemencia que el señor Putin permanezca en el poder más allá del 2024 por haber restaurado el orgullo nacional tras los años de caos existentes durante el periodo de Boris Yeltsin, para rabia de los gobiernos occidentales cuyos interesados y desacertados vaticinios, se estrellaron una vez mas contra la cruda realidad. Solo el verano pasado por ejemplo, Levada (un encuestador de tendencia occidental independiente del Kremlin) descubrió con estupor que al 74% de los rusos le gustaría que el actual mandatario se quedara en el poder al menos hasta el 2030. Como era de esperar, la cobertura del proceso por parte de los medios occidentales fue totalmente parcializada, centrándose únicamente en el señor Putin y cuando tendría que dejar el cargo, mientras ignoraba a su vez el hecho de que la gran mayoría de los rusos lo apoya firmemente. En anteriores oportunidades, estos resultados se atribuían al poder de la "televisión estatal", pero hoy, cuando Internet comienza a superarlo como la principal fuente de noticias, esta excusa poco sofisticada es claramente rebatible. Por mas empeño que la prensa occidental mediante sus aberrantes campañas mediáticas trata de presentarlo de esa manera, Rusia no es una dictadura (esta cayo con el comunismo, que es una ideología criminal que hoy se encuentra en el basurero de la historia) y el señor Putin no es un dictador, ya que fue elegido abrumadoramente en elecciones impecables las veces en las cuales se ha presentado. Su configuración podría calificarse de un gobierno de mano firme, cuya permanencia es posible únicamente con el consentimiento de la mayoría para continuar en el poder. Los rusos no son estúpidos, y saben muy bien qué tipo de ‘alternativas’ se ofrecerían si perdieran la fe en el gobierno actual. No cabe duda que las disposiciones de la nueva Constitución, especialmente en lo referente a los límites de mandato para los futuros presidentes y su inmunidad luego de dejar el cargo, también sugieren que el señor Putin quiere ver que continúe esta forma de gobierno representativo, con posterioridad a que haya abandonado la escena. Esta claro que el Kremlin claramente no está tratando de seguir la ruta china del ‘emperador’ Xi Jinping, pero tampoco tiene una disposición para establecer una "democracia liberal" al estilo occidental. Si bien Rusia por su gran extensión, forma parte a su vez de Europa y Asia, su estructura de gobierno y procedimientos electorales consisten actualmente en una mezcla de elementos prestados de ambos continentes. Luego de la votación del pasado miércoles, evidentemente es lo que la mayoría de los rusos quieren, y ningún país extranjero - léase EE.UU. - ni sus agentes asalariados que actúan dentro del país como el traidor Navalny - podrán torcer el rumbo ya tomado de querer al señor Putin en el poder por varias décadas, cual nuevo Zar. Sin embargo, no hay que ser adivino para prever que la sucia campaña antirrusa en los medios de comunicación occidentales continuara con mayor empeño, en las cuales anunciaran el ‘inminente colapso ruso’. Durante más de 20 años, se han equivocado constantemente, y es casi seguro que lo seguirán por al menos 20 más. Larga vida al Zar :)
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